Capítulo 27
Alexander
—¿Daniel? —Tengo a Armando en el teléfono—. ¿Daniel? —insiste, preocupado. Yo estoy intentando reaccionar.
—Aquí estoy —digo, caminando enervado de mi despacho hacia mi alcoba—. Escuché la conversación.
—Lo lamento.
—No fue tu culpa.
En mi alcoba me siento sobre el alfombrado. Por mi parte, la decoración de mi apartamento debería ser alfombrado, paredes y cortinas color negro, pero mi madre se dio a la tarea de decorarlo todo a su gusto.
Armando está en silencio. Sé que de poder hacer algo ya lo hubiera hecho.
—¿Por qué tenía que enterarse de esa manera? —le pregunto a Dios, no a Armando.
Apenas puedo creer que Carolina ya lo sepa.
—Le di mi teléfono cuando me lo pediste y los dejé solos para que hablaran —intenta explicarme mi amigo—. Después vino la amiga y.... desde donde estaba la escuché pedirle que te colgara...
Yo también escuché.
Cierro mis ojos. —¿Por qué no me dio tiempo de explicar? —De pronto siento la cabeza de Peludo sobre mi regazo. Tomo ese gesto como apoyo moral de mi único amigo cerca—. Es mi culpa. Debí explicarle todo antes.
Pero era un riesgo. Era perderla antes o esperar... Esperar quizá un milagro.
—Cuando yo me acerqué a Carolina, su amiga ya le había dicho quién eres —continua Armando—. Después me tiró mi teléfono a la cara, me amenazó con llamar a la policia y me echó...
—¿Carolina te echó? —pregunto, sin poder creerlo. Ella no me ha dado la impresión de ser una persona explosiva.
—No, ella no. La amiga —dice Armando.
Vanesa.
—Después ella y Carolina entraron de inmediato a la casa. Me fui pronto para no incomodarles.
No me dieron la oportunidad de explicarles. Mi teléfono tiembla en mis manos. Siento frío. Siento miedo. Me siento basura... Me siento nefasto.
—Puedo pedirle su número de teléfono en otro correo —intento encontrar una solución ¿La hay? ¿Hay solución?—, o puedo ir mañana Café y letras.
—Opta por lo primero. No te arriesgues sin antes estar seguro sobre qué actitud tomó ella.
—¿Crees que me odie? —La sola idea me deprime.
—Tómate tu tiempo para escribirle ese correo. Yo me encargo de Aníbal Cardona.
—Encárgate de acelerar lo de la orden de restricción.
—Sí. Sólo esperemos que ahora no pida una para ti también.
¿Por qué, Dios?
Me niego a creer que esto esté pasando. —¿Por qué las cosas tenían que salir tan mal, Armando? —digo, cansado de lidiar conmigo mismo. Ojalá estuviera muerto—. Le pedí conocerme un poco más antes de decirle la verdad porque necesitaba ganarme su confianza.
Muchas personas han cuestionado a mi familia sobre si estoy muerto. Tal vez debería estar muerto. Les ahorraría a todos el tener que lidiar con mi amargura.
—Lo sé.
Estoy llorando, pero no sólo por Carolina. Es por estar en la oscuridad. No estoy acostumbrado a la luz. No estoy acostumbrado a que algo bueno venga de alguien que no es Armando o mi familia cercana. Estoy llorando por estar deseando estar muerto.
—¿Hice mal? ¿Hice mal en no decirle la verdad?
—Puede que no hubiera querido seguir hablando contigo de saberlo desde un principio. Sin embargo, puede que ahora esté molesta porque le ocultaste algo tan significativo. Tal vez se siente engañada.
Y yo sé lo que se siente saberte engañado.
—Pero ella puede buscar en internet y ver que fui absuelto —Tengo la esperanza de que lo haga—. Yo no maté a nadie, Armando.
—No quiero ser negativo... pero no sólo se trata de eso, Daniel.
No sólo. Es más. Armando tiene razón. Es mucho más. Es la presión social. Y Carolina no merece lidiar con eso.
—Me acabaron —Me quiebro otra vez—. Mi imagen está por los suelos.
—Yo te propuse ideas para...
—¡No!
Salir, no.
—Daniel...
—Le voy a escribir.
—Está bien —dice él, resignado—. Llámame antes de que decidas qué hacer.
De: Alexander Donoso
Asunto: Aclaración
Fecha: 24 de enero de 2016 21:26
Para: Café y letras
Hola.
Tal como dijo Vanesa, mi verdadera identidad es Daniel Saviñon. El mismo Daniel Saviñon que hace algunos años fue acusado de intento de asesinato en un juicio público.
Haciendo referencia a La cama, la verdadera identidad de Cristina es Ximena Alcázar, hija del dueño de una cadena de televisión. Ricardo es Ricardo Saviñon, mi hermano. A ellos dos los encontré en mi cama una tarde que regresé temprano del bufete de abogados del que soy socio. Primero reaccioné confuso... No lo podía creer. No obstante, mi orgullo hirvió mi sangre poco a poco y la rabia se apoderó de mí. Regresé a mi coche (que para entonces estaba estacionando Víctor) y cogí el arma que escondía en el baúl. Sin embargo, Víctor se preocupó y me siguió.
Carolina, te juro que en el trayecto de mí coche yendo yo de vuelta a mi habitación, mi ánimo cambió. Aún así, mi hermano y Ximena vieron a Víctor intentar quitarme el arma... cuando esta vez yo, en otro arranque de ira, intentaba apuntarla hacia mi cabeza y ya no hacia ellos dos. Pero ellos, sintiéndose amenazados, me denunciaron.
¿Esa historia te resulta familiar? Es porque está en los últimos capítulos de La cama. Sólo cambie los nombres de los involucrados...
Escribí La cama como parte de una terapia, después de que mi psicólogo se enteró de que soy escritor. La compartí con amigos y familiares para que estos conocieran mi versión de los hechos... Una cosa llevó a la otra y la historia terminó siendo una novela publicada. Aunque para proteger mi precaria honorabilidad y evitar seguir lidiando con la presión social, la publiqué con un seudónimo. Esa historia es mi versión de todo. ¿La leerías otra vez para así comprenderme mejor? ¿Harías eso por mí?
Por favor, Carolina.
Todos conocen mi nombre y, por el escándalo mediático que lideró la cadena de televisión del señor Alcázar, saben la versión de la historia que contaron Ximena y Ricardo. A mí sólo me respaldó el testimonio de Víctor y mi equipo de abogados, entre los cuales están mi padre, mi hermana y mi amigo Armando.
Perdóname por no explicarte esto antes. No sabía cómo. Primero quise ganarme tu confianza. Quise intentar que conocieras a mi verdadero yo. Quise evitar que emitieras un juicio sobre mi persona de presentarme primero como Daniel Saviñon. No quiero perderte.
No sé qué más decirte...
Puedo explicarte todo esto personalmente si así lo prefieres.
Puedo enviarte un informe detallado que avala la resolución del juez.
No soy un peligro para la sociedad, como ha dicho tantos años el escándalo mediático.
Te quiere,
Daniel
Durante una hora espero alguna respuesta de Carolina. Estoy acariciando el lomo de Peludo cuando esa respuesta llega.
De: Café y letras
Asunto: Señor Saviñon
Fecha: 24 de enero de 2016 22:34
Para: Alexander Donoso
Señor Saviñon,
Tenga la amabilidad de no volver a escribirme jamás.
Vuelvo mi mirada hacia el par de cortinas entreabiertas dentro de mi alcoba. Hace años no las aparto por temor a que alguien, por muy lejos que esté, me reconozca. Tengo delirio de persecución. Le tengo miedo a la luz. Vivo preso de mi miedo y mi dolor. Porque más que la traición de una mujer, me dolió la deslealtad de un hermano. Me arruinaron. Arruinaron mi relación con mis amigos. Arruinaron la imagen y el roce social de mi familia. Nos arruinaron. Económicamente nos hemos recuperado gracias a la publicidad de ser el bufete de abogados que consiguió la absolución de Daniel Saviñon, pero aún así, para el mundo allá afuera soy un criminal. Y ahora Carolina piensa lo mismo.
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¡Gracias por votar! :)
Instagram: TatianaMAlonzo
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