Declaraciones


¡Ya extrañaba estos martes!

Juro que sí.

Comenzamos la semana, chicas y chicos, espero que disfruten este capítulo y les aviso que ya entramos a la recta final.

No me pregunten cuántos capítulos faltan, porque eso es algo difícil para mí decirlo, puesto que cuando la imaginación llega, difícilmente puedo parar. Solo puedo decir que este libro será la conclusión de la historia de Aiden y pronto seguiré con el final de la historia de Daemon para finalizar la saga con el libro de Abigail.

De manera alterna estoy trabajando en otro proyecto que ya nada tiene que ver con la Trilogía Corazón, pero no lo subiré hasta finalizar aquí ya que no deseo dejar inconclusas mis historias.

Disfruten este capítulo y nos leemos pronto.


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[Capítulo 24]

{Sadashi}

Nadie se metió cuando el señor Pride lanzó a Sebastián por el aire y lo hizo caer fuera de la habitación, solo vimos con miedo e incredulidad lo que sucedía, hasta que él lo hizo ponerse de pie otra vez para darle y puñetazo y Leah lo detuvo.

—¡No, tío! ¡No lo hagas! —suplicó— Ahora mismo hay cosas más importantes por resolver, como llevar a Aiden a un hospital, por ejemplo —siguió. El señor Pride detuvo el golpe justo a centímetros del rostro de mi compañero—. Y créeme que esto no ha sido solo su culpa, todos somos culpables en realidad por no haberles comunicado que algo raro pasaba.

—Lo, lo siento señor Pride —murmuró Sebastián y cayó al suelo cuando nuestro jefe lo soltó—. Pecamos de imbéciles y nos dejamos llevar al ver que las cámaras principales no nos mostraron nada.

Él no le dijo nada, solo le pidió a Leah que llamara a una ambulancia y se acercó a su hijo de inmediato.

—Hijo ¿puedes escucharme? —preguntó y lo tomó del rostro. Aiden se quejó de dolor porque lo movió y noté que era el brazo el que le molestaba ante el movimiento.

—Creo que le dislocaron el brazo derecho —avisé.

—So-solo deja-déjame dormir un rato más —pidió Aiden en susurros.

—¡Hijos de puta! —bufó el padre y me miró serio y afligido— Dime que al menos lograste darle su merecido a ese mal nacido.

—Le disparé, logré darle en el abdomen, pero no sé si fue grave ya que el cobarde escapó —dije y asintió.

—Prepárate, Shi, porque ya no habrá tratados con ellos. Me han declarado la guerra y voy a responderles como se merecen —sentenció y asentí de acuerdo.

—Leah, quiero, quiero a Leah —comenzó a pedir Aiden entre quejidos y su padre lo miró asustado.

Leah llegó al escucharlo y le tomó la mano, él se calmó al sentirla y decidí apartarme para darles espacio. En sus cincos o no, me lastimaba ver cuanto la necesitaba. Mientras la ambulancia llegaba le expliqué de forma rápida a mi jefe todo lo que pasó y no dejé de lado nada, incluso nuestro encuentro tres noches atrás. Acepté mi error y le dije que creí que Aiden solo cambió de opinión referente a su prima y se quería dar una oportunidad con ella, por eso actuaba así, también añadí que fue hasta que Kwan insinuó cosas, que mi cabeza enlazó todo lo que sucedía y recordé la cámara que coloqué en la habitación de su hijo.

Aiden fue trasladado al hospital privado donde los atendían siempre y por supuesto que pidió que Leah fuese a su lado, el señor Elijah mostró su impotencia ante eso, mas no dijo ni hizo nada, solo me hizo subir a su coché e irme con él. En el camino vi el vídeo que Sebastián me envió para corroborar lo que sucedió y sentí ganas de ir en busca de aquellos hijos de perra y matarlos con mis propias manos. No tenía marcas de golpes porque los imbéciles usaron tácticas de tortura silenciosa para que nadie lo notara, llegaron al apartamento una hora después de él y juraba que ese ataque lo tuvieron que estudiar y preparar con meses de anticipación para que les saliera tan perfecto. Imaginé que debieron poner algo en el aire central de los apartamentos aledaños para poder dormir a los guardaespaldas y que no escucharan nada, puesto que Aiden les dio batalla antes de que el maldito de Kwan lo golpeara con un bate en la cabeza, él cayó inconsciente al suelo y lo hizo en una posición que comprometió su brazo. Los idiotas aprovecharon para sentarlo en una silla y lo amarraron de pies y manos, lo cubrieron con toallas húmedas y tras eso lo obligaron a despertar. Desde ese momento solo vi que tanto Kwan como Demian usaron macanas de policía y golpearon al chico hasta que los brazos se lo permitieron. Por supuesto que Aiden se quejó, mas nada pudo hacer ante dos cobardes que lo inmovilizaron para que no se pudiese defender.

Un golpe más en la cabeza por parte de Kwan lo dejó de nuevo en la inconciencia.

¡Cálmate, imbécil! No quiero matarlo —se quejó Demian en ese instante y detuvo a Kwan para que no lo golpeara más.

Pero ya no servía de nada, pues hicieron lo que quisieron antes.

Y qué importa uno más o uno menos, tío. Tienes la oportunidad de deshacerte de él para siempre, aprovéchala —demandó Kwan y Demian negó.

No pienso matarlo, ya hice lo que quería. Ahora regresemos todo a su lugar y no dejemos rastro de que estuvimos aquí— exigió Demian, Kwan se acercó una vez más a Aiden para volver a golpearlo, pero su maldito compañero lo detuvo—. He dicho que no más —advirtió y Kwan rio con burla.

Hicieron lo que Demian dijo y volvieron a poner a Aiden en la cama, él no se movió más hasta que Sebastián llegó a despertarlo esa mañana y le costó levantarse de la cama, ahí sí vi el esfuerzo que hizo por mantenerse en pie y cuando logró llegar al baño, lo escuché vomitar y tras ello bañarse.

—Pare, por favor —supliqué al señor Elijah y me miró extraño —¡Dios! Pare, se lo suplico —dije y tan pronto como lo hizo, abrí la puerta y comencé a vomitar sin parar.

Los ojos se me inundaron de lágrimas y sabía que no era solo por el esfuerzo que hacía con cada arcada, estaba llorando de nuevo al sentirme tan estúpida y haber permitido que Aiden pasara tanto tiempo sin atención, todo por mi maldito orgullo y porque me fue más fácil creer que él quería estar con alguien más, a aceptar que me moría de celos porque deseaba el lugar de Leah.

El señor Elijah llegó a mi lado justo cuando logré bajarme para no manchar el interior del auto y tuvo la delicadeza de cogerme el cabello.

—Alcánzame agua y papel —le pidió a uno de sus guardaespaldas, quien se detuvo al ver que él lo hizo.

Cogí el papel que me daba y me limpié la boca y el rostro, a la vez que me cogí el estómago para tratar de calmar los calambres que me estaban atacando por el esfuerzo.

—¿Estás bien? —me preguntó y negué.

Me recosté con la frente pegada al auto y comencé a llorar sin consuelo alguno. No podía más, lo aceptaba. Llegué a mi límite y solo quería llorar sin parar.

—Fue mi maldita culpa —logré decir entre sollozos.

—¡Joder, Sadashi! No me hagas esto porque no soy bueno para consolar —Lo escuché decir y solo negué sin apartarme del coche.

—Por querer cumplirle a usted y a mi Sensei lo alejé de mi lado. Necesitaba que volviesen a confiar en mí plenamente como antes y sabía que con Aiden no iba a hacer caer a Kwan. Estaba dispuesta a todo, incluso a acostarme con ese malnacido con tal de entregárselos y en el camino dañé a su hijo sin lástima alguna.

La verborrea se estaba apoderando de mí y mientras solté eso quise volver a vomitar ya que sentía asco de mí misma y seguí llorando sin poder controlarme. Desde que mataron a mi madre no lloraba como en esos momentos y sentí vergüenza de hacerlo frente a ese tipo tan frio, mas no pude parar.

—Aiden me reprochó el ponerlos a ustedes antes que a él y ahora me arrepiento porque si yo hubiese tenido los ovarios para aceptar esa noche lo que siento, nada de esto estaría sucediendo. ¡Maldita sea! ¡Por mi culpa casi lo matan! ¡Por mi maldita culpa va camino al hospital! —grité entre llantos.

—¡Mierda! Contrólate, Sadashi. Te necesito en tus cincos, es una orden —No pensé lo que diría a continuación.

—¡A la mierda sus órdenes! ¡Por ellas he perdido al tipo que...que...! —Me quedé en silencio y lo miré asustada.

Elijah Pride me observaba incrédulo.

—No lo has perdido, tonta. Y que bueno ver que te importa tanto como para hablarme de esa manera —Traté de respirar profundo y controlarme en ese momento.

—Lo siento, señor. No debí hablarle así —murmuré y vi hacia el suelo.

—No lo sientas, mejor bebe un poco de agua y continuemos el camino. Aiden nos necesita —Asentí sin saber qué decir.

Lo vi irse para el lado del piloto y me dejó ahí dándome espacio para limpiarme un poco.

¡Demonios! No entendía qué me pasaba, me sentía rara, vulnerable y muy débil.

Me ofreció una goma de mascar cuando estuve dentro del coche y la acepté con gusto, inició la marcha de nuevo para el hospital y traté de contenerme, ya que deseaba seguir llorando y no parar hasta que se me acabaran las lágrimas.

—Desde el momento en que permitimos que cuidaras a uno de nuestros hijos, te demostramos que confiamos más en ti de lo que imaginas, Sadashi. No era necesario que nos demostraras nada —dijo y no quise volver a verlo, sabía que él tampoco me miraba pues iba concentrado en la carretera—. Y sé lo que sientes añadió y me tensé— porque al igual que tú, la cagué en incontables ocasiones por no aceptarlo.

Tragué con dificultad y miré el camino.

—Aiden es igual a su madre cuando de aceptar sentimientos se trata y eso nos puede abrumar a personas como nosotros.

—Es que no solo me abruma, me hace cagarme del miedo porque ya cedí una vez y no obtuve nada bueno —confesé y ahí estaba de nuevo, chillado como una exagerada.

¡Joder! Me desesperaba eso y más el no poder controlarme.

—Ese fue mi error, Sadashi, creer que Isabella sería igual a lo de antes. Pensé que esa mujer solo me haría débil y créeme, jamás fui tan miserable como cuando no la tuve a mi lado —confesó.

Sabía que yo no era ninguna persona especial como para confiarme eso, pero me hizo sentir bien que intentara levantarme el ánimo con su experiencia.

—No cometas mi error, porque más duele vivir toda la vida sabiendo que dañaste a la única persona que te acepta tal cual eres. No importa lo que hagas después para resarcir ese daño, en tu interior siempre estará la culpa torturándote por no haber sido una mejor persona con quien te alegra la vida día con día.

—Gracias —fue lo único que pude decir tras escucharlo.

Sabía a lo que se refería.

—Y si te sirve de algo, a mí me gustas para él —Me sentí cohibida cuando soltó semejante declaración y deseé hundirme en el asiento hasta desaparecer.

Creo que para decirme eso, lo motivó el que yo me haya desahogado con él y si para mí fue un tanto fácil hacerlo, es porque intuí que él me comprendería mejor que nadie y no me equivoqué.

No hablamos más durante el camino y cuando llegamos al hospital nos fuimos directo hacia donde la enfermera nos indicó que llevaron a Aiden, encontramos a Leah fuera de una habitación y nos informó que ya un doctor lo estaba atendiendo. Rato después el profesional salió e informó que era necesario practicarle una tomografía computarizada y lo prepararon de inmediato para llevarlo a una sala especial. En ese tiempo el señor Elijah aprovechó para hablar con su esposa y decirle todo lo que estaba sucediendo.

—Ten —Leah llegó a mí y me tendió un vaso con té caliente —, te sentará bien ya que estás muy pálida —Cogí el vaso y le agradecí.

Se sentó a mi lado para esperar noticias.

—Me siento pésimo —solté de pronto y sentí su mirada en mí.

—Créeme que quisiera hacerte sentir peor por no confiar en él, pero no puedo, Sadashi. Me caes bien a pesar de que yo a ti no —soltó.

Le di un trago a aquella bebida caliente y cuando llegó a mi estómago me rugió en agradecimiento. No dije nada sin embargo y nos quedamos en silencio por varios minutos hasta que ella volvió a hablar.

—¿Tienes a un mejor amigo o amiga? —cuestionó y volví a verla.

—No, no creo en eso —decidí ser sincera al responder.

—Pero ¿existe alguien a quien le hayas confesado alguno de tus secretos con facilidad? —insistió y miré al frente.

Mis mayores secretos estuvieron muy bien guardados hasta que decidí confesárselos a Aiden. Tía Maokko no contaba ya que ella no supo por mí todo lo que sabía. Confiaba en ella, sí, mas fue a Aiden a quien decidí contárselos por voluntad propia.

—¿Qué relevancia tiene eso con lo que está pasando? —inquirí y sonrió.

—Ninguna, es solo que quiero ayudarte —Alcé las cejas cuando dijo eso—. No te veo bien, Sadashi y no me refiero a lo físico sino a lo emocional —explicó y le di otro trago a mi té—. No sé si se debe a lo que pasa con Aiden o a otra cosa, pero no me gusta verte así. Por lo poco que te conozco sé que eres una chica de pocas palabras, aunque directa y me sorprende que aun así te dejes ir por lo que ves y no indagues.

—Sé que cometí un tremendo error al juzgar a Aiden —acepté.

—Y no solo lo juzgas a él sino también a mí —zanjó—. No me preguntes cómo lo sé, pero te aseguro que Aiden me trató estos días como quisiera tratarte a ti, pero no lo dejas. Esos malditos imbéciles lo dañaron e hicieron que él confundiera todo hasta el punto de demostrarme a mí lo que siente por ti y creo que en realidad necesitas hablar urgentemente con alguien de tu confianza sobre esto que te está pasando con él.

—Pues no hay nadie ni lo necesito —zanjé.

—Maldita orgullosa, prefieres pasar con cara de culo todo el tiempo y muriéndote de celos por mi causa, en lugar de aclarar las mierdas —soltó entre dientes muy molesta y apreté la mandíbula al oírla.

—No te creas tanto —bufé.

Ambas tratábamos de no alzar la voz para no ser escuchadas.

—Me creo lo que soy —largó con orgullo— y tienes suerte de que ahora mismo esté locamente enamorada de Lane, porque si esto hubiese pasado antes, te aseguro que habría aprovechado el que Aiden me tratara como me trató.

—Solo estuvo confundido —espeté y en ese instante nos miramos a los ojos.

Vi un poco de diversión en los de ella y quise golpearla.

—Incluso así, eso te puso loca de celos ¿no?

—No tientes tu suerte, Leah. Porque se me olvidará que eres sobrina de Isabella —amenacé.

—Exacto, Sadashi. Por mi sangre corre sangre Miller, la misma que corre por la venas de tía Isabella, no lo olvides, porque tú podrás ser una ninja asesina, pero yo sé defenderme y muy bien —Negué con fastidio—. Tener esa sangre también me ayuda a no guardarme los sentimientos y en eso somos iguales con Aiden —añadió—. Ese chico está enamorado de ti y él jamás se ha interesado en ninguna tía, tienes la suerte que muchas quisieran y no lo aprovechas. Ya basta, mujer —se quejó—. Así como tienes los ovarios para asesinar y ponerte muy bocona conmigo, deberías de tenerlos para aceptar que estás hasta los huesos por mi primo. No es difícil, joder —soltó exhausta.

—¿Y tú qué sabes? —inquirí.

—Sé lo que veo, solo díselo y aprovéchalo porque si no te has dado cuenta, ese tonto es tuyo desde el día en que te conoció. Cuando salvaste su culo por primera vez —La miré sin saber qué decir.

De pronto a mi cabeza llegó aquel secuestro del que me tocó liberarlo y cómo después de eso, no dejó de joderme cada vez que me tuvo frente a él. Leah ya no dijo nada mientras el tiempo corrió y lo agradecí puesto que me entró una ansiedad que se me hacía difícil controlar. Tras una hora el médico llegó para informarnos sobre Aiden, mi Sensei ya estaba ahí junto a su esposo y noté la rabia y preocupación que la embargaba.

Aiden tenía una lesión cerebral traumática y todavía no era seguro si sería moderada o severa, a parte de los muchos golpes internos que le encontraron, su brazo en efecto estaba dislocado y el médico dijo que lo estaban estabilizando ya que necesitaban controlar su presión arterial, la presión dentro del cráneo y asegurándose de que llegara suficiente sangre y oxigeno a su cerebro. Era posible que tuviesen que intervenirlo de manera quirúrgica, pues había un hematoma riesgoso, aunque antes lo tratarían con anticoagulantes para evitarla. El hombre siguió hablando y enumerando cada punto del proceso que comenzaría y llegó a marearme, tanto, que volví a sentarme, me cogí la cabeza y respiré profundo.

Era demasiado, todo lo era.

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Tres días después Aiden seguía en el hospital y me fui de ahí solo cuando sus padres me pidieron hacer algo importante para ellos. Caleb estaba concentrado en encontrar a Kwan y Demian, Leah seguía al lado de su primo porque él así lo pedía y yo, pues aprovechaba a verlo cada vez que estaba dormido ya que era de la única manera en la que no me miraba con fastidio.

La vida era bien perra cuando quería y me estaba castigando demasiado con esa situación.

Esa tarde llegué al hospital luego de ir por unos informes que Connor necesitaba hacerle llegar a mis jefes y cuando estuve cerca de la habitación escuché la risa de Leah y a mi Sensei hablar muy animada, pero el corazón casi se me detuvo al percatarme de que Aiden estaba despierto y su voz se escuchaba normal, como siempre fue.

—Permiso —dije cuando me decidí a entrar, preparada para aquella mirada fría que el Niño Bonito siempre tenía para mí en los últimos días.

—¡Sadashi! Entra —me animó Isabella, la noté muy feliz al hablarme.

El señor Elijah estaba con los brazos cruzados y con una media sonrisa en el rostro, Leah le daba de comer en la boca a Aiden y él estaba sentado, con el torso desnudo, los brazos rodeados con una venda para corregir su lesión y la sábana de hospital cubriéndole de la cintura para abajo. Mi Sensei me recibió los papeles que le tendí y traté de mirarla solo a ella para no llevarme un trago amargo como siempre.

—Buenas noticias —me susurró con evidente felicidad—. Aiden ha despertado hace poco con un hambre voraz y siendo mi niño de siempre.

Sé que el rostro me cambió cuando dijo tal cosa, porque una felicidad inefable me embargó de pies a cabeza.

—Ni tan niño, ma —alegó él, pues era claro que escuchó— ¿Cierto, Engreída? —El corazón me fue a mil al oír aquello y en ese instante me animé a verlo.

Sus ojos ya no estaban adormilados a pesar de haber dormido tanto, la lentitud en sus palabras desapareció y tenía dibujada aquella sonrisa pícara que en muchas ocasiones me volvía loca. Sus bromas estaban de regreso, la imprudencia que lo caracterizaba lo iluminaba como su aura natural.

—¡Dios! Extrañaba tus locuras, amor, pero cálmate, eh. Que hay cosas que no necesito saber —dijo su madre sacándome de tremendo embrollo.

—Bonita, vamos afuera que necesito que revisemos esos documentos de inmediato —pidió de pronto el señor Elijah y cogió a su mujer de la cintura.

Ella se negó un momento, pero él no cedió y se la llevó de inmediato, asintiendo hacia a mí y diciéndome con eso que era mi momento. Leah entendió todo y terminó inventando una excusa para irse también y en el camino pasó dándome la gelatina que le daba de comer a su primo.

—A ver si ahora sí tienes ovarios o si quieres, te presto un poco de los míos —se burló al hablarme cerca del oído.

Los nervios que sentía en ese instante solo permitieron que sonriera satírica y me prometí que esa tonta me las pagaría pronto. Aiden me observó divertido e intrigado y logró que me olvidara de su prima de inmediato.

—Sigo teniendo hambre —demandó.

Respiré profundo y tomé el valor para acercarme a él, estando solos me era más fácil y antes de arrepentirme de lo que iba a hacer, puse el pote de gelatina en la mesa y lo cogí del rostro para besarlo. Por supuesto que él no esperaba ese acto, lo tomé desprevenido y se tardó unos segundos en responderme, mas cuando lo hizo, me tomó con un brazo de la cintura y me apegó a su cuerpo cálido. Sus labios me sabían a gloria y el respirar se volvió fácil después de tantos días. Todos mis malestares físicos y mentales se disiparon cuando volví a sentir a mi Niño Bonito, el idiota que logró colarse en cada poro de mi piel y mandó a la mierda mis objetivos y promesas.

—Joder, Shi. Me has hecho tener una erección y esta sábana no me cubre nada —Sonreí en sus labios al escuchar su locura.

¡Joder! Era él de nuevo.

¡Era él!

—Yo también, Aiden —susurré en su labios y volví a besarlo.

—¿Tú también tuviste una erección? —inquirió y reí de nuevo— Porque si tienes una polla, estaré bien jodido —añadió.

—También estoy enamorada de ti, idiota —solté entre risas.

En ese instante me cogió del rostro y me separó de él sin poder creer lo que dije. Yo tampoco me creía que fue tan fácil decirlo.

—Repítelo —exigió y negué.

—Caí ante las idioteces de un Niño Bonito al cual solo debía cuidarle el culo —dije a mi manera y lo hice reír.

Sus ojos se iluminaron de verdad y supe que los míos también.

—Eso te lo creo más, nena —Dio un beso casto en mis labios y acepté que esa declaración era más creíble en mí— ¿Y ahora? ¿Cuál sería la respuesta para lo que escribí en tu espalda? —preguntó y de paso me acarició ahí.

Usaba solo el brazo izquierdo y le acaricié el rostro antes de responder. Pensé en el día que escribió con su dedo en mi espalda y todas las sensaciones y miedos que tuve en ese momento, aun así, me hizo de ver de forma diferente esas marcas y borró con ellos los fantasmas de mi pasado. Aiden siempre fue directo y seguro conmigo y se merecía lo mismo de mi parte.

Ya no había dudas en mí y en ese momento tampoco miedo.

—Sí, quiero serlo —admití y me sonrió feliz.

—No le digas a madre que te pedí eso —susurró en mi oído y pegué una carcajada—. Solo dile que eres mi novia, la loca asiática con la que puedo jugar como un niño, a la única que puedo follar como un depravado y amar como un desquiciado —soltó logrando que toda la piel se me erizara.

Y así acabó mi carcajada, el corazón se me volvió loco, la respiración se me cortó y los ojos se me inundaron de lágrimas.

¡Mierda! No quería llorar más.


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