Tercera carta.

Querida Bianca:

Lo sé. Soy un fracaso para esto de las cartas. Pero esta vez no fue mi culpa que te llegara tan tarde.
Caronte decidió "hacerme una broma" y escondió la carta. Yo me di cuenta un poco después, y cuando le pedí la carta muy pacíficamente, por supuesto, él la había extraviado. Pero la pude recuperar y confío en que todavía estés en los eliseos esperando mis cartas. Me quedé dónde todo era color de rosa... Bien.

Recuerdo que yo estaba en la cabaña de Hermes haciendo... Absolutamente nada, cuando escuché alboroto fuera... Yo salí y me di cuenta de lo que murmuraban.

Los chicos de la misión habían vuelto y estaban en la casa grande. Salí disparado de la cabaña con la esperanza de reencontrarme contigo...

Cuando llegué estaban Quirón y Percy. Cuando el último me miró, su rostro se transformó en una expresión culpabilidad y tristeza. Yo le pregunté... Dónde estabas tú, él titubeó. Estaba nervioso y miraba al suelo. Sabía que algo iba mal. Muy mal.

Me preocupé.

Percy me pidió que lo acompañara fuera de la casa grande a hablar, se disculpó varias veces, me contó lo que sucedió... Me dio una una figurita de mitologia: Hades. La única que me faltaba. Pero ya no importaba, nada importaba realmente.

Tú habías muerto.

Percy había roto su promesa acerca de mantenerte a salvo.

Estaba... Destrozado.

Simplemente comencé a gritarle y a echarle la culpa de tu muerte.

Me sentía vacío. Primero mamá, luego tú. Las únicas personas que me quedaban. Mi padre no se había dignado en reconocerme, estaba solo.

No podía considerar a ningún campista como un verdadero amigo... Los conocía demasiado poco como para que hubieran entendido o siquiera apoyado.

Tal vez ese molesto pero a la vez agradable hijo de Apolo me hubiera ayudado pero, creo que reaccioné muy rápido e impulsivamente.

Después de la revelación que Percy me hizo, aparecieron unos guerreros-esqueletos, eran demasiados. Por las clases que me habían dado en el campamento, esos esqueletos eran casi indestructibles, por más fuerte que el hijo de Poseidón fuera, no los podría vencer. Él prácticamente gritaba que corriera y que me pusiera asalvo, además de conseguir ayuda.

Pero estaba aterrorizado. No precisamente por los monstruos, ellos eran los que menos me importaban, sino el hecho de estar solo. Los gritos de Percy fueron en vano, yo no confiaba él, no acaté ninguno de sus pedidos. Solo grité. Al parecer inconscientemente abrí una grieta en el piso, continúe gritando a Percy, me adentré en el bosque y solo huí.

Lloré, me lamenté, sufrí.

Unas semanas después de que huyera del campamento Hades me reconoció abiertamete como su hijo. Yo la verdad no sabía si debía alegrarme u odiar a mi padre. Él me pudo haber reconocido en el campamento, cuando tú estabas... Pero no. Así que hice lo que mejor se me dio desde que moriste: Ignorar. Crear una barrera ante cualquier tipo de emoción, solo para no acabar herido. Encerrar toda esa curiosidad y felicidad de niño en una caja fuerte.

Pasó un tiempo, yo seguía sin aceptar tu muerte. Solo... Me negaba en creer que tu estuvieras muerta, hasta que llegó el punto en el que pensé: soy hijo de Hades, el Dios del inframundo, tal vez... Podría traerte de vuelta.


(Siento de verdad esta carta tan corta y... Deprimente. Debo de reconocer que no estaba seguro de enviarla. No quería hacerlo. Supongo que no estoy acostumbrado a abrir mis sentimientos o pensamientos a alguien que no sea yo.
Me aterra el que tú ya no estés en los eliseos. Que pensaras que no te iba contactar más. Hades me ha estado asegurado que tu sigues ahí, pero... No confío del todo en él

Si sigues en el inframundo... Dame una señal o algo así...)

Ti amo.

Nico

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