Mi novia

BildaHeredia ¡Feliz Cumpleaños! Que Dios te bendiga y te regale muchos años más de vida, espero que la hayas pasado bien y de corazón deseo que cada día sea mejor. Gracias por leerme y ser parte de este mundo.

Al fin estoy aquí y créanme que no ha sido tan fácil, no les voy a dar excusas y tampoco tanta explicación (esto no lo tomen a mal) porque la verdad es que sobran. Me recomendaron poner la historia en pausa debido a que se me está haciendo difícil actualizar, pero no lo haré porque no puedo por falta de inspiración sino más bien por falta de tiempo. Las ideas están en mi mente, aunque el tiempo ahora me falta más que antes, pero así sea tarde, actualizaré ya que necesito sacar todo de mi cabeza. 

He decidido que cambiaré el día de actualización, pero de momento no diré cuando será. Solo que de ahora en adelante ya no será martes ya que después del trabajo deberé ir a la escuela ese día y se me hará imposible.

Tengo muchos mensajes que no he leído en mis redes, mis disculpas por eso, en cuanto pueda me pondré al día. Y gracias inmensas a todas esas personas que estuvieron pendientes de mí el día que el huracán Dorian decidió visitarnos, sobre todo a ustedes mis amigas bellas que no me dejaron sola incluso en la distancia, las amo y se han ganado el cielo.

Disfruten de este capítulo (un poco corto) y nos leemos la próxima semana. 


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[Capítulo 15]

{Aiden}

Si no hubiese estado más interesado en la respuesta de aquella copia estúpida de Jet Li en su juventud, sin duda alguna me habría quejado por el apretón quiebra huesos que Sadashi me estaba dando en la mano. Esa actitud suya me hizo odiar al tipo frente a nosotros que aseguraba ser su primer amor y me molestó enterarme de algo así, solo porque las circunstancias se dieron y no porque esa chica haya querido contármelo. Las incógnitas de su vida me estaban desesperando y odiaba que ella se cerrara tanto a mí, que fuera tan recelosa de su pasado como si hubiese sido lo más horroroso del mundo y me excluyera como el acostón sin importancia del momento, sobre todo cuando estábamos demasiado lejos de ser solo un revolcón de una noche.

Las cosas entre ambos estaban siguiendo un curso que no me propuse y tampoco quería, mas no era de los que se negaba a nada cuando las sentía correctas y no me refería a nada relacionado con la sangre sino más bien a la atracción y las ganas que tenía de dejar de cuidar a la mujer de otro.

Porque por mucho que ese cabrón frente a mí alardeara, Sadashi no era la mujer de nadie, incluyéndome en eso.

—Pues apestas como mi primer amor ya que, mi novia no te ha mencionado nunca —dije siguiendo su juego.

—Vámonos de aquí —pidió Sadashi hablando por primera vez desde que llegamos al hotel.

Nadie iba a joder mis planes esa noche y menos ella.

El idiota sonrió al escucharla un tanto desesperada, casi como si esa partida la iba ganando él y estaba a punto de sacar la carta que le daría la victoria. Miré intrigado a Sadashi cuando me soltó de golpe, luego de que su primer amor le dijo algo en un idioma que no sabía, pero que reconocí como coreano ya que ella lo utilizó conmigo en varias ocasiones. La asiática le respondió igual y muy enfadada, situación que no me causó ni puta gracia.

—Están hablando de su vida pasada, joven. Y mencionan algo de un campamento —me informó uno de los tipos que estaban ya a mis órdenes.

—¡Cállate! Te prohíbo que le traduzcas —amenazó Sadashi y la miré molesto.

—Aquí las órdenes se las doy yo y si no tienes el respeto para hablar con tu ex en un idioma que yo entienda, no pretendas que los otros también me falten —le advertí y me miró sorprendida.

—¿Sabes ya que ambos compartimos una marca? Una que nos une de muchas maneras —Miré con intriga a mi nuevo grano en el culo y las imágenes de la espalda de Sadashi llegaron a mi cabeza.

Comencé a ponerme más incómodo al entender que ese maldito no estaba alardeando en nada, recordé la manera en la que la asiática me evadió en aquel tema y los nervios que noté en sus ojos cuando quise saber sobre sus cicatrices, unas que estaban grabadas en su piel como un tatuaje antiguo que quisieron imponer a la fuerza.

—Bien, has despertado mi curiosidad —dije, cediendo a mis ganas de saber un poco más de la chica que me estaba follando cada noche—, así que más te vale que comiences a hablar y empieza por decirme tu nombre y quién demonios eres a parte del primer amor de Sadashi Park —Su apellido fue otra de las cosas que quería aclarar.

—Es Kwan Jeong, un enemigo de tus padres. Ellos quieren su cabeza cueste lo que cueste y deseo quedar bien con ellos —Vi a Sadashi sacar su arma y apuntarla directo al que ya sabía que se llamaba Kwan, luego de soltarme semejante mierda.

Que fuera enemigo de mis padres mermó un poco mi curiosidad y por un momento tuve ganas de ordenarle a Sadashi que dejara de apuntarle, pero no era tan estúpido y no me gustaba jugar con esas situaciones por muchas ganas de saber cosas que tuviera.

—Mira cómo cambian las cosas, hoy sí quieres cumplir con tus jefes cuando antes me dejaste escapar, pidiéndome que te utilizara como escudo y...

—¡Cállate, hijo de puta! —gritó Sadashi.

Antes de reaccionar a lo que pasaba, la vi dispararle a Kwan, el maldito parecía ser un actor de películas asiáticas de esas exageradas, pero viéndolo moverse como lo hacía para esquivar aquellos proyectiles, me replanteé que todo lo de las pelis fuera mentira.

—¡Tenemos que salir de aquí, joven! ¡No venimos suficientes como para enfrentarnos a ellos! —recomendó uno de mis hombres y asentí de acuerdo.

Era de los que disfrutaba de una buena pelea o batalla, siempre y cuando estuviera igual o con ventaja ante mis enemigos y ese no era ninguno de esos casos, así que ese era uno de esos momentos en los que decir aquí corrió, era mejor a que aquí murió. Madre me acusaba de tener las mismas ganas de meterme en problemas como padre, pero también corría por mi sangre su sensatez para situaciones como esas.

Escuché a Kwan ordenarle a sus hombres que se protegieran, pero les prohibió atacar a la loca que deseaba dejarlo como colador y eso solo me confirmó que Sadashi fue importante para él. Así que aprovechando su momento de bondad, tomé a aquella engreída de la cintura y la arrastré conmigo a pesar de que luchó por soltarse. Kwan tomó mi acto como tregua y tampoco dejó que nos atacaran, aunque intuí que sus ganas porque Sadashi me hablara de él, fue la razón más grande de dejarnos salir del hotel con vida.

—No informen a mis padres que estuve en este enfrentamiento, pero si lo que dice esta loca es cierto, avisen que ese tipo está en la ciudad para alertarlos —ordené a los hombres cuando me metí al coche.

—¡No me llames loca! —exigió Sadashi y la ignoré.

—¿A dónde vamos ahora, joven?

—A mi Townhouse —respondí.

Desde hacía unos días tomé la decisión de irme a vivir solo, mis padres me apoyaron en eso y, aunque la casa de playa estaba disponible para mí el tiempo que quisiera, necesitaba algo que fuera mío y así dejarles a ellos su espacio disponible para cuando llegaran a vacacionar, además, la casa era muy grande para mí solo y Lane también había buscado su propio espacio en la ciudad al igual que Dasher. Ya habíamos comenzado a montar nuestra propia compañía de remodelación y estábamos muy concentrados en eso.

Aunque en mi caso, también dedicaba mi tiempo a las organizaciones.

—Toma mi lugar esta noche, yo necesito estar sola —exigió Sadashi a Sebastián, el hombre encargado de apoyarla conmigo. Pero el tipo respondía más a mí y me miró esperando mi aprobación.

—Sigues olvidando que las órdenes las doy yo y no me apetece dejarte libre esta noche —repuse tratando de sonar tranquilo —. Vamos a mi casa —Sadashi me miró indignada y la ignoré.

Ya era suficiente, si no quería hablar conmigo estaba bien, mas no huiría como en otras ocasiones.

Cuando llegamos les pedí a todos que se quedaran afuera, el lugar había sido decorado por madre y un día antes admiré cada detalle que puso en mi nueva casa, pero en ese instante lo dejé de lado.

—Sabes a cuantos investigadores tenemos en las organizaciones y lo fácil que sería para mí pedir un informe detallado de tu vida. Más pronto de lo que te gustaría sabría hasta cuando perdiste el primer diente, Sadashi y si no le he hecho es por respetar tu privacidad, pero estoy harto de que me evadas, así que al menos espero que tengas los ovarios para decirme quién demonios es Kwan Jeong y qué papel jugó en tu vida —exigí cuando los dos estábamos en la sala.

—Si no te hablo de mi vida es porque no te importa, así que deja de joder con eso —espetó.

—Si te tratara como a una fulana más en mi vida, creo que entonces sí hablarías y sin que te lo pidiera —escupí muy encabronado.

Había tratado de controlarme con esa chica, pero se estaba pasando y me prometí que esa sería la última vez que la dejaría hablarme así.

—No hables estupideces, no me tratas así porque no soy ninguna fulana —se mofó, tomado su pose altanera y mandó a la mierda mi control.

Ya era suficiente, la hice crecerse demasiado y era momento de dejarle claro ciertos puntos.

—En cambio yo si soy uno en tu vida ¿cierto? —dije subiendo mi tono Estoy siendo demasiado condescendiente contigo y creo que te estás haciendo una idea equivocada de mí. Te trato tal cual me enseñaron a tratar a las mujeres, así que no tomes mi respeto como debilidad —escupí viéndola a los ojos—. Te miro como mi igual, pero no olvides que aquí el que manda soy yo porque por injusto que te parezca y sea, estoy arriba de ti. Soy el heredero del puto imperio al que sirves, Sadashi Kishaba, Park o como mierda te apellides y así seas la protegida de madre, yo soy su hijo —Por primera vez me estaba aprovechando del poder que mis padres me daban y lo hacía con quien no quería, mas no tuve otra opción en ese momento.

Sadashi merecía mi respeto, en las organizaciones tenía un rango que ganó a punta de esfuerzo y eso siempre lo tendría claro, pero odiaba y me desesperaba que fuera ella quien me mirase como menos cada vez que quería solo porque le encomendaron ser mi guardaespaldas y le restaba importancia al que mis padres también llevaban guaruras y no porque eran débiles. Me subestimaba incluso cuando ambos fuimos los mejores compañeros de batalla, cuando cuidé y protegí su culo así como ella el mío y, aunque mi camino en las organizaciones fuera más fácil que el de ella, no me aprovechaba de eso hasta en ese instante que necesité dejarle claro ciertos puntos.

—Ya basta de creerte más lista o inteligente que yo, porque no lo eres y lo demostraste hace un rato en el hotel —señalé, sus ojos me miraban con odio, pero también con dolor—. Me pusiste en peligro a mí y a mis hombres solo por callar a tu ex. Él estaba muy bien custodiado y te importó una mierda y no me salgas con que sabías que él no te atacaría ya que si es enemigo de mis padres, entonces sabe quién demonios soy yo y pudo haber aprovechado la oportunidad para eliminarme.

—No, no iba a hacerlo porque me debe una —aseguró.

—Sí, te debe el que lo dejaras escapar, el que le permitieras usarte como escudo ¿cierto? —ataqué y se tensó— ¿Saben mis padres eso? ¿Saben que es tu ex, tu primer amor? Porque los hombres allá afuera pueden decírselo.

—¡Mierda! —masculló afligida y tomó el radio que escondía en el bolsillo interior de su chaqueta — Tienen prohibido decirle a los Pride lo que el imbécil del hotel dijo —habló de inmediato activando el canal de comunicación.

¿Órdenes tuyas o del joven Pride? —No debía, pero aquella respuesta casi me hizo sonreír.

—¿Y eso qué importa? —inquirió Sadashi muy enfurecida.

Lo siento, Shi. Recibimos indicaciones claras del señor Pride, estamos aquí para apoyarte, pero también para seguir las órdenes de nuestro nuevo jefe y si él está de acuerdo en lo que nos pides, lo haremos. No lo tomes personal, es solo que estás pidiendo algo que compromete la seguridad del chico al que debes cuidar.

Era Sebastián el que hablaba y tenía un enorme punto, esa información podía ser útil. Sadashi me miró indecisa entre queriendo pedirme que la apoyara o dejar que aquel hombre cumpliera con su misión, era una mujer demasiado orgullosa y eso no era fácil para ella, así que pensé que decidiría por dejar que su compañero hiciera su trabajo.

—Todavía no me siento capaz de hablar de mi pasado —susurró y no con la intención de no ser escuchada por nadie más que yo, sino porque su voz se quebró un poco.

—Me importas mucho, Sadashi. No eres una fulana más en mi vida ni la chica a la me follo cada vez que se nos da la gana, eres mi amiga y quiero ser tu amigo, uno de verdad —hablé, cediendo un poco.

Viendo que de verdad su pasado era demasiado difícil y doloroso.

—Significa Propiedad del campo de concentración 666 —La miré con el ceño fruncido al no entender nada—. No es un tatuaje, es una marca en mi espalda que dice eso, primero lo escribieron con una daga, pero cuando las cicatrices quisieron desparecer, me las marcaron con hierro caliente.

—¿¡Qué!? —dije y toda mi piel se erizó cuando escuché aquello.

En mi cabeza se reprodujo el vídeo de mamá y volví a ver claro cuando aquel hijo de perra la marcó, esas putas imágenes todavía me seguían torturando en algunas pesadillas y me negué a aceptar que Sadashi hubiese corrido la misma suerte o quizás peor.

—Nací en Corea del Norte e imagino que has escuchado todo lo que se dice de esa puta nación —Mis ojos casi se desorbitaron.

Claro que había escuchado mucho de ese país, incluso lo investigué por curiosidad y lo poco que supe todavía me sabía muy mal. Sadashi se sentó de golpe en el sofá individual de la sala y yo la seguí mirando incrédulo.

—Y todo lo malo es cierto, desde los cinco años viví en un campo de concentración. Mis padres fueron condenados por hacer una llamada a tía Maokko, ella vivía en Tokio y las llamadas internacionales están prohibidas. Una falta como esa es castigada con prisión y lo paga hasta la cuarta generación de la familia del acusado, en ese momento solo éramos mi padre Jung Park, mi madre Akiko Kishaba y yo. Uso el apellido de mamá porque en el campo que me crie era llamada por el de papá y me trae malos recuerdos, muy malos, Aiden. Kwan Jeong también estaba recluido allí y compartimos la misma marca por eso.

Sin pensarlo tanto tomé el radio de su mano y lo activé.

—Acata la petición de Sadashi.

Entendido, joven —fue la respuesta de Sebastián.

—Y consígueme una botella de bourbon o lo que sea.

Ahora mismo.

Me senté en la mesa de centro frente al sofá de Sadashi y la tomé de las manos.

—Puede que hablar de eso te duela, pero tal vez te libere un poco y no, no voy a decirte que pares —advertí y medio sonrió.

—Ahora mismo sí quisiera que fueras como los chicos de los libros, caballerosos y dispuestos a esperar —señaló y negué con la cabeza.

—Ser Aiden me funciona más contigo —declaré y asintió.

—Está bien, hablaré y romperé una de mis reglas contigo. Así que al menos espero que consideres tú, romper una de las tuyas.

Antes de que comenzara a hablar de verdad, decidí darle una muestra de igualdad e hice algo que ambos deseábamos. Porque ya era más que claro que los dos queríamos que eso pasara, así que la tomé de la nuca y la acerqué a mí, mirándola a los ojos por unos segundos y después uniendo mi boca a la suya.

Y desde ese momento ya no habría retorno para los dos. 


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