Epílogo
Y ahora sí, con esto pongo punto a final a la historia de mi amado clon curioso. Una que por circunstancias que no estaban en mis manos me costó terminar, pero que con el mal tiempo logré llevarla a su culminación.
Admito que los finales siempre son los que más me cuestan de una historia, pero como en todos mis libros, trato de dar lo mejor de mí. Gracias a quienes hasta este momento siguen a mi lado desde que me conocieron con el primer libro de la trilogía Corazón y también, agradezco a quienes se han unido con el transcurso del tiempo.
Agradezco en especial a mis amigas, esas que siempre me ayudan en lo bueno y en lo malo, no importa la distancia. Y confieso que no subiría el epílogo hoy, pero da la casualidad que alguien muy importante para mí está de cumpleaños y no quería desaprovechar la oportunidad para darle este último capítulo como regalo.
@caroaynu mi bella Carolina, una vez más estamos aquí y estoy realmente agradecida con Dios por tu vida, por tu amistad y por tu apoyo. Te deseo como siempre lo mejor y jamás olvides que aquí me tienes para lo que sea en lo que te pueda ayudar. Feliz vuelta al sol, amiga y brindo porque el siguiente año sigamos aquí.
Disfruten de este epílogo y espero leerlos pronto en una nueva aventura.
Los quiero mucho.
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https://youtu.be/EPEmEMp8zp4
{Aiden}
Meses después...
Estaba parado en el pequeño escenario que montaron en el jardín trasero de la casa de mis padres, miraba hacia el frente, a las personas presentes, con el corazón a punto de salírseme por la boca. Las sillas blancas fueron decoradas con rosas rojas y toda la demás decoración tenía un toque japonés que me gustaba mucho. Madre quiso incluir cerezos, pero la temporada de ellos estaba muy lejos y no deseábamos esperar más.
Dasher, Lane y Daemon se encontraban a mi lado, los tres vestíamos de esmoquin negro y se mostraban felices de estar a mi lado en un día tan especial. La música que envolvía el ambiente era instrumental y transmitía paz.
Mis padres estaban en el lado derecho del grupo de sillas y en sus brazos cargaban a Asia, mi nena de tan solo cinco meses. Una pequeña princesa que me robó el corazón al igual que su madre, con sus ojos almendrados grises y el cabello negro y liso como el de Sadashi. Era la sensación de la familia desde que nació y todos morían por cargarla cada vez que estábamos en casa, la consentían a tal punto que cuando volvíamos a Virginia Beach —nuestro hogar—, nos hacía berrinches siendo a penas una bebé. Pero era divertido ver a mi chica discutiendo con nuestra hija cuando no quería dejar de llorar porque no la cargaban y yo, el hombre más feliz del mundo malcriándolas a las dos en todo momento.
El pianista junto a los chicos de los Cellos comenzó a tocar una canción que Sadashi escogió para ese momento, justo cuando hizo su aparición tomada del brazo de Marcus, quien me la entregaría en el altar para unirnos como marido y mujer por el resto de nuestras de vidas.
La vi a lo lejos y sonreí agradecido con la vida por darme un poco de felicidad después de tantas tristezas, se veía indescriptiblemente hermosa con un vestido blanco al estilo de las princesas, con el rostro cubierto por un delicado velo, pero aún resplandeciente detrás de él. Mi princesa guerrera, eso era Sadashi y la amaba con locura tal cual ella a mí, tanto, como para acceder a tener una boda tradicional incluso cuando huía de las pequeñas fiestas. Sin embargo, estaba ahí, dispuesta a complacerme.
¡Dios! Me sentí en un sueño. De hecho, vivía en uno desde que Sadashi Kishaba apareció en mi vida.
—Y he ahí, la representación del amor y el caos en una sola persona. La combinación más fascinante para nosotros los hombres —dijo Dasher a mi lado, viendo también en mi dirección y sonreí.
—No hay nada más cierto que eso, hermano —acepté y palmeó mi espalda. En ningún momento dejé de ver a mi fascinación.
Tras de ella, Leah, Bárbara, Abby y tía Laurel la escoltaban por la alfombra roja en el césped, vestidas con atuendos color cerezo, en representación a la cultura de la madre de Sadashi.
Ver a tía Laurel me oprimió el corazón, pues representaba a mi pequeña Estrellita, la chica a la cual no le importó su vida con tal de salvar la mía. Dolía incluso en esos momentos pensar en ella y admiraba la fortaleza de tía para estar ahí, en un día tan importante para mí.
Quisimos atrasar la boda por respeto a Essie, pero tía Laurel y tío Darius nos lo prohibieron, alegando que su pequeña se habría indignado con nuestra decisión y asegurando que la vida seguía y si era con un momento tan feliz e importante, no teníamos por qué negarnos a ello. Vi a Maokko entre los invitados, lloraba de felicidad al ver a su sobrina a punto de dar un paso tan importante. Toda mi familia y amigos pusieron su atención en aquella mujer tan fascinante, justo cuando Marcus la llevó frente a mí.
—¿Lista para dar este gran paso, nena? —dijo Daemon al meterse frente a mí y tomar la mano de Sadashi.
Reí al entender por qué lo hizo y Sadashi también.
—Ya quisieras que los volviese a confundir —respondió Shi y los que escucharon todo rieron de esa broma a último momento.
Daemon no era de hacer bromas y peor en momentos como ese, pero ahí estaba, usurpando mi lugar y mostrando los frutos buenos de su nueva vida. Me cedió la mano de mi futura esposa entonces y la tomé sin dudarlo un solo segundo. Marcus asintió hacia mí, no hubo necesidad de una advertencia por su parte, pues sabía que yo era capaz de dar la vida por Sadashi si era necesario.
—Eres un sueño, amor —musité cuando estuvimos frente a frente y sonrió.
—No más, tú y yo somos una realidad y Asia es la prueba de ello —aseguró y quise besarla.
El nombre de nuestra hija lo escogimos juntos. En un tiempo, para Sadashi ese continente representaba la mayoría de sus malos recuerdos, pero desde que puso fin a la vida de Kwan, también lo hizo con su pasado y avanzó de una manera increíble. Para mí, Asia significaba amor, lucha y fortaleza, de allí obtuve lo mejor de mi vida y cuando se lo hice ver a la mujer frente a mí, aceptó que era el nombre perfecto para el fruto de nuestra relación.
La ceremonia dio inicio con el saludo del reverendo y mientras él hablaba miré a Sadashi y toda mi vida desde que la conocí comenzó a reproducirse. Pasamos por tantos obstáculos y la verdad, no veía ese momento tan cercano, fue una chica dura, con muros altos construidos alrededor de su corazón, pero yo siempre fui un empedernido de primera y la quise en mi futuro desde el segundo uno que apareció para salvarme en aquel secuestro.
—¿Te ves en un futuro con alguna de ellas? Y me refiero a casándote y teniendo una grande y hermosa familia.
Aquella conversación con Essie llegó a mi cabeza justo en ese instante. ¡Dios! Como dolía pensar en ella.
—La verdad es que no, Estrellita —respondí al fin y sonrió como si me había ayudado a descubrir la cura de alguna enfermedad mortal.
Ese día le hablé de Leah y Yuliya —aunque sin decirle sus nombres—, mujeres de mi pasado que me enseñaron mucho, pero que solo fueron parte de mi vida para eso, para ser una enseñanza y el camino hacia mi verdadero amor.
—Entonces ahí tienes tu respuesta, primito hermoso —soltó y se acercó hasta meterse en mi acostado y abrazarme fuerte.
—No te entiendo —susurré y la sentí reír sobre mi pecho.
—¡Es fácil, Aiden! No te ves haciendo un hogar con ninguna de ellas simplemente porque estás con las mujeres de otros —Mis ojos se ensancharon mucho ante su metáfora y me quedé sin habla por un buen rato.
—¿Cómo sabes eso? O más bien... ¿Cómo es que llegaste a esa conclusión? ¿Dónde lo escuchaste? —pregunté asustado por lo que me hizo ver.
Se recargó en su antebrazo y me miró divertida y orgullosa.
—Tengo un padre sabio —aseguró y me guiñó un ojo y se la vive diciéndole a Dash «si no piensas casarte con esa chica, entonces estás con la mujer de otro» —Imitó con gracia la voz de su padre y medio sonreí.
«Ya no cuido a la mujer de nadie, Estrellita. Estoy con la mía, la única», dije en mi mente y tomé con fuerza la mano de Sadashi. Ella era la correcta, la chica creada para mí, mi regalo y estaba viviendo el momento más importante de mi vida gracias a la niña más inteligente y bella que el cielo nos dio.
Días antes de la tragedia, estuve a solas con Essie mientras Sadashi se encargaba de algunos asuntos de la organización. Hablar con mi prima siempre me fue fácil y más porque era tan madura para su edad y en todo momento tenía las palabras correctas.
—¿Y te casarás con ella? —me había preguntado y asentí emocionado.
—Mírate, Aiden. ¡Dios! Tus ojos brillan cuando piensas en eso —señaló emocionada y solo me reí.
—Estoy pensando cómo pedírselo, quiero que sea único, así como Sadashi lo es —confesé y miré el libro entre mis manos.
Me había llegado esa mañana, era la versión de prueba, pues la editorial aceptó mi manuscrito y me propusieron publicarlo.
—¿De qué es ese libro? —inquirió y me lo quitó de las manos.
Sus ojos se abrieron con sorpresa al darse cuenta de mi nombre escrito en la cubierta y comencé a decirle de qué se trataba y la propuesta que me estaban haciendo. Toda mi familia era sabedora de mi pasión por leer, pero casi nadie conocía mi gusto por escribir. Por supuesto que Essie me abrazó y felicitó por ese logro y también me ayudó con una idea muy original para pedirle a Sadashi que se casara conmigo.
—Vaya, bien dicen que un príncipe lee historias, pero un rey las escribe —halagó y negué. No me creía ninguna de las dos cosas, solo un aventurero con necesidad de plasmar en papel los mundos que imaginaba en mi cabeza—. Pídeselo a tu manera, con este libro que es tu esencia y el cual escribiste para ella —recomendó y la llené de besos cuando comprendí su punto.
Mi Essie, la estrellita más brillante de mi vida fue mi ángel en todo momento y le estaría agradecido para siempre.
Meses después, cuando el libro ya estaba a punto ser publicado y cuando lo peor de nuestras vidas había pasado, le hablé a mis padres sobre mi nuevo sueño cumplido. Estuvieron conmigo en el lanzamiento y me apoyaron como siempre lo hacían. Se lo dediqué a mi ángel y la reunión que hicieron como pequeña celebración por mi logro, se tornó un tanto triste debido a su ausencia, aunque tratábamos de seguir adelante como sabíamos que ella lo hubiese querido. Para Sadashi mandé a publicar uno en especial, se lo regalé la noche del lanzamiento y nunca estuve tan nervioso como los dos días siguientes en que se tardó en leerlo.
Mi hermosa panzona se había quedado en la biblioteca de la mansión de mis padres para leerlo tranquila, eran vacaciones y estábamos ahí para pasarla en familia. Yo estaba en el comedor acompañando a mis progenitores, Maokko y Marcus, nervioso y desesperado porque pronto llegase al final.
—¡Oh, Dios mío! —gritó de pronto. Tanto mis padres como la pareja presente se asustaron al escucharla.
Corrieron hacia la biblioteca y yo me quedé ahí respirando con dificultad, rogando para que aceptara y tomando el valor para ir a su encuentro.
—¡Oh, divino Jesús! ¡Madre mía! —La escuché decir cuando me animé a llegar y en cuanto me vio dejó el libro y corrió hacia mí— ¿Dime que es en serio? ¿Qué no es solo la escena final?
—Esa es una versión especial para ti, Engreída —aseguré Lo que lees es en serio... ¿Aceptas? —me atreví a preguntar.
Su vientre para ese momento ya estaba abultado, fue en sus últimos días de embarazo.
—Acepto, quiero ser tu esposa —dijo fuerte—. Quiero ser tuya, soy tuya —susurró en mi oído para que solo yo la escuchara. Me reí como un niño al escucharla y la besé como un poseso.
Le pedí matrimonio a través de un verso en mi libro y cuando saqué el anillo para ponérselo, Maokko comenzó a leerlo sorprendida de lo que estaba pasando.
—¡Joder! Que susto me han dado, yo creí que habías roto fuente o algo así —se quejó madre. Pero sonrió de inmediato y llegó a abrazarnos.
—Estoy orgullosa de ti —aseguró Maokko cuando llegó su turno y se colgó en mi cuello— ¡Madre mía! Mi niño de verdad ya es un hombre —señaló convenciéndose de una vez.
Ella fue mi mentora, por ella me metí en el mundo de la lectura desde antes de aprender a leer.
—... Aún en la tempestad, te quiero a mi lado. Eres el caos que le da sentido a mi existencia, mi complemento, la mitad de mi vida y toda mi demencia y soy el hombre más afortunado al estar aquí y ahora contigo, a segundos de convertirme en tu esposo, Sadashi Kishaba —Terminé así mis votos, llamándola por última vez con su apellido de soltera.
Cité las palabras con las cuales le pedí matrimonio en la escena final de mi libro y dejó salir unas lágrimas de sus ojos tras sonreírme. El reverendo pronto nos declaró marido y mujer y antes de que dijese que podía besarla, ya le estaba comiendo la boca a mi esposa. El ambiente se llenó de aplausos y gritos y minutos después sentí que me apartaron de Sadashi para evitar que le hiciera el amor frente a todos sin siquiera quitarle la ropa.
Me sentía embriagado de felicidad y no lo ocultaba.
La celebración se llevó acabo al otro lado del jardín. La tarde era hermosa, brillante y cálida; disfrutamos y nos reímos cuando uno por uno de nuestros amigos, comenzaron a hacer los brindis y a contar sus anécdotas y más tarde continuábamos recibiendo abrazos y felicitaciones por parte de todos.
—¡Y ahora sí, bienvenida a la familia, señora Pride! —gritó Abby, estaba en nuestra mesa, parada detrás de Jacob.
Sadashi le sonrió y levantó su copa en agradecimiento, Daemon tenía a Asia en ese instante, mi hija nos confundía y estaba muy tranquila con él creyendo que era yo quien la cargaba.
Mi hermana volvió al país solo por asistir a mi boda y su presencia fue uno de mis mejores regalos. El tiempo volaba y ya había pasado más de un año desde su partida, mismo que le sentó de maravilla, pues volvió más hermosa de lo que se fue y también más madura. Era otra Abigail y me sentía muy orgulloso de ella.
—Chicos, ustedes se ven muy lindos juntos —señaló Bárbara hacia mi hermana y Jacob. Casi me atraganté con la bebida.
¡Diablos! Esos comentarios todavía no me sentaban bien y menos cuando Abby se agachó para darle un sonoro beso a su amigo en la mejilla.
—Y ustedes también —dijo Patito tras hacer eso.
Bárbara entrelazó su brazo al de Dasher y besó la mejilla de mi primo, él se limitó a sonreírle y tras eso miró a Abby quien lo observaba divertida.
—Admito que no creí que te atraparan tan pronto, pero me alegra verte tan feliz con Bárbara —siguió Abby, hablándole a Dasher y Bárbara se sonrojó con los halagos de mi hermana.
—Gracias —respondió él lacónico.
—Eres una verdadera mujer, justo la que él merece —añadió Patito.
—Okey, empiezo a ponerme celosa de que halagues tanto a Barbie y no a mí que soy la novia —soltó Sadashi de pronto y todos nos reímos.
O casi todos.
—Cuñadita, tú no lo necesitas. Eres perfecta y mi favorita —aseguró Abby.
Siendo su única cuñada en ese momento, era obvio.
Seguimos hablando y planeando lo que haríamos en las vacaciones de verano. Nuestra luna de miel la pospondríamos un tiempo. Jacob nos dio la noticia de que viajaría a Londres junto a Abigail —el país que albergaba a mi hermana— y por poco termino con un infarto el día de mi boda, aunque confiaba en mi hermana y sabía que veía a ese chico solo como un hermano más, tal vez él a ella no, pero lo tendría que aprender pronto.
—¡Su atención por favor! —pidió tío Darius por el micrófono— ¡Es hora de que el señor y la señora Pride, nos deleiten con su primer baile como esposos! —invitó.
Me puse de pie y antes de tomar la mano de mi esposa, tomé la copa de vino y pedí la atención de todos.
—Antes de hacerlo, quiero hacer un brindis especial por la persona que me permitió estar hoy en día aquí —Tanto él como tía Laurel sabían a quién me refería y me observaron con sentimientos encontrados—. Sin ella, nada de esto fuera posible. Essie Black Stone, la estrella de nuestras vidas y mi ángel personal, la chica que demostró amar más allá de ella misma y quien siempre puso a todos antes de ella. Brindo por una de las mujeres más fuertes de nuestra familia, por la guerrera que fue y sigue siendo y porque sé que muy pronto volverá a estar con nosotros, iluminándonos con su luz y haciéndonos felices con su hermosa sonrisa.
—¡Por mi heroína y su pronta recuperación! —dijo Sadashi a mi lado levantando su copa.
—¡Por mi guerrera! —añadió Abby.
—¡Por mi hermana! —gritó Dasher.
—¡Por la mujer más valiente que he conocido en mi vida! —Esa fue Leah.
—¡Por una de las luces más brillantes en nuestras vidas! —expresó madre y papá a su lado la abrazó y levantó su copa junto a ella.
—¡Por el milagro de mi vida! —logró decir tía Laurel entre lágrimas.
—¡Por mi pequeña estrella! —finalizó tío Darius.
Todos estábamos con las copas alzadas, en honor a ella. La niña hermosa que tres meses atrás salió de un coma inducido. Pasó siete meses así tras varias operaciones delicadas, hechas desde la noche del atentado.
Ese día, mientras todos llorábamos por lo que estábamos viviendo, tío Dylan se acercó y notó que Essie todavía tenía pulso, suave, pero fue una esperanza que nos hizo movilizarnos de inmediato. Cuando llegamos al hospital los doctores no nos dieron muchas esperanzas, aun así, la estabilizaron el tiempo suficiente para poder trasladarla a Pensilvania, hogar de uno de los mejores hospitales neurológicos de Estados Unidos.
Fue duro darme cuenta de que Essie se sacrificó por mí y más cuando vi que aquel disparo entró por un lado de su frente y salió por la parte de atrás de la cabeza.
—Lo siento, pero no les daremos esperanzas. Una de cada veinte personas sobrevive a un disparo de tal magnitud y si lo hace, no es ileso —Nos dijo el neurocirujano que la atendía.
Viajamos a Pensilvania esa misma noche para acompañar a mis tíos y a Dasher, estaban devastados y yo me sentía el mayor de los culpables por ponerlos en esa situación. Essie por poco pierde la batalla, pero se estaba aferrando a la vida de una manera increíble. El disparo le hizo un daño en el cerebro casi irreversible, alcanzó el lado frontal que controla la memoria y de paso dañó el hemisferio izquierdo —así lo llamó el doctor— que era el encargado de la movilidad de todo el lado derecho del cuerpo y el habla. Mantuvieron a mi prima en un coma inducido por casi dos meses, respirando a través de máquinas, todo para descompresionar tan vital órgano.
Cuando despertó la primera vez tras dos operaciones seguidas, no reconoció a nadie y tampoco podía hablar. El corazón se me volvió a romper al verla llorar por no saber lo que le sucedía y más cuando tía Laurel trataba de ayudarle a su pequeña y en lugar de eso solo la asustaba. Después de eso le practicaron dos cirugías más, los doctores estaban haciendo hasta lo imposible porque volviese a ser la misma, pero todos sabíamos de alguna manera que eso no pasaría. Con el tiempo y confiando en otro milagro, Essie aprendería a hablar y a caminar, recuperaría su movilidad, mas no sus recuerdos ni todos los sueños que un día tuvo y aquel maldito bastardo le robó.
Aunque como lo dijo tía Laurel, su niña podía crear nuevos sueños y objetivos y ellos como siempre estarían ahí para apoyarla, mi familia y yo también estaríamos.
Essie estaba en un hospital local y privado en ese momento, recuperándose de la última cirugía practicada un mes atrás, misma que nos prometía más avances y, siendo cuidada por los mejores médicos y la mayor seguridad de nuestras organizaciones. Por esa razón mis tíos y Dasher me acompañaban en uno de los días más importantes de mi vida y me sentía honrado con su presencia.
—Señora Pride, me honra con nuestro primer baile —pedí a Sadashi y le hice una reverencia.
Sonreí cuando la vi responderme igual, tomando su vestido y luego mi mano para llevarla al centro de la multitud. La melodía de «Halo» que fue la misma que la acompañó en su marcha nupcial, comenzó a sonar cuando estuvimos en nuestro lugar, solo que en ese momento ya no la tocaba ni el pianista ni los Cellos, sino que sonaba a través de los altoparlantes. Con delicadeza le tomé la cintura y ella envolvió sus brazos en mi cuello, la miré a los ojos y una vez más me estaba enamorando de ellos. De sus bellos ojos rasgados y marrones, de su manera de mirarme, de su pequeña nariz, de sus labios gruesos, de su cabello, de su cuerpo, de sus perfecciones e imperfecciones, de su forma de ser, de lo que me regaló, de toda ella, centímetro a centímetro.
—¿Por qué esa canción? —susurré en su oído. Me miró y sonrió.
—Porque ella dice todo lo que yo no puedo —aceptó y le acaricié el rostro.
Todas las demás luces fueron apagadas y solo dejaron una que nos enfocaba a ambos y se movía a nuestro compás.
—Tú eres todo lo que necesito y más, Aiden Pride. Prometí no volver a caer, no ser débil de nuevo y mirame aquí, siendo adicta a ti, a tu luz, esa misma que me sacó de la oscuridad en la que vivía. Destruiste con facilidad mis muros, rompí todas mis reglas por ti, te quise alejar porque me aterraba ese brillo que siempre te acompaña y cuando más huía, más te necesitaba.
» Me ayudaste a vencer mis miedos, a enterrar el pasado, a no temerle a las continuaciones o giros inesperados, pero, sobre todo, me has dado a mi propia familia y te juro que no creí volverme a sentir en casa desde que nos sacaron de la nuestra hace años y, sin embargo, cuando me abrazas, me siento en mi verdadero hogar. Eres mi redención, mi segunda oportunidad y estoy segura de que eres el ángel que mis padres me enviaron para no dejarme sola y donde quiera que ellos estén ahora, sé que son felices porque yo lo soy, amor. Y sí...tú y Asia son mi verdadera fuerza y la gravedad que me mantiene en la tierra.
Me limpió las lágrimas en ese momento y dejó salir más las suyas.
—Esto que siento por ti es para siempre, mi Niño Bonito y jamás te librarás de mí, nunca dejaré que huyas de mi lado, así haya tempestades, te juro que te amaré por el resto de mi vida, incluso cuando te odie.
—¡Dios! Esta vez me dejaste sin palabras —acepté y ambos sonreímos.
—Tu mirada me dice lo que tu boca no puede —afirmó.
—¿Te dice cuánto te amo?
—Incluso cuando cierras los ojos.
—Tú serás mi siguiente historia —confesé— una que jamás tendrá final, mi preciosa Engreída.
La besé tras decir eso, me fundí en ella como siempre lo hacía cuando nuestros labios se tocaban y dejé que el tiempo se congelara en ese instante, guardándolo por siempre en mi corazón y solo la separé de mí cuando el aire nos faltó y la abracé para aferrarla a mi cuerpo, para que una vez más sintiera su hogar y se asegurara de que jamás lo perdería. Las luces de pronto volvieron a encenderse y sonreí al ver a mis padres llegar a la pista para acompañarnos, Leah se unió junto a Lane, Dasher con Bárbara, Abby con Jacob, tía Laurel y tío Darius también estaban ahí y a su lado, mi hermano bailaba con Asia en sus brazos.
Sadashi y Asia también eran mi luz y una parte de mi vida, pero Daemon seguía siendo la otra junto a todas esas personas que nos acompañaban.
Con ese momento estaba abriendo una nueva etapa de mi vida ya que sabía que, para mí jamás existirían los finales y estaba más listo y completo que nunca para superar las pruebas y vencer todos los obstáculos, porque contaba con la mejor compañera que la vida me pudo dar.
Con mi amado caos.
Fin.
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