Capitulo 03: Volveremos
El sol de la mañana apenas iluminaba las calles de Candris, pero la ciudad ya estaba llena de vida. Los comercios pequeños estaban abiertos, la gente se apresuraba a ir de un lugar a otro, y el bullicio de la ciudad se sentía en cada esquina. Alys caminaba entre sus dos hermanos, Dorian y Kael, mientras exploraban las tiendas locales. Estaban en busca de algunos objetos necesarios para su próximo viaje, pero la atmósfera seguía tensa. En el aire flotaba una mezcla de humo y polvo, típico de la ciudad industrial, pero también algo más. Algo extraño.
Alys se sintió extraña al caminar entre las hileras de edificios deteriorados y las sombras alargadas de las fábricas. Sabía que algo no estaba bien, y su curiosidad, siempre alerta, la llevó a fijarse en un grupo de personas al final de la calle.
Había un círculo de gente, murmullos, gritos apagados. Y en el centro, un hombre. Alys frunció el ceño, al principio creyendo que tal vez era solo una pelea más. Pero algo no cuadraba. El hombre estaba... desintegrándose.
—¿Qué es eso? —preguntó, mirando fijamente al hombre cuya piel y carne se volvían cenizas, disolviéndose en el aire como si fuera polvo. Un par de pasos más y Alys estaba a punto de atravesar el grupo de personas, pero Dorian la detuvo con una mano en su hombro.
—No te acerques —dijo, su tono grave y protector. Alys lo miró confundida.
—¿Por qué? —preguntó, sin apartar la vista de la escena. Su curiosidad no podía ser detenida, no importaba cuántas veces la detuvieran. Dorian, al ver su mirada fija, suspiró, sabiendo que tendría que explicarlo.
—Eso, Alys, son las consecuencias de usar Vencor. —Dijo Dorian, con voz seria y fría, mientras observaba al hombre que ya no era más que una sombra en el aire, desintegrándose.
Alys se quedó quieta, su mente tratando de procesar lo que había escuchado. Había oído hablar del Vencor antes, en sus conversaciones con sus padres, aunque nunca de una manera tan directa ni tan cruda. Su mente, comenzó a hacer preguntas que no esperaba.
—¿Pero... qué es el Vencor? —preguntó, sus ojos grandes reflejaban una mezcla de confusión y miedo.
Dorian la miró por un momento, su expresión seria, antes de responder con calma.
—Es una sustancia biológica, Alys. Muy poderosa. Algo extraña, casi mágica. Se obtiene de una mezcla de compuestos orgánicos y… otras sustancias que no puedo explicarte. Ayuda a curar heridas, a darte habilidades, incluso fuerza. Pero lo que muchos no saben es que hay un precio. Un precio muy alto.
Alys lo miró, sintiendo una extraña presión en el pecho. Siempre había escuchado que el Vencor tenía poderes curativos, que podría ser una bendición en muchos casos. Pero ahora, viéndolo con sus propios ojos, algo le decía que no todo era tan simple.
—¿Qué precio? —preguntó, con voz bajita, casi como si ya sospechara lo que estaba por escuchar.
Kael, se acercó a su hermana y acaricio su cabello, antes de miras hacia el frente.
—El Vencor tiene efectos secundarios, Alys. No es solo la curación o la fuerza. Con el tiempo, puede volver a las personas locas. Paranoicas. Su cuerpo puede empezar a mutar. Se transforma, de formas que ni siquiera podemos entender. Muchos pierden la cabeza y… algunos terminan como él.
Alys miró al hombre, que ya no era más que cenizas flotando al viento, y el miedo se asentó en su estómago.
—¿Y él? —preguntó, señalando al hombre desintegrado. Su voz apenas era un susurro, como si no quisiera escuchar la respuesta.
Dorian suspiró, mirando al hombre antes de responder.
—Usó el Vencor en exceso. Lo que ves ahí es una de las consecuencias más grandes de su uso. Cuando el Vencor te consume, no hay vuelta atrás. El cuerpo se destruye, se convierte en cenizas, y desaparece como brazas en el aire.
Alys tragó saliva, sus ojos fijos en lo que quedaba del hombre. No podía creer lo que veía. El Vencor, la sustancia que muchos veían como una solución, era, al final, una condena. Una condena que no se podía escapar.
—¿Puede... volver a vivir? —preguntó, con los ojos llenos de esperanza, aunque sabía que la respuesta no sería buena.
Dorian negó lentamente con la cabeza, y Kael se acercó para poner una mano sobre el hombro de Alys.
—No, Alys. El Vencor es demasiado extraño. Una vez que te destruye de esa manera, tu cuerpo ya no es más que polvo. Nunca ha habido un caso en el que alguien que haya sido consumido por el Vencor haya vuelto. Nadie ha sobrevivido.
Alys miró hacia el suelo, procesando lo que acababa de aprender. El mundo en el que vivían no era tan simple como lo había imaginado. Había mucho más peligro del que pensaba, y el Vencor era solo una de las sombras que acechaban en las calles de Candris.
—Entonces... ¿para qué lo usan las personas? —preguntó, mirando a Kael. A pesar de todo, quería entender. Quería saber por qué alguien podría arriesgar tanto.
Kael miró a Alys por un momento, su expresión suave pero seria.
—Porque el poder que da el Vencor es tentador. Te ofrece todo lo que deseas: curación, fuerza, habilidades más allá de lo que cualquier persona normal podría imaginar. Pero lo que no dicen es que, cuando usas Vencor, no solo te transformas en lo que deseas. También te transformas en algo más. Algo que nunca quisiste ser.
Dorian dio un paso hacia adelante, tomando a Alys de la mano, como si pudiera darle algo de consuelo.
—A veces, Alys, la gente no entiende lo que hace hasta que ya es demasiado tarde. Lo importante es que tú nunca olvides lo que has visto. El Vencor no es un juego. No te dejes engañar por sus promesas.
Alys asintió lentamente, su mente girando, procesando todo lo que acababa de aprender. Mientras caminaban hacia el bar, ese día, Alys entendía algo muy importante: no todo lo que brillaba era oro, y a veces, lo que más deseabas podía ser lo que más te destruyera.
•••
La botella rota. Ese era el nombre de aquel bar.
Candris estaba dividida en dos partes: Iralis. La cuál era dirigida y controlada por Garrett. Y luego estaba, Eryndor, la cuál era controlada por Vlad.
Las luces parpadeaban intermitentemente, y el humo de los cigarrillos llenaba el aire. La puerta trasera crujió al abrirse, dejando entrar a Kael, Dorian y Alys, que caminaban en silencio. En el fondo del lugar, Garrett estaba inclinado sobre una mesa, hablando con un hombre de aspecto imponente. Su brazo derecho relucía con un acabado metálico, y su pierna mecánica emitía un leve zumbido al moverse.
—Sube arriba, Alys —ordenó Kael en voz baja, deteniéndose a un par de pasos del grupo.
—Pero yo… —empezó Alys, mirando curiosa al hombre con las prótesis.
—Hazme caso, pequeña. Esto no es para ti —interrumpió Dorian, más suave, colocando una mano sobre su cabeza.
Alys frunció los labios pero obedeció, subiendo las escaleras con pasos lentos. Cuando Dorian y Kael se aseguraron de que su hermana no estuviera cerca, se acercaron a Garrett, aquel hombre que los había cuidado desde la muerte de sus padres.
—¿Qué está pasando? —preguntó Kael, cruzándose de brazos al acercarse a Garrett.
El hombre levantó la mirada, sus ojos oscuros reflejaban una mezcla de preocupación pero al mismo tiempo, cansancio.
—El cargamento de Vencor estara llegando esta noche —respondió con voz grave.
Dorian entrecerró los ojos, tensando la mandíbula.
—¿Y qué vamos a hacer al respecto?
Antes de que Garrett pudiera responder, Lyra hizo acto de presencia. Tenía otro estilo de ropa y su cabello recogido en un moño desordenado.
—¿Qué vamos a hacer? —repitió con sarcasmo, mientras apoyaba ambas manos sobre la mesa y se inclinaba hacia Garrett—. No podemos quedarnos de brazos cruzados. ¿No aprendiste nada la última vez?
Garrett se enderezó, su expresión endureciéndose. Esa niña lograba sacarlo de sus casillas, Lyra tenía catorce años y lo volvía loco. No entendía como podía ser tan rebelde y loca.
—Ya intentamos intervenir antes, Lyra, y casi nos cuesta la vida. Los de Luminaria no olvidan, y créeme, siguen molestos por lo que hicimos.
—¿Y qué? ¿Ahora nos quedaremos mirando mientras ellos destruyen Candris? —espetó Lyra, golpeando la mesa con el puño. La vibración hizo que un vaso cayera al suelo y se rompiera.
— No cruces los límites, muchachita. —Dorian intervino, al ver la actitud de su hermana.
—Ella tiene razón, Garrett. Si dejamos que el Vencor circule libremente, no habrá vuelta atrás.
Garrett los observó en silencio, sus ojos viajando entre cada rostro, como si midiera sus palabras con cuidado. Dorian tenía diecisiete, Kael dieciséis, Lyra catorce. Eran unos chiquillos, o al menos para él. Antes de que pudiera responder, la puerta principal del bar se abrió de golpe.
Un hombre local entró jadeando, su rostro estaba cubierto de sudor y sangre seca. Su ropa raída indicaba que venía corriendo desde las zonas más pobres de Candris.
— ¿Que sucedió? — pregunta uno de los hombres del Bar
—Los guardias están atacando las calles —dijo, con voz entrecortada—. Están despejando el camino para asegurar la entrega del Vencor. Están golpeando y arrestando a cualquiera que se cruce.
El silencio que siguió fue como el filo de un cuchillo. Garrett apretó los puños, sus nudillos blancos del esfuerzo.
—Malditos… —murmuró, bajando la cabeza por un momento.
— Garrett, eres el lider. Tu manejas las calles de aquí, gran parte de Candris está bajo tu mando. — dice una mujer con tatuajes en el cuerpo y una cicatriz en su rostro. — Hay que hacer algo.
—. ¿Y si los enfrentamos? Podría ser nuestro fin. — dice otro hombre.
Kael sonrió de lado, el brillo de la emoción en sus ojos era inconfundible.
—No tiene que ser un enfrentamiento directo. Podemos robar el cargamento antes de que llegue a su destino.
Lyra alzó una ceja, mirando a Kael con incredulidad.
—¿Robarlo? ¿Y luego qué? ¿Dónde lo escondemos?
—No se trata de esconderlo —intervino Dorian—. Lo destruimos. Quemamos todo. Si no hay Vencor, no hay problema.
Garrett se pasó la mano por el cabello, exhalando con frustración.
—¿Y qué crees que harán los de Luminaria cuando descubran que fuimos nosotros?
Lyra soltó una carcajada amarga.
—¿Qué no harán? Nos tienen en la mira desde hace años. Pero, Garrett, piensa. Si no hacemos algo ahora, Candris caerá en el caos.
El hombre con las prótesis, que había permanecido en silencio hasta ahora, asintió lentamente.
—La mocosa tiene razón. La ciudad ya está al borde del colapso. Una nueva ola de Vencor será la chispa que lo incendie todo.
Garrett cerró los ojos por un momento, sus dedos tamborileando sobre la mesa. Finalmente, asintió.
—Está bien. Pero si vamos a hacer esto, más vale que sea perfecto. Un solo error y estamos muertos.
••••
La preparación había sido rápida pero meticulosa. Armas revisadas, rutas estudiadas, máscaras y capas para moverse entre las sombras. El equipo estaba listo para partir, pero en un rincón del bar, Alys observaba con atención.
—¿A dónde van? —preguntó, rompiendo el silencio.
Kael y Dorian se giraron hacia ella. Lyra rodó los ojos, dejando escapar un suspiro.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Lyra con irritación—. No tienes nada que ver con esto. Y deberias estar durmiendo.
Alys no se inmutó. Es más, ignoro las palabras de su hermana. Y se dirigió a Dorian.
—Quiero saber qué pasa. No soy tonta..
— No te incumbe mocosa.
—Cállate, Lyra —dijo Dorian con un tono bajo pero autoritario. Se acercó a Alys y se agachó frente a ella, apoyando una mano en su hombro—. Alys, no puedes venir. Es peligroso.
—Pero yo puedo ayudar —insistió ella. — Se hacer bombas, yo...
—No esta vez, pequeña. —Kael se acercó, su tono más suave de lo habitual—. Prometemos que volveremos antes de que te des cuenta.
Lyra bufó desde la esquina.
—Si logramos volver.
—Maldicion, Lyra. Cierra la boca —gruñó Kael, lanzándole una mirada fulminante.
Dorian tomó las manos de Alys entre las suyas.
—Confía en nosotros, pequeña. Te necesitamos aquí, esperándonos. No podemos concentrarnos si estamos preocupados por ti.
Alys asintió lentamente, aunque se sentía asustada.
Mientras el grupo se desvanecía en la penumbra de Candris, Alys se quedó en la entrada del bar, observando las calles vacías y pensando en los riesgos que sus hermanos estaban a punto de enfrentar.
— Vuelvan...
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