Capítulo 4. Familia.

 —Fuimos a una tienda de mascotas, pero Tío Alex no quiso comprarme un pez— declaró haciendo un mohín con los labios.

—Eso es porque tu papi ha dicho que no— respondió Alexander.

—Pero no lo sabrá.

—No estaría bien que le ocultaras cosas— intervino Thomas, —además se dará cuenta, ¿recuerdas cuando escondiste a Bigotes en tu habitación?— esa vez Leonel enfureció porque halló a Bigotes, la mascota de Thomas, brincando en la cama junto con Nathalia.

—Mmm... papi es muy inteligente— miró sus zapatos, la silla era algo grande y sus pies no alcanzaban a colgar hasta el piso, por lo que podía balancearlos.

—Nathy— Thomas volvió a llamar su atención, —quiero que conozcas a mi amigo Ray, él también es policía.

Y entonces la niña reparó en la presencia del nombrado, quien había permanecido estupefacto hasta el momento.

—¿El señor Ray también atrapa a los malos?

—Así es, princesa— respondió Thomas, —y también le gustan las galletas de canela y de chocolate como a ti.

—¿De verdad? Las galletas de papi son las mejores— le sonrió a Raymundo, quien sólo pudo imitar el gesto facial de la infante y asentir con la cabeza.

—Oh, demonios— exclamó Alexander al ver su móvil, este había vibrado en su bolsillo indicándole la llegada de un mensaje de su lugar de trabajo; —es del hospital.

—Tío Alex dijo una mala palabra— Nathalia lo señaló.

—Esa no es una mala palabra— se defendió.

—¿Entonces puedo decirla?

—No, es una palabra solo para adultos.

—Yo soy niña grande.

—Todavía no.

—¡Demonios!— exclamó ella de manera retadora y sonriente.

—¡Nathalia!— la reprendió Alexander poniéndose serio; —no vuelvas a decirlo, ¿entendido?

Ella afirmó ahora con un gesto grave y algo arrepentida; notaba cuando Alex no estaba jugando.

Alexander miró a Raymundo y luego a Thomas, —debo irme, es una emergencia.

—¿Todo está bien?— por fin Raymundo habló.

—Eso espero, no quiero molestarlos y...— miró a la niña rápidamente y luego volvió a centrarse en ellos, —Leo sabe que no se los pediría sino fuera una emergencia pero, ¿podrían llevar a Nathy a la tienda, por favor?— incluso juntó las palmas de sus manos a la altura de su pecho.

—Claro, no hay problema— respondió Thomas.

—¿Iré con los policías, iremos en una patrulla?

Raymundo rió, ella era muy ocurrente y había estado atenta a la charla; —lo siento, esa vez no, hoy vinimos en un auto normal— y se sorprendió a sí mismo dirigiéndole la palabra por primera vez.

—¿Alguna vez podré subir a un auto de policía de verdad?

—No— dijo Thomas, —esos autos sólo son para policías y para las personas malas.

Caminaron hasta el estacionamiento donde Alexander se despidió de todos, en especial de la niña y luego partió. Fue entonces que Nathalia se aferró a la mano de Thomas para ir hasta el Jeep.

—¿Cómo te fue en la escuela?— le preguntó balanceando suavemente el brazo.

—Bien, ya sé sumar.

—¡Vaya, eso es maravilloso!— con el control remoto quitó los seguros de las puertas y abrió la del pasajero.

Miss Olivia es muy buena— comenzó a subir al auto con la ayuda de Thomas; —le diré a papi que le hornee galletas.

—¿Más galletas? La semana pasada le llevaste una caja— ajustó y le abrochó el cinturón de seguridad.

—Es que... —se retorció los dedos de sus propias manos, —yo hice algo malo en la escuela— y bajó la mirada.

Thomas suspiró y le acarició la cabeza, luego cerró la puerta y caminó hasta el lugar del conductor, Raymundo se apresuró a hacer los mismo del lado del copiloto.

El silencio reinó hasta que se incorporaron al flujo de tráfico.

—Nathalia, ¿quieres hablar de ello?— Thomas la miró por el espejo retrovisor.

—No quiero que el señor Ray me lleve a la cárcel.

Raymundo giró inmediatamente para poder verla y dijo, —oh, no no; yo jamás haría eso— algo dentro de él le hizo querer ser un personaje bueno ante la niña, pero sobre todo quería borrar ese gesto de miedo de su rostro.

—Pero usted atrapa a los malos.

—Antes de hacerlo debo escuchar la verdad; tal vez lo que hiciste no fue muy malo.

—Le pegué a Mercy— declaró y buscó en el espejo la mirada de Thomas.

—¿Y por qué?— el tono del conductor no fue para nada un reclamo o amonestación.

—Porque tiró del cabello de Laura; yo quiero ser policía como tú Thom, castigaré a los abusivos.

Thomas rió, —la semana pasada querías preparar pasteles como tu papi, no me sorprendería que el próximo mes quisieras ser como Alex.

—Tío Alex es muy guapo.

—Sí, lo es— murmuró.

—¿Señor Ray, me llevará a la cárcel?— ella miró al copiloto.

—No lo creo.

—¿Por qué no?

Fingió pensarlo y dijo, —aunque no estuvo bien la forma en la que actuaste, tu intención fue buena; y esta vez te dejaré ir porque sé que no lo volverás a hacer y dejarás que los verdaderos policías se encarguen de ello. La próxima ocasión, cuando veas algo como eso deberás decirle a tu maestra, ella se encargará del castigo o de llamarnos. ¿Comprendes?

—Sí— luego anunció sonriente; —Thom, el señor Ray me agrada.

Alexander le había enviado un mensaje disculpándose y avisando que no podría llevarle a Nathalia, y que Thomas y Raymundo lo harían. Leonel le dijo que estaba bien y le agradecía el hecho de que se preocupara.

—¡Papi!— la puerta se abrió haciendo sonar la campañilla y la niña entró corriendo con una pequeña bolsa en la mano; —¡ya estamos aquí!.

El castaño se acuclilló de inmediato para recibirla con un fuerte y demandante abrazo; —¡Hola, mi amor!— le besó la frente sin importarle mucho que el par de ancianos al fondo le observasen mostrando su afecto.

—Tío Alex me ayudó a escoger un regalo para ti— rebuscó en la bolsa que sostenía y sacó una figurilla plana hecha de resina, era un cerdito con una imán en la parte posterior, justo para incorporarse a la colección de animales que yacían pegados en el frigorífico de su casa.

—Oh, ya veo; es muy bonito, cariño.

—La próxima vez traeremos una vaca— luego elevó su vista hacia el mostrador; —¡Patty, mira lo que compramos!— y avanzó hacia ella para enseñarle su adquisición, Patricia se acuclilló y comenzó a hablar con la pequeña.

—Muchas gracias— Leonel se incorporó y se acercó a los dos sujetos que había permanecido a algunos metros; —lamento las molestias que Nat...

—Descuida— Thomas negó con una sonrisa, —no fue ninguna molestia, de hecho fue bastante divertido. Dice que ahora quiere ser policía.

Leonel exhaló, —la señorita Olivia me ha llamado, parece ser que por defender a Laura golpeó a Mercy.

—Sí, nos lo dijo; pero Raymundo ha hablado con ella.

Leonel miró al moreno sorprendido, —¿de verdad?

Se encogió de hombros, —sólo le dije que no debía hacer justicia por su propia mano, para eso estaba su maestra o nosotros.

—Vaya, supongo que te debo una. Aún así hablaré con Nathalia de nuevo. Muchas gracias, Ray.

—No fue nada— le entregó el otro par de bolsas, no eran pesadas y seguramente contenían prendas infantiles.

—¡Papi, papi! ¿Puedo comer galletas?— la pequeña corrió y se estampó con las piernas de Leonel.

—Primero debes comer tus vegetales— la tomó entre sus brazos y la alzó; ella se aferró al cuerpo del castaño con sus brazos y piernas; —vamos a lavarte las manos— le besó la nariz.

Thomas carraspeó, —nosotros debemos irnos.

—No se vayan, comeremos galletas y pasteles— pidió la menor.

—Lo siento, pero debemos continuar con nuestro trabajo— Raymundo se sentía con un poco más de confianza al hablar con ella.

—Es cierto— dijo con seriedad, luego agitó la diestra a manera de despedida, —adiós Thom, adiós señor Ray.

—Adiós princesa— dijo Thomas.

Leonel les miró y con una sonrisa les dedicó un silencioso "gracias"; luego los dos policías salieron de allí.

El camino a la estación no era muy largo, es por ello que Raymundo debía tocar el tema pronto, pero... ¿Qué debía preguntar primero? En toda la conversación nadie, ni Nathalia, había mencionado a su mamá. ¿Leonel sería divorciado, viudo?

—Nathalia es la sobrina de Leonel— declaró Thomas, retomando la plática que iniciaron al terminar de comer.

—¿La... sobrina? Pero si lo llama papi.

—Verás, esto no es ningún secreto así que te lo contaré, solo te pido discreción— se detuvo frente a un semáforo, —el único familiar de Leonel era su hermano mayor, quien sufrió un accidente junto con su esposa e hijos, y la única sobreviviente fue la pequeña Nathalia, en ese entonces tenía seis meses de nacida.

—¿Qué tipo de accidente?

—Un tipo drogado que iba a toda velocidad se pasó el alto destrozando el automóvil familiar— exhaló y puso en marcha el auto al estar el semáforo en verde; —Leonel estaba en los últimos meses para terminar su carrera cuando tuvo que hacerse cargo de una bebé. En ese entonces él y Alexander ya eran amigos; Alex fue su apoyo emocional y moral. Según Alexander, después de semanas de duelo Leonel pareció transformarse en otro, dejó de lloriquear y usando el dinero que su hermano dejó a su nombre compró una pequeña casa, comenzó a trabajar y se enfocó en finalizar sus estudios, eso sí, jamás descuidó a la niña. Obviamente al ser un padre primerizo necesitó algo de ayuda, Alexander le asistió e incluso una de sus amigas que estudió pediatría contribuyó— aparcó en la entrada de la estación y apagó el motor, —Leonel es genial, un luchador y le admiro por eso— declaró antes de bajar del auto.

Raymundo lo imitó pero al parecer no estaba consciente de lo que le rodeaba porque en automático llegó a su área en la oficina y ocupó su silla sin molestarse por cerrar la puerta; simplemente clavando su vista en un punto fijo en el escritorio.

—Oye, ¿en qué tanto piensas?— Thomas entró, habían pasado segundos, minutos, o tal vez horas desde que llegaron.

—Yo... es que Leonel, él...

—Alto allí; no te conté su historia para que le tuvieras lástima.

Ray sacudió la cabeza y frunció el ceño, —no es lástima— dijo firmemente, aunque si le preguntaban no podría describir con certeza lo que sentía: ¿Sorpresa, admiración, empatía?

—Sé que esto te intriga y que ahora puedes ver mis razones por las cuáles dije esas cosas esta mañana acerca de él.

—Sí, por supuesto.

—Alex y yo estamos saliendo, y Leonel es su mejor amigo, por ende también es mi amigo. Y tú, quieras o no también convivirás con él y con Nathalia de alguna forma u otra, así que sólo quiero que las cosas estén bien. Por lo que si aún tienes asuntos del pasado sin resolver me gustaría que trataras de no mezclarlos con Leonel; sería algo incómodo que algo entre ustedes acabara mal—; Thomas no mencionó el nombre de Ivan, pero Raymundo entendió la idea: Leonel no era cosa de una noche, y si él no estaba dispuesto a pensar en algo duradero no debería acercarse al castaño en otro plan que no fuera meramente amistoso.

—¡Lo tengo!— Joel ingresó sin percatarse en los rostros serios de ambos, —ya sé quién será la nueva compañera de Raymundo; su nombre es Rebecca Franco y mañana a primera hora la tendremos en la estación.

—¿Cómo es que obtuviste esos datos?— Thomas lo miró cambiando su expresión, como si jamás hubiera estado hablando con Raymundo de algo delicado.

Joel sonrió con confianza, —tengo mis contactos; y ahora me debes una rosquilla.

Thomas comenzó a reír, —sí, sí; mañana. Es más, Ray traerá dos cajas para celebrar y darle la bienvenida a la detective Franco— miró al nombrado.

—Cc-claro— asintió.

—¿Y también podríamos ordenar pizza o comida china?

—Eso sería demasiado— Thomas caminó hasta Joel y tomándolo por los hombros lo empujó para salir de allí y cerró la puerta tras de sí.

Pronto Raymundo volvió a estar sólo y en silencio. Thomas tenía razón, si no se sentía listo para dejar ir el pasado no debía involucrarse con Leonel, ni con él ni con nadie, al menos no de manera formal. Suspiró y se reclinó hacia atrás en su silla, entonces algo dentro de su bolsillo crujió. Introdujo la mano y sacó la bolsita de celofán, por suerte las galletas de canela eran demasiado pequeñas para romperse.

Desató el nudo con cautela y tomó una, la miró ypudo admirar la dedicación con la que estaba hecha, separó los labios y laengulló. El sabor era muy bueno, exquisito. Nathalia tuvo muchísima razón aldecir que las galletas de su papi eran las mejores.


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