Escena extra 7. Café y letras
Visitando Café y letras...
—¿Por qué me siento cómo si estuviera haciendo algo malo? —le digo a Mónica, sin bajar de la camioneta. Estamos en el estacionamiento del Centro comercial donde está Café y letras.
—Sabes que quieres hacer esto —dice ella, con una sonrisa y, sin esperar a que asimile dónde estoy, se yergue sobre el asiento trasero para quitarles el cinturón de seguridad a Tiny y a Mariana.
No puedo creer que Mónica me convenciera de venir a espiar a Carolina.
—¿Comeremos en KFC, mami? —escucho que pregunta Mariana.
—No, yo quiero cajita feliz, que sea en McDonald's —pide Tiny. Ellas dos son las responsables de que haya tanto restaurante de comida rápida en Ontiva.
—Después —les dice Mónica, paciente—. Primero vamos a conocer a la novia de tu tío. Me vuelvo lentamente hacia mi hermana—. ¿Qué? —pregunta, fingiendo estar soprendida de mi reacción—. Es algo así como tu novia.
"Algo así como mi novia". Bajamos de la camioneta y caminamos hacia la salida del estacionamiento.
—Entremos directo a la librería —decide Mónica.
Café y letras está en la planta baja del Centro comercial La Pradera, es el local situado justo en la esquina, por lo que tiene puertas de entrada desde la calle y desde dentro de las instalaciones. Es bastante práctico si únicamente necesitas visitar el café o la librería.
—No les digas a las niñas que Carolina es mi novia —regaño en voz baja a mi hermana—. Si le insinúan algo, quedaré en evidencia.
—Estás exagerando, las niñas no saben quién o cómo es Carolina. Y en el peor de los casos, Carolina tampoco sabe que tu nombre es Daniel.
Suspiro. —Puede ser, pero estoy nervioso.
Mónica besa mi mejilla. —Lo sé. Tranquilo. Nos iremos rápido. Mi único propósito es que le pongas un rostro a tus sueños.
Ponerle un rostro a mis sueños...
¿Se me permite soñar con Carolina?
¿Puedo tener otra oportunidad?
Mónica acomoda los respectivos gorros y bufandas de Tini y Mariana cuando estamos frente a la entrada de la librería y también les hace prometer que se portarán bien. Yo saco un par de lentes oscuros de mi abrigo y me los coloco. Además, visto completamente de negro: bufanda, camisa, abrigo, vaqueros, zapatos... De esta manera, espero pasar inadvertido. A Mónica le da risa mi "exageración", pero yo prefiero ser precavido.
En algún momento tuve la intención de venir solo a Café y letras y vivir en privado la experiencia de ver por primera vez a Carolina. Sin embargo, se me presentó el inconveniente de que no sentirme valiente para hacer esto sin apoyo. Mi miedo, aclaro, no es Carolina, sino el darme otra oportunidad. Porque es bien sabido que a todos, tras una mala experiencia, nos cuesta empezar de nuevo.
Por fin entramos a Café y letras...
Acomodo mi bufanda sobre mi boca para ocultar mejor mi rostro. Al mismo tiempo me debato si también debí traer un sombrero.
—Busquen qué leer —anima Mónica a las niñas y las vemos correr hacia la sección de literatura infantil—. Yo estaré por ahí con tío Dani —les avisa.
Camino un poco y observo todo en derredor. Como en toda librería, hay estanterías repletas de libros y frente a estas personas curioseando. Es un buen lugar para que se conozcan un escritor y su lectora.
Me siento... impaciente, quiero aclarar eso, aunque no del todo. Es decir, este es un sentimiento extraño: Quiero ver a Carolina. Necesito ver a Carolina. Sin embargo, al mismo tiempo, temo que no haya vuelta atrás y no quiera alejarme de ella. Porque para mí es un riesgo enamorarme de alguien que no sabe quién soy, que quizá me odiaría de saber quién soy. ¿Sufriré por querer dar un paso más?
—¿Puedo ayudarles en algo? —Una chica que aparece repentinamente frente a nosotros—. ¿Buscan un libro en particular? —pregunta. La miro temeroso. ¿Es Carolina? Pero no, su identificación muestra el nombre de Michelle.
—No gracias —responde Mónica, amable—. Le llamaremos si necesitamos ayuda para buscar.
—No hay problema, estaré por aquí.
Cuando Michelle se va respiro más tranquilo.
—¿Y si... y si hubiera sido Carolina? —pregunto, preocupado de que aparezca alguien más.
—La saludamos —dice Mónica, como si estuviera acostumbrada a espiar a personas—. Ella no sabe quién o cómo eres, Dani. Igual Víctor dijo que siempre está en el puesto de "Información".
Cierto. Información.
Hay mucha gente en el café y en la librería. Las festividades de Fin de Año dejan tiempo para leer, supongo. Mónica y yo repasamos una por una cada estantería cerca.
—Se nota que estás nervioso —dice, mientras busca qué leer.
—¿Qué te hace pensar eso? —le pregunto, en voz baja, y le pido tratar de no llamar la atención.
—Porque no te gustan los libros de autoayuda y los estás "mirando" —ríe ella.
Al decir "Mirando" hace un gesto de comillas con sus manos. Molesto, devuelvo a su lugar el libro que tengo en mis manos y continuo recorriendo pasillos.
Esta vez me detengo a ojear a escritores latinoamericanos.
—Ya que estamos aquí compraré algo —dice Mónica, cogiendo más libros para leer sus contraportadas—. ¿Me recomiendas El coronel no tiene quien le escriba?
—Sí, uno de los mejores finales que he leído —aseguro y yo también cojo un ejemplar del libro. Me gusta más esta edición que la que tengo yo.
—Me da miedo cuando tú dices eso —gruñe Mónica.
Intento reír si hacer mucho ruido. Sí, acepto que pocos quieren que yo les recomiende libros.
De la sección de Narrativa hispanoamericana pasamos a Romántica contemporánea, la sección favorita de Mónica. Siento nauseas.
—Me encanta Colleen Hoover —dice, mirando con ternura un libro que tiene una portada azul.
—Por supuesto que te gusta —digo yo, sarcástico.
Suspiro, cansado, y cruzo mis brazos sobre mi pecho. No me van los libros de Romance. No buscaré nada en esta sección.
—¿Tampoco me recomiendas a Tatiana M. Alonzo? —me pregunta Mónica, mirando más contraportadas.
—Sólo si te gustan las combinaciones extrañas de romance, comedia y drama.
—Eres cruel —se queja Mónica—. Oh, espera... —La miro coger un ejemplar del primer libro de La Cama. ¿Es en serio?—. Mira qué tenemos aquí.
—Deja eso ahí.
—Son tus libros.
—Y hazme el favor de no decir eso en voz alta.
A tiempo escuchamos a dos empleadas que caminan cerca de donde estamos nosotros. ¿Una de ellas será Carolina?
—La señora de allá está traumatizada con Stephen King —le dice una a la otra, sonando cansada—. Quiere hablar y yo tengo que organizar la bodega.
—Llévala con Carolina —sugiere la otra—. Ella seguro la calma.
Mi piel hormiguea cuando mencionan a "Carolina".
Mónica me mira expectante. —Sigámosla —propone, y vemos a la empleada ir por la clienta traumatizada para después hacer su camino hacia el otro extremo de la librería.
Irán a "Información".
—No... —musito, desconfiado.
Mónica niega con la cabeza , coge dos ejemplares más de La Cama y me obliga a caminar junto a ella.
—Vamos —sentencia —. Estamos aquí para conocerla.
Ni el mejor escritor podría describir lo que siento al ver el rótulo en el que se lee "Información". Ahí me dijo que Víctor que se mantiene Carolina. Hay una fila de clientes esperando su turno para ser atendidos por ella y sus espaldas no me permiten verla... pero sé que ahí está. Ahí está.
—¿Qué sientes? —me pregunta Mónica, levantando un poco su barbilla. Sé que sus expectativas son altas.
—Olvide cómo se respira —admito.
Pese a que odio leer sobre Romance yo, Daniel, escribo Romance. Soy un romántico. ¡Un gran romántico! Hay tantas cosas que quisiera correr a decirle a Carolina. Sin embargo, me detiene el miedo... El primer amor se vive a ciegas: Lo crees todo y lo prometes todo. Pero la vida, a su tiempo, se encarga de darte un punto de vista más realista. Ahí me encuentro yo. Pese a que siento emoción por conocer a Carolina, los golpes que he recibido me obligan a ser prudente.
Mónica me arrastra hasta instalarnos detrás de una estantería con forma de armario, toda está llena con libros de las Crónicas de Narnia. Pero lo más importante es que, desde donde estoy, si muevo hacia un lado un par de libros, puedo ver a Carolina. Confirmo que es ella al ver en su uniforme una placa en la que se lee "Carolina Navarro".
Estoy sonriendo como estúpido.
—¡Es ella! —dice Mónica, mirándonos a ambos con emoción.
Asiento apreciativamente.
Tiene una mirada melancólica. Sin embargo, cuando sonríe, sus pómulos resaltan y sus ojos brillan. Hermoso contraste... Creo que es cosa de saber qué fibras tocar para despertarla. Carolina posee ese tipo de belleza clásica que no necesita ser resaltada con maquillaje. Me gusta toda: su cabello castaño que cae en ondas y enmarca su rostro, sus ojos color café, su piel nevada y su cuerpo. El mostrador no me permite verlo completo, pero amo la timidez con la que se mueve. Me obliga a querer conocerla completa.
Ni hablar. Vine a buscar razones para convencerme de que Carolina no es la mujer adecuada para mí y ahora no puedo dejar de verla.
—Te gusta —me acusa Mónica, golpeando amistosamente mi brazo—. No es del tipo sensual —opina—. Es decir, me apuesto a que no usa tacones altos o viste escotada, pero es bella. Tiene un toque inocente... La imagino recostada sobre una cama leyéndole cuentos a niños.
Miro a Mónica de forma significativa. —¿Qué? —ríe ella.
—Sé lo qué intentas —digo y sigo mirando a Carolina. Ahora, como dice Mónica, le puedo poner rostro a mis sueños.
—¿Y qué intento, Dani?
Ignoro a mi hermana e intento escuchar en qué consiste el trabajo de Carolina.
—Estoy buscando un libro rojo —le explica una clienta—. El otro día vi que lo reseñaron en un periódico.
—¿Recuerda el título o nombre del autor? —le pregunta amablemente Caro. Sonrío al escuchar su voz. Una voz dulce. No me importaría que esa voz me despierte por las mañanas.
¿Acaso es ése mi lado romántico despertando tras largos años de sueño? Creo que si porque me estoy preguntando qué sabor tienen los labios de Caro.
—No —responde la clienta.
—¿La editorial?
La clienta niega con la cabeza. Yo ya me hubiera desesperado pero Carolina, mi dulce Carolina, tiene paciencia. Le pregunta qué periódico es y cuándo lo leyó y a continuación busca en su ordenador la reseña. Cuando está segura de que la encontró le muestra la pantalla del ordenador a la mujer y esta asiente. Después le indica en qué sección encontrará el libro.
—Qué profesional —la alaba Mónica—. Creo que le iré a preguntar su opinión sobre estos libros —dice, huyendo de mi mirada asesina y empieza a caminar hacia el mostrador de Información.
Intento cogerla del brazo. —¡Mónica, no! ¡Mónica!
Llamo la atención de algunos clientes y también la de Carolina, que busca con la mirada a quién levantó la voz.
Una vez más me escondo tras el armario de las Crónicas de Narnia.
—Ella no sabe que soy tu hermana —me recuerda Mónica, alejándose—. Anda, yo sé que quieres oír qué opina de ti.
Haciendo caso omiso a mi mirada de horror, Mónica ahora espera su turno para ser atendida por Carolina.
—¡Mónica! —intento llamarla, pero me ignora.
Esta vez Carolina atiende a la anciana traumatizada por King y otra vez vuelve a comportarse atenta. La consuela, le ofrece un vaso con agua y después la acompaña hasta la sección de literatura clásica para que escoja otra historia.
Mónica tiene una razón más para ignorarme cuando Tiny y Mariana se acercan a ella para pedirle monedas, quieren meterlas en un dispensador de dulces.
—¡No se vayan lejos! —les pide a ambas cuando Carolina está de vuelta en su mostrador y, tranquilamente, se acerca a ella. No metas la pata, Mon—. Hola —la saluda.
Trato de pegarme lo más posible al armario de Narnia para escuchar qué dicen:
—Estos libros —dice Mónica, mirando de reojo la trilogía La Cama—. ¿Los recomienda? Es que he escuchado que el final es triste.
Temo que Carolina se suelte a llorar porque Esteban y Cristina no se quedan juntos... pero no.
—El final es real —dice, segura—. No se deje llevar por terceros. Ese final es lo que hace a esta historia especial. El escritor nos muestra lo crueles que podemos llegar a ser como sociedad: Superficiales, mentirosos, calculadores, carentes de humildad y siempre en busca de satisfacer nuestro amor propio. Es una historia de amor, pero también es una crítica social.
¿Es.. es enserio?
Mónica quiere añadir algo más pero Carolina habla otra vez.
—Tiene que comprarla —insiste—. Yo creo que todos deberían de leer esta historia.
No puedo evitar sonreír. A pesar de ser el autor, yo odio la trilogía La Cama. No obstante, me emociona escuchar a Carolina hablar bien de mí.
—Alexander Donoso —dice Mónica, sin quitar el dedo del renglón. Sé que intenta saber qué Caro de mí—. He escuchado que es agrio, hermético, solitario... misterioso.
Ruedo mis ojos y, al notar que Mónica mira de reojo la estantería con forma de armario, le muestro mi dedo medio.
—Todos los escritores, o al menos los buenos escritores, lo son un poco —responde Carolina, ¿defendiéndome?—. Ya sabe, ellos necesitan estar solos.
En mi caso muy solo.
—¿Usted considera que Alexander Donoso es buen escritor? —le pregunta Mónica.
—El mejor —asegura Carolina, con decisión.
—El mejor —repite Mónica, tosiendo en un intento de no echarse a reír. Me molestará mucho después de esto.
—Alexander Donoso puede hacernos reír, llorar o enojar en una misma página —continua Caro, elogiándome—. Y también es capaz de sorprendernos cuando menos lo esperamos.
—Usted lo admira mucho —inquiere Mónica y le ruego a Dios que sea cierto que el amor nace de la admiración.
—Es un escritor maravilloso —asegura Carolina.
¿Mara... maravilloso?
Los ojos de Carolina brillan al decir eso. ¿Maravilloso... yo? ¿El escritor que odiaba hasta hace una semana ahora es maravilloso? No sé expresar cómo me siento. Creo que Mónica lo describe bien cuando limpia lágrimas que brotan de sus ojos.
—¿Está bien? —le pregunta Carolina a Mónica.
No y yo tampoco.
—Sí —responde Mon, con palabras entrecortadas. Escuchar eso después de pasar por tanto es... alentador—. Creo que me convenció de comprar estos libros —asegura, como si no tuviera la primera edición y firmada.
—Le prometo que no se va a arrepentir —le asegura Carolina.
—Ese escritor, Donoso, debería pagarle una comisión por recomendarle tan bien —le dice Mónica antes de marcharse.
—Lo hago con gusto.
Intento contener mi emoción. Camino hacia la puerta para irme, puesto que ya conseguí ver a Carolina, pero al mismo tiempo lucho contra la necesidad de correr hasta donde está y abrazarla.
Yo también te tengo en alta estima .
Le importo, Dios mío... ¡Le importo!
No hablaría tan bien de mí si no sintiera algo más que amistad. ¿Es así, cierto? Que alguien me diga que sí.
¿Le importo? Necesito saberlo, por lo que sin pensarlo saco mi teléfono móvil de mi abrigo y le envío un correo.
De: Alexander Donoso
Asunto: Sin palabras
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:34
Para: Café y letras
Me siento completamente halagado. Nunca antes me habían llamado "Maravilloso".
Nunca antes me había importado tanto la opinión de alguien.
Observo a Carolina emocionarse al recibir un correo mío. Eso me hace más feliz. ¿Siempre sonríe de esa manera al recibir un correo que yo le envío? Le enviaré más. Muchos más, También abre mucho sus ojos al leer el contenido y, sin esperar un segundo, se apresura a responderme.
Al mismo tiempo recibo un mensaje de Mónica:
Escritor misterioso, lo espero afuera.
Respondo afirmativamente y abro el correo de Carolina.
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:34
Para: Alexander Donoso
¿¿¿¿¿????
Le tengo que explicar.
De: Alexander Donoso
Asunto: Aclarando
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:34
Para: Café y letras
La mujer rara que acabas de atender, la de cabello castaño, ojos verdes y enorme bufanda color rojo, es mi hermana Mónica.
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:35
Para: Alexander Donoso
No vi que te llamara para contarte.
Se ve tan emocionada como lo estoy yo. Tal vez. Sólo tal vez... me estoy preguntando si es posible que me ame. No, no, es demasiado pronto.
De: Alexander Donoso
Asunto: Aclarando
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:35
Para: Café y letras
No hizo falta que lo hiciera. Yo escuché todo.
—Decidimos comprar la versión ilustrada —le dice la clienta que está atendiendo ahora, no pero Carolina está más atenta a mi correo.
Es adictivo mirarla actuar como si me amara. ¿Me ama? Me da esperanza.
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:36
Para: Alexander Donoso
Un momento, ¿estás aquí?
Se ve tan feliz...
De: Alexander Donoso
Asunto: Aclarando
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:36
Para: Café y letras
Sí.
Corre a buscarme, sin embargo, como no sabe cómo soy, sólo mira de un lado al otro. Sonrío con diversión y camino hacia ella... Estoy a pocos pasos de ella. A tiempo mis ojos tropiezan con una mujer que intenta reconocerme. Oh no...
Eso me trae de vuelta a la realidad.
¿Qué estoy haciendo?
¿QUÉ ESTOY HACIENDO?
Me detengo y no camino más. Me vuelvo sobre mis pasos y camino hacia la salida.
¿Qué intentaba hacer? Estuve a punto de estropearlo todo.
Antes de irme busco con la mirada a Carolina. Sigue buscándome. ¿Qué hice? ¿QUÉ LEHICE? Eso no estuvo bien. Nada bien. ¿Qué estaba pensado al enviar esos correos? Nada porque estás enamorado.
Carolina insiste en buscarme en cada persona que camina cerca de ella. ¿Le asustaría ver quién soy? ¿Si me acerco se alejaría? Me da miedo averiguarlo.
Pronto recibo otro correo.
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:41
Para: Alexander Donoso
¿Dónde estás? Muero por conocerte ♥♥♥
No debí decirle que estoy cerca, Dios. Hace un momento estaba tan feliz y ahora me siento triste.
—¿Qué pasa? —me pregunta Mónica al acercarse.
La alejo del campo de visión de Carolina y le explico qué pasa.
—¡¿Le dijiste que estás aquí?!
No sé qué decir.
—Sí y no. Pensé que... Sólo no pensé, Mónica —Me siento culpable—. Me emocionó verla feliz por saber de mí. Yo... —Coloco mis manos sobre mi cara—. ¿Qué hice, Mon?
Mi teléfono vibra. Sé que es otro correo de Carolina. Lo rápido abro y leo:
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:43
Para: Alexander Donoso
Me veo un poco tonta buscándote sin saber cómo eres xD
Se lo muestro a Mónica.
—Dani... —Mi hermana me mira con tristeza.
—Lo sé, lo sé.
Quizá lo arruiné todo al tratar de no arruinarlo todo.
Sintiéndome molesto conmigo mismo, hago mi camino hasta una de las ventanas de Café y letras para ver qué está haciendo Carolina. Sigue esperándome.
Escucho a Mónica acercarse. —Quizá si...
—No, no puedo ir —digo, mirando con dolor a Caro—. No me puedo arriesgar a perderla, Mon. No quiero perderla.
—Entonces vamos —dice— porque si sigues aquí harás alguna tontería.
Mi hermana tiene que empujarme para que eche a andar mis pies. No quiero alejarme de Carolina.
¿QUÉ HICE?
No quiero pensar que la lastimé irreparablemente. No, no puedo ser. No le importo tanto, ¿o sí?
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 13:50
Para: Alexander Donoso
¿Alexander?
Cuando estamos de vuelta en la camioneta me siento del lado del copiloto y permito que Mónica conduzca. No tengo animo para hacerlo yo.
Las niñas insisten en ir a comer hamburguesas y eso hacemos. Pero y no no como nada, estoy pensando cómo explicarle mi actitud a Carolina.
¿Cómo?
Lo más sensato que se me ocurre hacer es decirle que lo siento. Por ahí debo empezar. Lo siento, Caro.
De: Alexander Donoso
Asunto: ...
Fecha: 26 de diciembre de 2015 15:25
Para: Café y letras
Lo lamento.
—No responde —le digo a Mónica.
Ella y las niñas están terminando de comer.
—¿Cómo esperas que reaccione, Dani? —me pregunta mi hermana, sin mirarme.
—No tengo idea.
Mónica suspira. —Lo que hiciste fue... Me has dicho que es una chica sensible. Sólo digo que...
—¿Qué?
—Mejor esperemos.
Mónica insiste en acompañarme a mi apartamento, creo que teme que haga algo estúpido como volver a la librería y presentarme sin preparar antes a Carolina, por lo que al llegar pongo en mi televisión una película para mis sobrinas mientras nosotros bebemos un café.
Porque sí, definitivamente necesito que me detengan antes de que haga algo estúpido.
—Ya va a responder —intenta consolarme Mónica.
Igual trato de no verme tan desesperado. Pero es la primera vez que ella tarda en responder.
La espero dos horas.
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:38
Para: Alexander Donoso
Te estuve buscando.
Te estuve esperando.
Debiste decirme que no era una visita.
Mónica lee el mensaje después de que lo leo yo. —Está molesta —dice.
—No puso emojis de caritas molestas —digo, releyendo.
—Dani —Mónica intenta armarse de paciencia—. Soy mujer. Primero tarda en responder y créeme cuando te digo que esa es una respuesta molesta.
No, Dios...
De: Alexander Donoso
Asunto: ...
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:38
Para: Café y letras
Tienes razón. Debí hacer eso.
En verdad lo lamento.
—Seguro espera una explicación —dice Mónica, tan impaciente como yo por una respuesta.
—Tú sabes que no puedo darle una —digo.
Mi hermana suspira. —Entonces atente a las consecuencias.
¿Las consecuencias?
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:39
Para: Alexander Donoso
¿Por qué hiciste eso? ¿Sólo vinieron a reírse de mí?
—Oh Dios —digo. A Mónica no le sorprende la respuesta de Carolina.
De: Alexander Donoso
Asunto: Aclarando
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:39
Para: Café y letras
¡No! Mónica quería conocerte. YO TAMBIÉN QUERÍA CONOCERTE.
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:39
Para: Alexander Donoso
¿ENTONCES POR QUÉ NO VINISTE A CONOCERME? ¿Por qué no te presentaste? ¿Por qué no me saludaste? Sólo hiciste que me descociera hablando maravillas de ti cuando es OBVIO que no te lo mereces.
¡Te recuerdo que dijiste que eres mi amigo!
Estoy sin palabras. Miro a Mónica buscando ayuda.
—Sé ve que te importa —dice y asiento. Ya no hay lugar a dudas—. Y por lo visto tú también le importas... Tienes que aclarar esto, Dani.
—Pero me da miedo que...
—Lo sé.
¿Aclarar qué? ¿Que no debe pensar de mí lo que muchos piensan de mí? Necesito que me conozca para hacerse ella sola de una opinión.
De: Alexander Donoso
Asunto: ...
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:51
Para: Café y letras
Es complicado, Carolina.
Le muestro a Mónica qué respondí, ella bufa y añade:
—Prepárate para la guerra.
¿Qué?
Y comprendo el por qué de sus palabras cuando recibo la respuesta de Carolina.
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:52
Para: Alexander Donoso
¿POR QUÉ? Dime por qué.
¿Por qué te escondes? ¿QUIÉN ERES?
¡NO DEBISTE DECIRME QUE ESTABAS AQUÍ SI NO IBAS A PRESENTARTE!
¡ME ROMPISTE EL CORAZÓN!
De: Alexander Donoso
Asunto: Carolina
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:52
Para: Café y letras
Entiende que no me quiero arriesgar a que me odies al intentar decirte quién soy... o mejor dicho, quien no soy.
Soy un hombre que se equivocó. No soy un criminal. Necesito que ella tenga claro eso antes de presentarme ante ella como Daniel Saviñon.
De: Café y letras
Asunto: ¿?
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:53
Para: Alexander Donoso
¡PUES ENTÉRATE DE QUE YA TE ODIO!
¡No me escribas más!
¡No quiero tener que ver con alguien que no me da la cara!
Leer eso último me aterra. Y mi expresión debió cambiar de manera preocupante porque Mónica también luce asustada ahora.
—¿Qué pasa? —pregunta.
Niego con la cabeza.
De: Alexander Donoso
Asunto: ¡No!
Fecha: 26 de diciembre de 2015 17:53
Para: Café y letras
No digas eso, por favor.
Sólo dame un poco de tiempo para pensar cómo y cuándo explicarte.
Espero un minuto, diez, veinte, una hora, tres... pero Carolina no responde.
—No responde, Mónica.
Hay dolor en mi voz. Hay desesperación en mi voz. Mi cuerpo completo tiembla. Ella es mi ángel. Es el rostro que le puse al amor. Es mi esperanza...
No puedo perder a Carolina. No puedo perderla.
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