Una manada


Sé que he dejado pasar alguna dedicatoria y lo siento desde ya, no ha sido mi intención, pero es que entre todos los mensajes se me pierden y hoy no me ha dado tiempo de buscar.

Igual se los dedico a todas y todos, gracias por leerme y les deseo un excelente día.

Bendiciones mis lectores bellos.

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[Capítulo 13]

{Sadashi}

Mis jefes volvieron al siguiente día, el señor Myles Pride y su esposa Eleanor viajaron para tomar el lugar de ellos con Abigail. Estábamos en la mansión Pride White y Aiden lucía muy tranquilo y todavía emocionado por lo sucedido el día anterior, el tonto no tenía ni idea de lo cabrona que era su madre cuando se cabreaba y esa reunión a la que se nos convocó de urgencia, no era precisamente para felicitarnos.

—Si sabes que este día te podrían colgar de las bolas, ¿cierto? —le dije en un susurro.

Tía Maokko, Marcus, Lupo y Dom nos acompañaban. Caleb estaba haciéndose cargo de recoger a mi Sensei y su marido en el aeropuerto.

—Le veo el lado bueno, después tú me las sobarás para recompensarme —soltó.

Negué rendida, ese idiota no cambiaba ni en momentos tan serios y delicados.

La habitación en la que estábamos era muy grande y según me explicaron, tenía paredes insonorizadas ya que ahí se llevaban a cabo reuniones importantes de las cuales los herederos de ese imperio, no debían enterarse hasta llegado el momento. Aunque Aiden ya sabía mucho y cada vez se adentraba más en el mundo de sus padres.

Lo vi sentarse y hacer una mueca de dolor, salimos victoriosos de la batalla, pero no ilesos; un Vigilante logró asestarle un buen golpe en las costillas y su rostro tenía pequeños cortes. Yo estaba igual del rostro y una mano se me inflamó cuando la impacté mal en la barbilla de mi enemigo. Dormí en la mansión esa noche para poder resguardarla ya que, aunque intentaron atacarla sin ningún efecto favorable para ellos, nos manteníamos atentos para evitar otra sorpresa. Caleb se hizo cargo de Inoha y se la llevó a un búnker cercano para que fuera tratada, con Aiden nos quejamos porque no la dejaban morir, pero órdenes son órdenes y debíamos cumplirlas.

—Puedes irte conmigo después de esta reunión y me encargaré de esas pequeñas lesiones —Me sorprendí un poco cuando Lupo ofreció tal cosa.

Lo dijo en voz baja, mi tía y su marido estaban en una llamada así que ni se enteraron, pero no podía decir lo mismo de Aiden, puesto que estábamos cerca y alcanzó a oír a Lupo.

—Tú no te has sanado bien y pretendes atenderme a mí —dije a manera de pregunta, él sonrió con picardía.

—Ambos nos daremos la atención que necesitamos, Sadashi. Hace mucho que no estamos juntos y la verdad es que te extraño —Me incomodé con la situación.

Más cuando vi a Aiden sonreír sin ganas, gélido e irónico. Con lo curioso que era, de seguro tenía el oído muy afinado y nos escuchaba a la perfección. Lupo me miró esperanzado con sus ojos celestes, sus labios gruesos me sonrieron de lado y alzó de forma graciosa sus cejas rubias oscuras. Su barba creciente y muy bien arreglada le daba un toque maduro que le sentaba muy bien.

—Creo que no es buen momento para hablar de esto —señalé cuando Aiden se puso de pie.

Lucía tranquilo y se acercó a Marcus para decirle algo.

—El Niño Bonito resultó un cabrón —repuso Lupo cuando vio que yo lo estaba mirando—. Todos están hablando de sus proezas de ayer y de que Shi volvió a la carga junto a él —añadió y me observó con orgullo.

Iba a responderle, pero en ese momento la puerta de la oficina se abrió y nos dejó ver a la gran Isabella Pride, cabreada hasta la coronilla y queriendo asesinar ella misma a su hijo.

—¡No me vuelvas a hacer esto! —gritó y empujó a Aiden.

Él retrocedió al haberlo agarrado desprevenido y se puso la mano en el costado izquierdo cuando la acción de su madre lo lastimó, ella lo miró con preocupación, pero lo camuflajeó con la ira.

—¡Si te ordenan que te quedes aquí, obedeces y punto! —siguió despotricando.

El señor Elijah negó al ver a su mujer convertida en el diablo.

—Cálmate, Isabella —le pidió con una tranquilidad fingida.

—¿¡Qué me calme!? ¿¡Es enserio, Elijah!?

—Sí, muy en serio —respondió él.

Por primera vez quise huir de una zona de guerra, ya que el enfrentamiento de esos dos titanes ponía a cagar a cualquiera, por muy fuertes que nos creyéramos. Y tanto Elijah e Isabella, prometían arrasarnos en ese combate verbal y de miradas.

—Estoy bien, ma. No te pongas así.

—¡Ma y una mierda! No estás bien, si lo estuvieras, si pensaras un poco con la cabeza y no con los pies, te habrías quedado aquí cuando Maokko te lo ordenó —Aiden negó al oírla— ¿Y tú? Te tengo aquí para que lo cuides, no para que apoyes sus estupideces —dijo contra mí.

La miré sin decir nada, sabía las órdenes que me dio y no las seguí. No podía discutírselo.

—Joder, madre. Ya estoy grandecito ¿no? Tomo mis propias decisiones, quise ir a apoyar a mi gente y lo hice.

¡Ay, joder! Eso no me lo esperé y ni ella ya que lo miró sorprendida, pero más nos sorprendimos todos cuando se fue contra él para darle una bofetada y antes de lograrlo, su marido se interpuso y la cogió de la mano.

—Me le vas bajando dos rayitas a este puto show, White —advirtió.

Aiden no podía creer lo que estaba viendo, tampoco nosotros. Mi loca Sensei se zafó del agarre de su marido, muy indignada por lo que acababa de hacerle.

—¿Es un show! —le cuestionó gélida y dolida, pero no lo dejó responder —Se fue a una puta batalla, asesinó a diestra y siniestra. Buscando su maldita venganza, metiéndose en asuntos que no debe meterse, arriesgó su vida cuando tú y yo vivimos por protegerla y dices que hago un puto show. Y no es tu gente —le aclaró al chico que ella todavía veía como su pequeño.

—Mi gente, mi organización también. Igual que la tuya. Ya basta de quererme tener en una burbuja, madre. Ya se explotó, salí de ella y estoy reclamando un lugar que por derecho me pertenece, así como tú tienes el tuyo porque el abuelo te lo creó y heredó. Desde que me secuestraron y asesinaron a Yuliya y su bebé, te dije que iba a meterme en esto de lleno, así que no te sorprendas.

Respeto mucho a esa mujer, pero admito que en ese momento estaba de parte de Aiden y creo no solo yo; Marcus se notaba que apoyaba al niño que vio crecer, tía Maokko por muy su hijo que lo sentía, también estaba de su lado y no digamos el señor Elijah. Él, creo que era el que más claro tenía que tarde o temprano, ese momento llegaría por parte de cualquiera de sus hijos.

—Isabella, sé lo que sientes, pero no los preparamos por nada. Ambos sabíamos que este día iba a llegar y tampoco quiero una vida llena de peligros para nuestros hijos, mas no puedo pretender ser un hipócrita al negarles un lugar en las organizaciones, cuando yo me impuse ante mi madre para obtener el mío y mi padre me apoyó en eso. Ayudándome a ganarlo y cuidándome mientras me preparaba.

Isabella se limpió las lágrimas con brusquedad al escuchar a su marido, no quería dar su brazo a torcer, pero las palabras de su marido vertían solo verdades que ella debía aceptar tarde o temprano.

—Tu madre creo a La Orden del Silencio para que tú la lideraras luego, tu padre te preparó para que tomaras su lugar en Grigori así no hayas escogido esta vida, Bonita. Así que no pretendas que ninguno de tus hijos se niegue a ella, cuando bien sabes que por sus venas corre tu sangre y la mía —sentenció, tratando de ser más suave con ella cuando vio lo asustada que estaba su mujer.

No me podía poner en sus zapatos, ni siquiera me atrevería a decir que mi madre vivió lo mismo conmigo puesto que, ambas luchamos siempre para sobrevivir, la pelea se volvió nuestro diario vivir y quitar vidas un camino para alargar la nuestra. Todo a mi alrededor fue muerte a tal punto de llegarlo a ver normal, así que estar en las organizaciones más que un trabajo o forma de agradecimiento hacia las personas que me rescataron, era una manera de respirar y alimentarme.

—Siento mucho decir esto en este momento, Isabella, pero está demás que quieras alejar a Aiden a estas alturas. Los Vigilantes ya lo creen un miembro activo de las organizaciones y después del enfrentamiento que tuvo ayer con Demian Sellers, tenerlo dentro es la mejor forma de protegerlo. Tu marido tiene razón, no queda más que apoyarlo y enseñarle a cuidarse —aconsejó Caleb y ella lo miró reacia.

El tipo era su consejero y mejor amigo a pesar de los malos entendidos, también el más fiel a ella y que apoyara al señor Elijah, significaba para mi Sensei darse por vencida en su posición como madre sobreprotectora.

—Me ensucié demasiado las manos con tal de que ellos no llegaran a eso y ¿de qué me sirvió? —se quejó ella y buscó donde sentarse.

Tanto Lupo como yo sentimos que ese ya no era lugar para nosotros y miré a tía Maokko buscando que me diera autorización para marcharnos. Ella, Marcus y Caleb eran parte de esa familia y podían estar ahí sin ninguna pena, mas no nosotros, pero Marcus con una mirada me indicó que me quedara en mi lugar.

—Sirvió para darnos tiempo, al menos para dármelo a mí —dijo Aiden y ella lo miró dándole una sonrisa sarcástica—. Para sobrevivir necesito aprender de los mejores y esos son ustedes, no me lo nieguen —les pidió con humildad y lo respeté por eso.

Para ser el mejor se necesitaba ser humilde y él, que siempre se mostraba como un fanfarrón empedernido, estaba ahí, bajando la cabeza con respeto hacia sus superiores.

—La fortaleza del lobo no está en sus colmillos, rapidez o agilidad, Isabella —dijo el señor Elijah y todos lo miramos.

—Lo sé —respondió ella, sabiendo que no podría salirse con la suya esa vez.

—¿En dónde está? —preguntó él mirándola serio.

—En la manada —contestó ella alzando la barbilla como la reina que siempre demostraba ser.

—¿Y nosotros que somos?

¡Mierda! Me picaba la lengua por responder a eso, sobre todo cuando la adrenalina me recorrió al verlos a ambos como los malditos jefes que eran.

—La mejor puta manada que existe y vamos a morder el culo de esos hijos de puta hasta destrozarlos en pedazos.

—¡Aiden! —lo reprendió su madre y me mordí el interior de la mejilla para no sonreír.

El señor Elijah no la reprimió y miró a su hijo con orgullo, intuí que por dentro tenía miedo por Aiden, pero estaba segura de que le enseñaría lo mejor de él para convertir a uno de sus primogénitos en el perfecto sucesor y antes de que cualquiera de sus hijos pudiera estar en peligro, ponía las manos al fuego en que daría su propia vida a cambio de la de ellos.

De un momento a otro la tensión mermó y se comenzaron a tocar puntos importantes de lo que se haría en adelante, de cómo procederíamos para defendernos y protegernos. Desde ese día ya podíamos asegurar que la guerra una vez más estaba declarada y como siempre, pelearíamos a muerte por los nuestros; Caleb nos hizo saber que Demian no era un simple fanfarrón al que con facilidad quitaríamos del camino, Evan, Connor, Dylan y Tess se nos unieron y cada uno aportó parte de la investigación que hicieron desde que aquel nuevo grano en el culo apareció.

Aiden escuchaba atento, aprendiendo de aquel nuevo mundo del que ya era parte; su curiosidad en ese momento le jugaba a favor y su cerebro era como la de un niño, absorbiendo todo.

—Nuestros contactos en Tokio, China, Italia y Londres nos han informado que el chico está construyendo nuevas alianzas y recurriendo a viejos aliados que Lucius tenía. Junto a David Black están convenciendo a los antiguos miembros de los Vigilantes a activarse y cerraron un gran negocio con la tríada China para que los apoyen —dijo Connor.

—Al parecer, David Black crio a ese chico para que fuera su gran as bajo la manga y lo está utilizando en el momento exacto —añadió Evan.

Todos escuchábamos atentos.

—¿Se sabe algo más de él? ¿Quién es su padre? ¿Dónde estudió? ¿Dónde estuvo todo este tiempo? —quiso saber el señor Elijah.

—Estoy investigando quién es su padre, ya que al parecer, Charlotte a estado sola todo este tiempo. Tiene vientres años y es mayor que los clones por meses. ¿Tú le conociste algún novio cuando viviste con ella? —Caleb se dirigió a mi Sensei.

Ella negó.

—¿Viviste con ella? —cuestionó Aiden muy sorprendido.

El señor Elijah se mantuvo en silencio, aunque demasiado pensativo al escucharlos.

—Sí, después de esta reunión hablaré bien contigo de todo. Ya estás dentro y necesitas estar al tanto de mi vida —respondió su madre—. Y respondiendo a tu pregunta, no. Siempre fue reservada con sus cosas y solo me mostró lo que le convenía y no la comprometiera.

—Si ese chico es mayor que los clones por meses, quiere decir que cuando la ataqué ya estaba preñada. ¡Joder! Ese tipo tiene genes fuertes como para haber sobrevivido a lo que le hice a su madre y esa maldita más vidas que una gata —espetó el señor Elijah.

—Sobrevivió igual que nuestros gemelos —señaló Isabella y ambos se miraron.

Pero el señor Elijah apartó su mirada de inmediato, su ceño estaba fruncido y casi escuchaba los engranajes de su cerebro maquinar como locos. Él sabía algo que nosotros no, mas no lo decía, solo se lo tragaba y ya que mi Sensei estaba sumida en la conversación y explicaciones que se daban, no se percató. No obstante, yo sí vi algo raro y no dejé de mirarlo hasta que me sintió y conectó sus ojos con los míos.

Sin embargo, nunca podría sostener su mirada fría y me intimidó de inmediato.

Cuatro horas más tarde salimos de aquel despacho, me sentí un poco mareada de toda la información que debía procesar y respiré agradecida el aire fresco que la noche me regaló en el porche de la mansión. Lupo iba detrás de mí y me cogió de la cintura cuando me alcanzó.

—¡Carajo! Necesito relajarme con urgencia después de esto —exclamó en mi cuello y lo aparté de inmediato.

—Relájate alejado de mí, hombre. Ya sabes lo que opino sobre que violen mi espacio personal —me quejé y sonrió divertido.

—Ya, no te gusta aquí o frente a la gente, pero sí en la soledad de mi apartamento —repuso en tono de broma y rodé los ojos.

—Casi acabas de salir del hospital y ya estás pensando en follar, eres increíble —me burlé.

—¿No tienes antojo de mí? —preguntó alzando una ceja.

Iba a responderle, pero lo vi mirar hacia atrás y seguí su dirección, me encontré con Aiden cerca de nosotros.

—Iba a decirte que tengo pensado salir esta noche, pero no voy a joderles los planes —Me sorprendió su declaración.

Miró a Lupo quien le sonrió con agradecimiento y Aiden le correspondió con un guiño de ojo, casi como un camarada ayudándole a otro a conseguir el revolcón de la noche. ¡Mierda! No esperaba que se molestara o que reaccionara mal por saberme con otro luego de lo que pasó entre ambos, pero tampoco que me empujara a la cama de nadie.

Iba a decirle algo, mas en ese momento recibió una llamada y la respondió de inmediato.

—Tiempo sin saber de ti, cariño —dijo en todo seductor y se alejó un poco.

Lupo me miró esperando una respuesta.

—Venga, Shi. Al parecer, el Niño Bonito tendrá diversión, no nos quedemos atrás —propuso y negué.

—No creo que a los jefes les agrade que pida libre, sobre todo después de lo que ha sucedido —me excusé y miré hacia Aiden quien hablaba muy animado con quien fuera la que le llamó.

No acordamos tener exclusividad tras la noche que pasamos juntos, pero no me sentaba bien que volviera a sus andadas, además, tenía una promesa que cumplir y quería recordárselo.

—¿Es enserio? ¿Prefieres ver follar que follar? —preguntó Lupo, incrédulo.

—Pues es lo que he estado haciendo desde hace un tiempo, ya me acostumbre —respondí con descuido.

—Pareciera que te gusta el voyeur —soltó y lo miré demostrándole que su comentario no fue gracioso.

—No me gusta y tampoco te tiene que importar. Y si tanto quieres relajarte, ve y jálatela o busca a otra chica porque yo, paso esta vez, Lupo. Gracias por el ofrecimiento —solté tajante y lo dejé ahí cuando vi que Aiden terminó de hablar por teléfono.

Lo vi irse para su Jeep y lo seguí de inmediato, me sentí estúpida por preferir cuidarle el culo mientras estaba con otra, a ir y pasarla bien con un tipo que me daba buen placer, pero ahí estaba yo.

—¿A dónde vamos? —pregunté cuando se detuvo para abrir la puerta del coche.

—Ya le he pedido a alguien más que me acompañe, esta noche estás libre, Sadashi. Aprovecha y disfruta tu tiempo —deseó y no me agradó para nada que me hablara cómo lo hizo.

—Paso, no me apetece. Además, no estás para descuidarte y sabes que juntos somos un buen equipo. No le daré más motivos a tu madre para que se moleste conmigo, así que me encargaré de lo que me encomendó a mí, a nadie más —dejé claro y caminé hacia el lado del copiloto.

Me subí al Jeep bajo su atenta mirada y negó para después hacer lo mismo en el lado del piloto.

—Vamos a Elite, he quedado de verme allí con los chicos e invité a una amiga —informó cuando se puso en marcha y asentí.

No hice ninguna pregunta ya que no me importaba, pero sentía la tensión entre ambos. Él tampoco pretendía hablar nada, puesto que puso la música a un volumen que indicaba que solo quería escuchar las voces melódicas y no una con acento asiático; me puse en contacto con otros compañeros y en clave les dije dónde estaríamos. Esa vez ya no sería solo yo la que me encargaría de su seguridad, aunque sí la única que estaría cerca de él.

—Ahora comprendo tu preocupación por Lupo —soltó en un momento que el coche se quedó en silencio.

Lo miré, estaba serio y se dedicaba a ir pendiente de la carretera.

—Es mi amigo —aseguré.

Desde los controles del volante bajó el volumen. ¡Puf! Ya quería hablar.

—Tu amigo con derecho a roce —aclaró—. Es tu vida y la respeto, pero te agradecería que me dejes las cosas claras.

—¿A qué te refieres? —inquirí.

—Si piensas tener algo serio con Lupo, dímelo porque no seré el tercero en discordia —aclaró.

Me reí sin gracia.

—No eres el tercero de nada, me he acostado con él en el pasado y no lo hacemos desde hace mucho tiempo y sí, el chico pretendía que pasara hoy, pero heme aquí. Decidí cuidar tu culo como lo he venido haciendo desde tiempo atrás —dije un tanto sincera.

—Y quieres comprobar con tus propios ojos si cumplo mi promesa —aseguró.

Abrí y cerré la boca tratando de parecer indignada, traté de decirle algo, pero las palabras no me salían y comenzó a reírse.

—No hace falta que te indignes, Engreída. He aprendido mucho durante mis años como casanova y sé lo que pretendes, pero te hace falta conocerme más. Yo cumplo mis promesas y hasta que se concluya el mes, no me acostaré con nadie más que no seas tú —Eso último atascó más mis palabras—. A no ser que quieras exclusividad durante el tiempo que este juego dure —Me miró con una sonrisa ladina.

¡Madre mía! Esa noche el chico se había propuesto dejarme sin palabras.

—Nunca he hecho eso, sería nuevo para mí, ya que jamás me acuesto más de dos veces con la misma chica y lo sabes. Pero después de la follada que nos dimos, sigo con ganas de ti y estoy dispuesto a intentarlo...lo de la exclusividad —aclaró.

No estaba acostumbrada a sonrojarme, pero es que nunca me había cruzado con un tipo tan desbocado y depravado y sincero como él, así que no lo podía evitar.

—No es necesario que respondas ya, piénsalo, Pequeña Ninja. Solo ten por seguro que por un tiempo, estaré encantado de ser tu caballo de guerra para que me montes cuando quieras —Abrí los ojos desmesuradamente.

Lo miré y estaba sonriendo, era muy consciente de mi reacción.

¿Tener exclusividad? Admitía que me gustaba la idea.

—Solo tú y yo mientras esto dure —acepté. No tenía mucho que pensar.

Aiden me miró complacido y victorioso.

—Esta noche después de Elite, te daré lo tuyo —prometió y en ese momento fui yo la que sonrió.

Complacida y victoriosa.

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