Capítulo 39


Daniel llega a Café y letras en compañía de Armando y su familia. Ni tía Inés ni él me han querido decir qué prepararon para hoy, pero no importa. Confío en ellos. Estoy disfrutando el momento.

Son casi las seis de la tarde y en la librería se vive un ambiente de fiesta. Aquí estamos los empleados, mamá, Natalia, Vanesa, Armando, Daniel, la familia de Daniel y más invitados especiales. Todos esperan algo. Pero, ¿qué?

—¡Champaña! —anuncia tía Inés mostrándonos a todos copas vacías y botellas llenas. ¿Estamos celebrando?

Vanesa y yo le ayudamos a servir champaña a todos. —Esto es increíble —dice mi amiga. Me gusta que esté aquí apoyándome. 

—¿Tú sabes que pasará hoy? —le pregunto.

Vanesa hace una mueca. —No. Y estoy segura de que no me dijeron nada porque saben que te hubiera soltado todo.

—Cierto —digo, arrugando mi frente. 

—Nos conocen tan bien —añade ella. 

Nos reímos y nos preparamos para brindar. 

—Por Daniel y Marco —dice ella. 

—Por Daniel y Marco —repito yo.

Brindamos. 

—Hace rato no me dices nada de Marco —le reclamo—. No pienses que porque ahora estoy con Daniel no tendré tiempo para escucharte.

—Es bueno saber eso —Vanesa sonríe, pero es una sonrisa triste. —Tenemos tanto de qué hablar, Carolina...

—¿Qué pasó? —intento abrazarla. ¿Qué me perdí?

—Después —niega ella—. Hoy disfruta tu día.

—¿Es por la porno novela? —le pregunto, aún intranquila.

—Literatura erótica —me corrige—. ¡Y Dios, no me la recuerdes! —Vanesa bebe el resto de su champaña e intenta que la trague la tierra.

—¿Qué pasó?

—Ahora la secretaría de Marco y el encargado de computo de Grupo M también saben de "Me voy a follar a mi jefe". No me mates.

—¡Vanesa! —chillo tan alto que algunos de los invitados especiales se vuelven para mirarnos.

—Que no me mates—lloriquea ella—. Prometieron no decir nada. La buena noticia es ya tengo más de ocho mil votos y casi cincuenta mil lecturas —sonríe pícara.

Otra vez cambiando de tema...

—Qué buena noticia —la abrazo, pero no del todo segura sobre lo otro.

¿En cuántos líos te estás metiendo, Vanesa?

—Anda, brindemos otra vez—dice. Lo hacemos.

Es mi mejor amiga. Nos conocemos desde que somos niñas. Compartimos tristezas y pequeños finales felices... y oreos, y rumores, y escritores misteriosos... y porno novelas. 

Daniel se disculpa con su familia y educadamente se abre paso hacia nosotras: —¿A qué se debe tanto brindis? —pregunta.

Yo me tomo mi tiempo para admirarlo. Aún no puedo creer que esto esté pasando.

Vanesa sonríe: —Le acabo de contar a Carolina de mi nuevo iPhone —vuelve a brindar Vanesa. Daniel ríe.

—Me tendrán que contar a qué viene eso —digo. Siento que me estoy perdiendo de algo.

Daniel coloca un brazo sobre su hombro y, atrayéndome un poco más a él, le da un beso tierno a mis labios. —Pronto te contaremos todo. Lo prometo —dice.

—¡Búsquense un hotel! —se queja Vanesa, pero está sonriendo. 

—Oye, no es mala idea —digo yo, sorprendiéndola a ella... y también a Daniel—. No me miren así —me río—. A que no se esperaban que yo dijera eso.

—Esto sí que amerita un brindis —aplaude Daniel, llenando otra vez nuestras copas. Lo codeo—. Oh, no, no quieras echarte para atrás.

—No me estoy echando para atrás —Él me da otro beso.

—¡Y un hotel con cama grande! —sigue renegando Vanesa.

Atraído por nuestro pequeño alboroto, Armando también se acerca a nosotros: 

—¿Qué celebramos? —pregunta. Ahora que no estamos en medio de una situación tensa, puedo conocerlo mejor. Me agrada. 

—Nuestros amigos —le dice Vanesa—. A una cama. Ahora.

Daniel y yo reímos. 

—Tengo novia y aún la amo mucho —balbucea Armando mirando embelesado a Vanesa.

—¿Eh? —devuelve Vanesa, sin comprender.

—Qué mucho gusto.

Daniel mira de Vanesa a Armando y de Armando a Vanesa—. Amigo, ella es Vanesa, la mejor amiga de Carolina. Creo que ya la habías visto una vez...

—Sí —Armando asiente—, la que me lanzó una puerta a la cara. Ya la recuerdo. Pero admito que no la había reconocido. Digo, se ve mejor cuando no luce malhumorada. 

Vanesa le saca la lengua. 

—Vanesa, él es mi mejor amigo... Armando —le presenta Daniel.  

A Vanesa aún no le convence Armando, pero este se porta amable con ella. 

—Carolina —me dice Armando—. Tenemos que juntarnos para platicar  sobre cómo va el proceso contra Aníbal Cardona.

—Hoy no le hables de eso —lo regaña Daniel—. Mañana. 

¿Por qué hoy no? Otra vez miro a mi alrededor. Sigo sin comprender el por qué del ambiente de fiesta. No obstante, Daniel por fin parece apiadarse de mi y me pide acompañarle. ¿Por fin sabré a qué viene todo esto?

 —Quiero que conozcas a mi familia —dice.  

—Me encantaría.

Camino junto a él. Eso se escucha romántico, esperanzador y comprometedor a la vez. Camino junto a él.

La familia Saviñon está reunida en una esquina de la librería. Los padres, sus tíos, sus sobrinas... todos en relación a Daniel son amables conmigo y me rodean de besos y abrazos. Pero sobre todo, de gratitud. Están agradecidos conmigo.

Es Mónica quien habla por todos: —Él confía en ti —dice, tomando mis manos—. Gracias por tú también confiar en él.

—Sé que ha pasado por mucho —digo, sintiéndome feliz de que depositen su confianza en mi—. Sé que ustedes como su familia han pasado por mucho... Yo también quiero una oportunidad.

Mónica me abraza. —Ya eres parte de esta familia, Carolina —dice.

 Las dos lloramos y nos reprochamos ser más sensible que la otra.  

—De esta enorme y ruidosa, pero muy unida familia —agrega la tía Gertrudis. 

—Oye, ¿no te molesta las conversaciones en altavoz? —me pregunta el abuelo. No entiendo, pero acepto todo agradecida.

—Ven a cenar mañana —me invita la mamá de Daniel.

Digo sí a todo y los abrazo a todos. También a Tini y a Mariana. 

—¿Verás My little pony con nosotras? —me pregunta Tini.

  —Sí. Y obligaremos a tu tío a acompañarnos —celebro. Las niñas celebran conmigo.   

—Puedes ser Princess Cadance. Tío Daniel es Twilight Sparkle —dice Mariana.

—Perfecto.

Recibo más felicitaciones antes de darme cuenta que alguien falta...

—¿Dónde está Daniel? —pregunto, indagando con la mirada Café y letras, pero ahora la mayoría está caminando hacia la salida... y Daniel no está por ningún lado.

Parece haber revuelo afuera. ¿Qué está pasando? Busco con la mirada a tía Inés, pero tampoco le veo cerca. 

—¿Tú sabes qué está pasando? —le pregunto a Mónica.

Ella asiente y me pide acompañarla afuera...


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Sólo un capítulo más y el epílogo :3 

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