Cuando la maestra de su hijo los convocó, preocupada por el truculento dibujo que él había hecho, los padres le restaron importancia.

No representaba nada real, aseguraron; el niño decía haber dibujado a una familia que vivía detrás del viejo espejo de la sala de juegos. ¿Quién no ha tenido amigos invisibles?

Después de una charla con él, todo quedó resuelto.

—Mis padres dicen que ustedes no existen —dijo el niño, una vez que quedó solo frente al espejo.

—En ese caso —respondieron las voces del otro lado—, tendremos que mostrarles que están equivocados.

Y esa noche, así lo hicieron.