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La mujer de ojos nuez dorado se miraba en el espejo probándose una de las seis bufandas que había sobre la cama para ver con cuál se sentía menos incómoda.

Sabía que llamaría un poco la atención de la gente al andar con una prenda de invierno con los treinta grados que hacía en la ciudad pero no le quedaba de otra. Prefería mil veces que la tacharan de loca a dejar a la vista de todos los chupetones en su blanco cuello de cisne, no tan marcados como los de sus senos pero visibles aún. Por lo visto tardarían unos días más en desaparecer definitivamente.

Toda la semana estuvo tratando de mantenerse distraída en otras cosas para no pensar en la cita que se avecinaba, sin mucho éxito que digamos. Tenía fe de que la joven olvidaría el asunto, ¿era posible acaso? Sabía que no, de hecho venía siete largos años recordándolo, pero la esperanza era lo último que se perdía. Ahora solo sabía que a una parte suya no le molestaría ser plantada.

Se suponía que Chaeyoung pasaría por ella a eso del mediodía y ya eran casi las doce.

No estaba lista y estaba nerviosa. Todavía buscaba un pretexto que inventar para no ir, pero no era lo suficientemente buena mintiendo. También buscaba una explicación a la extraña situación vivida días atrás en su cocina cuando la más joven la acorraló y abrazó. Recordar las cosas que le había susurrado la enrojecían al punto sentirse tonta.

—¡Ya va! —Respondió inconscientemente a la musiquilla del timbre mientras se arreglaba la bufanda que había escogido, blanca como su blusa. Fue al segundo llamado que prestó atención y se apresuró a ir a recibir a su cita.

Después de inhalar y exhalar profundamente, abrió la puerta.

El corazón de Chaeyoung latía como bestia desde temprano.

Luego de arreglarse para verse matadoramente para su futura novia, se despidió de su amigo, quien le deseó suerte antes de que saliera casi corriendo al reencuentro de la dueña de sus pensamientos.

En cuestión de minutos se halló frente a la linda morada que ya le era familiar. Sin demoras, tocó el timbre.

—Buenos días —Saludó con encanto cuando la puerta fue abierta y dejó ver a la hermosísima mujer frente a ella—. Lo siento —Se quitó los lentes de sol que traía puestos—. Qué preciosa te ves —halagó, conteniendo las inmensas ganas que tenía de plantarle un beso en los labios—. ¿Mina?

Mina estaba perdida. Esa chica de cabello revuelto y lentes café ¿quién diablos era? Era guapísima e irrefutablemente sexy, su look rebelde lo resaltaba más. Viendo su remera de los Rollings Stones y sus botas cortas parecía una versión femenina, rejuvenecida y mejorada de El Renegado.

—¿Cha... eyoung?

La nombrada asintió.

—Yo... —Sacudió discretamente su cabeza para alejar cualquier pensamiento impuro— Déjame ir por mi bolso, ya regre...

—No lo necesitas.

—¿Cómo?

—Todo irá por mi cuenta hoy.

—Gracias, pero me gusta hacerme cargo de mis gastos.

—No en nuestra cita. Por favor, solo quiero que disfrutes de todo lo que tengo preparado para nosotras. Quiero hacer de este el día más inolvidable de tu vida, ¿puedo?

La mayor suspiró agotada. Sabía que era una pérdida de tiempo discutir con alguien que haría caso omiso de sus objeciones.

—De todos modos debo ir por mi bolso, tengo las llaves del auto ahí dentro.

—¿Auto? No, preciosa. Tampoco será necesario, traje nuestro transporte.

—No estoy entendiendo.

Chaeyoung sonrió ladinamente enganchando los lentes en su cabeza. Pensó en lo divertido que la pasarían juntas.

—Tú sígueme.

Por supuesto que la mujer quedó perpleja cuando entendió que Son pretendía que subiera a ese monstruo de dos ruedas similar a las que solía ver en esas películas de acción de carreras clandestinas, y por supuesto que se negó a hacerlo.

—Mina, solo es una motocicleta.

—Estás loca si crees que me subiré a esa cosa —dijo de brazos cruzados.

—No te sucederá nada, jamás lo permitiría.

—¿Es tuya?

—Sí, y de mi amigo Soobin —Se montó en ella—. Usaré su casco y tú el mío, estarás segura atrás. Solo sujétate de mí, iré a baja velocidad si te asusta, lo prometo.

—¿Y a dónde se supone que iremos?

—Si te lo digo dejaría de ser una sorpresa —Le guiñó un ojo.

La contraria alzó una ceja en respuesta.

—Vamos, ya es suficiente tener que lidiar con tu belleza. Sabes lo mucho que me gustas y aun así eliges ese outfit que te hace ver tan sexy.

—Me puse lo primero que vi en el armario.

—No te creo. Quieres seducirme.

Mina no pudo contenerse y rió anonadada por las idioteces que te tenía que escuchar. Había exagerado con lo del armario, sí, pero no era cierto lo que afirmaba la más joven. ¿Desde cuando una blusa y unos simples pantalones anchos eran ropa seductora? Para colmo traía una gruesa bufanda de invierno.

—Pero no tienes que esforzarte, ya me tienes a tus pies.

—Una palabra más y no iré contigo ni a la esquina.

—Está bien, lo siento —Alzó las manos y luego le extendió el casco extra—. ¿Puedes acompañarme por favor?

Luego de pensarlo un poco más, lo tomó.

—Solo esta vez.

Ambas se colocaron los cascos y con una sonrisa de oreja a oreja Chaeyoung arrancó el viaje. Tal y como había prometido, condujo a baja velocidad, disfrutando de la cálida sensación de tener los brazos de su chica rodeándola.

Por su parte, la otra mujer estaba un poco asustada. Era la primera vez que se subía a una moto y de cierta forma agradecía que la conductora no se hubiera burlado de ella. Jamás se había imaginado en una situación como esta teniendo su propio vehículo pero al parecer la vida no quiso que se perdiera de vivir esa experiencia.

Sus brazos se aferraban a Son como si de un oso felpudo se tratara y sintió el calor en sus mejillas cuando sus manos sintieron el firme abdomen ajeno. Se preguntó como sería tocarlo sin esa tela que lo cubría. Recordaba claramente lo que había visto cuando se había quitado la camiseta en su casa.

Se reprendió mentalmente.

Afortunadamente el casco evitaba que alguien la reconociera. ¿Qué pasaría si algún compañero del trabajo o uno de sus jefes la viera arriba de una motocicleta con una chica catorce años menor que ella en medio de una cita? ¿Qué pensarían? Trató de no pensar en lo humillante que sería.

—¡Ya llegamos! —Exclamó contenta aparcando la moto— Oh, ahí están —Se quitó el casco—. ¿Mina?

Quien estuvo en trance la mayor parte del viaje ahora soltaba a su acompañante algo avergonzada por su falta de atención. Pero ahora que la prestaba se dió cuenta que se encontraban bajo el sol en medio de la nada. Un campo abierto, verde y vacío las rodeaba.

—¿Dónde miras? —Rió la menor— Es por allá —Le indicó señalando a sus espaldas un helicóptero junto a unas personas que las estaban esperando.

—¿Qué es esto?

—Ya lo verás —respondió sonriendo como un gato.

Segundos después, ambas se unieron al pequeño grupo conformado por una mujer y dos hombres con ropa holgada de colores y el piloto. Mina entendió de qué se trataba todo.

—Espero no haberlos hecho esperar mucho, chicos.

—Descuida —contestó uno de ellos en medio del saludo.

—Mina, ellos son...

—Mucho gusto —Se adelantó haciendo una corta reverencia por educación. Luego se giró para regresar por donde vino.

La menor pidió al resto que la disculparan un momento para ir trás ella.

—Mina.

—No gastes tu tiempo en tratar de convencerme porque mi respuesta es un rotundo no.

—¿No de qué?

—No me tiraré de ningún helicóptero, ni soñarlo —Frenó—. Lo siento, no está en mis planes morir hoy y menos de esta forma.

—Se llama paracaidismo y es una actividad practicada por muchas personas en diversos países.

—Pues no seré una de ellas, no gracias.

—Te prometo que no te arrepentirás.

—Seguro que no porque no estaré viva para arrepentirme.

—Escucha —La sostuvo de los hombros—, también me da un poco de vértigo pero quiero vivir esta experiencia única contigo. No estarás sola, ni yo, para eso están los instructores, ellos se encargarán de todo.

—No y es mi última palabra. Por favor respeta mi desición —Concluyó seria y decidida de brazos cruzados, otra vez.

Es que era un acto de demencia lo que le estaba proponiendo. De verdad se le había ocurrido que harían algo divertido dentro de todo, pero pretender volar en un helicóptero para luego aventarse a la nada misma desde miles de metros sobre el nivel de la tierra... Tenía que estar loca, porque era una completa locura sin importar lo que dijera. Por esa misma razón no entendió por qué treinta minutos después se encontraban ella y esa demente con trajes, gafas y guantes iguales al de los otros sujetos dentro del helicóptero a punto de despegar.

—No puedo creer que este haciendo esto.

—Será grandioso, ya lo verás —dijo la menor tomando su mano para transmitirle seguridad.

La menor la miraba comer con una sonrisa boba. Podía estar horas así, apoyando su mentón en la mano para dedicarse a deleitar sus pupilas con la belleza de esa perfecta mujer.

—Mina, ¿me permites tomarte una foto? —preguntó pero la mencionada fingió no escucharla— ¿Seguirás ignorándome? Digas lo que digas yo disfruté mucho de la actividad, sin duda pienso repetirla en el futuro. Sé que en el fondo tú también la pasaste bien aunque lo niegues. ¿No fue sensacional sentir que volabas como un pájaro? Al menos yo me sentí así, libre, desplegando mis alas como un ave.

—Un ave en caída —Murmuró con el ceño fruncido aún.

—Jaja... —Chae rió frotándose la nariz.

—Pediste mucha comida y no veo que comas.

—Oh, tienes razón. Es que me distraje viendo lo bonita que eres. ¿Quieres algo de beber?

—Sería lo ideal, el ramyeon está un poco picante.

—¡Mm! Tienes razón —Comprobó al probar unos fideos—. ¡Señorita! —Llamó a la joven detrás del mostrador— ¿Sería tan amable de traernos unos refrescos con hielo por favor? Listo. ¿No está delicioso? —Se volvió a su pretendida.

Myoui asintió masticando. Una sonrisa burlona se formó en sus labios al tragar.

—Deberías darle tu número a la camarera, no ha dejado de echarte el ojo desde que vino a tomar la orden.

—Claro que no. Solo quieres deshacerte de mí pero no funcionará. Eres mi chica y jamás te seré infiel.

—Uno, no soy tu chica ni la de nadie, y dos, en serio flechaste a esa muchacha, soy muy observadora y noté que no deja de mirarte desde hace rato como una colegiala a su crush.

—¿Cómo estás tan segura de que es a mí a quien mira? Quizás es a ti. Debo ponerme celosa entonces.

—Te digo que soy observadora. Tal vez haga algo cliché como dejarte escrito su número en un vaso descartable —dijo con la vista puesta en el plato, llevando más fideos a su boca.

—Aunque fuera cierto que me haya echado el ojo, ¿por qué haría lo otro? Es bastante obvio que vengo acompañada de una bella mujer, mi cita.

—Parece de tu edad. Debe creer que soy tu hermana mayor, tu tía o incluso una madre que te tuvo en su adolescencia —Agarró la cuchara para beber la sopa pero al alzar la vista se sintió inhibida por la mirada seria de la menor.

Justo entonces la camarera apareció con dos grandes vasos en una charola.

—Aquí tiene —Le habló a la comensal más joven sonriéndole "como una colegiala a su crush" pero la susodicha no apartaba los ojos de Mina.

—Gracias —Myoui dijo a cuenta de las dos.

—¿Desea algo más? —Volvió a dirigirse a Son luego de dejar los vasos sobre la mesa.

—¿Algo como qué? —Repreguntó Chaeyoung.

—Algo como mi número.

La mayor dejó la cuchara en el plato y con la mano izquierda se cubrió la boca para reprimir las carcajadas que quería soltar ante la escena cliché de película adolescente que estaba presenciando. No, no le había dejado escrito los dígitos en el vaso pero seguía siendo una situación de lo más cliché.

La menor entrecerró los ojos al darse cuenta de aquel gesto.

—Lo siento, ya tengo novia.

—Oh, ¿en serio?

—Sí y es muy celosa —Contó estirando su mano para tomar la de Mina y acariciarla, ésta quedando blanca como un fantasma por la acción.

—Lo siento —La empleada quedó roja de la vergüenza—. Y-Yo no creí que...

—Cariño, no me mires así. Ya se puso celosa. Es que nos casaremos en una semana, por eso anda muy ansiosa y glotona.

La camarera asintió algo temerosa por la mirada llena de reproche de la "novia celosa". Dando reverencias de disculpas, se borró de la escena antes de meterse en problemas.

Chaeyoung siguió comiendo como si nada hubiera pasado.

—¿Cómo te atreves a inventar tales cosas? —dijo ofendida bajando sus manos de la mesa.

—No inventé nada, sólo le spoileé nuestra historia.

—¿Spoilear? —Resopló incrédula. Esa chica seguía siendo un verdadero dolor de cabeza, solo esperaba que no la volviera a meter en problemas.

—¿A dónde vas?

—Al baño —contestó rodando los ojos molesta. Sentía que la bufanda la estaba asfixiando.

Una vez allí dentro lo primero que hizo fue quitársela para poder al fin respirar libremente. Se estaba muriendo de calor, sí, ¿cuánto faltaba para regresar a su casa y prender el aire? Para colmo estaban comiendo ramyeon, pero de eso no podía culpar a su descarada cita ya que fue ella misma la que había escogido la comida. En su defensa, el ramyeon era lo único que podía aliviarle el malestar en el estómago que le había dejado el paracaidismo y tuvo razón, ahora se sentía mucho mejor y solo necesitaba respirar un poco sin esa molesta bufanda.

Abrió la llave del lavamanos y se refrescó la cara con ambas manos. También llevó agua a su cuello para hidratarlo, tomándose todo el tiempo del mundo para relajarse y disfrutar de la refrescante sensación del frío líquido en su piel. Así continuó hasta el comienzo de sus hombros y de sus pechos.

Mantenía los ojos cerrados en su mundo hasta que los abrió y vió que era obsvervada a través del espejo. Tragó con fuerza.

Chaeyoung la miraba, ya no como un gato sino como un tigre hambriento a su presa. Miraba cómo las gotas transparentes caían por la húmeda piel de su cuello, cómo la piel brillaba por el agua mezclado con el sudor caliente de su cuerpo y cómo su respiración agitada hacía que su pecho se moviera inquieto. Pero lo que más la tenía hechizada de deseo era ver esas manchas rojizas un poco borrosas todavía en aquellos lugares que su lengua había explorado una semana atrás.

Se sintió seducida, pues la mujer mayor mantenía deslizando lenta y sensualmente sus dedos bajo su clavícula aún cuando ya la había pillado.

En un movimiento rápido, la acorraló contra el lavamanos antes de que pudiera girarse, presionando su cuerpo contra el suyo, y se puso a besar su cuello con desesperación.

Mina jadeó su nombre e hizo a un lado su cabeza para darle más espacio. Aunque su primer pensamiento había sido alejarla la imagen que estaba viendo en el espejo justo ahora no la dejaba pensar con claridad. Era como una extraña fantasía que desconocía tener, tal vez porque siempre había vivido su vida siguiendo las reglas que otros le imponían y el salirse solo un centímetro de la línea recta era emocionante, como cuando era pequeña y escondía las paletas de su padre dentista, pero ahora además era excitante.

Vió en el reflejo cómo los besos de la más joven iban tomando terreno en su hombro ahora descubierto, no dejaba de suspirar por los toques que los labios y la nariz ajena le daban y su cuerpo empezaba a sentirse más acalorado.

Entonces el ruido de la cadena del inodoro proveniente de uno de los cubículos le puso de nuevo los pies en la tierra.

¿Qué estaba haciendo? Quedó petrificada ante la idea de que alguien las descubriera en esa situación tan inapropiada y de un empujón apartó a la menor para salir del baño.

Ya en la mesa con la blusa arreglada y la bufanda nuevamente puesta se bebió todo el refresco de su vaso. Su cara estaba completamente enrojecida por más de una razón.

—Me preguntaba por qué no te quitabas esa cosa con el calor infernal de la ciudad —dijo Chaeyoung al retomar su lugar—. Muero por hacerte mía otra vez —Susurró con necesidad.

La mayor no vió venir ese osado comentario y empujó sin querer con el codo el vaso que había dejado en el borde de la mesa.

—Eh... Tengo que irme, recordé que dejé algo pendiente.

—¿Qué? Pero...

—Gracias por la comida. Adiós —Devolvió el objeto a su lugar y se fue casi a trote.

—Oye... no... ¡Señorita, la cuenta por favor!

Mina caminaba con prisa abrazándose a sí misma. Se moría de la vergüenza por lo sucedido rato atrás. Desde que esa chica de rasgos adorablemente felinos había reaparecido en su vida... ¿Y por qué le parecía adorable? Su vida estaba en perfecto orden y otra vez esa mocosa, sí, ¡todavía lo era porque se comportaba como una!, todo se estaba poniendo patas arriba. Solo deseaba encontrar rápido un taxi que la regresara a su casa de donde no pensaba salir hasta el lunes.

—Mina, detente —Pidió Son, tratando de verla y de mantener la vista al frente al mismo tiempo mientras la siguía despacio con la moto—. Déjame llevarte a casa aunque sea.

—No, gracias —Ni siquiera volteó.

—Lo siento, no debí decir lo que dije en la mesa.

—¿Cuál de todas las cosas?

—Todo lo que te haya echo sentir incómoda, te pido disculpas, no fue mi intención —expresó con honestidad—. Lo que pasó en el baño... podemos no hablar de eso y seguir adelante con nuestra cita. Me gustaba cómo estaban yendo las cosas. Por favor Mina, detente.

La mencionada la escuchó esta vez y con un sonoro suspiro acompañado de un fuerte pestañeo se giró para dejarle en claro un par de cosas, pero la menor fue más rápida. No la dejaría ir así nada más.

—¿Qué tal si escojes el siguiente lugar a donde ir? Hagamos algo que a ti te guste ahora.

—No tenemos los mismo gustos, Chaeyoung.

—Qué feliz soy cada vez que oigo mi nombre en tus labios —Murmuró para sí misma—. ¿Cómo estás tan segura?

—¿No bastó con lo del paracaídas?

—No, ese apenas fue el comienzo. Te recuerdo que a ambas nos gustan mucho los dulces. Permite que nos conozcamos más y verás que encajamos a la perfección ¿o tienes miedo de darme la razón?

—Soy una persona aburrida con hábitos aburridos y gustos aburridos.

—No lo creo. Solo piensa en un lugar al que te gustaría ir y te llevaré allí ahora mismo —dijo alcanzándole el otro casco.

—Un lugar al que me gustaría ir... —Se puso a pensar con los ojos entrecerrados.

—Esto no es para nada aburrido —dijo la joven de ojos felinos mientras jugaba con la arcilla que giraba entre sus manos.

—No, no lo es. Es muy relajante de hecho. Es solo que creí que para ti...

—¿Sería muy aburrido? —Concluyó por ella— Eso es porque tienes pensamientos errados de mí. ¿Vienes aquí seguido? —Le interesaba mucho conocer sus gustos y pasatiempos.

—Solo cuando me siento estresada. La alfarería me ayuda mucho a aliviar el estrés.

—¿Saltar con un paracaidas te produjo estrés? Si fue así te pido disculpas.

—No, eso no. Aunque sí me asusté, no estaba preparada, pero no fue del todo malo —dejó un momento el tazón que estaba moldeando para encontrarse con los ojos felinos que la miraban intensamente. Estuvieron así largos segundos, perdidas en la mirada de la otra, perdida en la mirada de Son Chaeyoung hasta que un calor se instaló en sus mejillas y tuvo que bajar la vista nuevamente a su arcilla para no exponerse a sí misma—. Me-Me pregunto cuánto te costó toda esa locura.

—Uno de los instructores es pariente de un compañero de la universidad. Conseguí un descuento gracias a él.

—Así que vas a la universidad.

—Sí, me queda un año más. Adivina qué carrera elegí —dijo con entusiasmo.

—Seguro algo relacionado al servicio secreto del gobierno. Eres buena localizando personas.

—¿Todavía crees que te venía siguiendo el rastro y que por eso fuimos a parar al mismo club?

—¿O sea que es una coincidencia que vivamos en la misma ciudad?

—Prefiero llamarlo una obra del destino, suena más romántico.

—No tanto como terminar en la cama con una mujer ebria de treinta y cinco.

—Para mí fue maravilloso, increíble, inolvidable y te recuerdo que ya soy adulta. Tengo veintiuno, no catorce, tomo mis propias decisiones.

La mayor guardó silencio sin saber muy bien qué decir al respecto.

Para Chaeyoung no era un problema la cuestión de la edad pero para Myoui sí. Si bien la sociedad venía haciendo grandes cambios positivos con la comunidad LGBT y ya era legal el matrimonio de parejas del mismo sexo, lo cierto era que las parejas con amplia diferencia de edad siempre daban de qué hablar. Sumémosle que Chae se veía de dieciocho. Que cómo se habrían conocido, bajo qué circunstancias, que si ella la sedujo siendo menor, que si fue la que la pervirtió, que si se aprovechó de su inmadurez para manipularla, y otras cosas peores dirían de ella. Mina no quería ser mal juzgada como en el pasado.

Le atraía, sí, no era una adolescente histérica para no reconocerlo. Era guapa y esas venas en sus brazos y manos gritaban gimnacio. ¿Le gustaba? Un poco tal vez.

—¿Cómo está tu madre? —Se animó a preguntar viendo el plato que moldeaba la contraria.

—Está muy bien. Gracias por preguntar —Sonrió—. Volvió a casarse hace unos años con un hombre que la quiere y la respeta mucho.

—Me alegro por ella.

—También yo. Ya no tiene que esforzarse tanto. Tiene un comedor en el vecindario y papá la ayuda con todo. Deberías ir, estás más que invitada y además mi madre se pondría muy contenta.

—¿Por qué? No me conoce y sus vecinas debieron llenarle la cabeza de mentiras —Suspiró exhausta—. Lo siento, no quise...

—Ella no creyó nada de lo que inventaron las malas lenguas. Me creyó a mí cuando le conté toda la verdad y me regañó por causarte tantos problemas.

—¿Que tú qué? —Dobló sin querer el borde de su tazón.

—Le confesé todo lo que había pasado y le conté las cosas tal cual pasaron. Se sintió culpable y responsable por todo el malentendido y sus consecuencias. Ella recuerda que tu padre me extrajo las caries cuando era pequeña. Por cierto, ¿cómo está él?

—Ya es un señor muy grande. Se ha jubilado hace años.

—Le deseo muy buena salud. Confieso que cuando era niña solía verlo como un sádico con todas esas herramientas en su consultorio. Me agarraba del marco de la puerta para no ir a ver a Hannibal Lecter.

Mina rió ante la comparación contagiando a la menor.

—Sí, asustaba un poco.

—Los dentistas me daban terror y dentro de poco me convertiré en una, qué ironía —Ante la mirada de confusión de la mayor decidió proseguir—. Seré una odontóloga, Mina —Su pecho se infló del orgullo—. ¿Qué pasa? ¿No te agrada la idea? —Pestañeó.

—No es eso —Miró con tristeza su tazón, deforme a estas alturas.

—Tú has sido mi inspiración, creí que... Yo quiero ser una profesional tan buena como tú.

—Chaeyoung, yo... desde lo que pasó hace años ya no ejerzo la odontología. Tuve que renunciar a ello por el prestigio de mi apellido. Se supone que sería hasta que las aguas se calmaran pero hasta ahora se me hace difícil volver a empezar.

—Mina...

—Trabajo como operaria en una fábrica de dentífricos. Es un buen trabajo y me pagan bien pero no es mi pasión, y el que tú me hables de... —No pudo terminar. Chaeyoung se lavó las manos y la abrazó.

Creo que hasta acá siempre llegaba a publicar. 🧍‍♂️

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