Capítulo 1.-Cambio inesperado.

El reino de Soleil, un reino comerciante, caracterizado por el enorme crecimiento económico que tuvo en las últimas decadas, simbolo de prosperidad desde que el actual rey asumió: Evan de Soleil.

Soleil, el reino más grande y próspero del mundo, conocido por todos como el reino de oro y poseedor de un poderoso ejército propio.

En una de las torres del castillo, bajo la atenta mirada de varios guardias y sirvientas, ocurre una escena que ya les es familiar.

El héroe de otro mundo, Moisés, un joven invocado para traer la salvación ante un futuro gran desastre, es fácilmente eludido por su maestro.

Elias Asmoth, un joven que vino de un orfanato a las afueras de la ciudad y que arrasó con todas las expectativas, convirtiéndose en tiempo record en el más fuerte y segundo al mando de las fuerzas militares del reino, sólo debajo del gran estratega.

-Hey, levanta la guardia.

Elias lanzó una patada que Moisés trató de bloquear con su espada de madera, pero terminó por ceder ante la fuerza del impacto, y pronto Moisés volvió a dejar una marca más en la pared.

-Realmente has mejorado comenta Elías sin siquiera haber empezado a sudar.

-Si no fueras tú quién me lo dice, me sentiría ofendido -dijo Moisés teniendo dificultades para ponerse de pie.

-La fuerza no lo es todo en un combate, y menos en la guerra... eso es lo que no entienden los nobles, no necesitas un estilo, sino saber usar efectivamente tus herramientas -dice Elías palmeando la pequeña daga que lleva en su costado.

Aquella daga fue el regalo que le dio el anciano del orfanato antes de morir.

Elías suelta un profundo suspiro, antes de que su atención se desvíe a la persona que ingresa a la habitación.

Una chica de larga cabellera de color morado, una tonalidad única, ella es Rin Jissel, una amiga de la infancia de Elías y también otra huérfana que llegó poco después de él. Una maga prodigio de diecinueve años que alcanzó el suficiente estatua para pertenecer a la unidad exclusiva del hombre más fuerte.

-Comandante, el rey nos ha llamado -dice Rin mientras hace un saludo militar-. Así que ya deje de atormentar al héroe.

-Es entrenamiento, no seas tonta.

Elías pasa a su lado mientras suspira y se despide con una mano del héroe. Rin se disculpa con Moisés en silencio.

El héroe suelta un suspiro y mira con admiración a Elías, alguien que vino desde lo más bajo.

Ambos caminaron hasta la sala del trono, dónde ya los espera Gilbert Cross, la mano derecha de Elías. Un hombre fornido y muy alto de cabello canoso pese a tener un año menos que Elías.

Los tres se arrodillaron frente al rey, quien tiene a su lado una foto de su difunta esposa y su hijo mayor, el príncipe heredero, Jesús de Soleil.

-Elías, llegaste bastante rápido -dijo el príncipe con calidez al ver a su amigo más cercano.

-Por supuesto, soy el arma y el escudo de su majestad -declaró Elias solemnemente.

-No seas tan formal, eres casi de la familia, no me importaría darte la mano de mi hija -dijo el rey.

Gilbert y Rin miraron con expresiones divertidas a su comandante.

-Tendré que declinar, estoy seguro que la princesa podría encontrar un mejor candidato.

-Elías, ¿Realmente no lo sabes?

Todos los presentes suspiraron al unisono, el rey sonrió, antes de recordar la noticia amarga que tiene que dar.

-Iré directo al grano -dijo el rey.

El ambiente cambió en unos instantes, al notar la expresión del rey.

-Se produjo un ataque en un pueblo fronterizo con la corriente bestial... Arventis, todo el pueblo desapareció de la noche a la mañana, mandé unos exploradores pero no han regresado, me temo que podrían tratarse de algún culto o secta que adore a los antiguos demonios.

El salón quedó en silencio ante la implicación de los demonios antiguos, aquellos que fueron sellados en la gran guerra, por el primer héroe.

-Entonces, ¿Debo asumir que esa será nuestra misión? -pregunta Elías.

-Sí, que la gloria de dios vaya con ustedes y me traigan buenas noticias -dijo el rey con una expresión complicada de comprender.

Con eso en mente, los tres partieron por su cuenta a las fronteras de Soleil.

Soleil se encuentra en un continente llamada Laurentis, que está dividido en dos por un río con una incesante e intensa corriente que hace imposible cruzarlo por medios normales, además de ser hogar de numerosos monstruos marinos.

Por ello, por lo general los pueblos cercanos al rio bestial suelen estar seguros, ya que ni los bandidos ni monstruos suelen encontrar demasiado valor a estas tierras.

-Esto no tiene buena pinta -dice Gilbert tapándose la nariz.

Tras varios días de viaje, finalmente llegaron a su destino, aunque ni bien se acercaron sus cuerpos se estremecieron ante el horror que les aguardaba.

-¿Alguna vez algo relacionado con cultos y demonios lo tuvo? -comentó Rin.

Elías les indicó guardar silencio, y los lideró a través de las ruinas de lo que alguna vez fue un asentamiento pacifico. Casas quemadas hasta los cimientos y el aire huele a cenizas y muerte.

-¿Por qué motivo atacarían este lugar? -pregunta Gilbert.

Rin se quedó examinando una roca que tiene el símbolo de la eternidad, Ouroboros.

-Esto es más que un simple ataque... fue un campo de pruebas para invocar algo.. y por lo que veo, fallaron una y otra vez... usaron a los aldeanos como sacrificio -declaró mientras mira con repulsión uno de esos circuitos mágicos, aunque además de ellos, parecían imbuidos con algún otro poder extraño.

-...

Elías apretó su puño, fue debido a que se confiaron que esto sucedió, que estos aldeanos tuvieron que sufrir a manos de estos bastardos.

-No sé lo que hayan trato de invocar, pero definitivamente no es algo que podamos ignorar... -concluyó Rin.

El grupo continuó avanzando hasta toparse con un altar, dónde hay una mujer pelirroja con el símbolo de Ouroboros en su pecho.

-¿No son ustedes los perros de Soleil? Vinieron antes de lo esperado -dijo con una sonrisa.

Elías dio un paso adelante.

-¿Quiénes son ustedes? -preguntó.

La bruja ensanchó su sonrisa.

-Bueno, puedes llamarmos el culto del primer héroe~ ¡Realmente detestamos esta era de falsedad! Solamente estamos en paz porqué estamos aislados.

Elías se preparó para atacar en cualquier momento.

-Ah~ Ustedes son tan ignorantes ¡No comprenden el dolor! El dolor de vivir en este mundo falso ¡Nosotros somos la verdad!

Elías indicó a sus dos compañeros que se mantuvieran alertas.

-Por supuesto, tú eres la llave para ese mundo... Lord Gerard nos lo dijo -comentó mientras junta sus manos.

-¿Qué demonios intentaron invocar? -cuestionó Elias, imperturbable.

La bruja sonrió.

-Mi nombre es Mariane, la bruja de las maldiciones. Soy la tercera del culto... y por mi nombre ¡Te invoco, dragón negro!

Los ojos de los tres se abrieron al ver surgir de un portal una criatura que solamente han visto en libros, algo que debió extinguirse hace siglos.

-¡¿Un dragón?! -Los tres rodaron para esquivar su embestida.

Los tres miraron con una expresión complicada a la bestia mítica.

-¡Esto es una locura! -gruñó Gilbert mientras levanta su escudo.

Gilbert logra desviar ligeramente un zarpazo del dragón con su escudo, aunque perdiendo su método de defensa en el proceso.

Rin comienza a conjurar hechizos de apoyo, y Elías se abalanzó con una velocidad imposible de seguir contra la bestia.

La bestia si bien no recibió un daño mortal, fue derribada en el suelo, ante la vista incrédula de Mariane.

"¿Este es el mocoso que Lord Gerard busca?" pensó con la mandíbula casi desencajada.

Fallar no era una opción, pero si dejan libre a este sujeto, definitivamente son malas noticias.

El dragón continuó su asalto, mientras Elías y Gilbert intentaron inútilmente hacer daño con sus armas al dragón.

-¡Es imposible que ganen! Ni la magia ni las armas pueden derrotarlo.

El dragón escupió un fuego negro. Rin inició a castear una barrera pero fue interrumpida por Elías, quién la sacó de ahí por mero instinto.

La tierra, las piedras y todo comenzó a corroerse, haciendo tragar saliva a Rin.

Elías inhaló profundamente y se deshizo de su espada, sacan la daga que su maestro heredó, recordando sus palabras.

[Esta es un arma especial, está imbuido con un poder único. Puede ser el arma más poderosa o la más inútil, depende totalmente de ti el que tan poderosa se volverá]

Mariane miró aquella daga con ojos abiertos, esa arma no debería existir en este mundo.

Elías se abalanzó sobre el dragón y para sorpresa de todos, utilizó magia para conjurar un escudo. Lo siguiente que supieron fue que una de las alas del dragón fue cortada de un tajo.

-No sé porqué pero funciona perfectamente -declara Elías en el aire-. ¡Rin, plataforma!,

Rin conjuró el hechizo, mientras el dragón todavía confundido no logra procesar su ala perdida.

Elías se impulso e intentó perforar el cuello de la bestia, pero se vió repelida por las escamas del dragón.

-¿Qué? -Elías lo miró incrédulo.

El dragón lo golpeo con su cola y lo arrojó contra el suelo, rompiendo varios de sus huesos y haciéndolo escupir sangre.

Elías vio su vida pasar delante de sus ojos.

[¿Eso es todo? Necesitas ser fuerte si quieres proteger algo, tal como tu madre]

-¡Elías!

Los gritos desesperados de Rin y Gilbert que contienen al dragón, se escuchan lejanos, realmente lejanos.

"Quiero cerrar los ojos" pensó Elías, sintiendo su consciencia desvanecerse.

[Mamá siempre te amará, así el mundo te odie]

Recordó una cierta escena que no debería poder recordar, una mujer cargándolo entre sus brazos.

Elías volvió a la realidad con su cuerpo realmente devastado.

-¡Mueran, mueran! -exclamó la bruja.

"No sé porqué no volvió a funcionar la daga, pero... si consigo deshacerme de la bruja... ¿No desaparecería el dragón?"

Elías aprieta los dientes y se apoya sobre su única pierna sana, antes de dar el mayor salto de su vida.

La bruja, quién pensó que Elías estaba muerta, se vió sorprendida al verlo a su lado, quién arrojó su daga contra su corazón y luego chocó sus cabezas.

-¡No creas que te dejaré irte con la tuya! -Mientras su cuerpo empieza a desintegrarse, acumula toda su magia y una sombra aparece detrás de Elías, tomando un extraño hilo y cortandolo.

La desintegración de la bruja comenzó a acelararse y para rematarlo, una vez que desapareció, el dragón estalló.

La explosión fue tal que dejó un cráter dónde solían estar las ruinas de Arventis, Rin a duras penas pudo protegerse junto a Gilbert con una barrera que se desvaneció inmediatamente tras terminar la explosión.

-¡Elías, ¿Dónde está Elias?! -pregunta Rin con desesperación.

Elías despertó en un techo desconocido, una cabaña desconocido y con su cuerpo realmente adolorido.

¿Cómo siquiera logró sobrevivir? Necesitaba varias explicaciones sobre eso.

El olor a hierbas y madera quemada llena el aire, viendo los pocos muebles y pertenencias, está claro que se trata de una cabaña humilde.

Motivo por el cual debería buscar la forma de recompensarla.

Intentó moverse, pero su cuerpo no responde como quiere, y su pecho se siente extrañamente pesado.

¿Su brazo siempre fue tan delgado? Y viendo que su cabello está largo, parece que su recuperación tomó en lo más optimista un par de meses.

Tras un esfuerzo sobrehumano, se logró levantar y miró en el espejo a una chica que no debería pasar de los veinte años de cabello castaño. Con una cara que le parece extrañamente familiar.

-Ah... ¿Hola? -dijo en un intento de escapar de la realidad, pero sólo terminó confirmandola.

La puerta se abrió, dejando ver a una joven campesina de cabello blanco y ojos rojos, tal como el encargado del orfanato.

-¡No, no, no, no! Si te sigues moviendo tus heridas se volverán a abrir ¡A la cama! -dijo haciendo una cruz con sus brazos e inflando sus mejillas para hacer un puchero.

Elías se quedó pasmado, demasiadas cosas han pasado.

-¿Cuánto tiempo he estado inconsciente? -preguntó Elías.

-¿Alrededor de dos semanas? -dijo la menor.

Elías se llevó las manos a la cabeza, ¿Qué demonios fue lo que pasó exactamente?

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