CAPITULO 9
CLARK
- ¿Segura? - Su voz duda mientras me pregunta, pero deja la taza humeante de café con leche frente a mí y con dos pancitos dulces que sacó de una de las dos bolsas de compras que trajo consigo al venir ante mi llamado con Sacha.
Sidharta no está muy convencido de que le haya pedido eso como cena, pero la verdad y sin dejar de acosar mi celular con la vista por si papá se digna a contestar, es lo que pido porque no tengo hambre.
Toma asiento del otro lado de la mesa, también con otra taza, pero con la bandeja de los restantes panes para comenzar a comer con ganas y beber de a ratos su café con leche.
Y mezcla de angustia y risa me colma, ya que me sacude la culpa que yo imposibilitada no pueda ofrecerme a hacer la cena por el dolor de mi pierna y cual, por la postura de la silla punce más y él, opte por lo mismo para acompañarme.
Creo.
Y risa a su vez siendo el café la decisión, pero ni duda Sidharta en pasar hambre, masticando uno de los 8 panes dulces y confitados con ganas, hasta mojar ellos en la taza y tragar con gusto y se lo justifico, porque siendo él de gran tamaño y mucho más que sus hermanos por tanta disciplina física por entrenamiento a su vocación de bombero, concluyo divertida que el chico que quiero, no toma café con leche.
No te rías, Clark.
Sidharta por su talla y tamaño haciéndolo más alto de lo que es, toma con Dios.
Y por un segundo.
Rubor de rojo furioso me ataca por toda esta situación y primera vez, verdaderamente a solas con él.
Un pequeñito y rápido segundo.
En soñar o no sé, que título ponerle.
Pero mi mente fugaz imagina con toda esta situación soñadoramente, que Sidharta y yo como matrimonio o tal vez, conviviendo por estar enamorados.
Apoyo mi barbilla en mi puño.
¿Cómo sería?
Y sonrío para mis adentros, estúpidamente.
Yo llegando antes de mis clases de baile para preparar la cena y recibirlo sonriente con ella casi lista poniéndola en la mesa, mientras Sidharta con su uniforme de bombero en ese momento exacto abre la puerta bien a lo macho, sudoroso y cansado por salvar parte del mundo, pero feliz y con otra sonrisa al verme y denotando también, su mirada de ese azul tan profundo, brillante como la misma sonrisa que sus labios que enamoran lo hacen a la par.
- Clark... - Una voz de hombre, interfiere en mi divago. - ...Clark!
Pestañeo.
Y hasta tres veces focalizando, para ver a Sidharta de pie desde la cocina.
¿En qué momento lo hizo?
Y hasta enjuagando su taza, como tirando la bandeja vacía de pancitos dulces.
¿Ya terminó su café con leche y comió todos sus panes?
Miro la mía sin beber y mis panes con apenas una mordidita en una.
Y otro rubor me invade, pero ahora de la vergüenza, porque acusa que no soñé despierta un segundo.
Más bien, varios.
Muchos.
Dios...
¿Se habrá dado cuenta que fue por él?
- Lo siento... - Lo primero que se me ocurre, tomando la taza y bebiendo un gran trago como si fuera una bebida fuerte.
Que en este momento me haría mucha falta, la verdad.
- No lo hagas. - Me responde, dándose la vuelta para acomodar lo lavado en cajones y estantes.
- ¿Pedir disculpas o beber rápido de la taza? - Le pregunto a su espalda, ya que sigue haciendo cosas sobre la mesada de la cocina.
Y apenas gira su rostro dejando el trapo con el cual secaba, para mirarme ligeramente por sobre su hombro.
- Soñar conmigo, Clark... - Me dice suave.
Hasta tranquila su forma, pero puñal para mí.
Y esta negativa otra vez de su boca duele hasta más que ese 14 de Febrero, pero lo disimulo con mi mejor sonrisa mientras y como puedo con ayuda de mis brazos me levanto de la silla para ir a cualquier lado.
Cualquier lugar, menos de su radio de perímetro cerca de él.
Hablo con mi mejor sonrisa.
- No te preocupes, Sidharta. - Hago dos pasos con ayuda de la mesa y saltitos cortos, cual por más situación que ahora hay, sé que quiere ayudarme, pero no se anima.
Sus ojos lo acusan.
- Ya comprendí que nunca me vas a querer de forma que yo lo hago... - Para qué, mentir. Sabe de mi amor por él, hasta más que yo. - ...ni siquiera con el cariño de hermano... - Repito eso.
Eso hace que abandone ese trapo sobre la mesada y voltee.
Y pensé que me iba a decir algo.
Pero, me queda mirándome fijamente y cuando sus labios se entreabren para decir algo.
Seguro, justificando que ambos cariños nunca hacia mí.
Interrumpo yo, porque sinceramente ni ganas de su bla bla explicativo y bastante doloroso de jamás conmigo nada de nada, aunque ahora supongo por la forma en que me mira por la situación de mi accidente, más protocolar y delicado de mandarme a la friendzone como la otra vez en su estación, fríamente y sin pena.
- ¿Para mí? - Señalo un par de cobijas dobladas en una silla, para el sillón de tres cuerpos.
La única habitación está fuera de mi alcance por ser escaleras arriba y aunque pudiera sin mi pierna herida, no lo hubiera aceptado.
¿Bueno, a quién quiero engañar?
Si estuviera sana no estaría acá, tampoco.
Jamás, hubiera tenido el placer de conocer la 38.
SIDHARTA
Y el trapo para secar las cosas de la cocina al escuchar sus palabras, obligadamente lo dejo sobre la encimera de la cocina, porque peligrosamente vendría bien para azote.
Pero no a Caos, no lo piensen.
Sino.
A mí, y bien merecido.
Porque es así.
Y quiero justificarme por más que no está en mi ítems de vida ese tipo de argumento en cuanto a Caos y de mí, pero necesito hacerlo y quiero explicarle cuando la veo más herida.
Sobre la de su pierna, también la de sus sentimientos hacia mí.
Sin embargo ella me gana de mano, abriendo su boca y a modo dejar esta conversación como nombrando las cobijas, dirigiéndose a ellas con ayuda de los muebles.
Y maldigo para mis adentros por tener mi habitación en un segundo piso improvisado.
Soy un imbécil, pero no al grado aunque no quede otra, de que duerma en el sillón.
Eso me fastidia, como el hecho y por eso apuro mis pasos para tomar yo las frazadas y a su vez a Clark y sin su permiso, su brazo para que me rodee y llevar, tanto a ella como lo otro hasta el jodido sofá de varios cuerpos.
No se resiste y alivia mi malhumor.
Dócil me permite que la acueste y de dos movimientos.
La pérdida de tiempo no es lo mío y sabrán más a eso más adelante.
Una cobija encima de la otra la cubre perfectamente, mientras acomoda el único almohadoncito bajo su cabeza.
CLARK
¿Puede una persona vivir con su ceño fruncido?
Y sé, lo que pueden llegar a decir.
El abuelo de los chicos, ya que si convives como quién dice con este clan y tuve el gusto de conocerlo por ser el mimado de toda la familia, es imposible que no sea el coronado.
Pero indiscutiblemente creo y hasta afirmo que Sidharta es la tercera generación de ello, heredando ese gen tanto de Hope como ese abuelito tan especial.
¿Y los más gracioso?
Que juraría que no se da cuenta de ello, mientras con acto preciso de sus brazos acomoda sobre mí, las frazadas y hasta cerciorándose de forma igual tanto de un lado como otro, pareciendo mi dulce Sacha, pero sin su pelo azul, anillos, aros y vestimenta con algo de brillo o colores vibrantes de moda.
Para luego y acto seguido.
Miro extrañada.
Como deja y sin explicación una bolsa de las cuales trajo con él, cuando regresó con mi amigo.
Pero esta y a diferencia de sus compras de mercado, es de tienda, ya que son las que te dan cuando compras indumentaria como el logo que en su cartón lo afirma, aparte de un lindo moño adornando su vista en rojo.
- ¿Para mí? - Me levanto apenas al ver que solo asiente en silencio y hasta me parece con vergüenza y me emociono.
¿A quién, no les gusta los obsequios?
Y yo, más.
Porque es la primera vez que recibo algo de Sidharta.
Y no puedo siquiera decirle gracias por dos cosas.
Una, porque no me da tiempo, Sidharta gira sobre sus talones y camina hacia las escaleras con un ligero, buenas noches.
Y la dos, porque de la emoción con esa bolsa tan linda en su cartón de color, sumado a ese papel seda rosa que sobresale, dando más misterio y alegría, me dejo llevar en tomarlo y abrir para ver su contenido.
SIDHARTA
Antes me parecía coherente mi decisión por esa compra, pero inexplicablemente y viendo la emoción de toda ella, ante la expectativa y no solo por lo que hay dentro.
Además, siendo de mi parte y la primera vez.
Cóctel de emociones dentro mío, por cierta timidez con júbilo de ver su rostro ahora iluminado por eso, cuando momentos antes Clark solo era tristeza.
Pero ganándome lo primero y con un rápido saludo de descanso, apuré mi trayecto a las escaleras para desaparecer habitación arriba y ya sentado en mi cama deshaciéndome de mis calzados y fuera de la vista de Caos me pregunté, cómo diablos me atreví a semejante e íntima compra para ella, siendo ahora un océano de dudas y hasta reprochándomelo por eso.
Pero la gran y sonora carcajada divertida de Clark de golpe por ver mi opción ante ese regalo y lejos de esa timidez que soy todo yo, suena en maldito departamento y hasta juraría en los vecinos, causando que resople aliviado y sonría.
Aún vestido, dejo que mi espalda como cuerpo caiga con todo su peso sobre mi cama y mi mano trae mi almohada para cubrir mi rostro y ahogue la risa en auge que me colma y ella no escuche.
Y lo hago con ganas desahogando, no solo la tensión de momentos antes por mi fallo si fue erróneo en atreverme a esa compra íntima y que piense mal de mí.
También y reconozco que muy feliz.
Suspiro contra la almohada.
Que ahora, ya no más agujeritos.
Y no, por estar deteriorados sus calzones.
Sino.
Sonrío como idiota.
Tales, para que alguien vean esas ventanitas como lo hice yo.
Mostrando lo sagrado de Caos...
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