Capítulo 8: Demasiadas emociones
Aquí llega un nuevo capítulo, siento la tardanza pero esta ha sido una semana dura para mí. Quiero agradecer a mis capitanas por estar siempre ahí @ItsasoAU @tifaSteph @laurapujolserra y @MareiFawn ¡sois las mejores! A mis nuevas y queridísimas incorporaciones deciros que os adoro y os agradezco cada voto y comentario @desy18dsy @mariajosecarami @MaryEstuardo2112 y @unachicaanonimax. A todos mis demás lectores gracias y miles de gracias espero que os animéis a votar y comentar también. Un beso a todos y espero que os guste el capítulo :)
PD: No tengo ni idea de por qué algunos usuarios se etiquetan correctamente y otros no :(
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Las malas noticias nunca vienen solas, o eso dicen.
Hoy he vuelto a ver llorar a mamá. Sí, en el lugar de siempre, mirando por la ventana derramando sus lágrimas en silencio. Me siento extraña, noto su tristeza aún en la distancia, sin necesidad de estar en la misma habitación que ella. No sé qué es lo que me ocurre, pero eso ahora no importa, yo solo quiero que ella dejé de llorar. Camino con pasos sigilosos para acercarme a ella, la rodeo con mis brazos por la espalda con cuidado de no tocar su vientre, pues ya no hay alegría en él, Dylan se ha ido. El leve temblor del cuerpo de mi madre, provocado por el llanto, me hace apretar los ojos con fuerza suplicando al mismísimo cielo que su tristeza se vaya... que mamá vuelva a ser feliz...
Mi corazón late frenético provocado por los efectos del sueño. Abro los ojos alterada y aparto las sabanas de inmediato, "¡estoy sudando!" Echo un vistazo a la mesita de noche para comprobar el reloj y resoplo, ya que aún falta una hora para ir al trabajo.
Me levanto de la cama sobresaltada. "No puedo volver a dormirme, no puedo volver a sentir a mi madre tan cerca...Hacía tanto tiempo que no soñaba con ella..." pienso afligida con un nudo en la garganta.
Abro el grifo de la ducha y me deshago del pijama con suavidad para dejarme acariciar por el agua caliente. Cierro los ojos intentando disfrutar de la sensación pero, por desgracia, no consigo apartar a mi madre de mi mente. "Era tan real y estaba tan mal aquel fatídico día...Había olvidado la dolorosa noticia de la pérdida de mi hermano nonato; mi Dylan, nuestro Dylan, el pequeño que tanto ansiaba tener y nunca llegó." suspiro dejando que el agua recorra cada rincón de mi rostro.
Fue así cuando, con ocho años, comencé a experimentar los primeros "síntomas" de mi mutación. Por aquel entonces no tenía ni la más remota idea de que era lo que me estaba pasando, pero mi madre comenzó a mejorar día tras día siempre que yo estaba cerca; siempre que yo ansiaba en mi interior su felicidad y no su pena. Eso me hizo comprender que tal vez yo tenía algo que ver... Y lo tenía, porque desde que mamá perdió a su bebé mis poderes despertaron de su letargo, de golpe y sin avisar, cambiando mi vida para siempre.
***
—Muy bien chicos, dejad sobre mi mesa los resúmenes que os encargué hacer la semana pasada. —digo recogiendo mi ordenador portátil ya que la clase está a punto de finalizar.
Mis alumnos de clase de lectura, no son demasiados pero son los más formales y aplicados que tengo. Han avanzado mucho a lo largo de estos seis meses en los que decidimos incluir esta asignatura en el temario. Algunos aun no leen de corrido, pero se esfuerzan plenamente por aprender cada día un poco más del nuevo mundo que nos ofrecen los libros.
Reviso que todos hayan entregado sus trabajos y me despido de ellos justo cuando la vibración de mi teléfono móvil resuena sobre el escritorio. Me inclino sobre la mesa y frunzo el ceño al ver que no aparece un número concreto en la pantalla. Sostengo el teléfono, con mis torpes manos, y me lo llevo a la oreja convencida de que será Sam. "¿Qué habrá ocurrido esta vez?" me pregunto con el miedo aflorando en mi mente.
—Aira, preciosa ¿qué tal estas? —la alegría fingida me coge desprevenida.
— ¿Natasha? —pregunto confusa. "¿A qué viene esa actitud? Es muy raro en ella..." pienso con extrañeza.
— ¡Sí soy yo! —exclama con falso entusiasmo alterando así mi instinto. "Esto me huele a problemas." —Veras... mi marido Rogers y yo hemos venido a pasar unos días a la ciudad, pero andamos algo perdidos, ¿podrías venir a recogernos, con tu coche, a Chevy Chase? —suelta deprisa mintiendo como la profesional que es aunque a mi favor, he de decir que es muy difícil mentirme; cuento con un "sexto sentido" que, en ocasiones como esta, es realmente útil. —Hemos hablado con Sam, pero como él no puede venir de ninguna manera. —explica dándome a entender que una vez más soy su única opción aunque intenten mantenerme al margen. — ¿Nos vemos en media hora en la puerta del centro comercial? —inquiere con urgencia dejándome sin escapatoria.
—Allí estaré. —Digo colgando sin más el teléfono pues no hay otra salida, ni para ellos ni para mí, porque cuando Aira da su palabra, siempre la cumple.
***
Después de esquivar el tráfico, como una loca desquiciada, consigo llegar al punto de encuentro por los pelos. Me bajo del coche tal cual lo hago todas las mañanas, con calma y paciencia, pero esta vez encerrando en mi interior a mi "yo" nerviosísima que sabe mentir menos que una niña de tres años. "Normalidad Aira, normalidad..." me repito tratando de mantenerme a raya.
Cansada de esperar observando la enorme y acristalada puerta del Chevy Chase, decido asomarme al vestíbulo para ver si consigo encontrarles. Miro de un lado para otro con disimulo, y me detengo en seco con la escena que se desarrolla frente a mí. Trago saliva con amargura al reconocer a la pareja que se besa en la escalera mecánica; puede que otra persona no les hubiera reconocido, pero yo... yo reconocería a Steve de cualquier manera, con o sin esas gafas que le quedan tan jodidamente bien. "¿Parece que se han tomado muy enserio su falso matrimonio no?" mi maldito cerebro se regocija de mi repentino dolor mientras me doy la vuelta para salir de allí pues Steve me acaba de ver y, debe ser por mi cara de pura pena pero, intenta bajar las escaleras con ímpetu para apartarse de ella.
"¡Vamos Aira, deja de comportarte como una cría!" Me riño a mí misma. "Natasha te avisó... ¡Sabías que esto podría pasar! Intento convencerme de ello y tengo razón, pero no por eso me va a doler menos el corazón. "¡Maldita sea! me gusta más de lo que yo creía... De lo qué intentabas ignorar más bien." Mi mente vuelve a darme una lección, soy patética.
—Aira, espera... —la fuerte mano de Steve se posa sobre mi hombro. —Siento tanto haberte hecho venir...te estoy exponiendo demasiado... todo esto es culpa mía... —niega con la cabeza desanimado. — ¿Qué te ocurre? —me mira preocupado pues mi expresión tiene que ser un verdadero poema.
— ¿Ocurrirme? Nada, solo necesitaba un poco de aire fresco. —sonrío para que parezca más creíble. "¿Qué me ocurre? Pues que soy una estúpida celosa que se ha hecho caquita encima solo porque una belleza como Natasha te ha besado" pienso para quedarme a gusto.
—Chicos, deberíamos irnos. —Nos interrumpe Nat. —Esos tipos nos están pisando los talones, y no nos han visto gracias a la maniobra de distracción de última hora. — explica mirándome a modo de disculpa, sin que Steve no se entere absolutamente de nada. "¡Genial ahora me siento cómo una mierda por pensar mal de ella!"
***
El trayecto hacia la casa de Sam está siendo de lo más incómodo. El silencio, que se ha extendido durante todo el viaje, me está haciendo parecer una intrusa y con razón, ya que en realidad no sé nada de por qué persiguen a Steve.
Detengo el coche justo en la parte trasera de la casa de Sam y suspiro aliviada pues hemos llegado sanos y salvos y al parecer, no nos han seguido.
—Aira, nos has salvado el pellejo. —dice Natasha con total sinceridad. —Mereces una explicación, que naturalmente a mí no me corresponde darte. —me dedica una mirada segura mientras abandona el coche dejándome a solas con él.
—Ella tiene razón, he intentado mantenerte alejada de esto pero, con todo lo que has hecho, es justo que sepas qué es lo que está pasando. —sus ojos marinos me miran por el retrovisor desde el asiento de atrás. — ¿Nos vemos esta noche en tu apartamento?— pregunta con cautela aunque sus emociones gritan, en su fuero interno, que está nervioso.
—Estoy empezando a creer que quieres robarme mi piso... —bromeo, para relajar un poco el ambiente, provocándole una irresistible sonrisa. —Puedes venir cuando quieras, estás en tu casa. —Aseguro pues sé que ahora mismo hay pocos sitios en los que él pueda sentirse seguro... "y porque te encanta estar a solas con él" me recalca mi conciencia.
—Puede que lo que quiera robar no sea el piso, sino tu compañía. —sus palabras me ponen la mente patas arriba y me dejan ansiosa a la espera de que pasen un par de horas para volverle a ver.
"Aira, estas en un puto lío... este no es un buen momento para enamorarse." Me advierto a mi misma aunque sé que ya es demasiado tarde.
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