TWO
Las 9:30 eran cuando Jeongin llegó al estacionamiento del hotel, sus manos sudaban y sentían el pulso en sus oídos.
Se encontraba nervioso como la mierda y se preguntaba en qué momento había aceptado. Él no era una persona demasiado extrovertida, se consideraba alguien más bien tímido. Sólo era dominante cuando de negocios se trataba, por eso ahora mismo su mente en blanco no podía siquiera imaginarse un escenario ficticio para actuar en base a eso cuando se encontrara con Sam.
Para cuando salió de su intenso trance, ya eran las 9:50 y salió casi disparado hacia el lobby del hotel.
Se dirigió a la recepcionista y le dio su nombre, esta le dio una tarjeta para abrir la puerta y dijo: — Su acompañante llegó hace diez minutos.
Eso definitivamente le hizo sonreír de manera nerviosa y agradeció en voz baja. Subió por el elevador a una de las habitaciones, con las piernas tan tambaleantes como una gelatina; Apenas abrió la puerta, tenues luces lo recibieron junto a un aroma exquisito a chocolate.
La luz del baño estaba prendida y la puerta entreabierta, suponía que el tal Sam se encontraba preparándose para lo que sea que fuera a hacer. La anticipación se coló en si estómago con mariposas y suspiró entrecortadamente, sentándose en el colchón con las piernas estiradas y las manos apoyadas detrás de sí, con una posición que intentara no hacerlo ver malditamente nervioso.
La luz del baño fue más clara, la cama estaba frente a la puerta del baño así que fue testigo de la escena.
Un chico esbelto, alto y con tan sólo una camiseta manga larga de satín color blanca que contorneaba su estrecha cintura y sus delicadas curvas, llegaba hasta la mitad de los muslos, dejando a la vista una lechosa y blanca piel. Jeongin lo recorrió con la mirada embobado, cosa que no cambió cuando vio por primera vez esos ojos rasgados y con sombras de colores beige y brillos, mirándolo seductoramente mientras mantenía una sonrisa seductora en esos carnosos y rojos labios.
Jeongin no llevaba más de diez minutos en esa habitación y, de tan sólo ver a ese hermoso chico con figura de modelo, estaba tan duro como una piedra. Nunca de había sentido tan excitado, no sabía si era por la situación o por la imagen exquisita del chico frente a él.
Sam era lo más cercano a un ángel que le gustaría corromper de cualquier manera y posición.
— Hola, señor Yang, ¿está listo? — la voz del pelirosa lo hizo volver y quedó aún más embobado con la dulce voz del contrario.
— Más que eso.
Sam soltó una risita y se acercó a él como un gato, cruzando las piernas al caminar mientras contoneaba las caderas sin parecer exagerado. Parecía que lo tenía más que dominado, cosa que hizo sentir a Jeongin como un completo inexperto.
Jeongin, en la actualidad, era un poco lento y más reservado, pero eso no lo hacía un inexperto ya que en sus días de preparatoria, fue uno de los chicos más rompecorazones en su escuela, no tan sólo por su increíble aspecto y su dinero, sino también por la manera tan seductora que tenía de ser.
Con el tiempo, esas actitudes tomaron otro rumbo, junto con las inseguridades que su ex novio había traído consigo. El amor podía cambiar a uno, muchas veces no para tan bien, Jaewon se había llevado la confianza que Jeongin tenía y eso jamás se lo iba a perdonar.
Pero Jeongin se preguntaba si era buena idea traer esa vieja actitud de preparatoria para el tipo de juego que el tal Sam estaba iniciando mientras se sentaba a horcajadas sobre sus piernas y jugaba con el cuello de su camisa blanca.
— Escuché que el señor Yang es un importante empresario, uno muy inteligente y dedicado en su trabajo... pero que últimamente está sufriendo por ciertas dificultades — Habló Sam en voz baja, con un puchero, mientras paseaba su nariz por el cuello de Jeongin — Yo puedo arreglar eso.
Jeongin acarició los muslos jugosos del chico y soltó un gemido ahogado, ronco por la excitación.
— ¿Estás tan seguro de eso, bebé?
— Tan seguro como que tu amigo está ansioso por mi boca — susurró antes de darle un beso en el cuello que envió descargas por todo su cuerpo.
Sam bajó hasta quedar entre sus piernas, quitando el cinturón de Jeongin de una manera tan lenta que lo estaba volviendo loco. Cuando finalmente se deshizo de este, bajó sus pantalones, estos cayeron al suelo dejando ver por debajo de la tela su miembro abultado, Sam ya un poco desesperado por saber si era tan grande como se veía.
Bajó el boxer del contrario y se sorprendió al darse cuenta que sí, un miembro venoso y con escaso vello lo esperaba totalmente despierto.
— Tan feliz de verme — se burló, cosa que a Jeongin le dio un poco de risa, que fue callada tan pronto como el pelirosa lamió toda su longitud mientras lo miraba a los ojos detrás de ese antifaz tan fastidioso.
Siseó y cerró los ojos cuando su miembro totalmente cubierto de saliva, fue casi tragado por la boca del chico. Jadeó alargadamente cuando Sam comenzó un vaivén que lo obligó a querer ver la escena. Esos rojos labios con saliva por los lados, tragándose su verga como si fuera un virginal.
El obsceno sonido de su pene chocando contra la garganta de Sam y el chasquido de la saliva sólo lo hicieron querer joderle la boca hasta hacerlo tragarse sus jugos, sin embargo quería joder otra cosa antes de eso.
Jeongin tomó el cabello de Sam en un puño y lo separó de su miembro, admirando el rostro sonrojado de este y jadeando por aire, con los labios abiertos y totalmente agitado.
— Estás tan hambriento de mi verga, tan hambriento como una perra — dijo, tomando su miembro y dando unos cuantos golpes en las mejillas del contrario, quien asintió.
— Sí, señor Yang... — asintió frenéticamente, intentando meterse el pedazo de carne de nuevo, Jeongin se lo negó y lo tomo de la cintura para acostarlo en la cama.
— Después de joderte el culo, podrás tragarte todo lo que yo te dé... hasta entonces — siseó plantando un beso con necesidad en los labios de Sam mientras le desabotonaba la camisa y le quitaba la lencería de encaje negro que cubría su miembro erecto.
Jeongin continuó un camino de besos por su cuello y pecho, hasta llegar a sus pezones a lamerlos, chuparlos y morderlos a su antojo.
— Sí, más, señor Yang... — gemía el chico.
Jeongin, aprovechando que el contrario daba un recorrido por su abdomen, tomó uno de los condones de la mesita de noche que estaba al lado de la cama y el botecito de lubricante.
— Abre tus preciosas piernas para mí — ordenó, cosa que Sam acató sin pensar dos veces, admirando cómo Jeongin se colocaba el condón de una manera tan sexy que casi le ruega que lo follara tan duro.
Yang lo miro, sonriendo coqueto por la mirada embobada que tenía el contrario sobre su pene, así que lo tomó de la nuca y lo besó de manera salvaje mientras tomaba lubricante y lo esparcía por su pene y el agujero de Sam, quien tensó las piernas y se separó del beso con un gemido chillón al sentir un dedo entrar.
— Oh, sí, mmh... — siseaba, para volver a besar a Jeongin, callando los gemidos desesperados en sus bocas mientras introducía dos dedos y hacía movimientos de tijera con sus dedos largos — Eres... tan bueno en e-eso, ¡ah, ha! — se retorcía, con el pecho subiendo y bajando.
— No soy sólo bueno con las manos, bebé — se jactó, provocando una risita del pelirosa que sonó más a ronroneo.
Cuando lo tuvo preparado, tomó su pene y lo alineó hasta introducirlo de manera lenta y tortuosa. Se quedó quieto un momento, esperando la señal del contrario, que con sus piernas acercó al pelinegro hasta tenerlo por completo adentro de él.
— Muévete, muévete... — pidió, moviendo sus caderas, cosa que sólo hizo jadear al contrario, dando una estocada bestial y profunda que lo hizo gritar — ¡Sí, sí! — balbuceó, perdido en su propio placer.
Jeongin siguió con sus movimientos, tomando a Sam de la cintura para tenerlo casi sentado en sus piernas y encajando su miembro lo más rápido que podía, con sus testiculos chocando con las nalgas del contrario.
— Gimes como si nunca hubieras tenido una verga adentro de ti, ¿así de necesitado estás? — jugó, lamiendo el cuello del pelirosa, quien gemía sin parar.
— Sí, n-nunca había tenido una tan bue- ¡sí, ahí! ¡señor Yang! — Sam sentía que se derretiría en los brazos de Jeongin, se sentía tocar el cielo en ese momento.
— S-seguro le dices lo mismo a todos, para que te den por el c-culo como la perra necesitada que eres. — Mordió su cuello moderadamente, sintiéndolo temblar y gritar por haber obtenido un orgasmo. Se sentía con el cuerpo pesado y con espasmos por la sobre-estimulación que recibía su punto dulce, haciéndo lloriquear.
Jeongin sintió un cosquilleo en su vientre y salió de él, para quitarse rápidamente el condón y acercar su pene a su cara, masturbandose y presionando.
— S-señor Yang, démelo, quiero tragármelo, estoy tan sediento de u-usted... — murmuró como pudo, abriendo la boca y sacando la lengua.
Jeongin no se negó a absolutamente nada y acercó su miembro lo más cerca que pudo de la boca del pelirosa, dejando salir sus fluidos con un gemido profundo, admirando con atención la manera en la que la cara del chico y su antifaz se cubrían de su esencia, al terminar tragándose sus jugos y soltando un gemidito de gusto.
Jeongin se dejó caer a su lado, jadeando y completamente sudado. En ese momento, lo único que quería era quedarse dormido.
...
No soy de escribir escenas sexuales así que prometo mejorar jeje.
Gracias por leer, espero que esto les vaya gustando. <33
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top