Clon equivocado
¡UUFF! Tarde, pero aquí estoy.
Perdón chicas y chicos.
Espero que les guste este nuevo capítulo y aviso que lo que se viene.... podría ser candela pura jajajaja
Ya veremos.
Nos leemos la otra semana y si puedo (aunque lo dudo) antes.
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[Capítulo 9]
{Sadashi}
Estaba acostada en el suelo de la habitación que me dieron para mi uso en esa casa, viendo hacia el techo, escuchando el tic tac del reloj y pensando en por qué demonios le dije a Aiden que no pasó nada con su hermano. Al final, aquellos dos bocones me estaban metiendo en situaciones incómodas que no necesitaba y me hacían actuar de una manera para nada profesional, despertando más curiosidad en el Niño Bonito y encima también en su clon; Daemon me buscó esa tarde, queriendo saber cómo nos conocimos y utilicé todo mi autocontrol cuando me comentó que tenía vagos recuerdos de una pelinegra a la cual empotraba en una pared mientras la follaba como loco, esos mismos se cruzaban con imágenes mías gritándole en aquel callejón que peleamos. Él quería comprobar si ambos recuerdos eran de la misma chica y, aunque me vi tentada a decirle que sí con tal de que no llegara a recordar a la maldita de Inoha, le dije que éramos distintas mujeres y que a la que empotró fue a una de sus tantas conquistas del pasado.
No estaba para más confusiones.
Se quedó tranquilo cuando le expliqué que trabajo para su madre y que en esa ocasión estaba cuidándolo. A pesar de que olvidó casi todo, sabía de la vida de sus padres y los peligros que él y sus hermanos corrían al ser parte de una de las familias más poderosas, así que confió en mi palabra.
Es ya muy distinto al tipo que conocí y me alegro de que al fin viera una luz en su vida. Lo consideré una persona grata en mi vida a pesar de las peleas que tuvimos cuando nos conocimos y es de los pocos que me ha llegado a caer tan bien como para considerarlo un amigo, así que verlo recuperado, fue como un aire fresco.
Dejando a ese clon de lado, seguía cuestionándome las razones para darle explicaciones a aquel tipo que comenzaba a volverse un dolor de cabeza muy grande en mi vida.
Sin embargo, me reí al recordar tocándolo con mi mano fría, en verdad pensé que usaba algo en su entrepierna para fanfarronear, pero la frialdad que tuve al palparlo me hizo comprobar que todo era suyo y se escondía con facilidad ante temperaturas altas. Aunque también volví a sentirme nerviosa por su reacción al confirmarle que entre su hermano y yo, nunca hubo nada.
—Eres de las que prueba la mercancía antes de comprarla —aseguró tras mi confesión.
—Todavía no estoy borracha —repuse tajante, pero con ese hombre de nada me valía, pues actuaba como si todo lo que salía de mi boca eran halagos para él—. Y no te lo digo porque vaya a pasar algo, solo quería dejarlo claro —me excusé y él solo sonrió.
—Ahhh, Engreída. He pasado por donde de verdad asustan y tu jueguito carece de miedo —Para cuando dijo eso, ya se había acercado a mí y sin descaro alguno miró mis pechos.
Mis pezones fueron unos traicioneros y se endurecieron con su sola mirada.
—Al parecer, tus pezones reaccionan a mí cercanía tal cual mi polla a la tuya —dijo con burla y sin vergüenza.
Sabía su juego y si yo quería, podía jugar mejor que él, pues lejos estoy de ser una chica que se intimida con las palabras de un cabrón experto en la chulería.
—Así como reaccionan a la de cualquier tipo con un buen pene entre las piernas —Sin que se lo esperara, pasé mi dedo índice por encima de su miembro, sobre la tela del bóxer.
Miró atento el recorrido de mi dedo y al estar tan cerca, noté cuando sus ojos bajaron un tono y se oscurecieron por el deseo. Me estaba metiendo en un juego peligroso, pero a esas alturas de mi vida, era de las que creía que si me lanzaban a una jauría, sería capaz de convertirme en la líder de la manada. Sin embargo, ese tipo me estaba demostrando que jugaba sus cartas como todo un profesional y me dejó sin palabras cuando acunó mis pechos con sus manos y con dos dedos retorció mis pezones, lo hizo con delicadeza y firmeza a la vez, haciéndome sentir aquel roce también en mi entrepierna.
—¿Y cualquiera con un buen pene sabe tocarte así? Porque muchos pueden tenerlo, pero pocos sabemos usarlo —susurró cerca de mi rostro.
Acariciando mis labios con su aliento.
Todo había que decirlo, y en ese momento me sacó del juego como todo un cabrón, a tal punto que me vi tentada a ceder y dejar que me follara en la isla de la cocina. Pero mis neuronas todavía funcionaban y lo alejé de mí, aunque casi atrayéndolo de inmediato como un hierro al imán.
—Mejor ve a tomar una ducha antes de que vacíe el bowl con hielo entre tus calzoncillos —recomendé.
Solté un poco de aire sin que lo notara, me puse nerviosa al pensar que no iba a poder salir de esa.
—Toma una conmigo, para bajar mi erección necesitaré mucho más que hielo o agua fría —invitó y negué con la cabeza.
—Usa la mano —repuse.
—¿Y si uso la tuya? —Sonrió de lado y se mordió el labio.
En serio ese chico no se daba por vencido.
—Buenas noches, Niño Bonito —dije y comencé a caminar directo a mi habitación.
—Mi habitación está cerca de la tuya, ve a ella si quieres comprobar que tan bien uso lo que tengo entre las piernas —Sonreí y seguí mi camino sin volver a verlo.
El chico es muy seguro de si mismo y de era un hecho que nadie nunca le dijo que no, pero como se lo dije antes, eso no iba a pasar.
No obstante, ahí estaba. Sin poder dormir y con ganas de ceder, queriendo quitarle las ganas a ese idiota para que dejara de joder y de paso probar si así como ladraba mordía. No era correcto y aun así, lo más excitante. Todavía me preguntaba por qué lo incorrecto y prohibido era lo que más adrenalina provocaba, sobre todo a mí, que me alimentaba de esa maldita sensación.
—A la mierda las reglas —dije para mí y me puse de pie.
Fui al baño a ponerme un poco de enjuague bucal y me miré al espejo, arreglando mi cabello y pensando en que estaba a punto de cometer la mayor cagada de mi vida, mas me animé diciéndome que una más no haría la diferencia en mi lista de estupideces y salí de ahí rumbo a la habitación de Aiden cuando me sentí en condiciones decentes de comérmelo por completo. Y recordaba a la perfección que él no besa a nadie, pero si quería follarme, debía hacerlo porque lo quería todo completo, no a medias.
Llegué justo frente a la puerta y tuve la intención de tocar, pero al levantar la mano para hacerlo me aculillé, así que respiré profundo y abrí dejando de lado el respeto por la privacidad. Lo encontré de pie frente a la cama, ya usaba un pantalón de chándal y me miró sorprendido, la oscuridad de la habitación daba en su frente, aun así noté aquello.
—Todo o nada —fue lo único que le dije y me dejé ir sobre él.
Lo tomé desprevenido y me fue fácil saltar y engancharme en su cintura, pronto me adueñé de su boca y el impulso lo hizo caer a la cama conmigo sobre su cuerpo. No iba a follarme, yo me lo follaría como nunca se lo hicieron en la vida, pero me molestó que tomara muy en serio eso de no besar y que no me correspondiera.
—Espera —pidió.
—Pero.... ¿¡Qué mierda!?
Me quité de encima de aquel cuerpo cuando escuché tal exclamación, tarde la luz dio sobre el tipo al que minutos antes le comí la boca y vi que su tatuaje de flor de loto era celeste y no rojo, el tatuaje correcto estaba en el tipo que nos veía desde la puerta del baño, con los puños muy apretados y una mirada enfadada, después de exclamar aquella maldición.
Casi me tiré al clon equivocado.
—Te juro que me tomó desprevenido —dijo Daemon poniéndose de pie, quiso acercarse a su hermano y él lo detuvo con la mano alzada.
—¡Mierda! Esto no me puede estar pasando —dije entre dientes y me llevé las manos a la cabeza.
En seguida las pasé por mi rostro, muy frustrada.
Total, como lo pensé antes de llegar a esa habitación, iba a cometer tremenda cagada y no me equivoqué en eso.
—Quise ceder, pero debías tener un maldito gemelo —solté y Aiden abrió sus ojos de manera desmesurada.
—¡Ahora es mi puta culpa que te encuentre casi follando con mi hermano!
—¡Chicos! Calma —pidió Daemon.
—Saben qué, hagamos de cuenta que esto jamás pasó —propuse—. Nos vemos mañana.
No esperé a que me respondieran y los dejé ahí, dejando que se arreglaran como ellos quisieran.
La vergüenza que sentía era demasiada como para seguirles viendo la cara, así que opté por lo más fácil, ir a encerrarme a la habitación, dormir y esperar a que todo hubiese sido una pesadilla. Cuando estuve dentro, en lo seguro, comencé a reírme como una loca de atar, ¿en serio me había pasado eso?
¡Joder! Sí que me pasó, me pudo más la calentura y se me quitó con algo peor que el agua hielo, porque la vergüenza muchas veces se sentía así.
—¡Sadashi! Debemos hablar —Escuché a Aiden llamarme y tocar la puerta con insistencia, minutos después.
—¿Eres Daemon o Aiden? Porque con el maldito parecido que tienen, temo hablar con el clon equivocado —solté solo para joderlo.
—Soy Aiden, abre. Te enseñaré a reconocerme —dijo.
Todavía sonaba molesto, aun así, no dejaba la arrogancia.
—Ahora más que nunca pienso que lo de tu mano está mejor y yo estoy segura aquí adentro. Espera a que me emborrache, así no te confundo. Buenas noches, Niño Bonito —zanjé.
Y lo escuché maldecir, mas esa vez no cedería. Tremendo bochorno el que tuve como para arriesgarme a más.
____****____
El siguiente día fue lo peor, teníamos que marcharnos a Richmond y viajar con Aiden no era algo que me apetecía y, cumplir órdenes en ese momento era lo peor.
—Soy el cabrón, no me vayas a acosar de nuevo —dijo Daemon cuando llegó a la cocina y yo bebía una taza de café.
Alzó las manos y rodé los ojos, solo esperaba que no se lo comentara a Dasher y Lane porque de ser así, me obligarían a cometer una masacre.
—Eso te pasa por estar en el lugar equivocado —le reproché.
—Y yo que iba a saber que llegarías o que follas con mi hermano. Además, estaba allí porque tú estás en mi habitación.
—¡Yo no follo con tu hermano! Y ya es mi habitación —bufé y puse la taza en la isla.
Unas gotas de café volaron y ensuciaron la isla, así que tomé un pedazo de papel toalla y limpié.
—Ayer te me tiraste encima y me besaste a la fuerza, si no follan, ¿entonces lo querías violar? —Aguantó una sonrisa cuando dijo lo último.
—Ya, no seas idiota —le reproché.
—Está como todos los diablos, por cierto —Me encogí de hombros sabiendo que se refería a su hermano—. Y sigue siendo mi habitación —me recordó.
No estaba molesto y sabía por qué me decía esas cosas, igual yo no era de apoderarme de lo que no es mío, pero decirle que era mi habitación fue solo para joderlo. Volví a coger mi café y él se concentró en su móvil, según veía, algo era demasiado importante y lo entretenía a tal punto de olvidarse de todo a su alrededor. Su semblante serio y frío seguía ahí, mas la arruga en su frente al fruncir el ceño ya no estaba y lucía más sereno que antes.
Ya no hablamos de nada y decidí ir afuera para reunirme con mis compañeros, cada chico en esa casa tenía un guardaespaldas, pero solo Aiden y Daemon eran sabedores de eso.
—¿Sadashi? —me llamó Daemon antes de irme y volví a verlo— Aiden no descansará hasta lograr lo que sea que casi logra ayer.
—Lo sé.
Fue lo único que dije y seguí mi camino.
Seis horas más tarde estábamos en la mansión Pride White, toda la familia se había reunido para despedir a Abigail y la seguridad fue reforzada. Amigos íntimos también estaban reunidos, pero el ambiente era triste. Esas personas eran demasiado unidas y alejarse de un miembro de ellos los desestabilizaba de manera emocional.
El señor Elijah Pride parecía llevarla peor que todos y a él se le unía Aiden.
En un momento los vi juntos, Aiden había salido a la terraza del gran salón y su padre lo acompañó minutos después. Sus sombrías miradas eran idénticas y hasta ese instante me percaté que era Aiden el más parecido a su progenitor. Tal vez no al LuzBel del pasado, puesto que la mezcla de la sangre de mi Sensei era fuerte; las historias que se escuchaban de mi jefe para muchos hombres eran un ejemplo a seguir, aunque para algunas chicas experiencias de las que se que querían apartar. Pero dejando eso de lado, ambos eran una copia exacta en algunos aspectos.
—¡Feliz cumpleaños a la mejor sobrina del mundo! —Tía Maokko me sacó tremendo susto cuando se acercó tan sigilosa y de pronto gritó de esa manera.
—¡Joder, tía! No hagas eso —le pedí irritada y comenzó a reírse.
Mi cumpleaños veinticuatro había llegado y por más que le dije que no me gusta nada de lo que tenga que ver con celebraciones o recordatorios, me fue inútil. Ella seguía recordándome ese día como si fuese el mejor del mundo, intentaba cambiar mi forma de ver mi natalicio y no entendía que lo que me pasó cuando cumplí diez años, opacó ese día para siempre.
—Estoy feliz, no me quites esto —pidió y me mostró un cupcake que llevaba escondido— Feliz cumpleaños a ti...Feliz cumpleaños a ti. Feliz cumpleaños Sadashi, feliz cumple...—Calló cuando tomé el postre de su mano y me lo metí a la boca con todo y papel.
—Gajias —agradecí con la boca llena.
Ella siguió mirándome como si mi reacción hubiese sido diferente a la de otros años.
—Estaré en casa lo que resta del día. No llegues si no quieres, despide tranquila a Abigail, yo necesito descansar y he pedido que me releven —avisé cuando tuve la boca vacía.
El papelito del cupcake se sintió muy bueno y no noté la diferencia.
Tía Maokko no dijo nada y yo decidí irme. No pretendía ser mala con ella, pero si no respetaba el que yo no deseara recordatorios de mi cumpleaños, tampoco tenía que esperar que yo tolerara sus acciones.
Cuando llegué a casa tomé una ducha y me preparé un sándwich, era muy mala en la cocina, jamás aprendí a hacer más que untar rodajas de pan con algún aderezo y a eso apilarle lonchas de queso o jamón. Se me daba mejor ir a algún restaurante y comprar comida y cuando no, pues los emparedados me quedaban de puta madre. El reloj marcó las diez de la noche y yo seguía sentada en el sofá, saltando de canales en la tele y deteniéndome de vez en cuando en pelis o programas que solo les veía como cinco minutos. Miré a la cocina con ganas de prepararme otro aperitivo, pero me detuve de ir cuando sonó el timbre de casa.
Todas mis alertas se activaron ya que no recibíamos visitas y tomé el arma que manteníamos bajo el almohadón del sofá para cualquier emergencia. Llegué a la puerta sin ver en la mirilla porque estúpida no soy y alertaría a cualquiera que quisiera joderme, y activé la cámara de seguridad; apreté los ojos con fuerza cuando vi a Aiden y decidí que era mejor hacerme la loca e ignorarlo.
—Sé que estás ahí, Engreída. Abre por favor —De ninguna manera.
Volví al sofá y actué como si no escuché nada.
—¡Sadashi! ¡Amor! ¡Por favor, nena! ¡Perdóname! —Mis ojos se desorbitaron al escucharlo.
Estaba gritando como un loco y para mi desgracia, teníamos vecinos que podían escuchar todo.
—¡Te juro que solo fue un desliz! ¡Y es un hombre, carajo! ¡Solo quise experimentar! ¡Y fue muy malo! ¡Prefiero meterte...!
—¿¡Qué mierda te pasa!? —le grité yo, abriendo la puerta y metiéndolo de inmediato.
Abrió los brazos y vi que en una mano llevaba una bolsa grande de papel, estaba riéndose divertido al verme toda enfadada.
—Muy fría, muy hija de puta o cabrona puedes ser, pero sé que como toda chica odia los escándalos y yo siempre me salgo con la mía —señaló victorioso y quise golpearlo.
—¿Estás borracho? —pregunté y se encogió de hombros.
—Borracho, con mucha hambre y ganas de seguir bebiendo.
—Pudiste hacerlo con tu familia y amigos —inquirí.
—Sí, pero me satisface ver tu cara de culo cada vez que me tienes cerca. Eso como que me reconforta, ¿sabes? —soltó y negué.
—A mí no me reconforta ver la tuya y, ¿en serio vienes a fingir que somos pareja y que me engañaste con un chico solo porque querías experimentar? —quise saber, ya que no me cabía en la cabeza que dijera tal cosa.
—Es que necesitaba fingir que la cagué a lo grande, para ponerle más picante. ¿Te imaginas todo lo que están pensando tus vecinos? —Apreté los labios para no reírme.
—Sí, deben pensar que de ahora en adelante me compraré una polla y te daré como a televisor viejo para que no busques de nuevo a otro chico —satiricé.
—Al menos seremos una pareja completa, antes los ojos de ellos —se conformó.
Con un gesto de mano lo invité a pasar al comedor, me rendí fácil, y al llegar ahí sacó dos cajas con comida y una con tarta de manzana, a ello le agregó dos botellas de vodka y una de jugo de manzana. Alcé la ceja al entender su indirecta y él me guiñó un ojo.
—Esta noche bebemos, comemos y follamos, ya mañana le echaremos la culpa al alcohol —sentenció.
Y no me negué.
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