Campo 666


Antes de continuar quiero felicitar a @path1508 por su cumpleaños. De corazón deseo que Dios te dé la oportunidad de cumplir muchos años más y pronto con una salud intacta. Eres una guerrera y lo que más quiero es que me sigas leyendo por muchísimos años más. Que la pases bien y gracias por estar siempre aquí, para mí.

Capítulo corto y tranquilo, esperoooooo que lo disfruten :-)

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[Capítulo 27]

{Aiden}

Sentí que el tiempo se detuvo mientras nos veíamos, esa en definitiva no era la conversación que esperaba, aunque traté de prepararme para todos los escenarios, mas decirlo y hacerlo no era lo mismo.

—Veo que sigues en pie con eso de que no quieres hijos —solté para que el impacto no fuera devastador y ella asintió.

No me sirvió de nada hablar primero.

—Así es y sé que tú jamás lo vas a comprender y tampoco te pediré que lo hagas. Tú y yo fuimos criados de maneras muy distintas, Aiden —soltó y me vi obligado a ver hacia otro lado—. En tu caso, sabes a la perfección lo que es vivir en familia, tus padres te mantuvieron en una burbuja que te protegió por años, te lo dieron todo, te rodeaste de amor y comodidades, de libertad y todo lo bueno de la vida y no, no te juzgo por eso ya que no es algo que pediste. Se te concedió sin que movieras un solo dedo.

Negué, decía que no me juzgaba, pero lo estaba sintiendo así por su manera de hablarme.

—Dame la oportunidad de hablar y decirte todo lo que quiero y ya luego hablas tú —pidió y asentí para que prosiguiera. Me enseñaron a saber escuchar y, aunque me iba a costar con ella, lo demostraría—. Tienes como madre a una mujer que a pesar de todo lo que vivió, luchó por tenerte a salvo y lo consiguió. Yo en cambio y como ya sabrás, tuve unos padres que fueron juzgados por cosas injustas y me llevaron a mí entre las patas.

»No fue decisión de ellos y lo entiendo, pero me tocó ver cómo sufrieron por protegerme y no me gusta pensar en mi pasado, sin embargo, me he visto obligada a hacerlo y recuerdo a la perfección todas las veces que mamá lloró porque tuvo que ser castigada por mi culpa, por cosas que hice siendo una niña en aquel campus y que no entendía los alcances que tendría en mis progenitores. ¿Sabes? Lo que más recuerdo de mi niñez es cuando mamá le decía a papá sin saber que yo los escuchaba, «todo fuese más fácil si no tuviésemos hijos, por ella somos débiles. Nos castigan a cada momento por sus travesuras». Papá la abrazaba y sobaba su espalda diciéndole «lo sé, amor. Pero debemos ser fuertes, no podemos dejar que ella sea castigada cuando no es su culpa el que estemos aquí».

En verdad me sentí anonadado al oír eso, pero seguí callando y respetando su momento.

—No sentí rencor por la palabras de mamá porque a pesar de mi edad, llegué a comprenderla y por muchos días trataba de no hacer nada que los comprometiera a ellos ya que así se quejara, jamás fue mala conmigo, al contrario, se quitaba la comida de la boca por tal de que yo me alimentara. Pero con el tiempo, volvía a hacer algo y esos custodios de mierda me provocaban para que desobedeciera. Los castigos regresaban y mis padres los pagaban por mí.

»Cuando tuve la edad suficiente, según los guardias, se me comenzó a meter a combates para ganarme la comida, un baño semanal o papel para usar como mantas en la noche. Mis padres intentaban defenderme cuando iba perdiendo las peleas y entonces los castigaban. Otra vez era la causa de los maltratos que recibían y cuando entendí que yo era su debilidad, me obligué a fortalecerme, entrenaba para ser mejor y en cuestión de meses ya estaba asesinando para poder ganarme algunos beneficios. Sin embargo, esos mal nacidos se quisieron pasar de listos conmigo e intentaron obligarme a hacer cosas atroces para su beneficio y cuando me negué, ¿adivina a quiénes utilizaron para hacerme obedecer?

La miré e intenté no mostrar mi compasión por ella, no quería ofenderla, pero sí que dejé entrever mi rabia.

—Sí, Aiden. Después de ser una debilidad para mis padres, ellos se convirtieron en la mía y con tal de que no los dañaran, hice todo lo que aquellos engendros de la mierda me pidieron. Me entrenaron para torturar y asesinar a los que no estaban de acuerdo con el gobierno, incluso me hicieron encargarme de algunos extranjeros enemigos de los aliados de Corea del Norte.

»Fue en ese entonces que conocí a Kwan, él ya había perdido a sus padres, mas nuestra vida allí lo endureció al punto de importarle un carajo ya. Kwan fue quien me aconsejó a no demostrar más importancia por mis padres para que no los usaran contra mí y tras obedecerle y ver que funcionaba, me di cuenta de la debilidad que la familia representa. Amor, amistad y familia era un lujo que no podía darme y no bastándome con lo que ya me había pasado, caí con lo primero y lo pagué muy caro. Pero bien dicen que de los errores se aprende y me levanté tras haber caído, siendo más fuerte que antes, aunque también más fría; me alejé de mis padres para que no los usaran contra mí y obedecí cada maldita orden que me dieron. Hice cosas de las que me da vergüenza recordar, Aiden y sé que si tú las supieras, te irías corriendo de mi lado.

Negué y ella sonrió. Yo no huía tan fácil.

—Ahora crees que no —contradijo—, pero... ¡Dios! Aiden, yo fui una chica sin moral alguna cuando estuve en el campo de concentración y la marca que llevo en la espalda no es solo por el número que lo identificaba, es también porque me identifica a mí. Asesiné niños cuando se convirtieron en un estorbo para el campo, mi lista igual incluye a mujeres embarazadas y ancianos que no podían defenderse. Me convirtieron en un demonio cruel y despiadado, sin ética ni códigos. Mi misión era vivir y no importaba cómo. A los quince años fui el ser más despreciable de ese lugar y cuando mis padres descubrieron todas mi atrocidades, decidieron sacarme de allí antes de que me perdiera por completo.

»En el primer intento perdí a papá y cuando lo descubrieron, me hicieron castigar a mamá —Suspiró con fuerza y en ese momento las lágrimas desbordaron sus ojos y comenzó a temblar—. Y lo hice porque sabía que si no era yo, alguien más lo haría y podían matarla en el proceso. Azoté y herí a mi propia madre, lo hice con dolor y con ira porque en mi mente creía que era su culpa el estar allí, en ese momento. Ella pudo salvarse si no se hubiera preocupado por mí, pero lo hizo... ¡Joder! Fui su debilidad y también su verdugo y ¿sabes que es lo peor? —No dije nada, no podía— Que en cada golpe que le di ella me decía «no te preocupes, nena. Haz lo que debas hacer, pero sálvate, eso es todo lo que me importa».

Calló cuando las lágrimas y los espasmos le impidieron seguir hablando.

—Porque no solo eras su debilidad, Sadashi, sino también su fuerza —aseguré al verla tan devastada— por eso soportó que su propia hija la castigara. Tu madre necesitaba seguir viviendo para sacarte de allí y sabía que solo superando esa prueba iba a lograrlo.

—¿Por qué salvarme a mí? ¿Por qué dejar que la dañaran por una persona que ya no sentía nada por ellos? —inquirió irónica.

—Porque tú solo te estabas engañando a ti misma con eso de que ya no los amabas, sin embargo, fue por ellos que te convertiste en esa persona tan repugnante que dices. Desconociste el amor, Sadashi.

—Pero nunca desconocí las debilidades —repuso— y el amor es la más grande que existe. Aiden, yo no nací para dar vida, me criaron para quitarla, es lo único que tengo seguro.

Me puse de pie en ese momento y solté el aire.

Madre me dijo que la historia de esa chica no era fácil y en ese instante descubrí que no solo fue difícil sino también inaudita. La miré ahí sentada en esa silla, viéndome, con las mejillas rojas al igual que los ojos y la nariz. Su cabello había comenzado a secarse y desde donde yo estaba se veía tan pequeña, inocente e indefensa. Cualquiera que la mirara no imaginaba lo que en verdad era, lo que fue capaz de hacer y por increíble que fuera llegué a entender su punto, aunque no lo compartía.

—¿Sigues siendo todo eso que fuiste en ese campo? —pregunté y miró hacia el suelo. De inmediato llegué a la cama otra vez, me senté y halé su silla para tenerla cerca, le tomé la barbilla y la obligué a verme— ¿Qué sientes cuando estás conmigo? —Limpié las lágrimas que comenzaron a salir otra vez de sus ojos y la vi morderse el labio cuando los sollozos la atacaron.

—T-tu madre me enseñó a respetar —logró decir entre sollozos—, me enseñó a...que hay códigos y niveles, ahora me rijo por ello, pero sé que si me obligan puedo ser la Sadashi de ese campo de concentración.

Sin soportar más aquellas ganas que tuve de tocarla desde que me enteré de que estaba embarazada, bajé las manos a su vientre y lo acuné como si ya tuviese a mi bebé en persona.

—No, por favor —suplicó y se soltó a llorar de una manera que jamás creí ver en ella.

Estaba sufriendo. Sadashi tenía terror a lo que le sucedía y de verdad lo vi en ese instante, lo sentí, lo sufrí junto a ella.

—¿Te hago débil? —susurré en su oído cuando apoyó la frente en mi hombro para seguir llorando sin parar.

—Igual o más que mis padres —respondió sincera.

Sobé su vientre y con delicadeza me tomó de las manos para que me detuviera, en ese momento comprendí que ella no era reacia a mi toque por ser fría sino más bien, porque no quería aceptar la vida que llevaba ahí para que le fuera más fácil deshacerse de ella.

—¿Por qué no lo has abortado? —pregunté. Necesitaba hacerla hablar.

Pasaron unos minutos y no obtuve respuesta, la tomé entre el cuello y la barbilla y la obligué a verme de nuevo; el terror más puro se instaló en sus ojos y le di un beso casto.

—¿Por qué, Sadashi? —cuestioné de nuevo.

—Porque... —Presionó sus labios y cerró los ojos antes de responder— Porque eso te destruiría, porque tú me haces sentir débil y porque...imaginé a un pequeño como tú, con tus ojos, con tu astucia y...no pude —Sonreí y al hacerlo, también dejé salir mis lágrimas.

No debía, pero sus palabras me dieron esperanzas.

—No puedo deshacerme de un hijo tuyo, aun así no quiera ser madre, me es imposible dañarlo y dañarte y ahora te pregunto yo a ti, ¿Por qué me sigues viendo con en esos ojos de amor cuando sabes a la perfección lo que pensaba a hacer con tu bebé?

—Porque veo más allá de la chica que me has querido imponer todo este tiempo —dije sin titubear—. Porque desde que te conocí me quisiste mostrar a una tía fría, sin sentimientos por nada ni por nadie y yo en cambio siempre vi a la mujer que en verdad eres. Esa que luchó a pesar de lo que la vida le impuso, veo a la niña que se convirtió en asesina por sus padres, la que se levantó en la derrota y no por ser débil sino al contrario y sé que crees que tal vez no somos compatibles por la vida tan diferente que vivimos, pero pienso que de eso se trata, Sadashi.

Le acuné el rostro y le sonreí.

—De que si tú ves lo negro, yo te enseñe los colores, de que si solo ves las curvas, yo te muestre que más allá también está el camino recto y que detrás de la debilidad se esconde la verdadera fuerza. Eres el toque de maldad que necesito en mi paraíso y yo la bondad de tu infierno. Somos como el Yin y el Yang, y mi punto en tu Yin ahora está aquí —dije y toqué su vientre.

En ese momento puso su mano sobre la mía y me dejó acariciarla, simplemente sintió a través de mí.

—¿Y cuál es el punto de Yin que yo he puesto en tu Yang? — quiso saber y la miré.

Dejé de tocar su vientre y le cogí la mano para ponerla sobre mi corazón.

—Aquí —aseguré.

Me miró como nunca lo hizo, el miedo se convirtió en añoranza y la vi suspirar con alivio.

—Te das cuenta de que aparte de caos, tú y yo somos como un constante sube y baja —señaló y me encogí de hombros.

—Es porque si solo subes te aburrirías y si solo bajas, podrías morirte de un paro cardíaco —expliqué—. Además, estamos en el proceso de encontrar nuestro balance y eso no es nada fácil —Asintió de acuerdo.

De pronto se puso de pie y se alejó de mí, me dio la espalda y noté que intentaba decirme algo, pero no encontraba las palabras adecuadas.

—Voy a continuar con mi embarazo hasta el final —Apreté los puños con fuerza y quise saltar y gritar de alegría, mas me contuve porque sabía que no había terminado—. Sin embargo, hay muchas cosas que todavía pienso que son correctas y lo que te dije antes en cierto, Aiden. Fui criada para quitar vidas no para dar, y no me siento capaz de ser una buena madre, pero sé que tú sí serás un buen padre y por eso quiero seguir, no te voy a arrebatar esa posibilidad que tanto añoras. No obstante, te pido que me tengas paciencia y que no se te ocurra tratarme como si estoy enferma, sin manos, sin piernas o qué se yo, el punto es que quiero continuar con mi vida normal, obviamente sin poner en peligro al bebé que ya suficiente tiene con estar en mi vientre.

Odiaba que se creyera tan mala persona como para decir eso, pero la entendía y quería ayudarle a cambiar eso.

—Nunca sentí tanto miedo como cuando acepté que hay una vida que depende de mí y me aterra cagarla porque me conozco y sé que soy capaz de todo, pero no sé si soy la persona idónea para ser madre. No sé y ni tengo una puta idea de cómo serlo.

—Es que nadie sabe cómo ser mamá o papá, Engreída. Uno aprende en el camino, incluso mis padres siguen aprendiendo con nosotros después de casi veintitrés años. Yo tampoco tengo idea de eso, pero aquí estoy, dispuesto a dar lo mejor de mí para ese bebé y también para ti —Me miró en ese momento y negó.

—Eres increíble —murmuró.

—Lo sé, me lo dicen muchas —jugué con ella para liberar un poco de la tensión entre nosotros.

Entrecerró los ojos al escucharme y no sonrió cómo lo esperé.

—¿Crees que tú y yo podamos seguir adelante? —preguntó de pronto y la miré sin entender— Digo...sé que te dañé al decirte que abortaría y entendería que quieras alejarte de mí porque quise atentar contra la vida de tu hijo y...

—Solo sé que tuviste miedo, que todavía lo tienes, pero has tomado en cuenta mis deseos y eso me basta —la interrumpí— y según dicen, no soy de los que viven recalcando errores del pasado.

—¿Qui... —Carraspeó cuando la voz la traicionó— quién lo dice?

—No querrás saberlo —repuse, estaba tímida en un momento y decidida en el siguiente.

—Sí quiero —aseguró, pero negué.

—Estoy jugando contigo —aclaré. Me puse de pie y llegué hasta ella.

Estando así, la diferencia de nuestras alturas era más notoria, pero esa mujer así de pequeña, podía ser dinamita pura cuando la provocaban y yo lo hacía mucho.

—¿Vas a darme un hijo? —susurré. Sadashi tenía que alzar mucho la cabeza para poder verme y yo bajarla para hacérselo fácil. Movió sus orbes de arriba abajo para mirarme todo el rostro y tragó con dificultad.

—Te prometo por mi vida que sí —aseguró, como queriendo que yo estuviese seguro de que no cambiaría de opinión.

—¿Y te alejarás de nosotros cuando el bebé nazca? —Sus pupilas se ensancharon al oír esa pregunta— ¿Vas a entregarme a mi hijo y luego te marcharás para dejarme criarlo a mí solo?

Intentó retroceder, pero la cogí del brazo y la retuve. Yo quería todo con esa mujer y ya no estaba para juegos, si ella también quería algo serio debía admitirlo y comprometerse porque de seguir como en los últimos días, me paciencia llegaría a caducar y era mejor poner las cartas sobre la mesa desde un principio.

—Esos no fueron mis planes cuando decidí continuar con mi embarazo —aseguró y aflojé mi agarre en ella— y antes de que lo preguntes, no, no voy a cambiar de opinión. Me conoces y sabes que cuando digo algo lo cumplo así me cueste, trataré de ser una buena persona para tu hijo.

—¿Una buena persona? ¿Para mi hijo? —ironicé.

Estaba asustada, pero si quería seguir conmigo debía aceptar las cosas como eran.

—¡Dios! ¿Por qué eres así? —se quejó y reí.

—¿Recuerdas lo que te dije la última vez que estuvimos juntos? Antes de que todo se jodiera, cuando sucedió lo del beso con Leah.

—Dijiste muchas cosas así que no sé a qué te refieres —respondió.

—Te dije que tú naciste para mí, Engreída y que sabía que esta vez cuidaré a la correcta —Asintió, recordando mis palabras—. Desde que lo de nosotros se volvió más intenso, te comencé a ver en mi futuro y cada vez añoré más cosas a tu lado, incluso hijos, aunque no imaginé que llegaran tan pronto.

»Pero cuando hace dos semanas descubrimos que estás embarazada, me sentí el hombre más feliz del mundo porque eres tú quien me hará papá. Yo te quiero para todo en mi vida, Sadashi Kishaba, en lo bueno y en lo malo, para cada etapa que atravesemos, deseo que estés a mi lado, sosteniendo mi mano, apoyándonos mutuamente. Sin embargo, y no te quiero imponer nada, si tú no estás dispuesta a eso, si quieres mantenerte como una mujer fría y libre, que hace todo como quiere y cuando quiere sin importarle nada, sé sincera conmigo, porque ya no quiero juegos entre nosotros ni quiero que vivas con el hoy sí, mañana mejor no. Si no estamos en la misma sintonía, por mucho que me duela te pido que me entregues a mi hijo y te vayas lejos de nosotros. Si no quieres todo estoy que te estoy ofreciendo pues ten los ovarios de decírmelo a la cara, ya que te amo como un maldito desquiciado, mas no dejaré que me tomes como un juego. Ni a mí ni a mi hijo.

—Nuestro hijo —dijo interrumpiéndome y la miré serio—. Quiero ser una buena madre para nuestro hijo y sobre todo, necesito merecer todo esto que me das. Enséñame, Aiden. Tal vez no seré la mejor aprendiendo, pero te juro que pondré todo de mi parte. Intentémoslo una última vez —pidió.

En ese instante me acarició el rostro y pude ver la decisión en sus ojos, fue la misma que vi antes de que comenzáramos a hablar, pero que yo interpreté mal.

—Estamos embarazados, Engreída —susurré de pronto con un tono cantarín y ella sonrió y negó.

Había dicho todo lo que necesitaba escuchar de ella y quería dar vuelta a la página para seguir con nuestra vida.

—Y tengo mucha hambre y muchas ganas de follar —añadió ella y la miré serio.

—Puedo consentirte en todo eso —aseguré.

La cogí de la cintura para impulsarla y que se subiera en la mía, estando así, los dos al mismo nivel, la besé y en ese momento le di un beso de verdad, de esos que nos dejaban sin aire, sin ropa y con una infinidad de orgasmos. Estábamos superando una prueba más y sabía que tendríamos otras, pero esa vez estaríamos juntos y luchando como una verdadera pareja.


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