〔 O8 〕Especial 3K
Elay Skene, su nombre parecía ser tan cual de un dibujo animado aquello la tentaba a ser diferente de lo que se pensaba de él. Quería ser algún día un héroe, o tal vez un buen pastelero como su madre, o tal vez el mejor guerrero omega de la manada de Alemania o tal vez en España. No estaba muy seguro donde se quedaría en su futuro, debido a que sus padres no se decidían por un mismo lugar, siempre que sus trabajos les permitiesen, viajaban de Alemania a España o viceversa, o cuando menos se esperaba decidían ir a Forks donde al parecer los abuelos paternos alguna vez fueron de esas tierras. Aunque aún no conocía aquel pueblo le daba curiosidad, algo en el se removía inquieto. Sin embargo, en aquella oportunidad, habían estado muy tensos, bueno toda la manada estaba así. Había escuchado que una familia de la realeza estaba en las tierras, y era por un motivo especial, chismoseaban pero no decían de qué en especial, todo se debía a una magestuosa mujer de cabellos negros y que tenía mirada de cuidado. Hasta él, que en ese entonces sólo tenía ocho años sabía que sí de algo que esa mujer que se hacía respetar con una mirada grácil era porque había algo realmente importante por el cual hacerlo, era como si fuera un Presquebu para su ser espiritual y externo, mas nunca lo había sentido ni hablado de algo similar, después de todo su familia no era popular. No eran parte de los altos mandos de la manada, su padre había sido beta si, pero por una guerra que lo dejó mal herido nunca pudo volver al lado del alfa, debido a que mamá no lo quería perder.
Y desde que el nació omega sus padres se tranquilizaron un poco, decían que esa vida era sedentaria que era tediosa por las miradas que menosprecian al rango del lobo, pero que por suerte el alfa trataba a los mismos como un igual en la manada. Sin embargo, siempre había sido un niño no muy fuerte en fuerza física, no tenía presencia y terminaba tirado al suelo porque alguno de la manada no lo sentía cerca, era básicamente como un pelo de león lo veían pero no lo sentían del todo solo hasta que este los tocase. Por eso, siempre que iba a las escuelas, los niños se burlaban de él, por su poca presencia o porque le costaba el idioma, después de todo no podía aprenderse muy bien dos idiomas cuando iban viajando cada dos meses a cualquier sitio.
Elay, era fuerte en mente, el coraje surgía cuando algo peor ocurría a quienes no se merecían, su valentía aparecía cuando menos se lo esperaba y sus ojos hermosos eran imponentes cuando su determinación salía a flote. Claramente, aquello no salía cuando quería, por ende, siempre regresaba con raspones por algunos niños que no aceptaban muy bien a un omega entre los suyos. Muy a pesar de que nunca pudo evitar tras tanto dolor y desprecio recibido sin motivo, se levantaba y lograba llegar a los brazos de su nana y en el peor de los casos, el alfa lo encontraba herido -independientemente de que su luna fuera la nana o bien de que quisiera hablar de algunos temas con su padre-, el Alfa Bairon al verlo tan herido y sentir la tristeza de su luna era como un puñal que por mas que el diera súplicas de que estaba bien, el alfa gruñía y se retiraba directamente a solucionar el problema. Por el lado de la Luna Lele, era su misión cuidarlo y sanar esas heridas leves en sus rodilla, rostro o costillas, ella siempre le decía: "Mi alfa no permitirá esto en la manada, ya no es tiempo para ser retrógrada de mente. Si el elegido viera esas mentes, todos estaríamos perdidos y sin salvación. Es por eso que, Bairon busca que desde la raíz recapaciten, pequeño Elay". Sin dudas, aquellas palabras siempre fueron por las que admiró a su alfa, nunca había hecho algo para que lo llegara a Odiar ni faltar respeto, aunque los métodos que tenía para quitar esas injusticias fueran muy espeluznantes, los niños que sobrevivían al 'pequeño' escarmiento decían que había un animal el cual debían de todos todos miedo, y bueno poco después se supo que ese era las arañas. Aunque algunos sólo debían cambiar su actitud y comportamiento con los omegas ya sea por miedo al escarmiento de llegar consigo una araña en la mochila, o bien pasar por la desagradable vista de una araña siendo abierta, y observar los órganos que la misma poseía, eran cosas curiosas no eran demasiado para temer pero si eran severas. Así es como el Alfa Bairon lograba recapacitar a los niños ante la mente retrógrada que tenía hacía los omegas.
Pero en fin, aquel día en la escuela se sentía tensa, no sabía si era por lo normal de ver cómo gente se sentía resentido por haber sido reprimido pó el Alfa, o bien, porque él seguía entre los suyos. Sin embargo, su rostro de confusión cambió al ver un rostro distinto, diferente a todas las que había visto en su corta existencia. Una niña de aproximados 9-10 se encontraba caminando por los pasillos, el aroma que tenía era extraño, no parecía el de un alfa normal pero su atención radicaba en su melena tan albina, junto con esos ojos que por alguna razón no se encontraban con los suyos, estaba con la cabeza gacha mientras iba despreocupada a la clase de quinto grado, mientras que el iba recién dos años menores, en tercero. Era hermosa, era como la luna más bella. Su caminar tranquilo era admirable y se la veía despreocupada, aunque en cuanto entró a la clase la haya perdido de vista.
Aunque los murmullos no se hicieron esperar, la conmoción en los niños tampoco se hizo esperar:
—Es la niña más bonita que he visto.
—Es rara, no lleva el uniforme de niñas.
—Sus ojos son del color del cielo, ¡vaya!
Elay en aquel tiempo tan solo suspiró y retomó su trayecto a sus clases, no fue hasta dentro de tres o cuatro horas en el receso, que escuchó la conoció en cuanto iba al baño. Y lo que escucho fue intensificando una molestia en su cuerpo, sus dientes empezaban a doler debido a que su mandíbula parecía tensarse.
—Era linda, pero ya veo que no. Ugh.
—Ugh, ¿eres un niño o niña?
—¿Qué eres? ¿Un homunculo?
—¿Se ha equivocado de baño?
El montón de susurro que los escuchaba perfectamente por tener sus sentidos empezar a agilizar se, lo empezaban a incomodar. Se acercó hasta el pequeño grupo de siete a ocho chicos, y con una pequeña ración de valentía los empujó, como se enterara que estuvieran molestando a otro omega se iban a enterar por el de una buena colleja.
—¿Pero que os está pasando a vosotros? —dijo fuerte y claro en español—Como me enteré que estais haciendo de las suyas yo... —pero sus palabras cambiaban más por palabras dicha en español por el alemán en aquel pequeño, de acento aleman dominante pero con expresión puramente española.
Aún no maneja bien por cual idioma defenderse mejor, sin embargo, sus palabras se quedaron muchas al ver aquella cabellera blanca que había visto a primeras horas terminar lo que todos los niños iban al baño, escuchar perfectamente cómo orinaba como cualquiera de ellos y terminaba, para luego limpiar con cuidado con un poco de papel en mano e higienizarse perfectamente, resguardando su pene como cualquiera, sin embargo al darse la vuelta la expresión seria de la evidente extranjera debido a su palidez, lo hizo tragar saliva.
—No importa lo que sea yo. Pero adelante hagan sus necesidades, que yo me retir-... —iba diciendo en un perfecto deje de suavidad pero frialdad inmaculado, como si un escudo de nieve la protegiera pero su voz se cortó porque un niño al verla así fue rápidamente al inodoro y dio paso al vómito. —¿te encuentras bien?
Elay al ver aquello su nariz se arrugó, en signo de confusión, era la primera vez que notaba una niña así. Pero era como ellos así que no era mal de tener un poco de... ¿Compañía femenina? En el baño.
—No te hagas, no ves que hasta el te tiene asco. Eres solo una cara bonita pero también eres un bicho como este omega —dijo un niño entrando en el baño con una mueca de suma repulsión.
Elay tan solo se tenso al escucharlo, era uno de esos bullys que lo molestaban a diario.
—D-dejala tranquila, Octavio.
—¿Ah? Já, un ômega quiere defender a otro bicho como él. —dice el niño castaño de ojos castaños, de piel clara pero ropa bien plantachada y de postura soberbia.
—Es una niña, mucho mayor que tu y yo, además es mujer, debes respetarla. —anunció con valentía Elay, aun si estuviera temblando.
Los principios que sus padres, sus alas y nana siempre daban, empezaba a dar frutos. Sin embargo, un empujon fuerte lo mando a chocar con una pared del baño y el quejido de dolor no lo pudo amortiguar.
—Cállate, omega. —espetó Octavio.
Sin embargo, un gruñido se escuchó.
Y Octavio percibió el ambiente del baño frío, y pequeñas gotas de nieve empezar a caer dentro, pero al darse la vuelta solo encontró la mirada de la niña albina acuosa.
—¡Eres un niño malo! Un omega no es malo, los niños como tu... Son repugnantes. —la voz inglesa total en el acento, bastante ronca y las lágrimas empezando a caer fueron las que iniciaron la lluvia de nieve, empezando a congelar el lugar.
—¡Cállate! No soy repugnante, soy lindo, soy un niño y... Y... Tu... Tu... Tu solo eres monstruo que se quiere parecer a nosotros —aquellas palabras eran dignas de enojo, de vergüenza y pena, dichas por Octavio.
Elay con un dolor punzante en la nuca y espalda pero que por algún motivo pudiera aún estar consciente con tan tremendo empujon, pudo notar como los niños iban congelandose y sintiendo frío, mientras que para él, la sensación era distinta, no era fría era amena, como si lo quisiera cuidar y sanar, aunque cuando se despistó en admirar tal detalle escuchó un jadeo grupal al ver como Octavio tenía del cabello a la niña nueva.
—¡No!—aquello le dio tanto impresión que horrorizado fue hacia allí mareado y todo, intentando empujar a Octavio.
Nadie hacia nada. Nádia podía moverse por el hielo, y nadie previó que el golpe que ahora Octavio fuera una patada directo a su estómago, sacándole el aire, se sentía un inútil. Quería cuidarla, quería cuidarlo de su bully pero no era nadie.
—Shht, las niñas deben ser sumisos y débiles como los... Om... ¡Auch! —gritó Octavio al sentir una mordida y rasguño en su mano. —¡Eres una salvaje!
—Los niños como tu, no verán la salvación, recapacita o morirás. Pide perdón, si quieres vivir.
La voz de la niña albina sonaba ronca, seria y antigua, como si estuviera sacada de los cuentos de hadas, sin embargo, empezó a hacer más frío y en cuanto menos pudo prever, sintió como su mano era entrelazada con unas suaves y delgadas manos blancas. Al abrir los ojos vio como él niño temeroso perdía perdón, parecía enfermo y poco después fue directo a vomitar, parecía haber visto a la muerte y al cuco.
—¿Qué..?
—Te encontré, ahora descansa. Arreglaré lo que hice aquí.
—¡NO! ¡Me niego a dejarte sola!
La albina tan solo sonrío dulcemente, y le acaricio su nuca, lo acunó en su regazo y se quedó quieta, frunciendo su ceño luego de un tiempo. El ambiente nevado que se había acumulado en el baño había dejado fríos pero no congelados totalmente a los niños, estos ya estaban moqueando y con estornudos. La puerta se abrió de golpe dejando ver al alfa Bairon que se encontraba totalmente sudado, agitado y la mirada era suma preocupación pero al ver ese libro dorado en pigmentos pequeños en la mirada de la albina supo que debió pasar algo. Octavio salió y cayó rendido de rodilla frente a su alfa.
—Perdón... Alfa... Perdón por lastimarla... Cureme... N-no no quiero morir —dijo con lágrimas y arrepentido Octavio mientras veía la mordida en su mano derecha.
Al alfa Bairon perdió un poco color, sabía que este niño era un buscaproblemas pero no que haría aquello frente a la nueva.
—Veo arrepentimiento. Lo huelo. ¿Lo perdonaras? —preguntó ignorando al lloroso cachorro frente a él, pero mirando a la albina.
—Lastimó a mí soulmate.
El Alfa Bairon y Elay conectaron las miradas por unos breves momentos antes de que el niño cediera al cansancio que lo carcomia, sin embargo sólo se aferraba débilmente a la albina, no queriendo alejarse de ella, lo sentía, se sentía en casa y quería protegerla. Pero tras aquel pequeño gesto el hielo, la nieve y escarcha se iba derritiendo la mirada de ternura en la albina había logrado obtener tras esa acción.
—Elay Skene, es tu soulmate.
—Si. Y lo perdonaré solo porque me ayudó a encontrarlo. A la próxima, por más Yin que sea, no podré salvarlo del otro lado.
—Lo entiendo, y mil perdone señorita Leongina Ginonix.
Y tras aquellas palabras su consciente del pequeño Elay sucumbió a la oscuridad del desmayo. Lo único que Elay recuerda de aquel primer encuentro, fue que despertó en el hospital, y los Reyes de Forks, lo miraban como si fuera el milagro que tanto habían esperado ver.
Ese fue el primer encuentro, no entendía aún que significaba para aquel entonces ser el soulmate de la albina, que ahora sabía que era la realeza, pero si su vida dependía de que ella estuviera en equilibrio, nunca dejaría de estar a su lado.
Nunca la dejaría sola. Era una promesa.
#muchas gracias por tanto apoyo, me alegra mucho cuando cada vez noto vistas y votos, o comentarios. Al principio me dio miedo con esta historia, pero creo que como ven cada vez se descubren más secretos del pasado.
Publicada: 8 de enero de 2022
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