Capítulo 40

Mi vida ha cambiado extraordinariamente durante las últimas semanas. He pasado por situaciones y emociones que me están ayudando a crecer como persona. No soy la misma Carolina que hace un mes. Hoy estoy haciendo planes junto a alguien que amo.

La primera vez que leí un libro de Alexander Donoso no imaginé lo importante que sería él en mi vida. ¿Qué si tía Inés no me hubiera propuesto trabajar en Café y letras? ¿Qué si Daniel nunca hubiera enviado aquel primer correo? Nunca lo sabremos. Lo importante es comprender que son esas pequeñas decisiones que tomamos todos los días las que al final dirigen el rumbo de nuestras vidas. Por eso es bueno nunca aferrarse a algo que nos hace daño, porque puede estar esperándonos algo extraordinario.

Estoy en una librería. O una fábrica de sueños, como suelo llamarle a veces. Entre las estanterías puedo escoger entre ser Elizabeth Bennet, Julieta o la dama de las Camelias. Y puedo soñar. Y es que es porque me permití soñar que ahora voy un paso adelante de quienes sólo se limitan a dejarse vencer por la realidad. 

Acompañada de Mónica, hago mi camino hacia la salida de la librería para saber el por qué de tanto revuelo. La sorpresa. Hay un pequeño caos justo en la entrada de Café y letras.  Cielo santo. Hay al menos treinta personas rodeando a tía Inés y a un hombre joven de píe junto a ella que, solícitamente, está entretenido autografiando libros. Daniel. También hay periodistas, cámaras de televisión, micrófonos... y mucha publicidad sobre el escritor Alexander Donoso.

—¡En exclusiva para Café y letras! —celebra tía Inés, dirigiéndose a la prensa.

—Esperemos que ahora sea famoso por cosas buenas —dice Mónica, refiriéndose a Daniel.

Sí. Yo estoy segura de que así será.

Ahora entiendo. Convocaron una conferencia de prensa. ¿Pero por qué ocultármelo para que fuera sorpresa? Todavía tengo esa duda.

—Daniel quiso sorprenderte —me dice Mónica, adivinando el rumbo de mis pensamientos. 

Ella y yo estamos una junta a la otra en un rincón visible para Daniel.

—Pero no comprendo —digo.

Ella me sonríe amable: —Sólo quiere hacer las cosas de manera especial para ti. Te quiere.

Y yo a él.

Pero, ¿esto es sobre Alexander o sobre Daniel?

—¿Crees que esté listo para esto? —le pregunto a Mónica. Me siento un poco preocupada—. Es más atención mediática. 

—Lo está —dice ella—. Anoche lo platicamos. Sí quiere hacer una vida contigo lo tiene que estar. Es un compromiso. Un compromiso de ambos, en realidad.

Es cierto. 

—Entiendo eso —digo, decidida. 

—¿Tú lo estás? ¿Te sientes preparada para esto?

Me dirijo a Mónica poniendo en mis palabras toda la fe que tengo: —Cada día lo estoy más.

Creo que tanto Daniel como yo podemos trabajar en ser lo que el otro necesita, y al mismo tiempo no perder la esencia de lo somos individualmente. Es cuestión de aprender a pensar como pareja. 

Público y prensa están pendientes de cada movimiento de Daniel, y él es amable y atento con todos. Me siento orgullosa de él. 

—¡Caro, ven! —me pide mi tía cuando me ve.

Daniel me busca entre la pequeña multitud al escuchar mi nombre. No tarda en encontrarme. Hola. Un periodista aprovecha su distracción para colocarle un micrófono cerca.

—Señor Saviñon —le pregunta—. ¿Por qué convocar una conferencia de prensa para confirmar que usted está detrás del misterioso escritor Alexander Donoso? ¿Hará más polémico todo lo...

—Quería anunciar algo... —lo interrumpe Daniel, sin apartar sus ojos de mi.

Yo avanzo unos cuantos pasos para estar más cerca. 

—¡Un cuarto libro de La cama! —grita emocionada una mujer. Sin duda una lectora de Alexander Donoso.

—Puede ser —ríe Daniel.

¿Un cuarto libro de La cama? No puedo evitar emocionarme yo también. Ahora soy su novia, pero primero fui su lectura. 

El público alrededor de Daniel empieza a celebrar:

—¡Por fin! —aplauden—. La historia no podía terminar de una forma tan triste. 

—¡Usted es el mejor, señor Donoso! —lo elogian. 

Admito que me llego a preocupar que los lectores al saber que Daniel Saviñon es Alexander Donoso le dejaran de leer, pero no. Aquí hay muchos fans. Supongo que la polémica que alguna vez hubo alrededor de Daniel nada tiene que ver con lo talentoso que es.

—Señor Saviñon —dice una reportera—. En la trilogía La Cama usted narra la infidelidad de la Ximena Alcázar hacia su persona. Mi pregunta es: ¿Aún le afecta, señor? 

—No. Hace mucho que no —niega Daniel, riendo.

—Pero ella fue prometida —insiste la reportera—. ¿Ya no siente nada por ella?

De pronto siento un nudo en el estómago. Sin embargo, Daniel se muestra calmado.

—¿Qué si todavía... —Él arruga su frente—. Oye, intenta que alguien que tú amas te sea desleal con tu hermano y después, además, te quiera meter a la cárcel injustamente. Entonces me cuentas si todavía sentirías algún sentimiento romántico hacia esa persona —dice irónico. Los demás reímos—. No. No siento nada por la señorita Alcázar. Espero que esté bien. Sólo eso. Escribir los libros de La cama me sirvió como terapia —añade.

—¿Entonces ya los perdonó, señor? ¿A Ximena y a su hermano? —insiste la prensa.

—Por supuesto.

Porque tienes un buen corazón, pienso.

—¿Volvería a tener algún tipo de relación con ellos? —le siguen cuestionando. Esa gente pide polémica. 

—Claro. Mañana mismo nos vamos a tomar un café juntos —responde Daniel, sarcástico, pero está sonriendo. El público y parte de la presa ríen otra vez. Puedo ver que está preparado para esto—. Ya cerré ese capítulo, señores, señoras —aclara, y otra vez me mira—. Ahora estoy trabajando en un nuevo libro.

Yo le sonrío.

—¿Un cuarto libro de la serie La cama, señor Donoso? —pregunta otro reportero.

Daniel asiente.

—Es necesario escribir un mejor final para Esteban, ¿no creen? —pregunta Daniel a todos, aún mirándome.

Yo soy la primera en decir que sí. Porque sí. Siempre he dicho que Esteban merece un mejor final.

El público vitorea, entre todos Vanesa. Las dos siempre quisimos una continuación de La cama.

—¿Y de qué depende que ese final sí sea feliz, señor Donoso? Perdón, señor Savignon —pregunta nerviosa otra reportera, que por su efusividad asumo que además es lectora de Alexander Donoso. 

—Depende de... —dice Daniel, bajando un poco un su voz y mirándome—. Depende de...

—¿De qué? —pregunta también con entusiasmo el público intentando atraer la atención de Daniel.

Aunque él sólo me mira a mí:

—Depende de ti —dice.

La prensa y parte del público siguen la dirección de la mirada de Daniel y también me miran. Ahora yo también tengo cientos de micrófonos y cámaras sobre mí.

—¿Quién es esta señorita, señor Donoso? —pregunta curioso otro reportero.

—Ella es... —responde Daniel, sonriéndome—. Ella es quien me ayudará a escribir la continuación de mi historia.


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¡Ya el final! :') Gracias por haber seguido estar historia. Nos toca el epílogo, escenas extras y Vanesa entre líos ♥

Fanmade publicado en el grupo de Facebook Tatiana M. Alonzo - Libros por Nicole Freitez


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