♤Veintiunava Carta♤

"Cuando nacemos, lloramos porque hemos llegado a esta gran etapa de los tontos."

William Shakespeare

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La tarde aun era joven, el cielo tenía unos dulces tonos rosados... Los cuales despues se harian más fuertes.
Un par de mujeres estaban en la planta baja de aquella enorme casa... Discutian sobre que arreglo floral quedaba mejor para el centro de la mesa, mientras otras personas acomodaban platos y cubiertos.
La sala era amplia, el piso reluciente color beige claro, las cortinas del los enormes ventanales eran celestes, al igual que el mantel que llevaban las mesas, las cuales eran dos... Una de ellas en el centro de la habitación, la que llevaba los cuebiertos y a su alrededor unas sillas de madera oscura; Mientras tanto, la otra estaba junto a la chimenea, contra la pared, en esta no habian cubiertos o platos, tampoco estaba siendo rodeada por ningun timpo de asiento, ya que su función era otra... Sobre esta mesa, ya se encontraban un par de regalos.
El color que mas rasaltaba era el azul, y no era para menos... El amo de aquella mansión se habia enamorado tan rotundamente de un par de orbes de aquel color, unos que disfrutaba mirar cada dia al despertar.

La puerta se abria, dejando entrar aquel hermoso y elegante hombre, acompañado por su leal mayordomo, un hombre viejo de aspectos asiáticos.
El amo tenia puesta una camisa blanca, con un pañuelo en el cuello del mismo color, un chaleco, un pantalón, unos guantes y sus botas negras. Llevaba un baston en su mano, el que tenia un diamente azul en la parte superior, y sus dedos tenian un par de anillos.

Tanaka: Sus invitados han de llegar en un par de horas.

Sr. Phantomhive: ¿Tienen las preparaciones para la cena?

Tanaka: Por supuesto, mi señor... Y tengo listo el mejor vino para acompañar la comida.

El hombre de azules cabellos inspeccionaba cada detalle de la habitación, él era un hombre perfeccionista y un tanto quisquilloso, todo debía ser perfecto. Pero sus preocupaciones desaparecieron al oír la puerta de abrirse nuevamente, por lo que volteó a ver quien entraba a la sala.

Sr. Phantomhive: Rachel... Deberias de estar descansando, querida.

Una hermosa mujer de rubios cabellos, quien llevaba una camisa blanca mangas largas con vuelos, por dentro de una hermosa falda larga amarrilla. Ella era una dama preciosa, su menton fino y delicado, unos labios color durazno, y un hermoso par de ojos azules. Era una mujer delgada por naturaleza, aunque ahora su panza mostrara un bulto, debido a la carga que llevaba en esta.

Sra. Phantomhive: Querido... Ya sabes que estamos bien, soy una mujer fuerte.

Ella se acerco al hombre, acaricio su rostro, mientras el amo solo giraba su cabeza en direccion a la mano de la dama, para sentir mas su calor.

Sr. Phantomhive: Los invitados llegaran en un rato... Pedire que preparen agua caliente para tu baño.

La señorita solo le sonrio, llevo su mirada a la mesa de regalos, mientras se acercaba a esta.

Sra. Phantomhive: ¿De quienes son estos?

Sr. Phantomhive: Los sirvientes quisieron hacer presentes también, fueron los primeros en dejarlos.

Sra. Phantomhive: Es encantador.

Menciono ella, mientras sus finos dedos rozaban con el envoltorio de uno de estos. Luego se percato de un detalle, una forma puntual en la que estaba acomodada esta mesa.

Sra. Phantomhive: ¿Porque estan separados?

El hombre al principio no parecio entender a lo que se referia su esposa, por lo que ella aclaro su pregunta.

Sra. Phantomhive: Estan separados, unos regalos en un extremo y los entro en el otro ¿Porque esto?

Ahora, el sujeto sonrió. Se acerco a la mujer, estando detras de ella, tomo su cintura y se acerco hasta su oidio.

Sr. Phantomhive: Eso se debe a que la mitad de esos... Son los tuyos.

La mujer giro su cabeza en direccion al hombre, con una evidente confusión en su rostro.

Sra. Phantomhive: ¿Desde cuándo la mujer también recibe presentes?

Sr. Phantomhive: Desde que yo soy el amo de esta casa.

Ella no dijo nada, un ligero rubor se formo en sus pomulos, y sus ojos miraron en dirección al suelo. El hombre la tomo delicadamente del hombro para darle media vuelta y tenerla de frente... Una vez lo consigo, acaricio con una de sus manos el suave menton de la dama.

Sr. Phantomhive: Mi amada Rachel... Eres quien hace posible esta noche, tu llevas en tu vientre al futuro Phantomhive. Por ende, esta noche también es tuya.

La mujer era afortunada, despues de todo. Su esposo no solo era rico y apuesto, que eso ya era muy importante en el pueblo... A decir verdad, eso jamas fue lo que a ella mas le importo. Habia soñado desde que era una niña en encontrar a un hombre que la amase de verdad, y que se lo demostrara dia a dia... Pero en la zona del pueblo donde ella vivia, le decian que era un sueño imposible de conseguir, que se conforme con un hombre que llevara la comida a la mesa todos los dias y ya esta. Tuvo suerte al conocer al conde Phantomhive, nadie hubiera pensado que él caeria enamorada de una joven clase media... Pero el amor fue mutuo, y casi al instante de conocerse, razon por la que no les tomo mucho casarse, incluso con la diferencia de sus edades.
Durante el dia de su boda, otras condesas que compartieron momentos con la novia no hiceron mas que espantarla, comentado que los condes suelen ser dulces y amables solo los primeros años del matrimonio, hablando de las infidelidades de sus maridos, pero recordandole que, al ser la mujer, tenia que sonreir y soportar cada cosa que se le pidiera. La primera noche durmiendo en la mansion Phantomhive fue aterradora para la señorita Rachel Durless, quien ya era Rachel Phantomhive... Despues del mal rato que las otras condesas le hicieron pasar en su propia boda, y saber que esa misma noche tenia que entregarse al que ahora era su esposo. ¿Mencione su diferencia en la edad? Pues el señor Phantomhive se caso joven, con 22 años de edad... Pero Rachel, ella aun tenia aun sus 17 años. Sentia que habia abandonado su casa muy pronto, extrañaba a su hermana y a su padre... Y el señor Phantomhive noto aquella angustia, él no queria herirla, por lo que quedo como un secreto entre ellos y su mayordomo... Nadie mas sabe que, la señorita Rachel, permanecio virgen aquella noche.

Sr. Phantomhive: ¿Algo que quieras decirme?

Las palabras trajeron a la dama a la realidad, le sonrio a su marido y tomo su mano, la guió hasta su panza, donde la dejó posada para que el hombre sintiera unos ligeros golpes. Él sonrió mientras llevaba su otra mano también.

Sr. Phantomhive: Parece estar emocionado.

Sra. Phantomhive: Él sabe que es su noche.

El hombre de azules cabellos se sorprendió en ese instante. Miro a la mujer que sonreía alegremente ante su entusiasmo.

Sr. Phantomhive: ¿Él?

Ella solo afirmó, acariciando su propia barriga.

Sr. Phantomhive: Pense que era imposible saber eso.

Sra. Phantomhive: Bueno, querido... Hay cosas que las mujeres sabemos antes que los hombres... Y yo se que usted, Vincent Phantomhive, puso a un varon.

Ahora él tambien poseía una sonrisa en el rostro.
Una sirvienta se acerco a la pareja, preparada para reitar a la condesa para que tomara su ducha. Pero mientras se alejaban, la rubia mujer se detuvo para dedicarle una mirada a su marido, mientras le comentaba algo.

Sra. Phantomhive: Mi hermana deseaba que fuera niña.

Sr. Phantomhive: Aun estamos a tiempo para darle una sobrina.

Ella sonrio nuevamente, llevo la punta de sus dedos a sus labios, donde planto un beso para luego tirarlo en el aire, en direccion al conde.

La fiesta dio inicio a las ocho en punto. La condesa estaba preciosa, con un hermoso vestido azul, unas medias negras y una caperuza blanca, sus rubios cabellos estaban recogidos en una media cola, y sus manos posadas en su bariga a casi todo momento.
Estaba sentada charlando con su hermana, cuando se percató de la ausencia de su marido, pero ella sabia perfectamente donde encontrarlo.
Camino hasta el jardin, dirigiendose a la fuente... Alli mismo encontro al hombre de azules cabellos mirando en direccion al bosque.

Sra. Phantomhive: Siempre fuiste un hombre de mas accion... Eso de quedarte sentado y hablar en circulos cerrados te termina aburriendo a la larga.

Él solo se rio, mientras la mujer tomaba asiento a su lado. Coloco su cabeza en el hombro de aquel fuerte sujeto, a su vez, sus manos se encontraron para quedar sostenidas una con las otras.
El sonido de un profundo y fuerte aullido se hizo presente, lo que cuaso que el cuerpo de la joven dama temblara.

Sr. Phantomhive: ¿Te asusta el lobo feroz?

Sra. Phantomhive: ¿Acaso a ti no?

Él se puso de pie, se arrodilló frente a ella y besos su frente.

Sr. Phantomhive: Él es inofensivo, en cierto aspecto...No se entromete en nuestro territorio, por lo que espera el mismo trato. Las personas me asustan más que un aninal.

Tomo la capucha de la damisela, y se la coloco lentamente.

Sr. Phantomhive: Listo... No quiero que te enfermes.

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Era de noche, la luna estaba llena, pero aparte de eso, tenia una cualidad realmente sorprendente.

Sirvienta: Mi lord, me preocupa esta noche, realmente... ¿Su esposa no podria esperar hasta mañana?

Pregunto la criada, mientras servia una copa de vino al hombre, quien estaba sentado frente a una pequeña mesa redonda.

Sr. Phantomhive: Honestamente, no parece que eso sea posible.

Se escucho un grito más, proviniendo de la habitacion... Ya se habian escuchado un par antes.
El amo miro la ventana, presenciando aquella gigantesca luna roja... Justo aquella noche, la señorita Rachel habia entrado en trabajo de parto. Otros nobles creian que, si esto pasaba, ella moriría, o en su defecto, su bebé morirá. Pero el señor Vincent no estaba asustado, en lo mas minimo... Estaba casado con una mujer fuerte, despues de todo, y el bebé que llevaba era un Phantomhive, son sobrevivientes por naturaleza.
Los minutos eran tortuosos, pero él se mantenia firme.
Finalmente, la tortura acabó. Al entrar a la habitación, encontró a la mujer con su rostro cansado y sudoroso, a su lado estaba su hermana, la dama de rojo, mientras que otra mujer tenia en sus brazos a un pequeño bebé envuelto.

Sra. Phantomhive: ¿Ves mi amor? Te dije que era niño.

Comento la mujer, con su voz temblorosa y cansada. La mujer que tenia al niño, lo dejo en los brazos del hombre, quien se puso al lado de la condesa para que tambien puera verlo.

Ann: Oh, es tan pequeño...

Tanaka: Felicidades, de ahora en mas los esperan muchas noches sin dormir...

Dijo el mayordomo con un toque de humor, mientras le alcanzaba a la condesa un vaso con agua.

Sr. Phantomhive: A ti también...

Añadio el hombre, quien compartia el mismo humor que aquel viejo.

Apenas habian pasado unas noches desde que el bebé habia nacido... Era una criatura hermosa. Piel suave y clara, hermosos labios, pestañas largas... Tan lindo que hasta parecia irreal.
El hombre caminaba por el jardin, con su niño en los brazos dormido. Se detuvo frente al límite que marcaba el inicio del bosque, escuchando el profundo sonido de un aullido... Desde la luna roja, el lobo feroz habia aullado mas de lo normal.

Sr. Phantomhive: Nacio en tu noche... Es pequeño y debil, aun asi, es mas que tú.

Otro aullido se hizo presente, como si este escuchara al hombre y tratara de contradecirlo. El conde acaricio el rostro de su hijo, mientras sonreia.

Sr. Phantomhive: Jamas podras herirlo, creo que ni siquiera va a temerte. Seras su protrctor y tu no estaras ni enterado.

Volvio a mirar al bosque, aun si el animal no estaba frente suyo, lo estaba desafiando en una batalla en la que sabia que ganaria.

Sr. Phantomhive: ¿Entendiste? Acaba de nacer tu rey.

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