Sentimientos peligrosos
¡Y sigo aquí! Aunque no lo crean, sigo viva y escribiendo :-) pero más lento que antes, ni modo, en algún momento me tenía que tocar.
Antes que nada, quiero agradecer a todas esas personas que se tomaron el tiempo para felicitarme el día de mi cumpleaños, respondí algunos mensajes, mas no la mayoría y quiero disculparme y pedirles que entiendan que no los ignoro, simplemente el tiempo me queda muy justo. Estoy viviendo casi a 28/8 desde hace un tiempo y las horas que me he obligado a añadir a mi reloj y el día a mi calendario, trato de usarlo para escribir. Ya no es como antes y creo que lo notaron ya, pero hago un esfuerzo para no dejar de lado esta pasión ya que es lo único que logra relajarme un poco. Eso sí y como se los dije antes, quienes tienen tiempo aquí conmigo lo saben y quienes recién llegan pues se los informaré: Yo no escribo para cumplir con una fecha u horario, lo hago porque me place y al hacerlo intento que sea bien, eso significa que escribo en mis tiempos, cuando tengo la cabeza de lleno para ello porque no hay nada que me satisfaga más, que plasmar mis letras, entregarme a ellas y por lo tanto que quienes me lean, me sientan.
Si lo hiciera solo por cumplir, ya muchos me habrían dejado de leer y no porque me estoy tardando en actualizar, si no más bien porque mis escritos no les provocan absolutamente nada (aunque tengo claro que hay personas que igual no sienten nada al leerme porque no gustan de mi escritura, a ellos les invito a que busquen una historia de su total gusto aquí en la enorme biblioteca naranja, pues hay para todo gusto y colores) y esto no lo digo por nada en especial, solo lo aclaro, pues gracias a Dios tengo a lectores bellos que me comprenden y esperan el tiempo necesario.
Les cuento así rápido que mi cumpleaños fue estupendo, esperé cosas que no recibí y recibí unas que jamás imaginé. Ustedes, mi familia y amigas siempre logran hacerme sentir demasiado especial y por eso los amo mucho. Tengan claro que leo sus mensajes, aunque no los pueda responder, pero desde aquí les doy un enorme y sincero Gracias.
Las actualizaciones están siendo lentas, me leerán cuanto tenga listo el siguiente capítulo y espero que disfruten de este. Bendiciones para todos.
_________________________________________
[Capítulo 18]
{Sadashi}
Empuñé las manos y me mordí la lengua para evitar hacerlo mierda o mandarlo a comérsela. Odiaba que él me diera órdenes y más después de lo que pasamos, no lo veía como mi jefe, pero lo era, claro que sí y debía tenerlo claro. Aunque lo que más me repugnaba era sentirme de esa manera, tan descolocada, tan fuera de mí, molesta, indignada y una serie de cosas que no deseaba ni pensar.
—¿Aiden? —Ni siquiera volví a ver a Leah cuando lo llamó.
Sabía que estaba cerca, la sentía, mas en ese momento no deseaba verle la cara porque temía rompérsela y meterme en problemas mayores que no valían la pena. Pero tenía el suficiente valor para aceptar que en ese instante y por primera vez, solo deseaba el mal para esa chica, injustificado de mi parte, sí, aunque no lo podía evitar.
—¿Está todo bien? ¿No es Lane quién vino a buscarme? —preguntó preocupada y ansiosa.
Estuve con ese chico esa noche, lucía desesperado por su novia y descubrimos cosas interesantes sobre él, mas no se lo diría, no era el momento según como yo lo veía.
—No, fue un amigo de Sadashi que pensaba estrenar la cama que compré para ella —respondió Aiden, haciéndose el gracioso y sonreí satírica.
Le encantaba chincharme aun sabiendo que podía soltar mucho veneno si me provocaba.
—Así como tú querías estrenar la de tu primo —solté. En ese momento sí la miré y noté la vergüenza que le provoqué.
—Cuida tu boca y lo que sale de ella —me advirtió el idiota.
—¿O si no, qué? ¿Me callarás tú? —lo reté.
Ni yo misma me reconocía en ese instante. Creí que la ira con la que me fui había desaparecido, pero me equivoqué, estaba latente y más fuerte que nunca; todo en mi interior era una revolución de sentimientos peligrosos que amenazaban con la vida de cualquiera que quisiera pasarse de listo. Era otra, una Sadashi tonta y débil, una mujer que se estaba dejando llevar por algo en lo que juró no caer.
—No es bueno jugar con fuego, porque por muy experta que te creas, siempre llegarás a quemarte.
Recordé las palabras de mi Sensei y maldije porque se me aplicara si no tenía cuidado. Y sí, al parecer tía Maokko no pudo mantener la boca cerrada por mucho tiempo, aunque ignoré a mi Sensei cuando dijo tal cosa.
—Fue un error, Sadashi. Por favor, no digas nada —suplicó Leah y blanqueé los ojos con burla.
Bufé y tras eso decidí marcharme, ya bastaba de esos juegos tontos, de que siguieran pidiendo que callara algo que ya muchos sabían y que con eso insinuaran que era una chismosa. Que hicieran lo que quisieran y me dejaran tranquila.
Pensando eso me di la vuelta y caminé a mi habitación, al llegar cerré con un tremendo portazo y me quité la chamarra para aventarla con fuerza sobre la cama; quería gritar, tirar todo, pelear, sentir cualquier cosa que no fuera lo que sentía en esos momentos. Necesitaba dejar esa misión de una vez por todas, librarme de ese gemelo cabrón que me estaba trastornando y volver a la tranquilidad que la vida en batalla me daba, porque prefería arriesgarme a morir en ella, que seguir lidiando con ese tipo.
—Grita, tira lo que quieras. No te contengas —Me sobresalté cuando lo escuché y giré en mi eje para mirarlo.
Con el portazo que di la puerta no se cerró y lo dejó presenciar todo.
—Vete de aquí, por favor. No me sigas jodiendo —pedí, cansada de esa situación.
Estaba siendo demasiado. Mis días con él se volvieron demasiado con el tiempo, nuestros temperamentos chocaban cada dos por tres, peleábamos a cada instante por estupideces y por querer tener el control, la razón en todo; nos contradecíamos, nos disgustábamos y luego, nos follábamos como dos locos amantes aprovechando su tiempo juntos y en mi cabeza eso estaba siendo más de lo que podía soportar y pronto explotaría, eso era seguro.
—No, no me iré hasta que aclaremos esto —aseguró.
Miré la katana que estaba cerca, era lo único que tenía ahí mío, puesto que mi ropa seguía en la casa de playa ya que, irnos para su nuevo hogar me tomó por sorpresa.
—Te lo digo en serio, Aiden. No es buen momento para que hablemos y no hay nada que aclarar.
—¿Qué hiciste con ese imbécil para que viniese aquí y te pidiera un beso? —preguntó.
Me quedé pasmada al asimilar su pregunta. Era estúpidamente increíble que me exigiera una explicación cuando no lo merecía.
Salí con Lupo por distraerme, para no ver a Aiden un rato y evitarme el hacer una locura. Y sí, Lupo quiso aprovechar la situación, me insinuó muchas cosas y quiso llevarme a su apartamento, mas fui clara con él y le dije que eso no pasaría, tras ello insistió en que le diera un beso, uno de despedida para dar por finalizado nuestro folleo y pues, lo consideré por un momento, aunque lo pensé mejor y entendí que no era bueno. Después de eso decidí reportarme con mis jefes y avisarles de lo acontecido con Kwan, también notifiqué que Leah estaba con su primo, sana y salva, fue allí cuando me encontré a Lane conectado a una bolsa de suero y desesperado por hablar con su todavía novia.
—No lo que hubiese querido, créeme —solté con veneno y negó. Vio cuando cogí la katana y comencé a jugar con ella.
Era una clara advertencia de que esa madrugada era pésima para meternos en una conversación.
—Has estado conmigo desde hace meses, me conoces de años atrás y si no, al menos sí sabías de mi reputación, de mi forma de ser, hablar y tratar a las chicas. ¿O me equivoco en eso? —Giré la katana en mi mano y lo miré seria.
Comencé a contar y a respirar profundo para calmarme, ese imbécil me estaba llevando a un límite peligroso.
—¿Qué demonios tiene que ver eso con lo que está pasando? —inquirí alzando la voz.
—Mucho y si lo recalco es porque sabes que sobre todo, he sido sincero con cada una de las chicas que ha estado conmigo. Yo no engaño, Sadashi Kishaba, no miento para conseguir lo que quiero y contigo menos.
—Esto se nos está saliendo de las manos —dije de pronto, aceptando en mi interior que tenía razón en lo que decía.
—No, cariño. Yo lo tengo todo bajo control y caminamos por el camino que quiero —aseguró y mi corazón comenzó a descontrolarse. Tenía que recuperarme, volver a dónde yo quería estar, donde me sentía segura.
—¡No alucines! Tú y yo no vamos a ninguna parte —contradije— ¿¡Qué acaso no lo ves!? —Abrí los brazos al hacer esa pregunta.
—Veo todo muy claro. ¿Qué es lo que no quieres ver tú? —Odiaba en demasía cuando se ponía así.
—¡Por Dios! ¡Nos queremos matar un día y al otro nos follamos como si el mundo se fuera acabar! ¡Me vuelves loca y eso me desespera! ¡Sobre todo cuando actúas de esa manera! ¡Y no quiero sentir esto! —Estaba vuelta loca para ese instante y le gritaba a Aiden como tal.
Él sonrió con chulería, arriesgándose a que lo matara por burlarse tan descaradamente de mí.
—¿Y qué sientes? —preguntó, acercándose sin sentir ni una pizca de miedo cuando le puse la punta de la katana en el pecho para intentar detenerlo.
¡Madre mía! Sentí que todo me dio vuelta al enfrentarme cara a cara a mi mayor temor, porque Aiden en ese instante era como un Boggart de «Harry Potter» para mí. Y me desafiaba con descaro, amenazándome con ganar esa partida.
—Un maldito caos —respondí cuando cogí valor y él sonrió todavía más.
Lo quería odiar, me esforzaba mucho para lograrlo y el tipo me ayudaba con su altanería, pero no lo estaba consiguiendo.
—¿Recuerdas lo que un día te prometí? —Pensé en su pregunta y a mi cabeza llegaron las imágenes de la primera vez que él, sin darse cuenta, me descubrió en mi misión. Cerca de la playa, cuando el estrés de estar de un lado a otro y esconderme para que él no me viese, me estaba jugando una mala pasada.
—¿Engreída? —me llamó justo cuando estaba por arrancar la moto e irme— Algún día —prometió, su forma de decir aquello me puso nerviosa y sobre todo la seguridad en su voz.
Pero no entendí nada y lo miré intrigada.
—¿De qué hablas? —bufé.
—Algún día —repitió dispuesto a marcharse con sus amigos y hermano—. Te lo prometo —añadió, dejándome esa respuesta como una estocada de curiosidad que sabía que cargaría por mucho tiempo.
Tiempo que al fin iba a finalizar y eso me ponía más nerviosa.
—Recuerdo que hiciste una promesa que jamás dijiste en voz alta —reclamé saliendo de mis pensamientos.
Desde la primera vez que nos vimos algo en mi interior me gritó que ese chico era un peligro inminente, uno al que estaba dispuesta a enfrentarme porque no era una buena perdedora y me juré vencer cualquier obstáculo. Aunque en ese instante ya estaba considerando retirarme de la partida, de la batalla.
—Prometí que sería tu caída, pero en el proceso creo que tú te convertirás en mi verdadera libertad —confesó viéndome directo a los ojos y atravesándome el alma.
Ese acto me dejó débil el tiempo suficiente para que él zafara la katana de mi mano y la tirara al suelo alfombrado, un escalofrío reptó por mi espalda y me provocó un leve temblor en el cuerpo; Aiden puso las manos en mi cuello y lo rodeó con delicadeza obligándome a verlo.
—Sadashi, eres el tipo de pendiente en el que deseo dejarme ir sin frenos, permitiéndole al camino que me lleve directo a estrellarme o a seguir en mi libre destino.
—No sa... —Puso los dedos pulgares en mis labios para callarme.
—Lo que escribí en tu espalda es lo que deseo, así me haga egoísta, te quiero para mí y te juro que no tengo ganas de entregarme a nadie, a cómo me quiero entregar a ti. Me gustas demasiado como para tenerte solo para follar cuando se me dé o se nos dé la gana —siguió y creí que necesitaba sentarme.
—¡Dios, Aiden! Tú y yo peleamos mucho, somos demasiado iguales en el temperamento y ambos buscamos liderazgo y tener siempre la razón. Jamás serviremos como pareja —aseguré y me aparté de él.
Le di la espalda, aunque no pude dejar de verlo puesto que el espejo enorme que recubría las puertas del closet, nos hacía seguir observándonos a través de él. Su altura en ese instante se hizo más notoria y cuando se acercó a mi espalda la diferencia casi era enorme, me sentí pequeña y no solo en estatura; ese era uno de esos momentos en los que yo cedía y él tomaba todo el control.
—Te pusiste celosa al ver a Leah aquí, casi me matas cuando viste lo del beso que no correspondí, huiste como una cobarde haciéndome una escena solo porque quisiste creer que algo más pasaría entre ella y yo y te comportas exactamente igual a esas chicas que sienten todo, pero que no quieren ceder a nada. Te gusto, Sadashi, quieres estar conmigo, aunque no deseas dar tu brazo a torcer.
—No pongas palabras en mi boca —exigí.
Me tomó de la cintura y me pegó a su pecho, mi trasero sintió su bulto y ahogué un gemido.
—Calla y escucha, que te estoy haciendo un favor al decir lo que tú no te atreves —exigió con un susurro en mi oído que me erizó la piel—. Ni Leah ni ninguna otra chica hace que sienta lo que siento cuando estoy contigo, somo iguales en temperamento, ambos queremos tener la razón y liderazgo, por lo tanto discutimos mucho y eso nos lleva a tremendas folladas en las que nos reconciliamos, sí, es cierto. Pero dime algo, ¿acaso eso es malo? ¿conoces a alguna pareja que sea igual a nosotros y que lo que iniciaron se haya convertido en un desastre?
Como una estúpida pensé en sus padres y él sonrió, intuí que imaginando a dónde me llevó la mente.
—¿Los ves infelices? —cuestionó.
—No compares —pedí.
—Es solo un ejemplo —aclaró—. Tú y yo no tenemos comparación y lo que te pido no es nada que no se esté cumpliendo ya, solo quiero poder decir que estoy contigo, es lo único que nos hace falta puesto que tenemos un secreto a voces.
—Leah no lo sabe —susurré como pensamiento.
¡Mierda! ¿¡Era en serio, estúpida Sadashi!?
Me besó el cuello y lo sentí sonreír. ¡Joder! Quise llorar al sentirme como sentí.
—Ya lo sabe, mi pequeño monstruo. Y se siente más mierda que antes por lo que hizo. De hecho, quiso venir a pedirte disculpas, pero le dije que no era necesario ya que a esta fiera solo la sé calmar yo.
Me abrazó la cintura y puse las manos sobre las de él para presionarlas, suspiré con fuerza y me tragué el nudo de lágrimas y frustración que se me atoró en la garganta. Ese día y esa noche se convirtieron en estrés, ira y desesperación. Lo que creí un fugaz folleo estaba durando más de lo normal, Lupo quiso hacerme sentir poca cosa para ese chico detrás de mí, el traidor de Kwan estaba de regreso y con él le confesé muchas cosas a Aiden, Leah había llegado para impedir que hiciera una mamada que dije que no haría hasta que me besara, acción que se cumplió esa noche después de tanto desearlo y como la cereza del pastel, la propuesta de ese chico me descolocó por completo y sí, cambió mi forma de ver y recordar aquella marca en mi espalda.
Pero no podía dejarme ir así por así y echar a perder años de disciplina, debía pensar bien las cosas, recapacitar y no cometer más errores.
—No quiero verme envuelta en etiquetas —dije y me giré para quedar frente a frente— ni complicar más las cosas.
—Sin etiquetas, lo aceptaré hasta que te acostumbres —señaló y negué—. Solo respóndeme a esto con la sinceridad que te caracteriza —Esperé para escuchar qué iba a soltar por esa boca—. Aparte de caos, ¿qué sientes cuando me tienes cerca?
Me alejé y miré a todos lados, esa era una pregunta que no podía responder por más que lo intentara y menos si era él quien quería saberlo; me senté en la cama y cerré los ojos para enfocarme. En definitiva ese no era un buen momento.
—Desde que salimos de la fiesta todo a sido demasiado y no me siento en condiciones para responderte, pero si te sirve de algo, eres el único chico con el cual he tenido exclusividad y el que hace que me hierva la sangre cuando alguna zorra se le acerca.
Eso último lo remarqué demasiado, no me avergonzaba decirlo ya que mucho lo callé con todas esas tipejas que lo rodeaban casi siempre, amigas que buscaban algo más que un trago, una cena o un café.
—Esa respuesta me vale —concedió, vi que sus ojos brillaban cuando se acercó a mí, me cogió de la nuca e hizo que me pusiera de pie— y has estado a mi lado durante todo este tiempo así que sabes que solo te miró a ti.
Unió su boca a la mía tras decir eso y acepto que lo recibí aliviada de que por fin diéramos por terminada esa conversación incómoda, sus labios eran eso que me prohibí, una droga que necesitaba dejar, pero que me decía que probaría una última vez para no extrañarla y, sin embargo, las últimas veces no acababan y cada vez me hacía más adicta. Cuando su lengua entró en mi cavidad bucal gemí ya que colocó una mano en mi pecho y lo masajeó con decisión, me mordió y chupó el labio inferior de una forma que me enloqueció; saqué la punta de la lengua y comenzó a lamerla y succionarla de una forma erótica que logró que humedeciera mis pantis. Era casi como si su boca me diera lo que mis labios del sur deseaban.
—¿¡Chicos!? ¿Está todo bien ahí adentro? —Una vez más Leah nos estaba interrumpiendo y vaya que en ese instante me enfureció más que antes— ¿¡Siguen vivos!? Porque tanto silencio me está asustando —dijo y me giré dispuesta a ir y mandarla a la mierda.
Aiden rio al ver mi intención y me cogió de la cintura.
—¡Está todo bien y a punto de volverse una maravilla! —respondió, me giró de nuevo hacia él y me sacó la camisa en un santiamén— Y mejor usa algo para taparte lo oídos ya que estamos a punto de volvernos muy ruidosos —soltó y con dificultad logré contener una sonrisa.
No sabía decir si fue de orgullo y satisfacción o de diversión. Chillé cuando Aiden me tiró en la cama y se subió sobre mí, de inmediato se metió uno de mis pechos a la boca y masajeó el pezón con la lengua.
—¡Oh, mierda! —dije y me tragué un gemido.
—¿Okeeey? Creo que mejor me voy —Escuché a aquella chica decir.
Aiden me miró desde su posición con esos ojos grises brillando como plata líquida; estábamos una vez más en ese punto que recalqué antes: peleábamos para luego terminar follándonos y descubrí que esa combinación tan peligrosa me estaba gustando demasiado.
Sexo y caos, tentador y dinamita pura.
Me quitó el pantalón junto a las bragas y descendió con sus besos hasta el sur de mi cuerpo, sin perder el tiempo, dejando saliva a su paso y deleitándome con todo lo que me hacía sentir; me tensé cuando besó justo arriba de mi raja, mi sexo era pequeño y sus labios gruesos lo hacían ver aún más pequeño. Pasó el dedo índice de arriba hacia abajo y casi llegué a sentir vergüenza cuando lo sacó empapado. Para nada era un secreto que ese hombre medio me tocaba y yo ya estaba mojando todo, pero justo en ese instante el hecho me avergonzó; Aiden en cambio, sonrió casi sacando el pecho, orgulloso de lo que me provocaba y por poco y me derrito cuando llevó el dedo a su boca y lo saboreó.
¡Joder! ¿En serio subiríamos ese a nivel? Porque no lo vi tan cercano ni cuando horas antes yo estuve decidida a subirlo por mi cuenta.
—Oh. Por. Dios —gemí cuando metió la punta de su lengua entre mis labios vaginales.
Volvió a hacerlo con la lengua ancha y estuve a punto de correrme con eso y al ver un hilo de saliva unir su boca y mi sexo, fue casi como de película y mis pezones se pusieron tan duros como unos diamantes. Apreté la sábana entre mis manos, la posición que tenía era semiabierta, como los pies apoyados en la cama, las rodillas flexionadas y él en medio de ellas; comenzó dándome caricias suaves y me saboreó sin pudor alguno, me devoraba como si se estuviese comiendo un mango maduro, disfrutando y no queriendo que aquel manjar se acabara.
—¡Mierda! Eres exquisita, Sadashi —susurró y se acomodó para seguirme comiendo.
Nunca en la vida vi a alguien besar unos labios como ese clon besaba los míos, mi boca se llegó a sentir celosa por ello, pero el éxtasis hizo que se esfumaran y deseara más de aquel sentir inexplicable. No iba a soportar mucho y Aiden apenas estaba comenzando, su lengua solo me acariciaba suave, pero el morbo, la sensación y al ser la primera vez en eso con él, me tenían como una chica inexperta y sin una pizca de aguante. Comencé a gemir sin importarme que me escucharan y no, no pretendía hacerlo solo porque Leah estaba ahí ya que, al final Aiden dejó al descubierto lo que pasaba entre ambos y lo demás ya sobraba; vi el gozo en él cuando me descontrolé y comprobó lo loca que me volvía. Llevó las manos a mis pechos y los masajeó.
Su lengua llegó a mi entrada y me dio pequeños embistes que provocaron a mis caderas para moverse y encontrarlo, cada segundo que pasaba necesitaba más y no, no quería correrme si no era con él dentro de mí; así que lo aparté y lo besé para sentirme en sus labios, con eso también lo desvestí y cuando lo tuve desnudo lo tumbé y me subí sobre él.
—Todavía quería seguirte devorando —trató de quejarse, pero no me convenció.
Su erección acariciaba el canal de mis nalgas y me balanceé para sentirlo y provocarlo más, me cogió las caderas y marcó su ritmo, segundos después ya lo tenía clavado hasta lo más profundo y los gestos de placer deformaban de manera sexi su bonito rostro.
—Es increíble que no quieras ver lo que tú y yo provocamos —dijo.
Sabía de lo que hablaba, mas solo busqué su boca y lo besé mientras me clavaba más en esa parte de su hermosa anatomía. Porque las cosas como eran, y Aiden era poseedor de una belleza que enloquecía a cualquiera. Mis caderas tomaron vida propia y ninguno silenció los sonidos que escaparon de nuestras bocas cuando la fricción de nuestros sexos comenzó a intensificarse; arriba y abajo, adelante y atrás, sus manos subiendo de mis caderas a mis pechos, las mías apoyadas sobre sus pectorales para tener mayor apoyo. Los empeines de mis pies se engancharon a sus piernas y me sirvió como palanca para embestirme como más me gustaba, íbamos a llegar pronto y juntos a un orgasmo excepcional, explotaríamos en el mayor placer que podíamos darnos.
—¡Madre mía! —gemí.
La piel blanca de Aiden estaba brillosa por el sudor, sus labios rojos por los besos que nos dábamos; como pudo se sentó sin apartarme de él y me cogió fuerte de las nalgas para moverme a su manera, el cabello ya se me pegaba a la frente por mi transpiración y sentí las paredes de mi vagina apretarse y prepararse para soltarlo todo. El olor de nuestras fragancias y el corporal se mezcló para embriagarnos como un afrodisiaco, la temperatura que emanábamos opacaba la de una hoguera y eso fundió mis neuronas, tanto, que solo hablé sin pensarlo.
—No vuelvas a permitir que alguien más te bese —exigí y lo besé con dominio—, porque si quieres tanto conmigo, pues pido igualdad ante todo.
—Me vuelves loco cuando te pones posesiva —confesó, me tomó de las caderas y me restregó con fuerza en su falo haciendo que lo sintiera hasta donde nunca imaginé.
Si seguía haciendo eso, pronto gritaría su nombre.
—Te volveré loco de una manera que no te gustará, sobre todo cuando haga desparecer a tus amiguitas —advertí.
Me cogió de la barbilla y me hizo verlo a los ojos, en ningún momento dejé de moverme sobre él.
—¿No confías en mí? Porque yo en ti sí, tanto, que estoy seguro de que no dejaste que nada pasara con ese imbécil, esta noche.
¡Mierda! Sabía que era seguro de sí mismo, pero que supiera eso era otro nivel. Yo en cambio, entendí que tenía muchas inseguridades sobre mí.
Me volvió a besar y abrazó por la cintura, mis pechos se restregaron en el de él y esa fricción que provocó en mis pezones subió mi nivel de excitación por increíble que pareciera. Iba a correrme, ya no aguantaba más; lo abracé con fuerza y cerré los ojos, pero de nuevo me cogió y obligó a mirarlo. Esos momento me encantaban, casi siempre era así, me hacía correrme viéndolo a los ojos, asegurándose de que era su rostro, sus caricias, movimientos, él, el maldito Aiden Pride White quien me enloquecía en la cama y fuera de ella, en cada rincón que tuviéramos para nosotros.
—Naciste para mí, Engreída —aseguró y los espasmos se hicieron presentes, devastándome sin darme tregua—. Esta vez sé que cuidaré a la correcta —añadió y, aunque no entendí, la forma en la que comenzó a correrse junto conmigo, me demostró que esas palabras significaban mucho.
¡Maldita sea! Eso no podía estar pasando.
_______________________________________
Propiedad de Jassy.
Obra registrada bajo derechos de autor.
Instagram: wattpad_jm
Twitter: @JassyBook
Grupo de Facebook: Jassy's Books
Facebook: Jasmin Martinez y Jassy's Books (página)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top