Cariño...

Era navidad.

¿Y qué?

Por mas hermosa y llena de alegría que fuese la época, no podía evitar gruñir en queja de su situación. Meneando el contenido de su copa cristalina se dedicó a observar el líquido rojizo devolviendo el tenue reflejo de su rostro que rezaba «miseria» en toda la extensión de la palabra. Soul Evans definitivamente odiaba la situación actual.

Era navidad y como cada diciembre, la familia de músicos Evans llevaba acabo una subasta de caridad el día veinticinco.

Todo el dinero reunido iba a parar en orfanatos, hospitales, centros de alimentación gratuita y otras dependencias de altruismo. No tenía ningún inconveniente con ello, lo único que le molestaba era tener que asistir al evento lleno de gente estirada e hipócrita. Desde su punto de vista moderno, la subasta funcionaba tan bien e igual a través de internet.

Suspiró, por tercera vez en la noche.

— Soul, hijo —la voz cantarina de su madre lo sacó del autocompadecimiento interno. Por inercia se giró a la dirección de donde provino el llamado, encontrándose con su progenitora y otra invitada— Te presento a Maka, es la hija de la familia Albarn —. Un foulard traslúcido y brillante caía en los delicados hombros descubiertos por el vestido que se sujetaba en unos delicado tirantes de seda, ojos verde olivo, un rostro alargado sobre un cuello esbelto, visible gracias al cabello recogido en un moño, del que se escapaban traviesamente algunos mechones.

— Mucho gusto —. Ella extendió su pequeña mano cubierta por un guante de seda, en dirección de Soul— Maka Albarn —le sonrió con esos pequeños labios, pintados con una fina capa de labial color granate.

Él casi había empezado a hacer un río de saliva, por supuesto la conocía; mucho más que eso. A pesar de tener una distancia tan grande como para considerarse unos desconocidos interactuando por primera vez a ojos de los demás y el hecho de que ella no salia públicamente jamás, conservando su imagen en el misterio para la mayoría de la gente— El gusto es mío —. Soul estrechó su mano sonriendo con amabilidad. Levantando la mejor cara de póker que tenía.

Maka Albarn era como una manzana del paraíso, la tentación para su libido en persona. No esperó encontrarse con el diablo bajo estas circunstancias porque a pesar de que su padre, Spirit Albarn, enviaba siempre a alguien para ofertar en los eventos de la familia Evans, nadie con su apellido hacía acto de presencia por sí mismos.

— Soul, Maka está bastante aburrida, por favor acompañala y asegúrate de que se divierta —pidió la señora Evans con una sonrisa amplia, planeaba atenderla ella misma, al ser la primera vez que asistía una de las mejores ofertadoras, sin embargo había otros clientes frecuentes que necesitaban atención. Sobre todo porque ella podría aburrirse con las charlas de gente entre los cuarenta o cincuenta. Dejarle la tarea al menor de sus hijos debía ser una gran opción.

— Señora Evans, la necesito un minuto —. Una mujer de traje negro fué a llamarla. Posiblemente su asistente.

La aludida asintió encomendando— En seguida voy; Soul, por favor —. Luego se dirigió a la rubia— Señorita Albarn, tómese su tiempo para revisar las piezas de su agrado.

En respuesta, ella le dio un asentimiento amistoso— No tenga cuidado señora Evans, puede ir tranquila —. Ante sus palabras, la Evans partió finalmente, dejándolos solos.

Soul se había perdido en la figura curvilínea enfundada en ese vestido negro, hace mucho que no la veía tan de cerca. Claro que, frenó sus pensamientos lo suficientemente rápido como para ocultar cualquier expresión de añoranza en el rostro.

— ¿Vienes? —. Maka sostenía una cartera de mano entre sus dedos, viéndolo con esos ojos verde olivo que jamás había podido olvidar. Relajando los hombros con un movimiento descuidado, se encargó de alcanzarla.

— Pensé que tu familia no se presentaría a ningúna de las subastas en persona —dijo el albino antes de sorber su bebida. Ella se rio tras los nudillos.

— Digamos que no es nuestro fuerte ser una figura pública.

— Lo sé.

— ¿En serio? Entonces puedo preguntar ¿Por qué ya no volví a saber de tí? Después de que me dejaste en el crucero, juraba que realmente no significó nada aquella vez. No hubiera tenido problemas con ello si no hubieras vuelto mi Deathstagram una bandeja de spam.

— No pude evitarlo, perdón por eso. No sabía que eras la única hija de Spirit Albarn.

— ¿Asustado?

Soul negó con la cabeza— No estoy asustado. Pero sabrás que no me lío con las comprometidas. Ox Ford parece la clase de tipo que pondría tu rostro en todos los diarios para que supieran de tu aventura.

Ella se encogió de hombros, se acercó a un mesero que paseaba con licor tomándose una copa alargada entre los dedos— No diría que no, en realidad es bastante escandaloso.

— Razón por la cual no deberíamos estar conversando tan casualmente en público.

— Pero tampoco es una amenaza si nadie conoce mi rostro. Aunque tienes razón —. Ella sonrió de forma inocente mientras se vertía el vino sobre el vestido— Ahora puedes acompañarme para arreglar esta mancha, anfitrión.

— Albarn...

— Sólo cinco minutos, es todo lo que pido de tu tiempo. Dejémoslo en claro, qué fuimos.

— Fuimos aventura de una noche.

— A mi no me lo pareció. En especial desde que te esforzaste por hallar una manera de contactar conmigo otra vez —bromeó ella— Acompañame a mi auto, debo arreglar este desastre —intentó persuadir por segunda vez, señalando la prominente mancha de licor sobre su ropa.

Soul torció la boca, estaban en un hotel rentado para el evento, el estacionamiento era subterráneo y probablemente estaría desierto en estos momentos. La observó con recelo— No creo que sea prudente.

Ella volvió a ocultar una risita con el dorso de la mano— Vamos, sabes que no muerdo. Si no quieres —. Los ojos verdes olivo le observaron con inocente expectativa. Esos ojos hechiceros que lo habían doblegado cuando asistió a la despedida de soltero de su amigo Black Star durante un crucero en el Caribe. Aunque su fiesta se desarrolló en la última cubierta del barco, de algún modo se las arregló para huir por unos momentos del espectáculo que estaban montando sus amigos ebrios; hasta la segunda cubierta. Ahí la había conocido y fué como calor a primera vista.

Jamás creyó posible que el deseo se arremolinara de golpe tan solo por un par de ojos brillantes.

Y lo estaba haciendo de nuevo. Doblegandole el autocontrol, obligándolo a admitir su derrota— Las damas primero —accedió aún negando con la cabeza internamente, sin poder creer lo que iba a continuar. Porque, digamos que él tampoco tenía la mejor reputación del mundo.

Ambos se marcharon lentamente hacia el ascensor mientras ella se miraba con pena el atuendo lleno de vino. Se excusó con su acompañante para informarle de la situación mientras le guiñaba un ojo. Dando a entender que había más de una persona en esta connivencia contra Soul.

Impotente, él apretó y abrió los puños, sin saber exactamente como sentirse.

¿Afortunado? ¿Estafado?

Las puertas del ascensor se cerraron simplemente con un ding de fondo. Sin nadie más alrededor, él aprovechó para arrinconarla contra la reducida esquina— ¿Qué pretendes, Albarn?

— Necesito que alguien me acompañe al oscuro y lúgubre estacionamiento, me da miedo ir por mi cuenta.

— Por favor. Inventa algo más creíble —. Anteriormente la había visto en un crucero a mitad del caribe, completamente sola, mientras se paraba en la popa sin mucho cuidado. A eso, él no le llamaba miedo, más bien sentía que era una persona demasiado temeraria y lo estaba contagiando con su imprudencia.

— ¿Por qué necesitarías que alguien sea tu chaperon? Acabo de ver como abandonaste a la mujer que te acompaña. Desde mi punto de vista sería más práctico llevarla a ella contigo.

La rubia no ocultó la burla en su rostro. En realidad ambos sabían que el vino sobre su atuendo era lo de menos. Sin embargo las intenciones de ella por más obvias que parecieran, todavía llevaban un halo de misticismo. Uno atrayente, peligroso— Te lo diré cuándo estemos abajo —prometió. Contrario a lo que Soul esperaba, ella no se movió para abrazarlo o besarlo. En cambio, lo hizo ligeramente a un lado con la punta de sus dedos.

Los tacones de ella hicieron eco en la loseta del piso, volviéndose marcados en ese lugar tan silencioso. A la par, aunque menos estrambótico, los relucientes zapatos italianos del muchacho seguían su compás.

Maka de verdad se dirigió hasta su auto, uno presumiblemente nuevo gracias al brillo impoluto de su barniz. Del convertible color wisteria extrajo un juego de vestido limpio con una estola pomposa, cubierto de una capa plástica.

— Parece que has venido preparada —se rio él, no sabía porqué de pronto la inquietud se formó en su estómago. Esperaba algo, pero no lo obtenía. Quería decirlo, pero por alguna razón algo se lo impedía.

— Necesito un lugar donde cambiarme ¿Crees que pueda ser en tu habitación? —. Tras esa oración, Soul supo que no estaba tan loco como pensaba, ni que era un degenerado completo. Al menos, no más que ella.

— Debes estar bromeando.

— En absoluto. Quiero cambiarme, el vino comienza a irritarme la piel.

Él miró el techo del estacionamiento, sintiendo de alguna manera, que la cinta reproduciéndose ante sus ojos se volvía cuatro veces más veloz; tanto, que no supo como ambos llegaron a su suite asignada, donde ella se excusó para usar la alcoba y cambiarse.

Repiqueteando con el pie casi cada segundo, la impaciencia se reflejó en ese constante movimiento a lo largo y ancho del pequeño lounge. Sus manos entrelazadas tras la espalda se contraían como dos boas, cada una apretando más a la otra. Quizá intentando aprisionar todos esos pensamientos despertando dentro de su mente, aunque era más preciso llamarlos recuerdos. Quizá formándose a mantener el control sobre su cuerpo.

Se concentró en pensar cosas que no tuvieran relación a aquella noche en el Caribe. Tal vez, Maka Albarn no estaba aquí para repetirlo, sino para comprar algunos productos en subasta. Si, tal vez.

Si tal vez ella no hubiera salido del dormitorio sujetándose el vestido apenas por encima del pecho, con la cremallera abierta que dejaba al descubierto la bonita curva producida entre sus omóplatos y sus caderas cuando pasó alrededor del sofá, él se habría convencido. — Evans —. La oyó musitar acercándose lentamente a él. Nunca pensó que su apellido le doblegaría las piernas alguna vez. — La cremallera se trabó ¿Crees que puedas ayudarme? —señaló dándose la vuelta, dejándolo contemplar la satinada piel brillante.

Como una alucinante experiencia, sus dedos comenzaron a moverse, deseosos por recorrer la suavidad imborrable que permanecía arraigada en su mente. Ella se movió el cabello hacia adelante con movimientos lentos, los mismos que desamoldaron el vestido sobre sus pechos, amenazado con liberarlos. Juzgando por la ausencia de tirantes o broches tras la espalda, no llevaba sostén.

Joder.

Joder.

No debía dejarse llevar.

— ¿Evans?

Ante el llamado, Soul carraspeó la garganta un par de veces, dispuesto a superar el torrente de sentimientos golpeando las paredes de su pelvis, de su corazón. Acercó las manos hasta la bragueta de forma segura, enfocando toda su visión al carrete atorado con un pliegue de tela.

Maka echó algunas miradas hacia él, fascinada por su expresión centrada y se rindió al deseo. Para ella había sido como un encuentro predestinado. Encapuchó los ojos antes de susurrar de forma casi imperceptible— Soul.

Debido a su lucha contra la cremallera, el albino se olvidó de lo peligroso que era mirarla a los ojos; por inercia levantó el rostro quedando a pocos milímetros de ella. Sus miradas se cruzaron elevando un aura indescriptible, de ansiedad. Sus alientos chocaban, mezclándose como un preludio al contacto físico— Terminé mi compromiso con Ox Ford.

Su cerebro tardó en procesar la información, mucho más que su cuerpo. El instinto liberado por la voz que lo llamaba le dio suficiente impulso para abandonar la cremallera del vestido, llevando una de sus manos a la barbilla femenina, donde se sujetó para invitarla a mirarlo. Rendido— Cariño —la soltura de esas sílabas fue la chispa exacta para dejarlo todo atrás— ¿Sabes dónde te has metido?

— Totalmente —hablando giró el cuerpo lo suficiente para encararlo, una de sus suaves manos aprisionó el cuello masculino rosando las uñas a lo largo de la piel expuesta. Provocando temblores involuntarios que Soul intentó frenar en vano.

No esperó ninguna introducción tibia cuando la besó llegó, igual a un rayo cayendo sobre la tierra. El tentempié comenzó desde que se vieron en el lobby del hotel. Ahora quería probar el plato principal saltándose toda formalidad.

¿Rompió su compromiso? No le importaban las razones. Lo que importaba era que estaba ahí, delante suyo, declarando que podía volver a poseerla, haciéndolo soñar estúpidamente con un mañana, con una próxima vez incluso después de hoy.

Las manos de él se estacionaron en la cintura de Maka, pero aun parecía ser poco, con pasos torpes y experimentales la guió de espaldas hasta la pared más próxima, tomó sus piernas y la cargo obligandola a hacerle paso entre estas. Ella enredó sus extremidades en la cadera de Soul sintiendo claramente como su masculinidad comenzaba a despertar.  El calor que emanaban se fusionó sofocando sus alientos.

Maka finalmente abandonó la parte frontal del vestido a merced de la gravedad. Que la tela hiciera lo que quisiera. Libre se enroscó a él, buscando pegarse con desesperación. El beso subió de nivel cuando sus lenguas se enlazaron a placer. Durante algunos minutos no hicieron otra cosa que decirse cuanto se extrañaban con aquel rose.

Al final, Soul se volvió hambriento, rememorando una de sus acciones favoritas se separó para cambiar la dirección de sus besos, alternando con succiones que llegaron hasta el cuello, ahí se detuvo mientras empujaba con sus caderas cada vez más, sintiendo incluso dolor en las zonas más sensibles de su cuerpo.

Maka levantó el rostro, dejándolo regodearse con su piel; lo sujetó por el cabello tirando levemente del mismo, sintiendo todo altamente insoportable. La adrenalina corrió por sus venas cuando percibió la erección poderosa del chico apuntando a su intimidad, cada vez más caliente.

Entre suspiros buscó las solapas del saco para quitarlo. Deslizó sus manos por los hombros de Soul, encontrando su cometido antes de comenzar a tirar hacia los lados. Ante la insistencia de ella, él se alejó un poco, sus ojos vidriosos delataban el deseo insaciable que brillaba a través de esas pupilas rojas— Sujetate —ordenó afianzado el agarre en los muslos femeninos.

La cargó con suma facilidad, dirigiéndose al dormitorio, cerró la puerta echándole el pestillo para impedir cualquier interrupción. Al borde de la cama la depositó en el suelo para deshacerse de sus propias prendas, su chaqueta se deslizó hasta caer al piso mientras ella deslizaba el nudo de su corbata.

Los botones de su camisa salieron casi disparados, en medio de la premura no podía continuar esperando. La parte superior de Soul quedó expuesta después de ese arrebato.

La habitación estaba casi en penumbras sin embargo por la rendija de la ventana podría colarse la luz de la luna dejando ver los músculos ligeramente marcados del chico.

Ambos lucharon contra la misma prenda hasta mandarla lejos, así mismo, él quiso emparejar el asunto comenzando a tirar del vestido hacia abajo. Tal como sospechaba, no tenía sujetador, dejando a la vista sus hermosas aureolas rosadas y duras. Maka pateó el artefacto cuando lo saco de sus piernas sin importar lo costoso que fuera. Sin perder más tiempo dirigió sus manos hasta el cinturón del chico, haciendo que su pelvis se acercara a ella para desabrocharlo.

Él se dejó manipular sin objeciones, deleitandose al ver como sus pequeñas manos se abrían paso a través de sus pantalones. Ahora lo único que les cubría era la ropa interior. Volvieron a besarse añadiendo contactos de piel con piel. Un ardor sin nombre se estacionó en sus vientres, añorando atención.

De alguna manera, se sentía como si sus almas ciegas leyeran a través del tacto el poema que se extendía en braille a lo largo de la piel ajena. Sus caricias se volvieron osadas y prolongadas, sujetando con fuerza, arañando, buscando conocer cada pulgada, cada milímetro.

La lengua masculina se unió a la cecografía intrépida. Encendiendo como una brasa todo a su paso, sus dedos se deslizaron hasta el borde de las medias donde se engancharon para sacarlas de sus pantorrillas. Ella se retorció temblando, sintiéndose cada vez menos tranquila. Se impulsó lo suficiente para darle la vuelta, montandose sobre su virilidad aún atrapada bajo la ropa interior.

Frotó a pesar de los trepidares involuntarios, jadeando por recuperar el aliento. Nuevamente sus acciones se vieron cuadruplicando su velocidad entretanto la ayudaba a quedar completamente expuesta. Ambos se miraron en todo el esplendor de la desnudez, dilatando todavía más esas pupilas llenas de fascinación.

La sensibilidad que Maka poseía era suficiente para dejar su cuerpo listo para recibirlo. Él se hizo espacio nuevamente entre las piernas de ella luego de ponerse un preservativo, saciando el ardor del que su miembro era víctima cuando penetró despacio. El calor abrasivo de esa dulce entrada le brindo un alivio equivalente al Nirvana de su alma. El escalofrío los recorrió de arriba-abajo sintiendo los latidos de su corazón reverberar a lo largo de su unión. Despacio comenzaron un compás mutuo acompañado por gruñidos de placer. Gemidos prolongados.

Sus embestidas eran lentas y profundas; hasta el fondo. Provocando un extasis exquisito. Con más rapidez las caderas de ambos danzaban la misma melodía, hasta que él perdió ante su propia ambición. Girando el cuerpo para apuntalarle desde su pelvis. Sentada sobre sus caderas, la hizo brincar con fuerza y rapidez, delirando con los sonidos producidos por cada embate.

Ella se encontraba casi al borde del colapso, sus manos se aferraron a los hombros masculinos cuando se agachó para besarlo. Entonces el aroma ambiguo se elevó en toda la habitación donde no se escuchaban más que los suspiros de placer.

A la mañana siguiente, Soul despertó entre sus sábanas completamente solo, sintiendo una punzada de decepción en el pecho. Se levantó aún adormilado estirando los músculos para destensarse. Buscó sus prendas encontrandolas perfectamente dobladas sobre el diván a lado. Ubicadas sus pertenencias, se dirigió al sanitario.

Sin mentirse a sí mismo, había sido la mejor noche que había tenido incluso si durmió a penas tres horas, miró su reflejo en el espejo del baño notando las marcas rojizas en su cuello, sonrió acariciandolas como un recuerdo invaluable.

Se duchó y vistió sintiéndose más fresco, sólo esperaba que no le tiraran un discurso de la educación por haber desaparecido de la subasta con una de las grandes invitadas.

¿Alguien sabría lo que estas paredes presenciaron?

Caminó de vuelta al dormitorio recogiendo su saco, del cual cayeron dos objetos: un papel y un sostén negro. Alzando ambos desdobló la hoja para leer su contenido, luego sonrió al punto de no poder cerrar la boca.

Tengamos una excusa para volver a vernos, cariño. Devuelvelo cuando tengas tiempo.

Observo el bralette entre sus manos, murmurando— Cool.

Gracias por leer.
Cariño...
29~Dic~2022

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