🦷🦷
7 años después...
—¡Chae!
La nombrada vió de reojo al chico rubio que corría tras ella hasta poder alcanzarla.
—Yeri me pidió que te entregara esto ayer en el recreo —dijo el rubio entregándole un sobre rosa a su amiga, ambos yendo en la misma dirección—. Creo que es una carta de amor.
—No me interesa, BangChan.
—Le gustas.
—¿Y eso qué?
—Deberías invitarla a salir si ella no se atreve —Sugirió jugando con el sobre—. Yo solo digo, si te gustan las chicas deberías besar una.
Chaeyoung negó expresando su disentimiento.
—Oh vamos, ¿qué harás cuando llegues a la preparatoria? Si se enteran los demás te convertirás en la burla de la escuela.
—¿Ahora eres un experimentado besador?
—No pero ya besé a una chica que no es mi madre —Presumió, golpeando su pecho con orgullo ante la alegría de saber que ya se había hecho hombre. O al menos así eran las cosas para él—. Ya puedes llamarme Sunbae.
—Más bien ella te besó a ti, según me contaste en un principio, y casi te haces en los pantalones de los nervios.
—Lo que cuenta es el resultado. Cuando cumpla quince ya habré besado más chicas que tú.
La niña volvió a negar. Si bien BangChan era su mejor amigo, lo cierto era que había ciertas cosas que por ser chico nunca entendería. Los chicos no transitaban la pubertad del mismo modo que las chicas y ahora que ambos la habían dejado atrás para empezar a vivir la adolescencia las diferencias se hacían más notorias, en sus maneras de pensar por ejemplo.
—¿Qué estás esperando exactamente eh?
Nada realmente, o de eso se quería convencer la chica bajita. La verdad era que su tímido e inexperto corazón solo podía pensar en alguien desde hace años. Podían llamarla ilusa, de hecho BangChan lo hacía a veces para molestarla, pero era asunto suyo si lo era. No volvería a topársela de todos modos.
—Solo no me interesan esas cosas —Concluyó llevando ambas manos detrás de su cabeza.
Al llegar al salón y luego de acomodarse en sus lugares, en los pupitres del fondo, se pusieron a charlar de cosas al azar, como lo mejor y lo peor de las últimas actualizaciones de sus juegos favoritos. Chaeyoung se divertía contradiciéndolo.
Luego de veinte minutos de pura bulla y ruido en el salón, que resonaban aun más que la propia campana de la escuela, la directora y dos maestras se hicieron presente.
—¡Alumnos, muestren respeto y pónganse de pie! —Una de las maestras dijo pero todo siguió igual— Al...
—¡SILENCIO! —La mujer más mayor consiguió asustarlos con su grito. Todos se callaron— Buenos días. No tienen que ponerse de pie, sólo presten atención.
—Bien, buenos días también para empezar. Como sabrán hoy tendrán una clase un tanto particular. Las primeras dos horas las ocuparemos para hacer una actividad sobre la salud y luego unos profesionales vendrán a hablarles sobre la importancia del cuidado de la higiene.
—Quiero que se comporten debidamente y presten atención ya que es muy importante. Yo pasaré a inspeccionar aula por aula para asegurarme que todo marche en orden. Las maestras Park y Kim estarán a cargo de ustedes por hoy. ¿Entendido?
Los estudiantes asintieron y cuando la
máxima autoridad escolar se retiró volvieron a respirar. Conforme las maestras les iban dando indicaciones de lo que debían hacer el resto fue sacando los útiles y otras cosas que trajeron especialmente para ese día: cartulinas de colores, brillantina, plastilinas, tijeras, fibrones, revistas y diarios, etc.
—Eso no parece un microbio, BangChan.
—Claro que sí.
—Tienes que dibujarlo como en el libro, eso parece un moco.
—Los microbios son feos y asquerosos, y tienen que verse como tal si no nadie querría bañarse. Si fueran adorables la gente se lamería las manos.
Chaeyoung rió bajito antes de agarrar un pedacito de plastilina marrón y pegarla sobre el dibujo de su rubio amigo. La cara del chico le provocó carcajadas y que le arrojara un bollo de papel de diario como venganza. Estuvieron un rato así, jugando a arrojarse cosas hasta que les llamaron la atención y cada uno volvió a lo suyo entre risas.
Tras dos horas de una exhaustiva lectura y trabajo en equipo, y acabar con la ropa manchada de brillantina de colores, todos los grupos terminaron sus cartulinas con el respectivo tema que les había tocado. Luego de pegarlas con cinta adhesiva en las paredes del patio y limpiar el desorden en el aula, las maestras les permitieron sacar las cosas que habían traído para compartir.
—Deberían dejarnos salir más temprano —Bostezó BangChan estirándose en su silla—. ¿Decimos que vamos al baño y nos escapamos?
—Como si no fueran a descubrirnos.
Chaeyoung se llevó una papa Lay a la boca y justó la directora volvió a cruzar por la puerta, esta vez seguida de tres personas más. Le colocó el sorbete a su caja de jugo y empezó a beber.
—Acabo de pasar por el patio y los corredores y estoy muy contenta del resultado de la actividad del día de hoy. Se ve que leyeron bastante para informarse mientras hacían las cartulinas, eso me llena de orgullo. Los felicito. Los felicito también por ser uno de los primeros salones en terminar el trabajo. ¿Les gustó la actividad? —Todos respondieron positivamente— Me alegro. Ahora, como avisé más temprano, han venido tres profesionales a platicarles de temas muy importantes; el pediatra Han, la enfermera Won y la psicóloga Min. La verdad es que me parecía muy gratificante que viniera una odontóloga, buena amiga de la maestra Kim, porque les hablaría de algo muy interesante y sobre todo muy provechoso para chicos de la edad de ustedes pero no podrá asistir.
—Aguarde un momento por favor —pidió la maestra Kim, leyendo algo en su teléfono—. Mi amiga recién me envió un mensaje para avisarme que lamenta mucho no poder venir y que se contactó con una colega para que venga en su lugar —Le dijo en tono más bajo.
—Qué maravilla.
La siguiente hora y media pasó muy rápido. Como los visitantes eran conscientes que se estaban comunicando con adolescentes de apenas catorce años trataron de utilizar un vocabulario menos técnico y más ameno acorde a la situación y a los temas que iban tocando, de modo tal que todo fuera más fácil de entender y entretenido mientras aprendían.
Tras un juego mental con la psicóloga Min los estudiantes se pusieron de pie para despedirlos entre aplausos de agradecimiento y respeto.
—Ya nos vamos...?
Chaeyoung rió ante la impaciencia del muchacho quien estuvo mofándose durante toda la hora.
—¡Liberen a Willy, liberen a BangChan! ¡Freedom! —Se abrió la chamarra dramáticamente ante las burlas de la contraria— ¡Freeedoom!
Todo era risas hasta que la chica se detuvo súbitamente. A BangChan le extrañó un poco y la miró confundido luego de seguir el punto de visión de su bajita amiga. La mirada de ésta estaba fija en la puerta.
La puerta. Una joven mujer le hacía cortas y repetidas reverencias de disculpas a la directora y la maestra Kim. Luego de un breve intercambio de palabras se adentraron al salón.
—Chicos, vuelvan a sus lugares y guarden silencio —Eso mismo hicieron, curiosos por la bella desconocida—. Ella es la señorita Myoui y compartirá sus valiosos conocimientos con nosotros, algo sumamente significativo que deben tener en consideración.
La joven, que parecía tener la respiración un poco agitada y sus mejillas enrojecidas por el calor, respiró hondamente antes de empezar.
—Antes que todo buenos días. Me presento, soy Myoui Mina. Eh... soy odontóloga y... —Exhaló— No voy a mentirles chicos, mi colega, la señorita Hirai, era quien vendría hoy pero no pudo y no se le ocurrió mejor idea que avisarme de esta charla diez minutos antes de salir del trabajo —Se oyeron algunas risas—. Sí, es algo... cómico. Ella... —Sacó una hoja del portafolio que traía consigo— me dió un cuadro sinóptico sobre los temas a tratar, el cual leí muy rápidamente antes de bajar del auto.
—Mira la cara de los babosos de adelante jsjs —Le murmuró BangChan a su compinche pero ella estaba peor que aquellos marranos. Sus ojos eran dos brillantes espirales mientras respiraba con la boca entre abierta—. Oye —La chocó sutilmente con el codo.
—¿Huh?
—¿Todo bien?
—Uh... e...
Casi enseguida se cubrió la cara juntando sus brazos sobre la mesa. No quería ser vista mientras experimentaba esas repentinas e inoportunas sensaciones dentro y fuera de sí. Sus mejillas empezaban a arden al mismo tiempo que los latidos de su corazón se iban acelerando. Sentía cosquillas en las manos también.
—¿Chae?
—hm.
—Jaja, ¿qué te pasa?
—Na-nada.
—Ustedes dos del fondo —Les llamó la atención la directora y Chaeyoung sintió ganas de asesinar a su amigo—. Guarden silencio y escuchen.
Chae se apegó a la pared y bajó la mirada en silencio con el propósito de pasar desapercibida. El rubio seguía sin entender qué le ocurría.
—Como decía —Esa voz suavecita y angelical, el corazón de la adolescente Son se llenó de dicha ante el privilegio de poder volver a escucharla. Se mordió el labio hasta volverlo rojizo de la inmensa y apabullante alegría de encontrarla— , quiero hablar de un tema del que realmente poco se discute pero que a su edad puede que ya se topen a diario de diferentes formas. Hablo de las drogas. Si bien científicamente tiene un concepto más estricto y específico, lo cierto es que en el lenguaje corriente usamos la palabra "drogas" para referirnos a determinadas sustancias que, por lo general pero no exclusivamente, las conocemos en forma de pastillas.
Quería verla, no importaba si su comportamiento la delataba, Chae quería verla a los ojos y contemplarla en toda su esplendidez. ¿La reconocería si sus miradas se encontraban? Eran muchas emociones para su pequeño ser.
—Quiero platicarles particularmente de una de las diversas secuelas que produce el abuso de las drogas: los efectos del consumo en los dientes y la salud bucodental en general. Estupefacientes como la metanfetamina son extremadamente nocivos para la salud dental. El consumo de cocaína, por ejemplo, provoca que aparezcan más caries...
Las mejillas de la chica bajita se convirtieron en dos tortitas de chocolate y fresas al oír esa palabra. "Caries", benditas las caries que la condujeron aquel día a conocerla. Ya no recordaba el dolor de las citas anteriores, solo la sonrisa de gomitas y los ojos color nuez dorado que la hipnotizaron por completo al punto de olvidar su propio nombre.
Qué hermosa era, pensaba, vistiendo informal. A diferencia de los otros profesionales, la dentista vestía más casualmente llevando una remera y campera blanca de verano, jeans azules y zapatillas. Su cabello lucía distinto también a aquel memorable día, ahora tenía un fleco que resaltaba las hermosas facciones de su más que perfecto rostro. Todo en ella era maravillosamente perfecto.
Chae no podría con tanto.
Después de poco más de treinta minutos de charla, la odontóloga se despidió entre los aplausos de los casi traumados estudiantes. Si de algo estaban seguros ahora, eso era de que jamás usarían drogas.
Quien no prestó casi nada de atención ahora quería llorar porque su media sandía se había ido. Pero alcanzó a ver que le había dejado una tarjeta a la maestra Kim, la cual dejó guardada en una carpeta que estaba sobre el escritorio.
Su diente canino brilló.
—Psk —Llamó a su amigo mientras los demás se iban retirando de aula.
—Ah, ¿ya volviste en ti?
—Necesito que me ayudes a... Solo ve afuera y distrae a la di y a las maestras un minuto.
—¿Khe?
—¡Solo hazlo! Luego te digo.
—Okay.
BangChan salió y mientras fingía haber tropezado con uno de los pies de la maestra Park, Chaeyoung fue a buscar la tarjeta. No le llevó más de unos segundos ya que estaba entre la tapa y la primera hoja.
—La llamó señorita, BangChan. Eso quiere decir que no está casada —Suspiró ilusionada, sin despegar la vista de la tarjeta.
Se habían trepado a un árbol enano del parque de niños.
—Jaja, cuando salí del baño escuché que unos marranos del salón le pidieron su número —respondió el muchacho usando las piernas para colgarse de una de las ramas.
La bajita apretó la tarjeta, casi arrugándola con sus manos.
—Todos quedaron embobados con ella no sé por qué. Solo era una chica común y corriente, no le vi nada especial, no es mi tipo. A los badboys como yo le gustan las chicas malas.
—Y a las chicas malas le gustan los hombres, no los niños que se creen hombres como tú.
—Jaja... Estás enojada porque te llevo la delantera. ¿Y de qué o para qué es esa tarjeta?
—Aquí tengo el número telefónico y la dirección del consultorio de mi futura novia y mami de mi perrita Nereri —Una sonrisa de michifus se plasmó en su cara.
—¡Jajajaja! Khe. ¿De quién estás...?
—La odontóloga Myoui. Es la chica de mis sueños —Añadió, antes de besar la tarjeta con sus cachetes rojos.
—Jaja... ja... ja... ja. Ja. ¡¿QUÉ?! ¡Cómo que...! —El impacto fue tal que olvidó la posición en la que estaba y un movimiento en falso hizo que perdiera el equilibrio y terminara cayendo de cabeza— ¡A-auch!
De un salto, Chaeyoung se bajó para ayudarlo pero él se nego sobándose la cabeza donde seguramente le crecería un chichón.
—Repite lo que acabas de decir.
—Me gusta la odontóloga.
—Pero cómo... Ugh, no, no me digas que ella es la chica de la que me hablaste una vez, la de los ojos hipnotizantes.
La contraria asintió con una sonrisa boba.
—Pero... Pero... ¡Qué demonios, nunca mencionaste que fuera una mujer adulta! Cuando dijiste que la habías conocido en una clínica de dientes todo este tiempo estuve creyendo que te referías a otra paciente, DE NUESTRA EDAD, ¡no a la mismísima dentista!
—¿Qué hay de malo en eso?
—WTF! Es mayor que tú.
—Al igual que la chica que besaste.
—Pero solo por un año y además es mi vecina. ¿Cuántos años tiene esa mujer que solo viste una vez en tu vida?
—Cuando la conocí recuerdo que dijo veintiuno.
...
...
...
...
—
—¿Q-qué... Por qué pones esa cara?
—¡TIENE VEINTIOCHO AHORA Y TÚ CATORCE!
—¿Y? Ella me gusta, la edad es solo un nu... ¡aauch! ¡O-oye! —Le había dado un coscorrón en la cabeza.
—Tal vez aún sea un niño con acné pero hasta yo sé que esto está mal y que te meterás en problemas sea lo que sea que te propongas con esa dentista. Es bonita pero esto no está bien, no dejaré que se aproveche de ti.
—Deberías estar feliz de que encontré a mi media sandía —Sus ojitos brillaron con ilusión—. Tengo que ir a verla.
—'Tas mal Chae.
:3 ♡
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