Primera carta.

Querida Bianca:

Supongo que cuando te entreguen esta carta, te dirán quién fue quien te la escribió, Aún así...

Soy Nico.

Ha pasado bastante tiempo hermana.

Últimamente he estado pensando mucho en ti.
Me enteré que quieres renacer, supongo que quiero despedirme. Iría en persona pero aún siendo el rey de los fantasmas, tengo mis límites. (luego lo explicaré)

Por donde empezar, nunca fui, ni seré bueno para estas cosas.

Remotemos en el año 1924 desde el inicio de todo. Cuando nací.

Recuerdo que de bebé siempre se me quedaba grabada tu sonrisa... cariñosa, maternal, reconfortante.

Cuando lloraba me tomabas en brazos y me cantabas una canción de cuna.
No entendía ni la mitad de lo que decías, pero tu voz tenía un efecto calmante en mí, hacía que dejara de llorar en un par de minutos.

¿Como recuerdo todo eso al ser solo un bebé?

La verdad es que no tengo ni la menor idea.
Tal vez una ventajas de ser un semidios.
O tal vez, fue algo muy importante para mí, y mi cerebro lo tomó como un recuerdo que no debía ser olvidado por nada, ni siquiera por el tiempo.

Cuando crecí, ya podía caminar y hablar (o por lo menos lo intentaba) podía entenderte, por lo que me contabas historias. En su mayoría trataban de valientes caballeros que peleaban contra los enemigos más horribles que podían existir, pero a pesar de las dificultades luchaban. Por su pueblo, por su familia, amigos...

Historias sobre la mitología griega. (Que coincidencia ¿no?) Me contabas sobre cómo Hermes le robó el ganado de "vacas sagradas" a Apolo.
Creo que esa historia siempre fue mi preferida. La forma en la que la narrabas, hacía que me retorciera de la risa y quisiera seguir escuchandote.

Más tarde, en mi cumpleaños número... ¿Sabes? La verdad no me recuerdo a que edad fue, pero sé que fue en uno de mis cumpleaños; me regalaste algo que hasta ahora conservo como algo muy importante.

Me regalaste un juego, llamado mitomagia.

Al principio no entendía de que se trataba. Solo sabía que eran cartas y que cada una tenía un dios, monstruo o cualquier ser de la mitología.

Cuando comprendí el juego, me fascinó.

Era relativamente "nuevo" para ser de esa época. El único juego que era con cartas era el poker y el solitario, y eran mayormente para adultos. Alguno otro que fuera con cartas era, por decirlo de alguna manera, "un tabú"

Pasaba mucho tiempo jugando, o simplemente viendo las cartas y las pequeñas estatuas que tenían.

Cuando cumplí los seis años mamá, tú y yo fuimos al Palacio de Dioclesiano. Todo me llamó la atención, desde las estatuas (que las comparaba con las figuritas de mitomagia), hasta la construcción y el idioma.

Habían algunas cosas escritas en latín (no entendía nada) pero también, otras escritas en griego. Me sorprendí al notar que la mayoría de las palabras las había entendido a la perfección, ya sabes, la dislexia no ayuda mucho al inglés (italiano en ese entonces.)

Unos dos años después, mamá, tú y yo, por alguna razón, que en ese momento no entendía, cambiamos de país. De Venecia, Italia a Estados Unidos.

En ese momento creí que era por, no lo sé... Un cambio de país o un viaje en familia, pero descarté esa idea al ver a mamá y a ti, algo nerviosas... Incluso atemorizadas.

Ahora entiendo que fue por la segunda guerra mundial. Tuvimos que huir.

Al llegar, fue... Extraño.

Muchas cosas eran diferentes a como eran en Italia, el idioma, la arquitectura, también la gente, noté que tenían diferentes rasgos físicos, no lo sé. Eran unas facciones más... ¿angulosas? No sé como explicarlo. Pero incluso noté que su ropa era diferente.

Pasó un tiempo, hasta qué llegó el día.
Era de noche, recuerdo que no podía dormir, algunas veces tenía pesadillas, que eran tan reales y horribles, que me despertaba llorando y temblando de miedo.

Pero esa noche me había levantado por voces, una voz femenina, que la reconocí al instante como mamá, y una voz masculina.

Yo conocía esa voz. Cuando era un bebé la había escuchado... Escarbé en mis recuerdos y después de un rato escuchándola la reconocí como la voz de papá.

Decir que me había emocionado solo un pcoo, sería un calificativo nada realista. Estaba rebosando emoción. Quiero decir, ¡era papá! Mamá nos contaba acerca de él a mí y a ti. Decía que era un hombre importante, guapo, gentil... Pero que no podía estar con nosotros por su trabajo (vaya trabajo)

Bajé corriendo las escaleras de la casa y me escondí detrás de una pared, me asomé un poco y vi a un hombre alto, con una gabardina negra, ojos y cabellos del mismo color. Todavía estaba algo lejos para poder escucharlos, pero se notaba que hablaban de algo serio.

Me fui acercando poco a poco, cuando estaba lo suficientemente cerca los escuché con más claridad.

El hombre le decía a mamá que su hermano nos mataría, que estábamos en peligro, pero ella simplemente se limitaba a decir que íbamos a estar bien, que no tenía que preocuparse...

El hombre se veía verdaderamente preocupado, repitiéndole a mamá una y otra vez, que uno de sus hermanos no tendría ningúna piedad. Debíamos huir con él a un lugar llamado "Inframundo"

En este punto, ya no entendía nada. Estaba preocupado, confundido y tenía miedo.

Unos minutos después bajaste las escaleras pero no tan silenciosa como yo, ellos te escucharon y se callaron al instante. Yo salí de mi escondite.

Tú te acercaste, intercambiaste unas palabras con mamá y... Los recuerdos siguen algo borrosos en esta parte, pero sé que pasó muy rápido.

Una luz apareció al lado del hombre, hubieron gritos, un temblor, me tomaste en brazos y corrimos buscando un refugio.

Luego de eso no recuerdo más. Jamás llegué a recuperar esa parte de mi vida. Hades dice que es algo normal...

Después de un día (eso creíamos) despertamos en el pequeño callejón en el que nos metimos, con la diferencia de que no teníamos idea por que estamos ahí, prácticamente no recordamos nada de lo que había pasado hace unos días atrás.

De nuevo, estaba asustado. No entendía nada. Tú te veías igual que yo, pero mantenías la calma, por lo que yo también procuraba mantenerla.

Caminamos un rato, totalmente perdidos, hqdta que se nos acercó un abogado diciendo que venía por parte de la policía, nuestros padres habían muerto y que lo teníamos que acompañar a un lugar seguro.

Le hicimos preguntas al supuesto abogado que solamente respondía con un «no se preocupen, todo estará bien»

No recuerdo que la noticia de nuestros padres muertos nos haya afectado, la verdad, no los recordábamos, no podíamos recordar los buenos momentos de risa, de apoyo y cariño entre los tres (obviamente excluyendo a nuestro padre) Nos limitamos a asentir.

Hicimos un viaje, nos llevó a Washington. Nos establecimos en un pequeño departamento, que era pagado por el "fondo fiduciario" el abogado nos venía a visitar de vez en cuando para ver como estábamos.

Después de unos meses nos inscribió en un internado, nuestra estancia ahí fue por decirlo de alguna forma "normal" nos fuimos acostumbrado al idioma, el ambiente, etcétera.

Tiempo después nos volvió a trasladar, con la diferencia que esa vez, a un hotel de lujo, tenía de todo. Desde comida buffet, hasta una ladera de nieve artificial para hacer snowboard.

El abogado intercambió unas palabras con otro señor, nos dió unas tarjetas "Lotus Cash" nos asignó una habitación y nuestra estancia empezó.

Mentiría si dijera que sospeché o que no me gustó el lugar, en realidad estaba como un niño que había comido miles de barras energéticas con extra azúcar.

La gente de ahí era un poco rara. Quiero decir, se vestían raro, algunas veces se expresaban de forma extraña, como una vez un señor dijo «no me trates de abeitar, niño» según yo, "abeitar" era algo así como... Engañar. Pero se supone que era un expresión antigua, que obviamente ya no se usaba. Aún así me encantaba ese lugar.

A demás, creo que allí surgió mi amor por las cajitas felices del McDonal's. Recuerdo que tu siempre me decías lo poco saludable de esa comida, que debía ingerir más cereal, más verduras, frutas, cosas sanas...

Yo solo te escuchaba y asentía pero siempre terminaba comiedo las cajitas felices. ¡Lo siento! ¡Pero son exquisitas!

Todas las noches en el casino me cantabas una canción de cuna, la identificaba bastante bien por ser la que me cantabas cuando era un bebé.

Por los Dioses... Como adoraba esa canción. La manera en la que la recitabas era... Simplemente mágica. Tan cargada de sentimientos, cariño, un toque maternal. Claro, después de la muerte de mamá, también se escuchaba cierta nostalgia en tu voz, creo que por no extrañarla, no era un secreto para mí tu tristeza cuando yo no veía, a veces se te escapaban un par de lágrimas cuando se supone que estaba dormido, te angustiaba saber por qué no recordábamos nada, te sentías una persona horrible por no sentir aprecio por quien nos dio la vida. No te culpo, la verdad.

También me la cantabas cuando me despertaba en la noche con pesadillas, con tan solo escucharte me calmaba. Y a pesar de la angustia sobre volver a soñar, me quedaba dormido, con la diferencia de que esta vez soñaba cosas bonitas.

Aproximadamente un mes después (según nosotros), el abogado volvió, nos dijo que era tiempo de irnos.

Cuando salimos mi confusión extrema volvió.

Habían unas cosas por las calles,que las reconocí como autos, pero no eran nada parecidos a los que yo había visto. ¡La arquitectura también había cambiado! En lugar de edificios pequeños, ahora había unos edificios enormes. Me pregunté a mí mismo si en realidad habíamos estado un mes en ese maravilloso hotel.

El abogado nos llevó a una escuela militar. Ese tiempo también fue normal, nos costó menos adaptarnos por que ya habíamos aprendido el idioma casi a la perfección.

Hasta el día de la fiesta. Yo jugaba con mis cartas de mitomagia, tú observabas todo, yo sabía que también estabas confundida pero no lo demostrabas, probablemente para no asustarme más.

El Doctor Espino nos miraba desde lejos, él siempre nos miraba raro, a veces, cuando le dirigía una mirada, el esbozaba una sonrisa, que podría llegar a ser macabra, generalmente desviaba la vista rápido.

De repente unos chicos entraron al patio dónde estábamos, se notaba que ellos no eran del internado. Primero por que lucían algo perdidos, pero también parecía que estaban buscando algo, o más bien a alguien. Noté que el Dr. Espino los miraba con recelo, como si ya se conocieran y no se llevaran bien.

Una chica rubia nos miró, sus ojos grises nos examinaron por unos segundos, después discretamente comenzó a decirles algo a los tres chicos junto a ella.

Eché un vistazo hacia el Dr. Espino, pero él ya se había ido. Por unos segundos me sentí aliviado, hasta que apareció de la nada al lado nuestro y nos indicó que lo siguieramos.

Te miré buscando alguna señal de que no quisieras ir, y claro que la encontré, tú tampoco le tenías confianza, pero aún así lo seguimos.

Entramos al patio principal, que por alguna razón estaba totalmente vacío por excepción de nosotros.

El Doctor Espino comenzó a caminar en círculos alrededor nuestro, como un buitre que espera a que su víctima muera. Hasta que se detuvo y nos miró fijamente. De un momento a otro se convirtió en una criatura espantosa. Tenía garras, dientes enormes, muchas cosas que simplemente hizo que entraramos en pánico.

Esa cosa iba a atacarnos pero, la puerta del patio se abrió estrepitosamente dejando ver al chico que habíamos visto antes, esta vez blandía una espada.

Me sentí tan aliviado de que alguien viniera a nuestro rescate, que estuve a punto de lanzarme a los brazos de ese chico que realmente me llamó la atención, cabello negro despeinado, vestía una camisa naranja y un pantalón azul marino, pero creo que lo que en realidad me llamo la atención fueron sus ojos color del mar. Verdes, sin duda, pero también había unos toques azules, Sin duda hermosos...

Entonces el antiguo Dr. Espino y el chico comenzaron a pelear.

(Se acabó la hoja, para escribir... te enviaré otra carta lo más pronto posible. Por favor, espera mis siguientes cartas...)

P.D: Las "políticas" del inframundo no me dejan mandarte más de una cosa (carta en este caso) a la vez... (Sí, aunque no lo creas existen políticas)

Ti amo.

Nico

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