Tu regalo


Quería darles una sopresa como esta desde hace mucho, pero no había podido, hasta ahora y da la casualidad de que este día también es una fecha muy especial.

Feliz cumpleaños @viviassefh Dios te bendiga hoy y siempre. Gracias por ser una parte especial de mi entorno, por ser un apoyo incondicional y estar para mí y nuestras amigas siempre. Te quiero mucho y espero te guste este regalo.

Espero que les guste a todos en realidad. Los quiero mucho y nos leemos el martes.


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[Capítulo 11]

{Aiden}

Nuestras respiraciones eran aceleradas y mi corazón golpeaba mi pecho como cuando subía los ochenta escalones del parque al que iba a correr en Virginia Beach, corriendo y de una, así me sentía y la chica a mi lado estaba igual o peor. El pelo negro y lacio se le pegaba en el rostro debido al sudor, seguía roja y con una expresión de satisfacción total; aparté el cabello de su frente y la encontré mirándome, divertida y relajada.

—No dejas de sorprenderme, Aiden —murmuró, mi nombre dicho por sus labios se escuchaba perfecto.

—¿Por qué? ¿Porque te he hecho correrte como precoz y culpas al estrés? —jugué con ella y rodó los ojos.

—No, tonto. Porque no dejas tus payasadas incluso en momentos como este. ¿Eres así con todas las chicas que te acuestas?

Hablaba con mucha naturalidad, preguntó eso sin una pizca de molestia y me gustó que fuera así y no como otras chicas que a pesar de que les dejas claro que solo será sexo, después de darles el primer polvo se molestan si mencionas a alguien de tu pasado.

—Eres la primera asiática con la que me acuesto, todas las demás hablan mis idiomas —aclaré, ella ya sabía que mi primer lengua era la italiana—, así que no me dicen cosas que no entiendo.

Se recostó de lado y se recargó en un solo brazo para alzar un poco el torso y darme más atención de esa manera, su diminuta cintura se acentuaba más en esa posición.

—¿Y tú? ¿Hablas en esos idiomas siempre que te cuestas con alguien? —Me miró a los ojos cuando hice esa pregunta, creo que también buscó en ellos indicios de celos o posesividad.

No encontraría más que deseo.

—No creas que me acuesto con tantos chicos como tú —señaló.

—No me acuesto con chicos, Engreída —inquirí y negó.

—Según tu declaración a los vecinos, sí —me recordó y reí por ello.

—Buen punto.

—A lo que voy es, que no tengo una vida sexualmente activa como la tuya y con los pocos chicos que me he acostado, pues no recuerdo haber confundido los idiomas que hablo.

—Me siento especial —bromeé y ella sonrió—. Y no te preocupes que vamos a cambiar esa calma que has tenido en tu vida sexual, ya llegué yo y después de esta noche, me encargaré de darte como a televisor viejo —aseguré.

Comenzó a carcajearse como loca y terminó contagiándome a mí, sus ojos rasgados se volvieron casi una línea y solo sus pestañas rizadas quedaban al descubierto. Sus dientes blancos estaban alineados y su lengua rosada se lucía, su nariz se arrugó y me dejó ver una versión tierna de ella. Era increíble que esa mujer fría como el hielo también pudiese ser cálida como el sol de la mañana, solo con reírse de esa manera.

—Ya, ponte serio —pidió tratando de no reír más.

En un segundo ambos estábamos de lado y al siguiente ya me tenía tumbado en su cama y ella estaba a horcajadas sobre mí, su pose divertida cambió, dejó de ser la gatita que antes se deshizo con mis caricias y volvió a ser la pantera que siempre me demostró ser.

—Ya me follaste tú y sigo borracha, así que ahora quiero follarte yo —declaró y solo con esas palabras mi polla reaccionó como serpiente encantada.

Estaba dándole tiempo para que se recuperara y por lo visto no necesitaba mucho.

—Soy todo tuyo esta noche, tu regalo —dije y me miró sorprendida por lo último.

Le sonreí para que creyera que eso fue uno más de mis juegos, para que no sospechara que sabía de su cumpleaños y se lo creyó, ya que me devolvió la sonrisa, aunque de una forma malvada. De inmediato me hizo poner las manos arriba de mi cabeza y se fue por mi cuello, besándome de la misma manera que antes la besé, comenzando con lamer el lóbulo de mi oreja y bajando poco a poco; sus labios gruesos me palpaban y su lengua me saboreaba, siguió hasta llegar a mi tetilla y le dio un chupetón. De pronto su lengua comenzó a moverse en ella y logró endurecerme por todas partes, rozó su sexo con el mío y gruñí por todo lo que me estaba haciendo sentir.

Me miró sensual sin dejar de lamer mi tetilla y volvió a rozarse en mi erección, bajé una de mis manos y aparté el cabello que se le iba al rostro, metiendo parte de él detrás de la oreja. Si estuvo con pocos hombres como me lo confesó, aprendió muy bien cómo dar placer, puesto que yo estaba disfrutando demasiado todo lo que me hacía. Jugó con ambas de mis tetillas y no dejó de provocarme con sus caderas, sobre todo cuando mi polla se metía entre el canal de sus nalgas.

—Si buscas calentarme, te aseguro que no necesitas tanto esfuerzo —dije y alzó una ceja.

—¿Tienes más condones?

—Nena, en mi billetera solo encontrarás eso. Es una condonera, en realidad —confesé.

Se bajó de mí con una sonrisa y se fue hasta donde estaba mi pantalón, sobre él dejé la billetera y la vi sacar un preservativo; notó que no jugaba del todo con mi declaración y me miró divertida. Regresó a mí y rasgó el sobre con los dientes, se colocó entre mis piernas y se recargó en los talones; dejó el condón fuera del empaque y esa vez decidió comenzar a besarme desde una de mis piernas, llevó su mano a mi falo y lo bombeó con delicadeza. Iba muy en serio con lo de follarme y estaba encantado con la idea.

Sadashi me estaba provocando, jugando a que me hacía un buen sexo oral y llegué a desearlo, mucho para ser sincero; mas no lo esperaba ni lo propiciaría, esos ya eran otros términos a los que no sabía si llegaríamos. Era la primera vez que nos acostábamos, muy pronto para pensar en eso.

Me mordí el labio cuando la vi incorporarse y coger el preservativo, me lo puso con cuidado y cuando vio que todo estaba bien, terminó de hacerlo perfecto, pues volvió a ponerse a horcajadas, me tomó de la corona y buscó su entrada; penetrándose poco a poco, hasta que solo su coño quedó a mi vista.

—Me gusta tu tamaño —confesó.

—Y a mí lo apretada que estás —devolví.

Llevé las manos a sus caderas y la obligué a moverse, gimió cuando la sensación se intensificó; puse los talones en la cama y me impulsé cuando ella se apoyó en mi pecho y levantó su culo para clavarse de nuevo en mi falo. Todo se tornó intenso, Sadashi cerró los ojos y se mordió el labio intentando callar los gemidos que le provocaba sentirme. Amasé sus pechos y la acerqué a mí a la vez que levanté la cabeza, me metí una de sus tetas a la boca y jugué con ella así como esa asiática jugó con las mías; con una mano me cogió del pelo y me unió más, disfrutando de cómo mamaba aquellos dulces y pequeños pechos.

Gruñí.

Quería dejarla llevar el control, pero ni yo mismo me controlaba al tenerla en esa posición, así que impulsándome de nuevo con los pies la embestí hasta el punto en que ella solo pudo mantenerse quieta y gritando cada vez que la empalaba hasta la empuñadura. Sus nalgas se azotaban con mis piernas, sus pechos rebotaban cuando no estaban en mi boca o se rozaban en el mío en el momento que lamía su cuello y llegaba a su barbilla para morderla; hubo un instante en que la sentí buscar mi boca, pero pronto me perdí en sus tetas y ella buscó mis embistes, logrando sincronizarse con mis movimientos. Entramos a un frenesí más intenso que el que tuvimos antes, envolví mi brazo en su cintura y la retuve para solo penetrarla, la cama estaba a punto de ceder con la brusquedad que soportaba, Sadashi se dejó ir y ya no calló más sus gritos; repetía mi nombre a cada momento, la respiración se le cortaba por momentos y solo lograba gemir en mi oído. Eso y el golpe de su aliento junto a las embestidas y su apretado canal, lograron que mis bolas se endurecieran y se prepararan para una nueva eyaculación.

En el segundo polvo siempre me tardaba, mas en esa ocasión no sería así, también yo iba a correrme rápido, pero no le echaba la culpa al estrés. Todo era a causa de esa pequeña ninja que me montaba como a un caballo de guerra.

—¿Te gusta? —le pregunté.

Llevé una mano a la parte de atrás de su cabeza y enredé mis dedos en su cabello, lo halé con un poco de fuerza y la hice verme; su boca estaba semiabierta, la marca de sus dientes se lucía en el labio inferior y con el pulgar lo acaricié, ella aprovechó para lamerlo, me miraba de una forma sensual y perdida por el deseo.

Decían que los ojos podían hablar, que las miradas mataban, pero la suya en ese momento me follaba tal cual lo hacía cuerpo.

—Tanto como para no parar esta noche —confesó.

La acerqué a mí satisfecho por su respuesta y la retuve a unos centímetros de mi boca, viéndonos directo a los ojos, dejando que nuestros alientos se mezclaran, que nuestros labios se secaran por el aire y la necesidad de saber el sabor que tenían.

—Me-me voy... a...

—Sí, nena. Dámelo, no te prives de él. Demuéstrame cuando te gusta mi ver...

—¡Ahhh, Aiden! —Comenzó a gritar antes de que terminara de estimularla con mis palabras.

Enterró su rostro en mi cuello, todo el cuerpo se le tensó en el momento que el orgasmo la arrasaba, sus paredes vaginales me ordeñaron como expertas y segundos después comencé a correrme, ralentizando mis movimientos, pero sin perder la intensidad, apreté su cadera con más fuerza de la necesaria, mas no pude evitarlo. Yo también estaba perdido en aquel mar de sensaciones, intentando no ahogarme por no poder respirar y rogándole a mi corazón para que no se me saliera por la boca.

Habíamos comenzado algo que no íbamos a poder parar tan fácil.

____****____

Me desperté cuando ya el reloj de mi móvil marcaba las siete de la mañana, no paramos hasta que la madrugada nos descubrió y Sadashi dijo que no podía con uno más; no pretendía quedarme dormido ni invadir su espacio personal, pero el cansancio me ganó y retocé unas horas. Me fui al baño para lavarme la cara y la boca, cepillándome con pasta dental y utilizando el dedo como cepillo; cuando salí solo me puse el bóxer y cogí la ropa.

Sadashi dormía y fui lo más silencioso para que no despertara.

Horas antes me pidió que mantuviéramos las cosas en secreto y acepté, no me suponía ningún problema que supieran lo que pasó entre nosotros, mas ella quería evitar que las cosas llegaran a oídos de mis padres y lo respeté. Tenía que llegar a casa antes de que Abby se fuera, necesitaba pedirle disculpas, así que salí a toda prisa decidiendo que me vestiría en la sala.

—¡Mierda, Aiden! —Pegué tremendo respingo cuando encontré a Maokko en la cocina, se preparaba un café.

El apartamento en el que vivían era moderno y grande, la sala y la cocina eran separadas por una larga isla y eso dejó que ella me viera cuando salí del pasillo. Vestido solo con bóxer y con toda mi demás ropa y zapatos en la mano.

El secreto acababa de irse a la mierda.

—Tía —dije y le sonreí entre apenado y divertido.

—¡Joder, cariño! Yo vi todo eso de niño, pero ahora con esas proporciones que tienes ¡Uf! —soltó dramática— Mejor vístete antes de que Marcus se despierte y te vea, creo que hoy sí le darán celos.

—¡Tía! —la reprendí y me miró divertida.

—Así que por eso querías saber si vendríamos a casa —señaló y le dio un sorbo a su café.

Estaba demás que lo negara, esa mujer me conocía como si fuera mi madre.

—Es la primera vez que pasa y pretendíamos que fuera un secreto.

—Lo pretendía Sadashi, porque tú, no creo —Lo dicho antes, esa mujer me conocía como si fuera su hijo—. Yo sabía que ibas a mejorar tus gustos, andas volando alto ¿eh?

—¿Es un halago? ¿No estás molesta?

—Es un halago porque es a mi sobrina a la que acabas de follarte, no debería decir eso, pero ya me conoces y me encanta que tengas tan buenos gustos. Y no, no me molesta, aunque conociéndolos a los dos, sé que esto solo es juego; uno en el que deben cuidarse muy bien para no salir lastimados.

Comencé a vestirme mientras me decía eso y luego la vi servir otra taza de café, la arrastró por la isla hasta acercármela y le di las gracias.

—Hemos dejado todo claro, ninguno busca más que un buen sexo. Sadashi me conoce más que yo a ella y sabe como soy y, por lo poco que yo la conozco, sé que no es una chica de flores, chocolates y palabras bonitas —Asintió a lo que dije—. Le advertí a madre que esto pasaría y me lo prohibió, pero tanto ella como tú saben como soy cuando me prohíben algo —Me encogí de hombros al decir eso.

—Por mí, nadie sabrá lo que ha pasado —aseguró, eso ya lo sabía—. Solo te pido que mantengas claro lo que me has dicho, no quiero que salgas lastimado —Alcé una ceja cuando me dijo eso.

—Se supone que eso deberías decírselo a ella, son las chicas las que buscan algo más, no yo.

—Ya dijiste, cariño: las chicas, no Sadashi. Ella está demasiado lastimada, es una cebolla que te joderá muchos los ojos si intentas pelarla.

Sus palabras fueron dichas con cariño, pero no quitaba que me estuviese dando una advertencia, la cual guardé muy bien. Era realista y todo podía pasar, por lo mismo tomé en cuenta los consejos de una mujer que conocía a Sadashi más que yo y después de la noche que pasamos, sabía que tenía que irme con cuidado.

Cuando llegué a casa lo primero que hice fue hablar con Abby, pasé casi dos horas en su habitación y me disculpé como tanto deseaba; era irónico que ya que iba a irse, lográramos hablar como debimos hacerlo tiempo atrás, pero teníamos la mala costumbre de reaccionar tarde. Me puse en su lugar y entendí sus puntos, sus razones para irse. Me hizo ver las cosas de una manera tan cruda que me asusté y arrepentí por haber sido como fui; la sobreprotegimos a tal punto de quitarle su libertad y casi ahogarla, pero me enorgullecí de que fuera una chica fuerte y que luchara hasta lograr cumplir sus objetivos.

Iba a extrañarla como loco, pero de corazón le deseé que encontrara todo lo que soñaba, que se encontrara a ella misma que es lo que más deseaba. Cuando se llegó la hora de irse, todos la despedimos en el jardín delantero de la casa de mis padres, solo ellos dos la acompañarían y viajarían con ella hasta dejarla instalada en su nuevo hogar. Leah y Essie no querían soltarla cuando la abrazaron, Daemon le dijo algo al oído que estremeció a mi hermanita y lo abrazó con más fuerzas; se suponía que Dasher estaría ahí también, pero después de la pelea del día anterior, no se apareció por ahí y lo creí mejor así.

—No cambies nunca, no quiero que dejes de ser mi Patito Feo —susurré en su oído cuando fue mi turno de despedirme.

La sentí reírse.

—Yo sí quiero cambiar, llegó la hora de comenzar mi transformación y convertirme en el más hermoso cisne —aseguró.

La separé de mí y le limpié las lágrimas.

—Ya lo eres, princesa. Si te llamamos patito es solo porque nos acostumbramos y suena bien —aseguré y no mentía.

Mi hermana nació hermosa y lo seguía siendo.

La vi marcharse y suspiré fuerte, una nueva etapa comenzaba en su vida y rogaba porque fuera la mejor. No sentí la presencia de Essie hasta que se coló entre mi brazo y mi costado obligándome a abrazarla, era tan escurridiza como esa mascota que abrazaba tal cual peluche, el gato negro que llevaba en su otro brazo.

—Me sorprende que Sabina no se haya comido ya a esa bola de pelos —dije.

Sus grandes ojos me miraron de forma reprobatoria, a Essie le gustaba estar en casa y siempre era acompañada por ese gato, en muchas ocasiones lo terminamos pisando y ella se volvía toda una fiera cuando eso pasaba, así fuera su culpa el no cuidar por donde ese animal caminaba.

—Deja a Luna y ni me hables de Sabina, no lo mereces ya que la tienes abandonada —me reprochó.

Me reí de ello y le di un beso en la coronilla, esa chica usaba un champú con olor a coco y era delicioso.

—Y que ni te sorprenda ya que también ha abandonado a Coffe —Leah había escuchado la conversación y se unieron para recriminarme el abondo de los cachorros, no tan cachorros ya, hijos de Sombra.

No las culpaba puesto que era mi culpa, ya que al obsequiárselos les dije que siempre iba a estar pendiente de ellos y en los últimos días los había olvidado.

Pasé un buen rato con ellas dos, Daemon y Lane se nos unieron y terminamos haciendo una tarde de pelis y chucherías, así como en los viejos tiempos. Dasher nos hacía falta, es mi primo y debía hablar con él para arreglar las cosas ya que no podíamos estar así. Mientras veía una de mis películas favoritas, salió una escena en la que la chica peleaba usando llaves y movimientos ninjas, a mi cabeza llegó Sadashi y con ella, los recuerdos de la noche y madrugada que pasamos juntos.

Había tomado una ducha, aunque los recuerdos fueron tan fuertes, que sentí todavía su olor en mi cuerpo; no me equivoqué en el momento que la vi, esa chica era fuego arrasador en la cama y por algo mi polla ansiaba por probarla. No la veía desde la mañana y tenía curiosidad de saber cómo reaccionaría cuando nos volviéramos a ver.

—Oigan, chicos. ¿Qué hace Sadashi reunida con todos esos tipos en el jardín? ¡Y mierda! Sabía que sus padres tenían guardaespaldas, pero no un ejército de ellos.

Me acerqué a la ventana cuando Lane dijo eso, él todavía creía que Sadashi era solo una chica más que buscaba nuevas aventuras en la ciudad y desconocía por completo lo que había detrás de mis padres.

La asiática lucía recién llegada, pero el ceño en su frente me indicaba que estaba preocupada.

—A lo mejor ya la conocen y son amigos —respondió Daemon quitándole importancia.

Con un gesto de cabeza me animó a ir a averiguar y asentí en respuesta yendo hacia afuera con la mentira de que quería ir a sacar algo de mi Jeep. Cuando salí vi a Maokko llegar con Marcus en una todo terreno negra, el moreno iba apresurado ya que hizo levantar el polvo por su manera tan brusca de frenar.

—¿Qué sucede, tía? —pregunté cuando ambos se bajaron del auto.

Todos lucían alertas y los demás hombres se preparaban como para la guerra.

¡Mierda! ¡Se acercan y tiran matar! ¡Necesitamos refuerzos, joder! —Escuché atento aquella voz masculina y preocupada.

Marcus llevaba un radio y el canal estaba abierto, por lo mismo todos fuimos testigos de lo que aquel hombre gritaba con desesperación.

—No sucede nada de lo que debas preocuparte, solo necesitamos que se mantengan dentro —respondió Maokko a mi pregunta y negué—. Sadashi, ve con toda tu gente y apoya a Lupo.

—Un momento, dime qué carajos está pasando, Maokko —Ella me miró impaciente cuando sintió mi determinación en aquellas palabras—. Y tú no te irás con nadie de aquí a menos que yo salga, ya que me cuidas a mí —advertí a Sadashi quien me miró alzando la barbilla, un tanto molesta por mi orden—. No olvides que prácticamente estoy dentro las organizaciones y exijo saber qué está pasando.

—El cuartel está siendo blanco de un ataque por parte de los Vigilantes —habló Marcus.

—¡Ey! —lo reprendió su mujer y él la dejó callada con una mirada.

—Lo he visto pelear y tomar el mando cuando se le ha permitido, tiene derecho a saberlo —La voz del moreno fue dura cuando le dijo tal cosa a su mujer—. Nos están pidiendo refuerzos ya que los superan en números y son liderados por Demian Sellers, uno de nuestros chicos lo ha identificado —Terminó para mí y apreté los puños.

—¿Por qué el cuartel y no aquí? Él busca joder a mis padres por medio de nosotros —inquirí.

—Ahora no busca joderlos a ustedes sino recuperar algo importante para él y que nosotros tenemos en nuestro poder, justo en el cuartel —Se unió Sadashi a la explicación y despertó mi interés.

—¿Qué es? —le pregunté. Ella miró a su tía y Marcus antes de responder.

Maokko negó, pero no la calló.

—No es qué sino quién. Desde que pasó lo de tu hermano tenemos en nuestra custodia a Nóvikova para evitar que vuelva a joder a Daemon. Demian va en busca de ella.

Todo mi cuerpo entró en tensión al escuchar aquello, eso revolucionó mi adrenalina y la hizo correr por mis venas junto al odio y las ganas que tenía de vengarme y ya no solo de Demian, sino también de esa puta rubia que le jodió la vida a mi hermano.

—Imagino que aquí están los mejores hombres de la organización, ¿cierto? —quise saber y los tres asintieron— Pues no se moverán de aquí, si ese hijo de puta es tan inteligente, entonces busca matar dos pájaros de un solo tiro. Atacando el cuartel para rescatar a esa rubia, busca dejar débil la mansión y aprovecharse de eso para darnos un ataque duro y certero. No lo logrará.

—Estamos bajo ataque en el cuartel, nuestros hombres van a morir si no los auxiliamos. Lupo está allí —repuso Sadashi y fruncí el ceño con lo último.

Lucía demasiado preocupada por ese tipo.

—Caleb ya va de camino hacia allá —avisó Marcus.

—Tú y Maokko quédense aquí para liderar al grupo de hombres que se queda. Yo me voy con Sadashi y su grupo —dije.

—No, no, no, no y no, tú no saldrás de aquí —advirtió Maokko.

—Tía, no sé si te das cuenta de que ni mis padres pudieron evitar que me inmiscuyera en las organizaciones y lo siento ya que te quiero mucho, pero tampoco lo lograrás tú.

—No puedo permitir que te pase nada —alegó.

—Para eso está tu sobrina, ella cuida mi culo, ¿no es así, Engreída?

—Sí, aunque a veces sea yo la que quiera pateártelo —respondió haciendo que sonriera—. Tía, Aiden no es ningún estúpido y ya hemos luchado juntos. También necesitamos a los mejores en el cuartel para impedir que ese mal nacido se salga con la suya. Allí adentro está Daemon, Leah, Essie y Lane y solo tú y Marcus pueden mantenerlos a salvo —dijo señalando hacia la casa y apoyándome.

En serio agradecí eso, que creyera en mis capacidades y no solo pensara que necesitaba ser cuidado.

Soy un Pride White ¡Joder! La necesidad de estar en batalla corría por mis venas.

—Exacto, vamos a demostrarle a ese idiota que nosotros también sabemos matar dos pájaros de un solo tiro —aseguré crujiendo mi cuello y sonriendo con altanería.

Por fin se había llegado el momento de vernos cara a cara con ese hijo de puta y no permitiría que se llevara a esa maldita rubia, la tenía casi en mis manos y no dejaría que se me escurriera como agua entre los dedos.


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