insomnio
El insomnio se puede definir como la dificultad o incapacidad para dormir, o falta total de sueño. Se utilizan, asimismo, otros sinónimos, como desvelo, vigilancia, disomnia... En términos clínicos constituye una percepción subjetiva de insatisfacción con la cantidad o calidad del sueño. Traduce un sueño no reparador, de mala calidad, que puede derivar en somnolencia diurna, falta de concentración, cansancio, mala memoria, irritabilidad, desorientación, accidentes de tráfico y laborales, ojeras, disminución de la calidad de vida...
Cerró la computadora de golpe. No necesita que un artículo publicado por un especialista del trastorno del sueño le recuerde que su vida ya es una miseria con serios problemas para dormir y muchos otros en la lista.
La una de la madrugada y él haciendo de vigía involuntario en su propio cuarto, al amanecer seguramente, si llegaba a dormirse por muy temprano a las tres de la mañana, le significaría una tortura levantarse a la nueve o antes, dependiendo de lo que su dañado cerebro decida.
Una enfermedad, no lo considera así, una enfermedad se puede tratar con medicamentos por un buen tiempo. Lo suyo ya es un hábito, uno que le está costando su vida saludable, suponiendo que alguna vez la haya tenido, ¿Cómo saberlo? Su cabeza está realmente mal, y cada noche en vela se lamenta en silencio mirando a través de su ventana la oscuridad que es separada por las lámparas de la calle.
A veces llora por quedarse demasiado tiempo sin pestañear, a veces lo hace por una maldita necesidad atosigante que se instala en su pecho y no lo deja ni respirar.
Su psiquiatra le dijo que sufre de insomnio agudo, talvez ese charlatán lo dedujo en cuanto le dijo que ya llevaba siete meses y dos semanas sin tener un sueño de calidad. Ese hombre solo le dio más medicamentos que lo único que le provocan es dolor de cabeza y nauseas, por suerte ya vació el botecito de esas pastillas en el inodoro.
Que las causas del insomnio son diversas, sí, eso también lo sabe, pero en la lista puede descartar el estrés laboral, el envejecimiento, el consumo de bebidas energéticas o alcohol, sustancias estimulantes, ni siquiera conoce las drogas, y en todo caso una dosis fuerte si conseguiría hacerlo dormir por un largo rato, talvez para siempre. Como sea, un tipo con bata blanca y un título colgado en una pared de su despacho no lo convencen de mucho.
Las únicas causas que sí tiene en su lista, son la depresión y la estimulación mental antes de ir a la cama, pero incluso eso es muy poco para provocarle siete tortuosos meses sin dormir adecuadamente.
Sus padres se preocupan, y tienen justa razón para hacerlo. Su hermano también la pasa mal al verlo cada mañana con los ojos hinchados y las marcadas ojeras, sin mencionar su delgado cuerpo. A sus veinticuatro años, Felix luce como un chico de diecisiete pasando hambre y problemas de drogas.
Es verano y aun así siente un inmenso frío al salir de la cama, sus pies descalzos se arrastran por sobre la alfombra bajo su cama, pronto siente la fría cerámica del piso hasta llegar a la ventana, la casa de enfrente está completamente en penumbras, solo las lámparas del alumbrado público hacen los huecos de luz a la orilla de la carretera.
Afuera se ve frío y desolado, igual que en su pecho, no hay nada, solo oscuridad y carencia de vida.
Despertó hace más de siete meses, de un coma, que según le dijeron sus padres, duró ocho años.
¿Por eso no podía dormir ahora? ¿Por que pasó ocho años de su vida inconsciente sobre una camilla de hospital? Y el vacío en su pecho, el mal estado de su cabeza, la causa de sus cavilaciones nocturnas. Amnesia. Algo que ya le estaba durando demasiado también.
Eso no era vida, sentía que ya la había perdido. Total, no tiene ni el más mínimo recuerdo de quien era antes del supuesto accidente que tuvo con su hermano y que lo mandó inconsciente por ocho años a un hospital. Aquel que llaman Lee Felix, murió en ese accidente, lo que ahora es... es solo una cascara vacía, un adulto joven incapaz de tener una vida normal, recluido en la casa de sus padres, recibiendo atenciones exageradas de su preocupada madre... y sin poder dormir para rematar.
Ocho años de su vida ausente de ella, la totalidad de sus recuerdos perdidos, su sueño robado cada noche, y el desolador sentimiento de vacío taladrando su ser.
La vista más allá de su ventana no es tan interesante como para estar ahí parado por horas, eso no le ayuda en nada. En la repisa de la cómoda donde guarda su ropa, ahí descansan retratos que le saben a recuerdos falsos, no siente que le pertenezcan, aunque sus padres le aseguran que sí vivieron cada uno de esos momentos captados en cámara.
Felix no los recuerda, nada le es familiar.
Baja a la cocina, si no puede dormir como la gente normal, va ir a la cocina a ver si encuentra algo para tragar, eso sí lo hace la gente normal.
La amnesia es un trastorno que la mayoría del tiempo tiene solución, o sea que los recuerdos vuelven después de cierto periodo de tiempo, que va desde horas hasta semanas, poco a poco los recuerdos llegan como flashes. Pero no es su caso, no hay pequeños flashes en su cabeza, y pensar en que nunca podrá recordar su pasado, es una de las razones por las cuales llora en silencio por las noches.
La puerta del cuarto de su hermano, el corto pasillo, la mesita al final del pasillo, justo donde empiezan las escaleras, diez, quince, son diecisiete escalones y los baja acariciando la pared, la última vez que usó el pasamanos tocó una polilla y le pegó un susto de muerte que terminó con él rodando cuatro escalones y despertando a su familia, y uno que otro moretón al día siguiente. Ya se sabe de memoria la casa, pero sigue sin serle familiar de antaño.
La luz del refrigerador le molesta, sus ojos ya están irritados y un baño de luz en medio de la oscuridad no es precisamente para mejorar su estado. El frío que emana que esa cosa pasó a segundo plano, así como todo lo que hay dentro.
Sus ojos abiertos sueltan lágrimas otra vez, le arden y al parpadear la sensación empeora haciendo brotar más gotas de agua salina.
—¿Felix?— enciende la luz de la cocina —¿Estás bien?— verlo parado frente al refrigerador y con mirada perdida en él, aparte de las lágrimas en su rostro, ciertamente la pregunta sobra.
—Estoy bien— le dijeron que esa persona es su hermano, que su estado actual es por un accidente en auto que tuvo con él. No lo cree, no culpa a Jong-Suk por ello —¿Siempre he sido desconfiado?
Jong-Suk se extraña por la pregunta, aunque no tanto, Felix acude a él para preguntarle por su personalidad y su forma de ser, quizás intentando descubrirse otra vez. Siempre acude a él, no va con sus padres.
—Casi siempre lo has sido— le hizo un nudo en la garganta ante la inexpresividad de su hermano. Es normal que desconfíe, prácticamente no lo conoce, ni a él ni a sus padres. Felix no les da respuesta a nada, solo pregunta como si no le importara y cuando le responden se queda igual. Pero no hay mucho que pueda hacer por él, y lo único que pondría más expresión al rostro de Felix está prohibido y borrado parcialmente —¿Vas a dejar el refrigerador así?— aún estaba abierto.
—Solo quería agua.
—Tienes la caja de leche en tu mano.
Vio su mano izquierda, y exactamente era la caja de leche que sostenía, por eso sentía entumecidos del frío sus dedos.
—Mejor aún— cerró el refri, tomó un vaso y salió de la cocina con rumbo a su cuarto otra vez.
Jong-Suk lo observó salir, cada vez que Felix salía del cuarto él se despertaba y también salía para asegurarse de que estuviera bien, ya más de una vez Felix resultó resfriado por salir afuera en medio de la noche con lluvia o sin ella, varias veces lo encontró llorando desconsolado, escondido abrazándose las piernas en las esquinas de cualquier sitio de la casa. Era doloroso verlo desesperado sosteniéndose la cabeza con fuerza, como un niño quejándose de una migraña. Ya es más de medio año y esas escenas no pasan con la misma frecuencia que cuando lo sacaron del hospital.
Por donde lo vea, Felix estaba ausente, frustrado, deprimido y sufriendo insomnio cada noche. Su hermano ya no maravilla a nadie con sus escasas sonrisas, porque ya no sonríe para nadie; Ya no se enfada con nadie, porque ya no hay nadie que lo haga enfadar, a esas personas las dejaron atrás; Felix ya no se queja de lo que no le gusta; porque... talvez sabe que no tiene a nadie que se queje de sus quejas.
El psiquiatra dijo que Felix sí tiene presente las cosas que le desagradan, pero que muestra un terrible desinterés en expresarse con ellos, su familia. El psicólogo también dijo lo mismo, y agregó, que Felix , simplemente no se siente en casa, que es como un niño que sabe que es adoptado y no pertenece a esa nueva familia, y que como tal, ese niño adoptado espera que esa familia le haga daño, es normal que tenga miedo y desconfianza; eso dijo el psicólogo, en las primeras citas de Felix.
Y en las citas familiares más recientes, los resultados no hicieron más que desequilibrar aún más el asunto. Felix confía más en él que en sus padres, aunque sea mínimamente, pero está presente esa preferencia. Eso fue un golpe fuerte para Dan, su madre, pero no hay como arreglarlo, Jong-Suk lo sabe, de alguna manera la responsabilidad de sus actos debe acarrear consecuencias aunque no les guste.
—¿Acaso nadie duerme en esta casa?— Su padre, Seung-Joon, desde la puerta de a cocina, talvez la luz encendida lo hizo bajar a ver que todo estuviera en orden.
—Aquí nadie tiene la conciencia tranquila, así que no es raro que nadie duerma— se dio la vuelta para volver a su cuarto, entre encerrarse y hablar con su padre, prefiere estar encerrado —Felix es quien no debe pagar por eso— dijo con remordimiento al pasar a su lado.
—¿Sigues enojado, hijo?
Se detuvo, ni siquiera se giró, su padre tampoco lo hizo, así ninguno vería la mueca contraída de uno, o el enfado del otro.
—Me hiciste responsable de algo que no sucedió, y tengo que ver hundido a mi hermano cada día... si estoy aquí es por Felix y porque mi madre se pondría triste si me lo llevo... aunque ella tampoco está libre de acusación. No preguntes lo obvio— se fue sin importarle si Seung-Joon tenía algo que decir a eso o no.
No importa, si le preguntan a Seung-Joon acerca de su hijo menor, él preferiría que Felix jamás recupere la memoria.
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¿Las nueve?
No, a esa hora ya estaba despierto, y aun sin energías para levantarse tuvo que hacerlo para complacer a su madre cuando le pidió muy cariñosa que bajara a desayunar. Pudo quedarse tirado en su cama hasta las once, solo viendo el techo o imaginando como pudo ser su vida antes de perderla, pero claro, cada día tiene que hacer un intento por adaptarse a lo que ahora vive.
Aunque en el desayuno mueren sus intenciones casi siempre.
—Felix , hoy tienes cita con el psiquiatra— le recordó su madre, con cautela, como temiendo enojarlo, siempre era así, le hablaba débilmente, con temor ¿Acaso solía tratarla mal antes? —¿Vas a ir esta vez?— no la trataba mal, está seguro aunque no lo recuerde. Es solo que su madre siempre se ve preocupada, y más que eso, casi culpable.
—No quiero ir— psiquiatra, psicólogo, terapeuta, no quiere saber nada de ellos, no quiere hablar con ellos. Aunque tenga muchas razones para decir que no, solo dice "No quiero" y con eso muere todo.
—Pero...
—No puedes obligarlo, Dan.
Ahí muere todo, Seung-Joon no la deja a ella insistir, Jong-Suk permanece callado aunque se le nota inconforme. Felix los observa siempre, y no pueden culparlo por desconfiar de ellos, Dan siempre parece querer llorar cuando lo ve, Seung-Joon siempre evita los temas que tengan que ver con sus doctores, e Jong-Suk ... Jong-Suk siempre parece pedirle perdón por algo.
No culpa a su hermano, así que no entiende por qué lo mira de esa manera.
—¿Seguro que no quieres ir, Felix?— su hermano insiste y se gana la mirada reprendedora de Seung-Joon, pero claro, Jong-Suk lo ignora —Hoy tengo el día libre, puedo acompañarte.
Su padre no replica, aunque es claro que le molesta. Su madre lo ve esperando que acceda a ir, ella es algo contradictoria a veces, pero es obvio que solo quiere verlo bien.
Felix no quiere oír las preguntas de ese sujeto de bata blanca, siente que no las necesita, siempre le pregunta lo mismo y él siempre se niega a responder, a veces no lo entiende, a veces él quiere hacerle preguntas que pongan en duda su título. Cuando le preguntó a Jong-Suk si antes le gustaba ridiculizar a la gente, su hermano le dijo que sí, que solía ser bastante arrogante y que no respetaba mucho a sus superiores... y también le dijo que eso último se lo habían contagiado en la secundaria. Después Jong-Suk cambió de tema.
Su hermano aun esperaba su respuesta.
—Bien.
Su madre sonrió aliviada, mientras Jong-Suk le envió una mirada victoriosa a su padre, que por supuesto, no le gustó al viejo.
Accedió solo porque su hermano dijo que lo acompañaría y así se siente cómodo estando fuera de casa.
No sale de su casa, y apenas de su cuarto, Felix no conoce a nadie en ese sitio, no le ve ningún sentido a relacionarse con otras personas, ¿Para qué?, se pregunta a sí mismo y no encuentra respuesta.
Después del desayuno, como lo acordado, Jong-Suk lo acompañó hasta el consultorio de su bendito psiquiatra. Su hermano tomó prestado el auto de su padre, no le gustó la idea, pero Felix prefiere eso a subir a un taxi o un autobús.
Aunque resultó conveniente, así su hermano pudo hablarle con más tranquilidad.
—¿Por qué tengo que ir con un psiquiatra?— le preguntó a su hermano de repente, mientras miraba por la ventana todo lo que dejaban atrás —No estoy loco.
—Claro que no lo estás— le divirtió que su hermano pensara eso —Alguien tiene que revisarte la cabeza...
—El neurólogo dijo que mi cabeza está bien.
—Sí, Felix , también dijo que debíamos tenerte en observación, tu conducta retraída y tus episodios de depresión no te están ayudando a recuperar tus recuerdos... y aparte de eso está tu insomnio ¿Sabías que la depresión es una causa para ambos trastornos?
—No puedo evitarlo, ambos trastornos causan depresión.
Jong-Suk sonrió, esa parte lógica de su hermano sigue ahí, a Felix no lo convence ningún experto.
—¿En qué tanto piensas cuando te encierras en tu cuarto?
—Los psicólogos... cuando se enojaban conmigo me preguntaban ¿En qué piensas si no tienes recuerdos?
Jong-Suk paró el auto, el semáforo en rojo lo ordenaba. No sabía esa parte, sabe que Felix odia a los psicólogos, particularmente a ellos, ha sido más tolerante con el psiquiatra, al menos a ese no lo han cambiado por otro. Sin embargo, Felix ha pasado por el consultorio de cuatro especialistas en conducta y personalidad, y hasta la fecha no volvieron a buscarle otro, seguramente también se daría por vencido con el joven amnésico.
—Duele... que la persona que se supone debe ayudarte te lance así al agujero, duele.
—¿Por eso los odias?... No te dejabas ayudar precisamente.
—No los odio... creo que les tengo miedo— acarició el vidrio de la ventana mientras el auto se ponía en marcha de nuevo. Ahí afuera hay muchas personas ocultando cosas a los demás, es algo normal —Ellos siempre quieren saber tus secretos... incluso solo con verte. Dan miedo.
—¿Tienes secretos?
—¿Cómo voy a saberlo?
—Lo siento.
—No quiero estar así siempre.
—No será así...
—Papá no quiere que recuerde...
—Eso no...
—No mientas.
—¿Por qué piensas eso?— se sintió nervioso cuando Felix lo miró.
—He aprendido de los expertos en comportamiento y personalidad— Jong-Suk comprendió por qué los psicólogos le resultan de miedo a Felix —Está bien, no estoy preguntando por qué... algún día lo sabré.
—Tú también das miedo, Felix.
El camino siguió en silencio por los pocos minutos que duró. Jong-Suk cada vez se convence más de que su hermano sigue ahí, pero le falta un gran pedazo para estar completo, así sabe que su sueño y sus recuerdos están en segundo plano, aunque el mismo Felix no lo sabe, y Seung-Joon así quiere que siga. Jong-Suk no comparte esa idea, porque un poco tarde se dio cuenta... la vida de su hermano era perfecta antes de acabar en el hospital. Y ahora Jong-Suk se lamenta su indecisión para actuar a favor de su hermano.
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No pensó en que talvez sería una mala idea ir a la dichosa cita, no hasta que atravesó el despacho de su doctor y en el escritorio donde acostumbraba ver al viejo que rondaba los cincuenta años, a un hombre que seguramente no tenía más de treinta.
—¿Quién es usted?— toda su desconfianza se disparó hacia ese hombre de cabello plateado que se supone le estaba sonriendo en forma de gominola.
—El sustituto— tomó una carpeta que tenía al alcance —Y tú eres Lee Felix... el que ha faltado a las últimas siete citas— volvió a sonreír, un sujeto bastante despreocupado según la vista de Felix—Ya que te animaste a venir, por favor toma asiento.
—No quiero hablar con usted.
El doctor apartó la vista del expediente, vio a Felix aun parado junto a la silla donde ya debería estar sentado. Su primera impresión de su nuevo paciente, es necio y suspicaz... con muy pocas ganas de colaborar.
—Tu ficha dice que tienes siete meses de insomnio... y el mismo tiempo con amnesia— la ficha en realidad dice amnesia permanente, pero su compañero le advirtió que la familia y el muchacho en cuestión aún no están enterados de ello —Siéntate, Felix, solo quiero ayudarte.
—Siete meses sin dormir y el mismo tiempo sin saber nada mí, ¿Cómo va a arreglar eso?
—Yo no lo haré, no hago milagros— lo vio fruncir el ceño —Empieza por dar un paso hacia adelante y ayudarte a ti mismo— Felix tomó asiento frente a él, satisfecho con eso, sonrió de nuevo —Soy Min Yoongi.
Fue extraño, ese sujeto no estaba siendo tan formal como esperaba, se veía amigable y poco profesional, eso es suficiente para hacer a Felix dudar.
—Empecemos con tu falta sueño, ¿Cómo va eso?
—Sigo sin dormir bien.
—¿No hay mejoría?
—No.
—¿Nada?
—¿Quiere hacerme enojar?— lo estaba consiguiendo si ese era el plan.
—Pues no estaría mal ver como explotas, me dijeron que eres muy inexpresivo— eso dice la ficha, que su paciente tiende a guardarse para sí mismo todas sus frustraciones. Está enterado de que incluso en casa se retiene —Volvamos a tu insomnio... Se te había recetado un medicamento, ¿Lo terminaste?
—Sí, acabó en el inodoro.
También le advirtieron que el chico es muy sincero.
—No me sorprende que no puedas dormir, muchacho.
—Me hacía sentir como mujer embarazada— su doctor lo vio curioso —Dolor de cabeza y nauseas— le aclaró —¡Sus pastillas no sirven!
—Oh... mira, ya empiezas a gritar, eso es bueno— Felix no entiende como eso puede ser bueno —Dejemos esto de lado— apartó la carpeta y adoptó una expresión más seria —Lo tuyo ya es un habito, Felix, eso no se puede medicar.
—Ya sé eso...
—Sí, apuesto a que sí ¿También sabes que te estás haciendo daño?
—¿Cree que lo hago adrede?
—Lo haces inconscientemente. Ha pasado tanto tiempo que tu cerebro siempre trabaja de la misma manera cada noche. Tu condición es bastante compleja, tienes dos grandes problemas generándote más.
—¿La amnesia me provoca el insomnio?
—Haces que suene ridículo, no me lo esperaba— Felix volvió a fruncir el ceño —Los exámenes de tu neurólogo dicen que no hay nada malo en cerebro, excepto por los daños de un posible golpe...
—Tuve un accidente y terminé en coma...
—Eso está en tu informe médico. El daño de ese entonces ya no existe, y debo decirte que es preocupante, debiste recuperar tus recuerdos por lo menos dos semanas después de haber despertado. Por obvias razones no puedo preguntarte a ti si sufriste de algún trauma severo en tu pasado...
—Mis padres dicen que no.
—Eso es aún más preocupante...
—¿No recuperaré la memoria?
—No voy a responderte a eso por el momento, hay varias cosas de las que debo estar seguro... pero si quieres saber la opinión de tu antiguo doctor... él dice que no— le pasó la carpeta con el expediente completo, al recibirlo y leer el diagnostico de su otro psiquiatra, de inmediato buscó una explicación con el rostro abatido.
—¿Es así?
—Es posible, no lo niego... pero confieso que estoy dudando del juicio de mi colega.
—¿Por qué debo creerle a usted?
—Porque sé que la estás pasando bastante mal, me atrevería a decir que sufres estrés postraumático, pero no tendría sentido, puesto que no tienes ningún recuerdo que te atormente de esa manera, y está eso, tus recuerdos, sé que quieres recordar, pero una parte de tu inconsciente no quiere hacerlo, por eso necesito saber si sufriste algún trauma...
—¡Ya le dije que no!
—Tú no estás seguro, lo sé...
La desesperación lo agobia de nuevo, su pecho quema y su respiración agitada es insuficiente para sus pulmones. Ese sujeto le está inyectando más dudas con respecto a su familia. No las necesitas, ya tiene suficientes.
—Usted no sabe nada.
—Solo tengo que verte, Felix... estás asustado.
—Basta...
—Sientes que vives una mentira...
—No...— ya estaba hiperventilando, eso no había pasado en ninguna de las citas anteriores. Ese hombre se está metiendo en su piel. Se desconectó de ese momento, su cabeza ardiendo, muchas voces familiares, risas, cero imágenes, solo un barullo distorsionado resonando en su mente. Sintió que lo tomaron suavemente del hombro, regresó a la realidad con lágrimas empañando su vista. Eso fue aterrador —Eso duele... no lo vuelva a hacer.
—Yo no hice nada, Felix. Tranquilo— regresó a su silla cuando lo notó más calmado —Quiero que me respondas algo— la mirada que recibía suplicaba que no siguiera —Es lo último por hoy, lo prometo, ¿Está bien?— sin decir nada, su paciente solo asintió —¿Qué es lo que te hace falta?
Las lágrimas al fin salieron de sus ojos.
—No lo sé...
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