Un trago
[Capítulo 4]
{Sadashi}
Respiré profundo, puse mis manos en su pecho y antes de apartarlo de mí, le sonreí con verdadera burla y mucha altanería. Esa actitud de galán podía funcionarle con cualquiera, menos conmigo.
Bajé las manos a su abdomen y me puse de puntitas para poder acercarme a su oído.
—¿Esto te funciona con otras chicas? —cuestioné.
Sin perder tiempo llevó una mano a mi cintura, se sentía demasiado grande ahí.
—Siempre —respondió, se alejó un poco solo para verme a los ojos.
—Espero que ya te hayas dado cuenta de que no soy igual a ellas y que para acostarme contigo, debería estar borracha y aun así no estoy segura de hacerlo, puesto que no eres mi tipo —aseguré y le di un pequeño empujón para que se alejara del todo de mi cuerpo.
No me gustaba su cercanía.
—Eres todo un reto, Sadashi Kishaba —murmuró— y tengo una promesa que cumplir contigo —Alcé una ceja cuando dijo lo último—. Ahora responde mis dudas.
Volvió al punto que quería evitar a toda costa, pero siendo él, era de esperarse que no me sería fácil lograrlo.
—Estoy pasando por un mal momento y venir aquí me relaja, si antes no me has visto es porque pasas más tiempo en Virginia Beach —comencé, encontrando una excusa de forma magistral—. Lo de las chicas lo sé ya que tienes una fama que te precede y muchos de mis compañeros de las organizaciones lo murmuran. Y no digo nada extraño ni mucho menos insinúo, tú lo sentiste así y sabrás tus razones, nada de lo que dije fue con doble sentido.
Me miró atento, pero sus ojos me demostraron que me estaba creyendo. Me quise dar palmaditas de felicitación al comprobar que se me daban muy bien las excusas.
—También estoy pasando por un mal momento, pero siendo tan cercana a mamá, intuyo que ya sabes las razones —Asentí, no iba a mentir en eso—. Siento mucho lo que dije de que eras mi última opción —Me sorprendió mucho que se disculpara por eso—, en realidad ni siquiera te consideré como una.
—Hijo de....
—¡Ey! Antes de que termines esa injuria, recuerda que te referirás a tu Sensei y bien podría ser chismoso solo para saciar mi curiosidad de qué te haría ella al saber que la has ofendido —Sentí muchas ganas de ahorcarlo—. Además, no te lo digo por ofenderte o porque tu compañía sea menos que otras para mí. Solo estoy siendo sincero, te he visto pocas veces, desde que nos conocimos has demostrado que no te agrado, así que es obvio que no te haya considerado; sin embargo, tú me caes muy bien y pienso que serías muy buena compañía. Estás pasando por un mal momento, yo igual, podríamos ir...
—¡Joder! Ya, calla y vamos por ese trago, solo no hables mucho porque me mareas —cedí.
Lo vi sonreír antes de girarme e irme a mi coche.
Tenía unos días con demasiado estrés y de cierta manera me convenía tenerlo a mi lado para que no decidiera hacer alguna estupidez, también me era más fácil cuidarlo y mantener el control, ya que cuando debía ocultarme de su vista, muchas veces lo perdía y me era tedioso encontrarlo a cada momento.
Cuando llegamos a mi coche, pidió ir conmigo y dejamos el suyo donde estaba, asimismo me indicó que fuéramos a Elite y con mi permiso puso la dirección en el GPS, menos mal el aparato se reseteaba cada día a la misma hora y para ese momento ya no tenía ningún historial que me comprometiera con él. Conocía el club, había tenido que ir en algunas ocasiones, pero preferí parecer ignorante a todo lo que a su persona se refería.
El lugar era exclusivo y tenían etiqueta en la vestimenta, mas no estábamos vestidos para ir allí, pero siendo él uno de los dueños, las etiquetas se las pasaba por donde no le daba el sol a la hora que se le diera la gana.
—Vete para el estacionamiento subterráneo —Hice un gesto incómodo cuando me pidió tal cosa.
Claro que el club tenía mucha seguridad, pero no la suficiente para mi gusto y estábamos pasando por un punto en el que no podíamos descuidarnos de ningún detalle.
—Preferiría quedarme en un lugar fácil de salir por si algún problema se presenta.
—No te preocupes, no ignoro que mis padres tienen gente cuidando mi culo. Así que si algo pasa, ellos se encargarán —No pude evitar reírme con ironía al escucharlo.
«Si tú supieras, Niño Bonito», pensé.
—Si no te importa, prefiero quedarme en un estacionamiento con más facilidades para cualquier cosa, así tus guardaespaldas están más al pendiente de ti —Traté de ocultar la ironía al decir eso.
—Bien, como quieras cedió.
Entramos al club rato después y me sentí muy extraña al tener que caminar a su lado, por lo mismo intenté quedarme unos pasas atrás, pero Aiden lo notó y aminoró su caminar para esperarme. Las personas que esperaban por entrar iban muy bien vestidas, nosotros en cambio estábamos vestidos como para ir al cine, al parque o algún otro lugar; las chicas no tardaron en clavar sus miradas en mi acompañante y sonreí irónica cuando me vieron a mí intentando hacerme sentir poco para él. Había muchos tipos guapos en la línea, sin embargo, el Niño Bonito tenía algo que llamaba la atención de la mayoría de mujeres, incluso si él no quería aquello.
—Joven Pride, es una sorpresa tenerlo por aquí —Lo saludó Roman, el hombre llevaba años trabajando para los Pride, pero lo dejaron como guardaespaldas del club, después de que su esposa lo obligó a decidir entre una vida larga junto a ella o la adrenalina que se vivía en las misiones peligrosas.
Su decisión fue muy inteligente.
—Debo hacerme cargo de mis negocios —respondió Aiden, con un tono juguetón y Roman rio.
—¿Privado para dos? —preguntó Roman luego de eso— Es bueno volver a verte, Sadashi —Negué con disimulo cuando me saludó.
—¿Ya la habías visto? —¡Joder! Con lo curioso que era ese chico, debíamos tener cuidado con lo que se hablaba.
Aiden me miró para obtener una respuesta de mi parte y decidí hablar al darme cuenta de que Roman no tenía idea de qué decir.
—Sí, ha llegado algunas veces a casa. Su esposa es muy amiga de tía Maokko.
Lo vi satisfecho con mi respuesta y volví a respirar tranquila, Roman sonrió para afirmar lo que dije ya que no mentía en eso.
—Es lógico, tía Maokko es una amor cuando quiere —reí irónica.
Él también le decía tía, aunque no lo era y según lo que ella me comentó, Aiden es un lector empedernido debido a que tía le inculcó tal cosa desde antes de que aprendiera a leer. Maokko Kishaba no tuvo hijos y todavía no deseaba tenerlos, pero veía a los gemelos y a Abby como si lo fueran. Y Marcus, su pareja, no le importó el que ella no quisiera tener bebés ya que respetaba su decisión y él ya era padre de una nena que procreó con su ex.
—Y prefiero ir a la barra de la segunda planta, no venimos en plan romántico, ni siquiera somos amigos. La he obligado a que me acompañe y créeme que casi me cuesta la p...
—Ya, hombre, camina antes de que me arrepienta pedí.
Era mejor no darle cuerda porque cuando comenzaba a hablar, nadie lo paraba. En eso era como un niño metido en tremendo cuerpazo.
Roman nos invitó a seguirlo y al entrar, el vapor del lugar nos recibió; estaba repleto de personas bebiendo, fumando y bailando. El aire acondicionado no hacía mucho así hubiese muchas salidas en la pared, puesto que la multitud emanaba su calor corporal.
Di gracias porque al menos Aiden pidiera estar en un lugar seguro, el bar de la segunda planta era más exclusivo, y más fresco, que la primera planta del club y estaba custodiado por varios tipos; conocí a algunos que eran parte de Grigori y que sabían mi misión, así que evitaron hablarme para disimular. La música alta me hacía vibrar el pecho y el chico frente a mí me hablaba por señas sabiendo que no lograría escucharlo.
—¡Déjame pedir la bebida por ti, sé que te gustará mi favorita! —Me tensé un poco cuando Aiden se acercó a mí y me habló en el oído para que lograra escucharlo. Su aliento cálido me rozó la piel y me hizo sentir rara.
Entrecerré los ojos cuando se alejó y sonrió deduciendo lo que se cruzó por mi cabeza después de su propuesta.
—¡Confía en mí! ¡No pretendo emborracharte para que así te acuestes conmigo!
—¡Más te vale! —sentencié y esa vez fui yo la que le habló al oído, aunque me tocó ponerme de puntitas.
—¡Te lo juro! ¡Prefiero que estés lúcida para que así me sientas completo!
Le di un empujón para que se alejara, a veces me irritaban demasiado sus insinuaciones. No obstante, lo toleraba porque era su naturaleza, lo comprendí en el tiempo que llevaba cuidando de él.
Caminé por delante esa vez y me fui a la barra, las personas presentes parecían conocerlo ya que lo saludaron animados; no éramos muchos ahí, suponía que no permitían a demasiada gente para que el ambiente fuese más privado. Me senté en un taburete y me quedé esperando a que llegara, miré fijo a la espalda del cantinero cuando preparaba algunos tragos, pues me parecía demasiado conocido.
—¿Qué te sirvo, hermosa? —preguntó en tono juguetón y mis ojos se desorbitaron al reconocerlo.
—¿Qué demo...? ¿Qué haces aquí?
Lupo sonrió divertido y me guiñó un ojo.
El uniforme que usaba era negro y lo único diferente al que usábamos en las organizaciones era la tela; la camisa le quedaba un poco ajustada y sus músculos se marcaban a la perfección. Sus ojos y cabello son marrones, su altura quizá igual a la de los gemelos Pride; sus labios delgados y rosados no borraban la sonrisa juguetona y su nariz respingada se arrugaba un poco con el gesto. Tiene unas cejas por las que cualquier mujer mataría y un piercing adorna la izquierda.
—Me enviaron como tu apoyo cuando el GPS del coche se activó con esta dirección, estaba cerca así que llegué antes que ustedes y pude suplantar al cantinero. Algo me decía que el Niño Bonito querría estar aquí —Su cabello era un desorden muy atractivo.
Muchas veces se lo dejé peor.
—Me alegra que vinieras —dije sincera.
—Me sorprendió mucho cuando me informaron que venías con él, siempre te mantienes en las sombras.
—Error mío, me descubrió y tuve que inventarle tremenda mentira, él se aprovechó de ella y me propuso venir por un trago. Acepté porque no tengo ganas de buscarlo cada vez que se me pierde —Lupo negó tras escucharme.
—Deberías pedir unas vacaciones, me preocupa que vuelvas a equi...
—Ya, Lupo. Ni siquiera termines esa frase y por favor no me recuerdes el pasado.
—Tienes razón, los siento, Shi —dijo y con dos de sus dedos pellizcó mi nariz y le di un manotazo.
—Vaya confianza, viejo. No sabía que conocías a mi cita.
¡Joder! Esa noche mis ojos se iban terminar saliendo de mis cuencas con lo mucho que los saltaba. Y menos mal que no estaba bebiendo nada porque después de escuchar a Aiden, era seguro que escupiría todo.
Lupo también se sorprendió por lo que escuchó.
—Me pareces conocido y no de aquí del club —añadió y se sentó en un taburete a mi lado.
—Peleamos juntos cuando sucedió lo de tu hermano y me refiero a la vez que la chica rubia llegó a su casa en la playa para hablarle mierdas de tu madre —confesó Lupo, sabiendo que no tenía caso mentir.
—¡Ah! Sí, ya te recuerdo bien —La mirada de Aiden se volvió sombría, imaginé que los recuerdos de aquella vez no le agradaban.
Él tuvo que pelear con su hermano para mantenerlo a salvo, de hecho, llegó a hacer muchas cosas que estaba segura de que le dolían recordar y por lo que demostraba, todavía no se convencía de que fueron necesarias, así lastimara a su gemelo y así el mismo Daemon ya no lo recordara.
—Bueno, no te he estado esperando por nada, así que pide por mí —le animé, sabiendo lo malo que es recordar el pasado.
—¿Sabes preparar Apple Soda? O estás aquí solo para vigilarme.
¡Mierda! El Niño Bonito es más inteligente de lo que imaginé.
—¿Lo quieres con whiskey o bourbon? Y no estoy aquí para vigilarte, cuando no hay acción en las organizaciones, busco aquí. Ya sabes, a las chicas les encanta flirtear con los cantineros guapos y también me dan buena acción —Aiden sonrió con aquella respuesta.
Eran tal para cual.
—Que sean dos con bourbon y me gusta tu forma de pensar —halagó y rodé los ojos. Lupo se giró para preparar los tragos—. Solo evita buscar acción con Sadashi esta noche, ya que así no sea mi cita en verdad, no me agrada que flirteen con mis acompañantes casi en mi nariz.
Lupo lo volvió a ver y asintió.
Vi que no le agradó aquella sugerencia, pero no alegó ya que no era conveniente meterse en problemas con el hijo de los jefes. Aunque yo sí que le hice saber que no me agradaba su comportamiento y no me gustaba sentirme como su cita, por supuesto que como siempre solo se rio divertido.
Lupo nos sirvió los tragos y casi cerré los ojos al saborearlo, estaba muy delicioso y el jugo de manzana era natural, eso era lo mejor de la bebida. Los gemelos no bebían y si lo hacían era solo en ocasiones especiales, pero tenían muy buen gusto a la hora de hacerlo; la noche la pasamos entre Apples Sodas y conversaciones triviales, mi resistencia al alcohol es muy buena así que no me preocupó emborracharme, aunque paré después del quinto trago y pedí un vaso con agua puesto que era quien conduciría.
—¿Y no me vas a decir que te trae mal a ti? —Negué cuando Aiden me preguntó eso— No se vale, tú sabes mucho de mí —se quejó.
—Yo no te dije que me contaras nada, de hecho, solo acepté venir por un trago, no que hablaríamos o nos convertiríamos en los mejores amigos.
—Ya, pero me refiero a que tú sabes más de mí por ser parte de las organizaciones de mis padres y porque nos tienen muy investigados.
—No es porque quiera, es nuestro trabajo así que toca hacerlo —Me encogí de hombros al decirlo eso.
—¿Cuánto sabes de mí?
«Más de lo que debería, sé donde tienes cada lunar y que tus nalgas son más blancas que el resto de cuerpo, también que tu pe...»
Sacudí la cabeza cuando mis pensamientos comenzaron a irse por donde no debían.
—Mucho, sobre todo que cambias más de mujeres que de calzoncillos —Soltó una carcajada cuando dije lo último— y que ya necesitas un buen examen médico para descartar cualquier enfermedad de transmisión sexual.
—Siempre me cuido, Engreída. Mi compañero no se mete en batallas sin antes estar bien protegido y tampoco beso a las chicas con las que me acuesto ni mucho dejo que me hagan sexo oral o lo hago.
—Okey, esa información no la necesito —dije, además de que ya lo sabía. Con todo lo que me había tocado presenciar, nunca vi que hiciera algo de lo que dijo, así que le creía más por lo que me tocó comprobar—. También sé que eres muy unido a tu familia y comprendo porqué te duele que Abby se vaya.
Terminó lo que quedaba de su bebida de un solo sorbo y pidió otra, entendí que toqué un tema del cual todavía no quería hablar y decidí quedarme callada porque no se me daba bien el consolar.
—¿Y tú? —Lo miré sin entender cuando rato después preguntó tal cosa— ¿Disfrutas de tu sexualidad con tanta frecuencia como yo? —Carraspeé y miré la espalda de Lupo sin pensarlo.
Esa pregunta no me la me esperaba.
—Últimamente he perdido el apetito sexual —solté y le regalé una sonrisa fingida.
Ese hecho era su culpa.
—Júntate más conmigo, podría ayudarte a solucionarlo —En ese momento me reí de verdad.
Ese chico era increíble y no perdía oportunidad en ningún momento.
—No, gracias —ironicé. Miré el reloj en mi muñeca y vi que ya era demasiado noche—. Creo que deberíamos irnos, ya bebiste mucho y tus padres van a preocuparse.
—¿Es en serio, Engreída? —satirizó— Tengo veintidós años y vivo prácticamente solo, mis padres ya no andan cuidando mi culo a cada momento, al menos no, de forma personal —Me puse de pie y volví a ver hacia otro lado para que no viese que me estaba riendo.
—Tengo mucho sueño y a mí sí que me mete una buena regañiza tía Maokko, si llego de madrugada —mentí.
Vi que se preocupó cuando mencioné eso y se puso de pie de inmediato.
—Pon todo en mi cuenta, después envío el pago —pidió y avisó a Lupo.
Él asintió y le hice una seña para avisarle que ya nos íbamos.
—¿Le tienes más miedo a tía Maokko que a tus padres? —quise saber cuando tomamos nuestro camino de regreso al coche.
—Eso sería ridículo, hasta tú le tienes más miedo a mamá así que no preguntes eso —Estuve de acuerdo con su respuesta—. Si cedí es solo porque no quiero ocasionarte problemas en nuestra primera salida, debo causar una buena impresión.
—Eres un tonto —fue todo lo que respondí.
Llegamos al coche y antes de meterme miré hacia todos lados, pero no noté nada raro, así que decidí irnos sabiendo que Lupo nos seguiría pronto. Puse música suave cuando salí del estacionamiento y de reojo vi que Aiden iba recostado al cabecero del asiento del copiloto, con los ojos cerrados.
—Abby se va el otro domingo, Daemon vendrá el viernes para despedirse de ella y me ha estado llamando en toda la noche, pero no quise responderle. Hace unas horas me envió un mensaje y pone: «Espero verte el viernes en casa, cabrón» es como una advertencia que según él voy a obedecer; es lógico que la apoye cuando también decidió irse.
Mire la carretera, estaba un poco sola y a cada momento veía a través del retrovisor esperando que Lupo apareciera en su motocicleta, pero las palabras de Aiden lograron desenfocarme un poco; lo escuché demasiado triste y dolido, no me equivoqué al pensar en que estaba sintiéndose solo y abandonado por una familia por la cual daba la vida.
—Ambos sabemos las razones que tuvo Daemon para irse y que fue lo mejor. Los enemigos de tus padres siempre irán tras él o tu hermana y más después de que no les devolvimos a la rubia de bote —expliqué.
La causante de todas las desgracias de Daemon Pride White seguía retenida por sus padres y los Vigilantes iban a luchar por recuperarla.
—¿Por qué tras de ellos y no de mí? —Sabía que en algún momento esa pregunta llegaría.
—Desde el secuestro comprobaron que ustedes están muy bien cuidados y gracias a Nóvikova descubrieron la condición de Daemon, ante los ojos de ellos eso lo hace débil. Abby sigue siendo una niña a pesar de que sabe defenderse y puede ser fácil de manipular; tú en cambio les has demostrado que puedes ser muy parecido a tu padre y créeme cuando te digo que LuzBel no es conocido por ser un hombre amable. Además, desde que tu amiga falló en su misión de enamorarte, están muy conscientes que por ese lado no te podrán llegar, todo lo contrario a tus hermanos. Y sospechamos que David Black y Demian Sellers ya saben de tu intención de unirte a las organizaciones y darles caza en venganza a Yuliya Sellers —informé y lo sentí mirarme.
—Ya no es solo por Yuliya sino también por lo que le hicieron a Daemon —aseguró.
Miré una vez más por todos los espejos del coche y noté que Lupo no aparecía, tampoco había un solo coche transitando por la carretera y habíamos llegado a una muy sola y rodeada de arbustos grandes.
—¿Estás viendo lo mismo que yo? —preguntó al verme atenta. Él también notó la falta de coches— Si es lo que imagino, han cerrado las carreteras en puntos estratégico para poder encerrarnos, así que no van solo tras mis hermanos sino que pretenden también tocar mi culo. ¿Traes armas?
—¡Mierda! —bufé. Aiden tenía toda la razón, nos estaban encerrando, esos hijos de puta nos la jugaron bien— Tengo unas bajo los asientos y la mayoría en el baúl.
—Bien, nena. Vamos a tener que defendernos solos porque han bloqueado las señales de los móviles y no podemos avisar.
—No. Me. Jodas —bufé.
—¡Puf! Ya quisiera, pero para eso debo emborracharte.
—¡Demonios, Aiden! Deja de pensar en follar y concéntrate, nos han emboscado y si no actuamos pronto, no vamos a salir de esta —pedí molesta y disminuí la velocidad.
—Relájate porque si te alteras solo vas a cagarla y no bajes la velocidad, ellos no saben que hemos descubierto su plan así que tenemos el factor sorpresa a nuestro favor.
—¿Sugieres que continúe hasta que nos topemos con ellos?
—No, vamos a meternos a un camino que conozco, de seguro también lo tienen cubierto, pero nos dará acceso al bosque y prefiero adentrarme a él. ¿Cuánto tiempo crees que se tarden mis padres en comprender que algo malo pasa y comiencen a buscarme por medio del rastreador que me han incrustado?
—Una hora —respondí, sabiendo que Lupo debió informar que ya habíamos salido del club y que me comuniqué con mi Sensei por medio de mensajes en un momento que Aiden se descuidó.
Tras responder eso y recordar que busqué a Lupo y no lo encontré, tuve miedo de que lo hubiesen lastimado o peor aun, que nos hubiese traicionado.
—A mil pies vas a encontrar un camino a tu derecha, métete allí y prepárate porque si nos están vigilando, no tendremos mucho tiempo para coger las armas del baúl.
Mis ojos se abrieron demás y contuve la respiración cuando se agachó entre mis piernas y se entretuvo un poco sacando las armas que llevaba bajo mi asiento. Su mejilla estaba apoyada en mi pierna y logré sentir el calor que emanaba aun por encima de mi pantalón. Sonrió cuando se incorporó en su asiento y miró una Beretta de nueve milímetros en su mano.
—Producto de mi país, esto me gusta —Desde que lo conocí y lo escuché hablar, noté el acento italiano que tenía. No era tan marcado como el de Lupo, pero estaba ahí, demostrando que no nació en Estados Unidos.
Mas en ese momento lo remarcó más.
—¿Lista per il divertimento, Presuntuosa? —Cargó el arma al preguntar aquello.
Fue la primera vez que lo escuché hablando italiano.
Antes de que respondiera algo, logré ver unas luces de coches frente a nosotros, estaban lejos aún, pero dejaban claro lo que estaba pasando. Rogué para que Lupo no nos hubiese traicionado y para que los Grigori y Sigilosos se dieran cuenta pronto de que estábamos en peligro, aunque también sonreí por lo que estaba a punto de pasar. Aiden era bueno cuando de patear culos se trataba y esa noche estábamos a punto de deshacernos de unos cuantos.
—Lista —dije en el momento que me metí en la que calle que pidió.
—Voy a demostrarles a estos hijos de puta cuanta sangre de LuzBel corre por mis venas —sentenció.
Por raro que pareciera, su aroma se intensificó en ese instante dejándome sentir cómo la adrenalina se estaba activando en su enorme cuerpo. La mía lo hizo junto con la de él.
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