Capitulo 04: Robo

La oscuridad envuelve la ciudad, con solo unos pocos faroles alumbrando el camino hacia el almacén. El viento sopla ligeramente, lo que pone aún más nerviosos e inquietantes a los adolescentes en la terraza. El grupo de Garrett, compuesto por él mismo, dos de sus muchachos de confianza y los tres hermanos, se aproximan con sigilo. El plan es simple: robar el cargamento de Vencor, la sustancia biológica que está causando tanto daño en la ciudad, y desaparecer antes de que los guardias se den cuenta.

- Recuerden, no hay espacio para errores. Nadie se detiene a menos que sea necesario. - les recuerda Garrett recargando su arma.

- No te preocupes, tio. Todo está bajo control. Sabemos lo que estamos haciendo. - dice Dorian con una sonrisa confiada.

- Cualquier movimiento en falso, y estamos acabados. No subestimemos a los guardias.- Dice Lyra y Kael resopla.

- Tu siempre tan pesimista. - mira a Garrett - Tranquilo tío. Vamos a hacerlo rápido y limpio. - Garrett asiente ante las palabras de Kael.

Cuando los guardias hace el cambio de turno, que es cuando dejan cinco minutos el puesto vacío, el grupo entra al almacén. El aire está pesado, impregnado con un olor químico que solo el Vencor podría dejar. Los estantes están llenos de cajas, algunas etiquetadas con símbolos desconocidos. Garrett da una señal a los demás para proceder.

- Vamos rápido. El Vencor está por allá. Dorian, tú y Kael tomen las cajas. Lyra, cubre el pasillo.- ordena Garrétt a los hermanos - Uno de ustedes cubra a Lyra y el otro ayude a los muchachos con las cajas - manda Garrett a los otros dos muchachos de su confianza.

- Nadie se acerca a los contenedores. - dice Lyra poniéndose en posición en el pasillo.

El sonido de los pasos resuena en el aire mientras Dorian y Kael se acercan a los estantes donde se almacena el Vencor. Lyra permanece atenta, cubriendo las entradas.

De repente, un disparo se escucha. La bala impacta contra la pierna de Dorian, quien cae al suelo con un grito de dolor.

-- ¡Maldita sea! ¡Me dispararon! - grita tirado sobre el suelo sosteniéndose su pierna.

- ¡Jodida mierda! - Kael corre hacia su hermano y se arrodilla a su lado, intentando controlar la herida. - ¡Rápido, Lyra! ¡Cúbrenos!

- ¡Maldita sea! ¡No vamos a salir de aquí si no nos movemos ya! - grita disparando varias veces, haciendo retroceder a los guardias. - ¡Kael, debemos movernos ahora!

- ¡Aguanta, hermano! ¡Te sacaremos de aquí! - dice Kael ayudando a Dorian a ponerse de pie.

Con rapidez, Kael coloca un brazo alrededor de Dorian y lo levanta con esfuerzo. Lyra cubre su espalda, disparando sin cesar mientras el grupo retrocede hacia la salida. El sonido de las sirena que alerta a los guardias de Elyndra empieza a escucharse a lo lejos, y el aire se llena de tensión.

- ¡Vamos! ¡Por el túnel! - exclama Garrett guiando a los jóvenes hacia un túnel no muy lejos de los contenedores.

Al entrar, el túnel es estrecho y oscuro. Dorian, aunque herido, sigue consciente, con la respiración entrecortada. Kael lo arrastra con dificultad, mientras Lyra se queda atrás, disparando para asegurarse de que los guardias no los sigan.

- Lo siento... no creí que me fueran a disparar - se disculpa, con una voz apenas audible por el dolor.

- Tranquilo, hermano. No es tu culpa. Ahora solo tenemos que regresar a casa.

Lyra llega rápidamente al final del túnel, donde se abre hacia la parte trasera del bar donde viven, desde hace un año y unos meses.

El bar está casi vacío, con una atmósfera tranquila y relajada, habían no más de cuatro clientes habituales. Alys está en una esquina, trabajando en una nueva mezcla de colores para sus bombas de humo. Cuando escucha el ruido de la puerta abriéndose violentamente, se pone de pie con rapidez, alarmada.

Las personas que estaban en el bar también se ponen en alerta. Sobretodo cuando ven las cajas del Vencor que traen consigo.

Alys abre sus ojos sorprendida al mismo tiempo que su corazón se acelera por el miedo, al ver a su hermano mayor, ser arrastrado por Kael.

-¡Hermano!- grita, su voz se quiebra cuando corre hacia él - ¿Que paso? ¿Porque estás lastimado?

- Estoy bien, Alys. Solo un rasguño. No te preocupes. - dice Dorian con una sonrisa forzada pero débil. Mientras que Kael lo ayuda a tomar asiento.

- Él estará bien, Alys. Solo necesitamos curarlo rápido. - intenta tranquilizarla Garrett.

- Pero... Pero...

- ¡Suficiente! No está tan mal. Solo es una herida pequeña. - dice con desdén Lyra mientras guarda sus armas.

- No me importa si es pequeña o no... ¡No te mueras! - pide la pequeña abrazando a su hermano - no puedes dejarme.

- No voy a morir. Ya lo verás. - susurró Dorian con voz tranquila acariciando el cabello de su hermana.

- Tengo miedo...

- No seas dramática, Alys. - suelta Lyra mientras conseguía las gasas.

- Basta. Alys tiene derecho a estar preocupada. No seas tan fría. - Lyra resopló.

- Esto fue un error. No debería haberlos involucrado. - dice Garrett al ver la sangre en la pierna de Dorian.

- ¿Ah, sí? ¿Ahora nos vas a echar la culpa a nosotros? - Lyra dice en un tono desafíante

- Ten cuidado como me hablas, muchachita. - dice Garrett dando un paso hacia adelante.

- ¿O si no que? ¿Me golpearas? No eres mi padre.

- ¡Ya basta, Lyra! Este no es el momento para discutir. - exclama Kael.

- Chicos, por favor, no ahora. - pide y mira a su hermana pequeña- Alys, estaré bien. Solo... no llores, ¿sí?"

Alys, con los ojos rojos de tanto llorar, asiente lentamente mientras se aparta de Dorian, y Kael se apresura a buscar lo necesario para curar la herida.

- Esto podría haberse evitado... pero ya es tarde. - susurra Garrett para si mismo y se acerca a la barra. Una mesera del bar, se acerca a él.

- Pídele ayuda a Vlad. - Garrett la observo.

- No. Vlad no me ayudara, no sin nada a cambio.

Garrett observo nuevamente a los cuatro jóvenes frente a sus ojos y suspiro. Se había equivocado al llegar a esos tres adolescentes a robar el Vencor. Uno de ellos casi pierde la vida.

Había cometido un error. Y está vez, ya no había modo de remediarlo.

•••••

La luz de una lámpara parpadeaba en el techo, proyectando sombras erráticas en las paredes grises de la habitación. Garrett se mantenía de pie junto a una mesa cubierta de instrumentos médicos improvisados, mientras el anciano, con su prótesis mecánica en el rostro, inspeccionaba los vendajes de Dorian. El aire estaba impregnado de un leve olor metálico y algo ácido: sangre y el rastro químico del Vencor.

- ¿Cómo está? -preguntó Garrett con voz grave, cruzando los brazos mientras observaba el trabajo del anciano.

El hombre de avanzada edad se apartó, ajustando una lente integrada en su prótesis para examinar con más precisión la herida. Sus movimientos eran precisos, casi quirúrgicos, pero la tensión en su rostro delataba la gravedad de la situación.

- Seré sincero contigo, Garrett... -el anciano se incorporó lentamente y se dirigió hacia un rincón de la habitación. Garrett lo siguió, dejando que el silencio cargado hablara por un instante-. Con suerte, he logrado detener la hemorragia en su pierna.

Garrett tragó saliva, intentando mantener la calma mientras observaba de reojo a Dorian, quien yacía inconsciente en la cama, su rostro pálido y cubierto de sudor. La pierna herida estaba envuelta en vendajes, pero un ligero tinte oscuro empezaba a filtrarse en el material.

- Tú y yo sabemos lo letales que son las armas de Elyndra. -El anciano bajó la voz, como si temiera que las paredes pudieran escuchar-. La bala que perforó su pierna no solo desgarró carne y hueso... estaba impregnada de Vencor.

El nombre cayó como un martillo en el pecho de Garrett. Miró al anciano, buscando algo, cualquier cosa que desafiara la gravedad de sus palabras. Pero no encontró esperanza, solo cansancio.

- ¿Cuánto...? -Garrett dudó, su voz quebrándose un poco.

El anciano suspiró profundamente, observando a Dorian como si estuviera cargando un peso que no era suyo.

- Por la gravedad de la herida y la cantidad de Vencor que entró en su sistema... menos de una semana.

- ¿Una semana? -Garrett dio un paso atrás, negando con la cabeza como si quisiera escapar de la realidad.

- Lo siento, Garrett. -El anciano se giró hacia la mesa cercana y sacó tres tubos pequeños con un líquido verde brillante que parecía emitir un leve resplandor bajo la luz parpadeante-. Esto es lo único que tengo.

Garrett frunció el ceño, señalando los tubos con desconfianza.

- ¿Qué es eso?

- Una mezcla experimental. -El anciano colocó los tubos sobre la mesa con cuidado-. No lo salvará. No eliminará el Vencor de sus venas. Pero... puede retrasar los efectos.

- ¿Retrasarlos? -Garrett apretó los puños, furioso con la impotencia que lo embargaba-. ¡Eso no es suficiente!

El anciano lo miró directamente, su voz temblando por primera vez.

- No puedo hacer milagros, Garrett. Lo siento...

El silencio llenó la habitación cuando el anciano se marchó, dejando a Garrett solo con sus pensamientos y la respiración débil de Dorian. Garrett miró al joven, recordando la promesa que le había hecho a Saphira de proteger a sus hijos. Una promesa que ahora parecía destinada a romperse.

El sonido de pasos ligeros lo sacó de su trance. Giró hacia la puerta, donde una figura pequeña se asomaba.

- ¿Tío...? -La voz de Alys era suave, casi tímida. Su cabello violeta caía en ondas alrededor de su rostro, y en sus manos sujetaba un viejo mono de peluche.

- Pasa, pequeña. -Garrett trató de suavizar su tono, pero la fatiga lo traicionaba.

Alys entró lentamente, sus ojos azules fijos en su hermano mayor. Se acercó a la cama y se subió a un taburete para alcanzar mejor a Dorian.

- ¿Él... estará bien? -preguntó, su voz cargada de preocupación.

Garrett la miró, sintiendo un nudo en la garganta. ¿Cómo decirle la verdad? No podía hacerlo.

- Claro que sí, solo está descansando. -Mintió, forzando una sonrisa que no llegó a sus ojos.

La niña asintió, dejando escapar un suspiro de alivio mientras acariciaba la mano de Dorian.

- ¿Puedo cuidarlo mientras tú no estás?

Garrett arqueó una ceja, sorprendido por la pregunta.

- Si fuiste capaz de crear una bomba que nos salvó en Altair, creo que puedes cuidar a tu hermano.

Alys sonrió levemente, orgullosa de su ingenio.

- Pero necesito que me ayudes con algo. -Garrett señaló los tubos verdes sobre la mesa-. ¿Ves ese líquido?

Alys asintió, mirando los tubos con curiosidad.

- No debes tocarlo. Si Dorian siente dolor o empeora, ven a buscarme de inmediato. Eso... lo ayudará a sentirse mejor.

- ¿Y si no estás? -preguntó Alys, preocupada.

- Entonces dile a tus hermanos mayores. Ellos sabrán qué hacer.

- Está bien. Lo prometo. -respondió.

Garrett se inclinó para besarla en la frente antes de levantarse.

- Eres una buena niña, Alys. Volveré pronto.

Cuando se marchó, Alys se quedó junto a la cama de Dorian. Humedeció un paño con agua fría y lo colocó suavemente sobre su frente. Su voz tembló cuando susurró:

- No puedes irte, hermano. No como papá y mamá... No me dejes sola, por favor.

El resplandor de los tubos verdes parecía parpadear, como si respondieran a la súplica de la niña. Alys apretó el peluche contra su pecho, esperando que su hermano despertara antes de que fuera demasiado tarde.

••••

El bar estaba más silencioso que de costumbre. Una mezcla de tensión y cansancio flotaba en el aire. Garrett, detrás de la barra, mantenía su mirada fija en el vaso que limpiaba con desgana, mientras el murmullo de las conversaciones se desvanecía. Un sonido metálico proveniente de la puerta cortó el ambiente, y todos los ojos se volvieron hacia el hombre que acababa de entrar. Garrett no levantó la vista, pero todos en el bar sabían quién era la persona que había entrado.

El comandante se sentó en uno de los taburetes frente a la barra, mirando a Garrett con una leve inclinación de cabeza.

- Buenas noches -dijo, su tono grave y controlado.

Garrett asintió sin mirarlo, tomando la botella de whisky.

- ¿Qué va a tomar?

- Whisky. Solo. - Respondió el comandante con calma, mientras observaba el ambiente.

Garrett sirvió la bebida con rapidez y la dejó frente al hombre. Antes de que pudiera decir algo más, el comandante soltó, casi como un susurro, pero con peso.

- Han asaltado un cargamento de Vencor.

El bar se quedó en silencio absoluto. Incluso aquellos que no parecían involucrados no podían evitar tensarse. Los rostros se volvieron hacia el comandante, algunos con miedo, otros con interés, pero todos con una sensación creciente de alarma. Garrett se quedó tranquilo, sin mostrar más que una ligera elevación de las cejas, como si lo que acababa de escuchar no le afectara.

- Eso no es mi problema -respondió con indiferencia, mientras daba un paso hacia un estante para tomar un vaso vacío-. Ya tengo suficientes problemas para preocuparme por algo más.

El comandante soltó una risa irónica, dejando el vaso de whisky sobre la barra con un suave golpe.

- Es curioso, ¿no? -dijo, mirándolo fijamente-. Porque estoy bastante seguro de que los responsables de ese asalto vinieron a este lugar.

Garrett se giró lentamente, dejando el vaso en la mesa, y lo miró directo a los ojos.

- ¿Ah, sí? ¿Y cómo estás tan seguro? -su tono, bajo pero desafiante.

El comandante no desvió la mirada.

- Porque tengo una fuente confiable. - Respondió sin vacilar.

Garrett soltó una risa seca, sin perder la compostura, y dio un paso adelante.

- ¿Una fuente confiable? ¿De verdad? -sarcástico, su tono cargado de desdén-. ¿Y qué sabes tú de mí, comandante? Porque yo solo soy un hombre viejo que lidia con borrachos, escarba entre penas y hace malabares con clientes que no quieren pagar. ¿Eso te suena familiar?

El comandante sonrió, una sonrisa fría que no llegó a sus ojos.

- No subestimes lo que puedes saber. Y créeme, Garrett, si llego a descubrir que este bar tiene algo que ver con ese asalto, no me temblará la mano para hacer que pagues las consecuencias.

- ¿Eso es una amenaza?

- Llámalo como quieras.

Garrett lo observó fijamente. Se quedaron en silencio unos segundos, hasta que el comandante se levantó, ajustándose el abrigo. Pero antes de irse, sus ojos se posaron en un hombre en particular, un tipo conocido en el bar, sentado en una esquina. Garrett, con la mirada afilada, notó cómo el hombre intentó disimular, pero el comandante lo había visto.

El comandante salió del bar con paso firme, pero Garrett permaneció en su lugar, observando cómo el hombre de la esquina parecía más nervioso de lo habitual. La puerta se cerró tras el comandante, y la tensión en el aire seguía flotando. Garrett se acercó al hombre sin decir una palabra. La sala se silenció aún más.

- ¿Qué pasa, Dreyson? -preguntó Garrett, su tono bajo, peligroso. Su voz sonaba como un susurro, pero era tan clara como el cristal-. ¿De verdad fuiste capaz de venderte por unas ridículas monedas?

Dreyson tragó saliva, buscando una excusa, pero el miedo era evidente en su rostro.

- Garrett, yo... no... no era mi intención... -dijo, levantando las manos en un intento de calmar la situación.

Garrett lo miró con desprecio, su mandíbula tensa. Se acercó aún más, acortando la distancia entre ambos, sus palabras venían llenas de veneno.

- ¡No me hagas perder el tiempo, Dreyson! -gritó en su rostro-. Vi cómo el comandante te observaba. ¡Sabes lo que eso significa! ¡No me vendas esas excusas baratas!

Dreyson intentó balbucear algo, pero las palabras no salían. Garrett lo agarró por el cuello de la camisa y lo levantó, empujándolo contra la pared con una fuerza que hizo que el resto del bar se removiera.

- Eres un traidor. Un maldito traidor. Y eso no lo perdono. -gruñó Garrett, apretando aún más.

Dreyson temblaba, y entre sollozos, intentó explicar, pero era inútil.

- ¡Perdón, Garrett! ¡Te juro que no quería! ¡Ellos me amenazaron! ¡No pude hacer nada!

Garrett lo soltó de golpe, empujándolo al suelo con desprecio.

- Eso no es excusa -dijo en voz baja, mientras Dreyson intentaba levantarse, tembloroso y vencido.

Un par de hombres en el bar se levantaron al ver lo que estaba ocurriendo. Sin decir una palabra, se acercaron a Dreyson y lo agarraron, llevándoselo hacia la puerta trasera, donde lo empujaron hacia el callejón oscuro.

Garrett observó por un momento, su rostro inexpresivo, mientras los murmullos del bar comenzaban a aumentar nuevamente. La tensión seguía palpable.

Rhea, la única mesera, se acercó con paso firme, su pierna robótica haciendo un suave zumbido al caminar. Sus ojos observaban a Garrett con una mezcla de preocupación y duda.

- ¿Qué vas a hacer ahora? -preguntó, deteniéndose a su lado.

Garrett levantó la vista, un resoplido de cansancio escapando de su boca.

- Tengo que hablar con Vlad. - Respondió con determinación, su voz grave-. Es la única opción que tengo para proteger a la gente de este lugar. Si no lo hago, más personas acabarán como Dreyson.

Rhea asintió, aunque su rostro seguía reflejando preocupación. Sabía que Vlad no hacía favores sin pedir algo a cambio.

- Hazte cargo del bar, mientras no estoy. - Rhea asintió.

- Lo haré, jefe.

Vlad era codicioso. Y Garrett sabía que podría darle a cambio.

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