Parte única.


Un nuevo día amanecía. Sobre esas horas, la casa de los Watson era inundada por los llantos de la pequeña bebé que pedía atención de sus padres, pero aquel día, la casa se encontraba sumida en un inusual silencio.
Los Watson, cuando fueron a la habitación de la bebé, encontraron la cuna vacía con una pequeña tarjeta donde escritas estaban las inconfundibles iniciales del enemigo de Sherlock, por lo que Mary y John no perdieron más tiempo y se apresuraron a ir a Baker Street para pedirle ayuda al detective.

—¡Sherlock! —gritó con cierto tono de desesperación John mientras entraba en el departamento.— Nuestra hija. Han secuestrado a nuestra hija.

En el departamento, Sherlock se encontraba quieto ignorando todo a su alrededor, pero al oír lejanamente lo que había dicho John, se estiró rápidamente ignorando él hecho de que estaba desnudo y únicamente tenía una sabana blanca cubriendo su cuerpo.

—Repitelo todo. —dijo Sherlock con el corazón ligeramente acelerado.

—Nuestra hija ha desaparecido, Sherlock. — repitió John bastante impaciente.

Mary sacó con torpeza de su bolso la tarjeta que había dejado el enemigo de Sherlock y se la mostró a este.

—Moriarty, él es quien se ha llevado a nuestra hija. Por eso te pedimos ayuda. —habló esta vez Mary. Era quien más preocupada estaba.

John Watson no podría adivinar que es lo que ocurría por la cabeza de su mejor amigo. Sherlock preguntó a Mary a que hora fue la última vez que pudo oír llorar, pero no logro sacar ninguna deducción de su repuesta, su mente estaba saturada tal vez algunas dosis de cocaína lo harían pensar mejor. Descarto la idea.

No solo secuestraron a la pequeña y dulce niña, sino que él encargado había sido James Moriarty, su enemigo, su nemesis. Habrían logrado ser grandes amigos o tal vez más, si no fuera por él hecho de que él era un psicópata, y un sociopata juntado con  un psicópata como ellos harían explotar el mundo.

—¡Por una maldita vez! ¿Puedes decirnos algo sobre nuestra hija y dejar de pensar en ti solo un momento? —gritó John cansado de la actitud de su amigo.

—Lo siento John...

Mary, al ver que Sherlock tardaría en ayudarles, comenzó a pensar en soluciones. Se acordó de que su hija llevaba puesto un chip localizador por si algo ocurría.

—¡John, ya se como encontrarla! —Rápidamente sacó su móvil y buscó varias cosas en él.— ¿Te acuerdas del chip que le pusimos? Dice que nuestra hija está aquí. —Explicó mientras le mostraba el móvil a su esposo.

El mapa que había en la pantalla indicaba que su hija estaba en la pista de despegue y aterrizaje del aeropuerto.

Nada más escuchar a Mary, John recogió sus cosas y salió junto a ella del departamento, sin esperar a Sherlock. Mary, a pesar de que estaba bastante angustiada, también se preocupaba por Sherlock así que de ida le envió la dirección.
Sherlock se vistió en un santiamén, tomo su saco y bajo, saliendo a la acera ni bien extendió su mano un taxi se estacionó frente a él. Sherlock le dio la dirección al conductor y le ofreció pagar más si es que se apresuraba.
El detective consultor suspiró frustado; la única persona que podía lograr frustrarlo tanto era Moriarty.

Al llegar a la dirección, pagó al taxista y bajó, se sorprendió al ver donde se hallaba..
En la pista de despegue únicamente se encontraba un avión de tamaño pequeño, la puerta de dicho avión se encontraba abierta, y según más cerca estuvieras, los llantos de la bebé se escuchaban con mayor intensidad. Sherlock analizó todo él escenario; podría jurar que lejanamente oía la canción Stayn Alive, algo tan típico de James.
Luego de analizar sus posibilades subio al Jet, quería sostener a la pequeña Watson y consolarla, y sobre todo, ganar él juego que desde hace mucho tiempo había empezado entre ambos genios.

Al estar dentro, distinguió él llanto de la niña más hacia él fondo. No dudó en caminar hacia esa dirección, hasta que se dio cuenta de todo; John y Mary habían salido unos 20 minutos antes que Sherlock, entonces deberían haber llegado antes junto a su hija.

Ya era muy tarde. Sintió como le clavaban una aguja en el cuello, atontando sus sentidos inmediatamente. Una caliente respiración en su cuello hizo que a Sherlock se le erizara la piel.

—¿Me extrañaste?

[...]

Al cabo de varias horas, el Jet llegó a una isla en mitad del mar en la cuál se encontraba una gran edificación que se asemejaba a una cárcel de alta seguridad.
Moriarty, con la ayuda del piloto del avión, bajaron a Sherlock, John y Mary, y les llevaron al interior de aquel extraño lugar. El criminal consultor encerró a los tres en una sala, la cuál tenía una pared de vidrio acorazado para poder ver el interior de esta; en un lateral de la sala, se encontraba una puerta cerrada con llave.

Pasaron varios minutos cuando John, Mary y Sherlock iban despertando.
John quien estaba mas desesperado, trato de quitarse sus ataduras pero le fue imposible, Mary se encontraba hecha un ovillo cerca de Sherlock y este se encontraba quieto, pensando y calculando como podría salir de esta.

No solo sus vidas estaban en peligro, sino también de la pequeña Rossie.

Los llantos de la bebé volvieron a hacerse presentes, esta vez provenían del interior de la puerta que había en el lateral de la sala.

—ROSSIE —Gritó Mary, con las lágrimas bajándole como cascadas.

Sherlock llegó hasta donde estaba John, y le pidió que le extendiera la mano. Sherlock pudo con movimientos hábiles desatar la mano de John y luego este la de Sherlock.

John se acerco a su esposa tratando de consolarla.

—El juego es solo conmigo Moriarty, los Watson no tienen porque estar aqui.

En aquel momento, la inconfundible canción Stayin Alive de los Bee Gees comenzó a sonar por todo el edificio y los llantos de la pequeña bebé dejaron de escucharse. Seguía sin haber rastro de Moriarty en aquel lugar.

Aquella música hizo recordar a Sherlock ese día en la azotea del hospital; cuándo se sintió tan impotente por querer salvar a sus cercanos. Ahora volvía a ser igual.

—¿Porque no vienes aquí y hablamos?

John se sorprendió ante la actitud de su amigo, ¿desde cuando Sherlock se había vuelto tan...? No sabia como describirlo.
Él único que podría lograr hacer comportar asi al detective era James Moriarty.

En el exterior de la sala donde se encontraban Sherlock, John y Mary, una puerta se abrió; por aquella puerta entró el criminal consultor cargando en brazos a la bebé, la cuál ahora se encontraba más calmada.

—¡Suelta a mi hija maldito! —Gritó furioso John.

Mary seguía llorando, con unas ganas incontrolables de querer abrazar a su pequeña hija, pero no era estúpida, las cosas no serían tan fáciles con Moriarty.

Sherlock observó detalladamente a Moriarty quien traía un elegante traje y se veía mas vanidoso de lo normal. Sus miradas se encontraron, ambas desafiantes, y una más burlona que otra.

El detective habló con voz grave.

—Juguemos entonces .

Luego miró a su querido compañero, Watson y le susurró:

—El juego ha comenzado.

—Vamos a divertirnos, pequeña Watson. —le habló Moriarty a la bebé.

Seguidamente, sacó un pequeño mando con varios botones y se lo entregó a la pequeña Rossie, la bebé curiosa, comenzó a presionar los botones. Uno de los botones que presionó, hizo activar un gas que comenzó a salir de los conductos de ventilación.

—La bebé acaba de activar un gas mortal que acabará con vosotros en cuestión de tiempo. Más os vale daros prisa en hallar la salida de este laberinto. —Explicó el criminal.

Al ver que James volvía a salir con la pequeña Rossie, los tres se apresuraron a perseguir al criminal consultor.

Al salir de la celda, un grupo de hombres los esperaba impidiéndoles el paso, estos tenían puestos máscaras de gas, así que no se verían afectados. John fue el primero en atacar, sus técnicas de lucha estaban algo oxidadas, pero eso no impidió que derribara a algunos, Sherlock quien era bastante rápido y captaba sus patrones de movimientos y consiguió noquear como a 12 hombres, y Mary, quien era bastante diestra a la hora de luchar no se quedo atrás.
La rubia quitó las marcarás de gas y se las lanzo a Sherlock y a su esposo.

—Nos darán algo de tiempo, pero no tanto, ya están dañadas.

Los tres corrieron encontrándose con un pasillo que se dividía en dos. Sherlock se detuvo y analizo todo.

—Es una trampa. —dijo él detective.—Debemos regresar a la celda.

—¿Estas demente Sherlock? —gritó John bastante furioso a su mejor amigo.

—El sabe lo que hace. —dijo Mary, confiando ciegamente en Sherlock.

Todos volvieron a la celda, Sherlock se adelantó y estiró una trampilla que se encontraba en el techo. La primera en subir fue Mary, luego John.

—Él patrón de estos conductos siempre suelen ser los mismo, si es así encontrarás la salida si sigues todo él camino por la derecha. Nos encontraremos, tengo que ir por Rossie.

—S-Sherlock.. —Volvió a desesperarse Mary.

—Nos encontraremos, te lo prometo.

—No volveré a perderte Sherlock. —dijo John.

—No esta vez, ya vayanse. —y luego de darle un último vistazo, salió en dirección hacia la izquierda.

Luego de poder atravesar a todos los hombres, llego a una pequeña sala, donde Moriarty lo estaba esperando.
Aquella sala se encontraba aislada, por lo que el gas no pudo entrar en ella. Moriarty se encontraba en medio de la sala, cargando nuevamente a la pequeña Watson, la cuál volvía a llorar por la ausencia de sus padres.

Sherlock fijó su vista en James y luego en Rossie, los Watson había pasado tanto ya. Esto ya debía de terminar.

—Dejalos ir, yo jugaré contigo. Pero dejalos ir

—Oh, que conmovedor. Sherlock Holmes preocupándose por sus "amigos". —Dijo el criminal con un tono de burla.

Ahora ya no le servían para nada, podría liberar a los Watson; había conseguido su propósito, retener a Sherlock en aquél lugar.

De la puerta trasera, entró otro hombre a la sala.

—Entregales la bebé a los Watson y llevales a su casa; recuerda lo planeado, la inyección. —le dijo Moriarty a aquel hombre.

Él hombre asintió y salió de la sala.
Sherlock sintió un leve escalofrío al ver a Moriarty acercarse a él, ignoró los pensamientos que lo azotaban.

—¿A que inyección te refieres?

James se acercó tanto como pudo, quedando a centímetros de Sherlock.

—A una que hará que los Watson no recuerden lo que ha sucedido. Y en cuanto a ti, los Watson creerán que has vuelto a desaparecer, como sueles acostumbrar a hacer...

"Maldición", pensó Sherlock. Pero era lo mejor.

—¿No pararás hasta que uno de nosotros muera verdad? —Preguntó Sherlock, mirando los divertidos ojos de James, que lo miraban burlonamente, retándolo a jugar.

Moriarty sonrió divertido y colocó una de sus manos en la cintura del más alto, mientras que la otra mano, la colocó en la mejilla, donde comenzó a mover la mano suavemente, proporcionándole al detective leves caricias.

—Morir no es el término que preferiría usar... —En aquél instante, el agarre de Moriarty tanto en la cintura como en la mejilla de Sherlock, aumentaron.— Oh, Sherlock.. Quiero arruinarte la vida. Quiero hacerte caer, hacerte caer ante mi.

Nada más terminar de decir aquello, Moriarty le inyectó otra sustancia a Sherlock, haciéndole dormir.
La cabeza le pesaba a Sherlock; se encontraba en una especie de habitación, no era incómoda y obviamente estaba cerrada.
Los recuerdos de lo que le dijo e hizo Moriarty lo atormentaron.

No lo quería matar, eso era obvio. Se aburriría si así fuera. Pero ¿Cual era él significado de sus palabras? No lograba comprenderlo.

Medito a la orilla de la cama, queriendo ir a su palacio mental, pero todo le llevaba a las caricias de James. Le producía una sensación algo extraña, diferente a lo que había sentido con Irene Adler.

Otra vez llego a la conclusión que ese hombre lo descolocaba por completo.

Miró hacia la puerta que estaba siendo abierta en ese momento.
Por la puerta entró nuevamente Moriarty, cerró la puerta con seguro y se dirigió hacia Sherlock, deteniéndose frente a él.

—Hola de nuevo, Sherlock. ¿Dormiste bien?

Un gruñido fue la respuesta de Sherlock. James sonrió burlonamente.

—¿Que es lo que quieres?

Moriarty se sentó a horcajadas sobre las piernas de Sherlock y colocó sus manos sobre los hombros de él.

—Sherlock, me aburro. —Dijo en tono infantil, haciendo un puchero con los labios.

Sherlock lo analizó, esta vez Jim iba vestido con ropa mas casual. Con esa sonrisa burlona, que te hacía creer que tenia el mundo bajo sus pies, todo menos a Sherlock.

Él detective consultor tuvo una idea; era algo morbosa pero necesaria.
Sherlock acerco más su rostro al del criminal consultor, regalándole una media sonrisa.

—¿Quieres jugar? —dijo con la voz ronca.

Moriarty sabía lo que Sherlock intentaba hacer, no iba a caer en aquel juego. Pero decidió seguir con el juego para ver lo que haría el detective.

—¿A qué? —dijo interesado.

Sus narices se rozaban. Sherlock pensó que si ya lo hizo con Janine, podría volver a hacerlo con Jim.

Pero esto era jodidamente distinto. Realmente existía otras formas de salir de ahí, pero su mente solo aceptaba ese modo.

—A lo que tú digas.. —murmuró el detective, cortando ya toda la distancia entre ellos.

"¿Quería seguir con aquel juego?", pensó James.
Le encantaría, pero quería ver a Sherlock caer poco a poco, y seguir con aquello no funcionaría.

Moriarty mordió con fuerza el labio inferior de Sherlock, llegando a hacer una pequeña herida, seguidamente se separó de los labios del detective y rió levemente.

—No pensé que llegarías hasta este punto, Sherlock.

Se levantó del regazo del detective, y negando con la cabeza, salió de la sala.

Idiota, estúpido, idiota, estúpido

Era lo único que la mente de Sherlock le gritaba. Era del demonio. James Moriarty del quien estaba hablando, él pensaba como él. Era obvio que no iba a caer. ¿Por qué lo hizo?

Necesitaba a John en estos momentos, él le hacia ver las cosas de un modo diferente. Pero estaba decidido. Tenía que cumplir esa promesa a John, no lo abandonaría de nuevo.
Saldría de ahí.

Los días pasaron, las visitas de Moriarty a Sherlock se hicieron continuas; el criminal seguía con su plan, hacer caer a Sherlock, y poco a poco lo iba consiguiendo.

[...]

Era de noche. Moriarty comenzaba a aburrirse, era siempre lo mismo; visitar a Sherlock y luego vigilarle por las cámaras. Lo más seguro es que Sherlock estuviese igual o más aburrido que el criminal.

Sherlock observó detalladamente la habitación por décima vez; una cama de dos plazas, un armario, y una mesilla de luz, al costado había una puerta. Entró por la puerta, la cual llevaba al baño, tardó unos minutos en despojarse de su ropa y tomarse un baño.

Luego de salir se recostó. La frase "morir de aburrimiento" era poco para describir lo que Sherlock Holmes sentía en esos momentos. No tenía hambre. Como siempre, él no solía comer durante los casos, y este era para él como uno.

Luego de unos minutos ya no aguantó más, estaba hiperventilando, nesecitaba hacer algo.

—Dijiste que no pensaste que llegaría a este punto. —dijo mirando a la cámara que ya había pillado desde hace días.— Pero tú también superaste límites, traerme a mí sin ningún motivo, dejar a John y a su familia ir sin más. Tienes un capricho humano Moriarty. Ahora estas a la misma altura que Adler. Creí que nos parecíamos, pero me temo que me equivoqué.

Moriarty volvió a entrar a la sala donde se encontraba el detective. No le había gustado para nada aquella comparación con Irene Adler, y se lo iba a demostrar.

El criminal consultor se acercó a Sherlock y de un movimiento brusco, agarró la barbilla de este.
Atrajo el rostro del detective al suyo para así poder besarle.

—Efectivamente, Sherlock. Tengo un capricho humano, pero si no me equivoco, tú también lo tienes. —Dijo observándole fijamente mientras delineaba los labios de Sherlock con su pulgar.

Puerta abierta, golpe en él costado, aproximadamente 20 empleados, robar un teléfono y contactar a Mycroft.

Tantas formas de la cual podía escapar, pero no quería alejarse.

"Idiota, estúpido", volvía a gritarle su subconsciente.

Pero James Moriarty no se equivocaba, Sherlock tenía un terrible capricho humano con el criminal consultor. Pero no quería deshacerse de él, era una parte complementaria, una que lo llevaba a la extrema locura.

—Me temo que en este este juego ha ocurrido un empate.. —dijo burlón Sherlock acercándose peligrosamente.
— Pero por primera estoy conforme con eso.

Sonrió satisfecho ante la respuesta de Sherlock y se acercó también a él.

—¿Ah si..?

Colocó sus manos en el cuello de Sherlock y nuevamente, volvió a besarle. Tras unos segundos, se separó de Sherlock y se dirigió hacia la puerta.

—Vete... —Dijo mientras abría la puerta.

[...]

Pasaron dos meses desde James le dejó salir de aquél lugar. Dos meses en los que no supo nada de Moriarty.

Sherlock y John se encontraban junto a Lestrade observando el cuerpo sin vida de un hombre.

—Es obvio que lo mato el amante de su esposa, si se fijan.. —dijo por enésima vez Anderson, intentando deducir como Sherlock, fallando horriblemente en él intento.

AH HA HA HA STAYING ALIVE.

John, Lestrade y Anderson se miraron confundidos entre ellos y más confundidos quedaron cuando Sherlock cogió móvil, desbloqueandolo y contestando él mensaje que le había llegado.

—¿Quién demonios tiene esa música como tono de mensajes? —preguntó Lestrade.

Sherlock Holmes ignoró monumentalmente a los 3 hombres y salió con una sonrisa de la habitación.

—¡Sherlock! ¿Qué pasa con él caso? — Grito John.

—Fue él hijo, aprende a observar. — También grito desde las escaleras.

En 15 minutos, Sherlock ya se encontraba en Baker Street, entrando a su departamento y cerrando con llave para evitar que la Sra. Hudson los interrumpiera.

Moriarty se encontraba sentado en el sillón de Sherlock, y al verle entrar al apartamento, sonrió de lado.

—¿Me extrañaste?

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