🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷🦷

Dos semanas y dos días pasaron desde el último encuentro con la dueña de su corazón.

Son miraba atentamente los nombres y números exhibidos en la página universitaria. Tras encontrar el suyo en la lista hizo para atrás la silla y celebró en voz alta la excelente noticia. De inmediato entonces cerró la computadora portátil y corrió a bañarse, cambiarse y perfumarse. Estaba con muchísimas ansias de volver a ver a su amorcito para cubrirla de besos de pies a cabeza.

—¡Soobin, voy a salir! —dijo sacando una canasta dulce del refrigerador. La había llenado con turrones, barritas de chocolate, chocolate blanco, chocolate con maní y la paletita roja con la promesa escrita en la envoltura, dos días atrás y adornado con cintas rojas finitas.

—¡Buena suerte! —contestó su amigo desde su cuarto.

No perdió más tiempo y salió a buscar a su chica de ojos nuez dorado.

Condujo a baja velocidad la moto para no estropear el regalo e hizo una parada en una florería para comprar un ramo de rosas rojas que protegió del sol para que no se secaran.

En menos de diez minutos se halló estacionada sobre la acera de la casa de estilo hobbit con la que tanto había soñado. Se quitó el casco y contenta bajó del vehículo de dos ruedas. Cada mano agarró algo, una la canasta y la otra el ramo.

No había ensayado nada, todo lo que necesitaba era agradecerle a Mina por existir y gritarle que la amaba con todo su ser, que fuera su novia a partir de ahora y su esposa dentro de poco.

La melodía del timbre sonó a través de la puerta, cosa que aumentó más las ansias de que la dichosa puerta fuera abierta para que pudiera mimar a su hada.

El pomo fue girado desde adentro y la sonrisa de la joven se hizo más grande.

—¡Buenos días, mi prince... —Se quedó con la palabra en la boca al ver que la mujer delante suyo no era Mina, los deciveles de emoción bajaron de golpe—...sa.

—¿Hola?

—Hola, qué tal —Saludó impaciente a la amiga de su hadita. No quería ser maleducada pero es que sus brazos ya dolían por no estar abrazando a su pretendida—. Busco a Mina, ¿puedes llamarla por favor?

La contraria no dijo nada, aunque su silencio y mirada de pena expresaran todo fueron completamente ignorados por la más joven. En ese momento no le importaba otra cosa que no fuera estar con su amada.

—Eh... ¿Puede avisarle a...

—Te escuché.

—Ah, qué bien —Trató de controlar sus latidos. La respuesta cortante de Irene la obligó a esperar.

—Mina no está.

—¿No está? ¿Aún no vuelve de trabajar? Bueno, entonces voy a esperarla adentro si no es molestia, quiero darle una sorpresa.

—No puedes.

—¿Por... qué? Mina y yo estamos saliendo, me he quedado a dormir muchas veces aquí y ella sabe que vendría entre ayer y hoy.

—Mina...

—En realidad le dije que vendría cuando supiera los resultados de mis exámenes. Ya sé que los aprobé así que...

—Se fue lejos.

—¿Viajó? —amplió sus ojos— ¿A dónde? ¿Cuándo regresa?

—Nunca. Nunca regresará —habló seriamente—. Escucha —hizo una pausa— , Mina se mudó la semana pasada. Me pidió que me encargara de mantener la casa en buenas condiciones hasta su venta.

El corazón de Chayoung dejó de latir por unos segundos. Soltó el ramo pero enseguida lo volvió a agarrar del suelo.

—Mi-Mina... dile... estoy aquí...

—¿Escuchaste bien lo que dije? Mina se fue-

—No. No... No es posible, no —Abrazó la canasta contra su pecho apretándola sin darse cuenta—. Mina me prometió... me prometió que... que... —Su respiración se aceleró—... ¿A-A dónde fue? —Tenía que mantener la calma, a lo mejor todo tenía una explicación.

—Muy lejos, a otra ciudad que no puedo decirte.

—¿Por qué no? ¿Acaso se fue por mí? ¿Hice algo mal?

—No...

—¿Está molesta conmigo?

—No lo sé, no quiso decirme ni tampoco le pregunté. Ella es mi amiga y solamente accedí a ayudarla sin cuestionamientos. Lo lamento, es todo lo que puedo decir.

La joven se dió vuelta con la mirada en el suelo y respirando por la nariz. Todo era un triste deja vú.

¿Mina le había mentido? Tenía que averiguarlo.

Cuando Irene creyó que la chica se iría, ésta se volteó para meterse por la fuerza a la casa. Habitación por habitación, la buscó gritando su nombre, buscó a su amada odontóloga sin encontrar nada más que luces apagadas y muebles vacíos.

—¡Te dije que no está! —La mayor apenas pudo alcanzarla. La encontró de rodillas con los brazos sobre la cama, tenía la cara hundida en el colchón para ahogar los sollozos que pronto se convirtieron en gritos desesperados. No hizo nada más que mirarla desde la puerta.

Las manos de Chaeyoung temblaban a la vez que apretaban la sábana con fuerza. Le dolía el corazón por lo cruel que era el amor con ella, el amor le había mentido otra vez y de la misma forma que hace siete años. Fue engañada nuevamente, sus sentimientos pisoteados por segunda vez y por la misma persona que le había hecho creer con su promesa que esta vez estarían juntas. Otra promesa rota, como si no significara nada, por el mismo amor.

Un crujido se escuchó dentro de su pecho.

Tras varios minutos se levantó del suelo débilmente. Se secó las lágrimas con fuerza con el dorso del brazo. Todavía hipaba y respiraba con más intensidad por la nariz como un toro furioso.

Mina había jugado con ella, se había burlado de sus sentimientos, la había engañado con una paleta como si fuera una niña tonta, no una sino dos veces. A sus ojos siempre lo fue, una niña ciega con la que podía pasar el rato, claro, por eso no quería dar el siguiente paso, porque nunca la tomó en serio. Solo una de las dos estaba realmente enamorada y esa era Chaeyoung, siempre lo fue. Mina tenía un corazón de hielo, no amaba a nadie más que a ella misma y solo había usado a la menor para darle un poco más de color a su monótona y aburrida vida, y cuando tomo todo de ella la desechó, la exprimió como una naranja que luego tiró a la basura.

Los ojos felinos estaban vacíos de ternura. Ahora rebasaban de oscuridad.

Sin cuidado, agarró el ramo de rosas y lo azotó contra la fría cama, esa misma donde le había hecho el amor en dos ocasiones a quien daba por seguro que terminaría casándose con ella. Azotó las flores con tanta violencia que al final no quedaron nada más que restos arriba del sommier. La canasta también cobró, Chae la pisoteó como si fuera una fogata que tuviera que apagar, pisó con tanto odio que resbaló en el proceso y no se detuvo hasta ver todo hecho pedazos como su estúpido e ingenuo corazón.

—¡¡¡Mentirosa!!! —Gritó al ver la paleta— ¡¡¡Mentirosa!!! —Siguió pisando.

Cuando terminó de destrozar los obsequios se giró hacia la puerta.

Irene no se atrevió a soltar una sola palabra, la escena la había dejado en shock y hasta la asustó. Lo único que hizo fue moverse a un costado para que una furiosa Chaeyoung saliera del cuarto y de la casa.

Su amiga se había equivocado mucho.

La chica no pensaba en otra cosa que no fuera en la última conversación que había tenido con "esa mujer" dos semanas atrás en aquella cafetería. Ni siquiera se había puesto el casco y conducía a máxima velocidad por las calles de la ciudad.

"No pienses solo en mí, piensa en tu madre, dijiste que le darías a su esfuerzo el valor que se merece."

—Hasta usaste a mi madre para tus mentiras —Subió aun más la velocidad.

No le importaba nada ya, si llegaba al apartamento llegaba y si no no, le daba lo mismo.






No sabía si hacer más largo el capítulo 🤔. ¿Le agrego mil palabras más o lo dejo ahí?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top