Séptima carta.

Querida Bianca:

Si mal no recuerdo, había escrito hasta cuando en un muy inteligente acto de mi parte revelé mi padre divino.

Después de un par de horas descansando, seguimos caminando más deprimidos que nunca por el laberinto.

Annabeth había dejado de llorar, pero no había pronunciado palabra alguna desde hacía varias horas. Debo de reconocerlo, esa chica me provocaba algo de lástima.

Por lo que tenía entendido, ella estaba enamorada de Luke, jamás lo reconoció (al menos no conmigo) pero era tan obvio como mi odio hacia Percy.

Procuraba dejar de sentir aquello. No me agrada que la gente me tenga pena, ¿a ella le gustaría? Claro que no.

Me saltaré varias partes que para mi no tuvieron importancia, tales como: un encuentro con el dios Pan, ataques constantes de monstruos, preocupaciones y tristezas.

En cambio, contaré la parte donde encontramos a Dédalo, no sin antes darte un par de datos fundamentales: en el campamento, había llegado un nuevo instructor de espada, quien al parecer era un semidiós que había llegado a la edad adulta. Ya te imaginarás la curiosidad y admiración que provocó. Su nombre era Quintus, era tan buen espadachín como lo fue Luke en su tiempo (o eso decían)

Al momento en el que se partió a la misión en el laberinto, Quintus desapareció, generando múltiples sospechas, todos ya teníamos decidido que era otro espía de Cronos, en el que confiamos y que nos había traicionado.

En parte fue verdad.

Quintus era Dédalo y había negociado con Cronos para que lo dejara vivir, además de poder estar con su hijo y Perdix. Minos estaba metido allí, era algo así como el fantasma favorito del rey de los titanes.

Sobra decir lo molesto que me sentí con aquel viejo. Él había confiado en ese rey tanto como yo, y le mintió tanto como a mí.

Nosotros le estábamos ofreciendo cosas buenas. Quizás no lo que quería, ya que no podíamos hacer más por él, pero al menos le servía. Tenía la oportunidad de hacer lo correcto, no lo hizo... al menos no por el momento.

El antiguo rey de los fantasmas quería llevarnos a su amo como mascotas de guerra, alardeó sobre su privilegiado puesto en el inframundo, me enfurecí aún más y técnicamente le quité su título auto-proclamándome el nuevo rey de los fantasmas.

Dédalo recapacitó al menos un poco y distrajo a los enemigos para que pudiéramos escapar...

Nico recargó la pluma en el papel tres veces de forma pausada sin saber qué más escribir. Las palabras que escribía cada día le parecían más que vacías, sin sentido. Exprimía su cerebro recordando episodios que quería mantener ocultos en lo más profundo posible de su subconsciente, los plasmaba en papel con todo y los pensamientos, emociones, todo lo que podía recordar que sintió.

Y no estaba seguro de qué tan bien le resultaba. Cada vez le costaba aún más dormir sin alguna pesadilla. Le costaba estar sin aquella vocecita en su mente que le recordaba todas las cosas que había hecho y que probablemente pudo hacer mejor. Y cada vez la realidad lo golpeaba más y más fuerte.

Soltó una risita seca mientras paseaba la hoja sobre sus dedos.

¿En qué pensaba al empezar con todo ese... engaño?

Apretó los labios con impotencia y una simple expresión impasible, aunque en sus ojos se hallaba lo que en verdad sentía.

No podía sentirse más idiota. Todo lo que ocurría afuera... tan solo hacía un día y él estaba... ¿escribiendo cartas?

Bajó la cabeza antes de levantarse de la silla, y lo primero que hizo fue patearla hasta que impactó con la pared arruinando la pintura negra. Luego golpeó repetidas veces el escritorio, lanzó todo lo que había encima hacia un lado, descargando lo que quería gritar, como si el ruido que se provocaba por ello representara todo, como si las cosas que caían y se rompían se llevaran lo que lo aquejaba con ellas.

–¿Todo bien? –le sonrió Will desde la camilla en una especie de susurro cansado cuando Nico llegó a la enfermería. Levantó ligeramente las comisuras de sus labios también y se sentó en la orilla del colchón.

–Todo bien, doctor –murmuró lo último con una pizca de burla por la situación en la cual se encontraba.

–¿Seguro? Quizás estoy en cama, pero no estoy incapacitado para hacerte una revisión –le volvió a sonreír y Nico se maravilló con esa expresión alegre en el rostro de Will, a pesar de tener un tono en su piel bastante enfermizo, tener un claro dolor en todas partes y en resumen estar bastante mal, esa sonrisa y el brillo en los irises azules del otro lo embelesaron y por minutos se pudo olvidar de la carta, de sus propios pensamientos y del desastre en su cabaña.

Estiró la mano hasta un basurero cuando el hijo de Apolo se durmió, tirando unos pedacitos de papel roto. No se pudo obligar a sonreír cuando Kayla volvió a revisar la herida en la pierna de Will.

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Hi

Me siento muy mal porque... Creo que han pasado meses desde la última actualización pero here it is... y espero que les guste.

Puede que la última parte no se llegue a entender, pero también puede que algunas personas sí sepan lo que pasa o quizás lo relacionen con... idk, otra historia mía(?

Spoiler? Dónde?

Whatever, ya diré lo que sucede pero en otro capítulo(?

Tengan un buen día, tarde o noche, mi paciente y hermoso lector c:

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