CAPITULO 30
CLARK
- ¿Qué? - Se detiene de golpe Sidharta por mi idea.
Una que no le gusta mucho, me lo dice su cara.
Estamos en la esquina de su casa, la 38 y a la espera que un taxi pase.
Me negué a que maneje por su estado y por ende, que me lleve a mi casa donde papá me espera para la prueba de su vestido de novia que está casi listo.
Solo unos detalles finales.
Sacha no va por obvias razones y por estar practicando con el tiempo que tiene, ya que luego de la boda de ambos, quiere tomarse unos días para la luna de miel.
No nos han dicho la fecha, pero presiento que no está muy lejos, porque tanto papá como mi mejor amigo, solo quieren algo tranquilo.
Más bien, íntimo y con la familia.
- Pero, somos novios... - Que lo afirme en su respuesta y escucharlo decir en voz alta me emociona, porque aún, ni yo me lo creo.
Y sonrío como tonta al escucharlo y hasta algo tímida, pero también, ya no me pienso privar de tocarlo.
Me refiero a lo que hago al escucharlo.
Y se siente tan bien, hacerlo.
Que es abrazarlo como puedo y sin que me lo impida mi muleta.
Y contra él, explico mi punto.
- Solo será hasta que pase el casamiento. Creo que decirle a todo el mundo que estamos juntos, quite la importancia que ellos se merecen... - Le explico. - ...y mucho lo digo por el propio Sacha y papá, que por el festejo y alegría de lo nuestro, ellos mismos olviden su momento de felicidad, cuando es el día más especial de sus vidas...
SIDHARTA
No le encuentro error a su lógica y eso me molesta más.
Siendo mi respuesta por eso, un bufido poco feliz, pero dándole la razón con el abrazo que me da.
- Se supone que por fin estando juntos... - Digo, ya convencido de no decir nada de lo nuestro, hasta que pase el casamiento de mi hermano. - ...no tendrías vía libre para tus siempre e inoportunos acosos, palabras de amor y demostraciones, conmigo? - Me sigo quejando y más teniendo por mi lesión, días de baja para curarme y poder estar juntos, presintiendo que van a ser más.
Y sí, adivinaron.
Por la condenada boda, ya que hoy por ejemplo, estará con Angie.
Y su risita vibra contra mi pecho y me contagio, mientras hago seña a un taxi que circula por la calle para que se detenga.
Mierda, es tan linda.
CLARK
- ...o el de tono marfil... - Siento la voz de papá. - Clark...Clark? - Me llama y volteo.
Papá desde su lugar, no solo me estaba llamando, además me mira con su rostro inclinado, lleno de curiosidad y dejando de cocer a mano a lo que estaba dando pequeñas puntaditas.
- ¿Estás bien? - Me pregunta y rápidamente afirmo.
Diablos.
Me quedé divagando con mis pensamientos, mirando por la ventana.
Pero imposible, no.
Le sonrío a Angie.
Si de a poco comienzo a comprender lo que pasó en estos días y se terminó de consolidar anoche con Sidharta.
Que él y yo, somos algo y estamos en una relación.
- Sí, lo siento. - Apurada le contesto, acercándome a ella. - ¿Decías? - Y aunque Angie me mira sospechosa, su labio mordido por el razonamiento que sea, me lo dice mientras vuelve al maniquí de pie y con su vestido, elevando unas telas.
- Te decía, si el marfil o más encaje? - Acomoda los retazos de prueba sobre ella y miro feliz, tanto a su vestido como a papá.
Porque, es hermoso.
No es ostentoso, pero cada detalle con su largo lo hace perfecto y más, mi padre cuando sea el momento con él puesto.
Toco ambos géneros.
- Creo que un poco del encaje tejido sobre los hombros, quedaría muy lindo. - Le digo mi opinión y radiante, asiente muy conforme seleccionándolo como finalizando de cocer, cortando el hilo.
Papá es feliz y yo también.
Me gustaría compartir el mío y contarle.
Sé, que lo festejaría conmigo, pero me contengo.
Aún no, me digo.
Solo unos días más pienso, en el momento que alguien llama a la puerta.
- Yo voy. - Me adelanto por estar más cerca de la puerta, usando mi muleta.
Y mi boca se desencaja al abrirla por una ráfaga.
Sí.
Y no es por una brisa, el aire exterior o parecido, más bien por una racha de perfume masculino y del bueno, colmándome por el hombre frente mío como vestido exquisitamente.
Como siempre de negro, pero ahora colgando de sus hombros una elegante gabardina oscura sobre el traje en ese tono pero de seda impecable, al igual que la opción del momento y entre sus dedos, un abanico de color crudo y transparencias, contrarrestando el negro de su vestimenta y el maquillaje esfumado de sus ojos azules.
Sí, otra vez.
Fresita, sonriente y afectuoso como su siempre personalidad, me mira alegre de pie en la puerta.
Señala con su abanico hacia abajo, a mi pierna.
- Veo que está mejor. - Me dice, porque ya apoyo completamente mi pie en el piso y no demoro en darle la razón rápidamente sobre mi lugar.
- Lo siento. - Notando que quedé estática, lo dejo ingresar a casa y lo hace sin demora.
Al entrar al tallercito de papá y verlo.
En realidad, ambos al verse, corren a saludarse con un abrazo, pero Fresita notando algunos modelos femeninos confeccionados y exhibidos desde sus maniquíes, no se contiene y con exclamaciones de furor por la moda, va de un modelo a otro y deshaciéndose en palabras bonitas a mi papá por sus diseños.
Para luego a los estantes de géneros y desmontar una parte con más chillidos snob al tocar los que adoró por su texturas y delineación.
Y finalmente un último gritito, al divisar el vestido de novia casi listo de papá, obligándose a hacerse aire con su abanico por como le gusta.
¿Mientras tanto, Angie y yo?
Solo lo miramos y que al voltear a nosotras, suelta una risa extasiado.
- Estoy celosa, eres maravillosa con la ropa. - Dice, haciendo que ría, pero que papá se sonroje y le prohíbe con un gesto eso. - Mamacita querida, es hora que te la creas... - Se acerca a ella y abraza, seguido a separarse, pero manteniendo sus elegantes manos con uñas pintadas de azul noche sobre sus hombros y mirada radiante que todo él emana en papá, dando un contraste entre ambos, como un sexy príncipe de las tinieblas y mi padre con su delicadeza femenina en cada facción de su rostro y peinado años '60, vestido a cuadros y color pastel con caída campana, como la tierna mujer por sucumbir en los brazos del gótico protagonista de una novela de amor que en una era, hicieron suspirar a nuestras abuelitas esos libros.
Le ofrezco algo para beber, pero niega agradeciendo, volviendo a mirar todo.
- No hay tiempo.
- ¿Por qué? - Con papá decimos al mismo tiempo y Fresita nos mira como si todo estuviera dicho.
- ¡Para comenzar con la tienda! - Exclama y seguimos sin entender, solo cruzamos miradas con Angie y Fresita suelta una risita.
Abanicándose, toma asiento en una silla y nos mira más radiante que antes.
- Cerré contrato con el local vacío.
- ¿Local? - Papá dice sin comprender y ahora, yo sí.
- Uno que vi, días atrás... - Le explico.
- ...que dio la maravillosa casualidad, yo también. - Agrega Fresita y papá a medias, solo atina a asentir por no terminar de entender.
- Era accesible. - Prosigo. - Y Sidharta me lo propuso para tu taller.
- ¿Mi taller? - Más descolocada, Angie repite, tomando asiento junto a su máquina de cocer y Fresita lo señala, feliz.
- Para que armes tu tienda con diseños propios... - Explica y la mirada de papá está en mí.
Primero, conmovido por mi idea.
Una, que nunca lo conversamos y darse cuenta que prioricé su sueño.
Para luego, negar con esa misma emoción y se lo comprendo.
Por nuestra situación económica.
Pero Fresita, interrumpe.
- Siempre quise aparte de la galería, un local con mi arte... - Habla. - ...pero no, como una simple sucursal. Quería algo que también tuviera por sobre ellas exhibiéndose, algo a su vez que lo hiciera diferente... - Pensativo, apoya un dedo en sus labios. - ...pero, no sabía que podía ser. - Y su rostro por la idea, sonríe. - Y conversando con mi querido esposo Connor de nuestro encuentro, me iluminó...
- ¿Y eso es... - Soy una nebulosa.
Y Fresita no se hace esperar, poniéndose de pie camina hasta papá y la indica como si fuera parte de una de sus obras maestras con un ademán.
- Tu padre mi pequeña, con sus fabulosas creaciones...
¿Eh?
- ...trasmitir mis nuevas obras con mi pincel, inspirándome en sus trabajos. - Explica. - Un local que sin ser galería, contenga a su vez, la ropa femenina que Angie diseña para vender.
- ¿Ambas cosas? - Sigo hablando yo, porque papá enmudeció y Fresita, asiente.
- Un lugar donde refleje la pura esencia de la mujer con sus gustos del hoy como el ayer. Donde pueda encontrar desde elegancia en la confección hasta lo urbano y se refleje eso, no solo con cada vestimenta en exhibición. Además y donde entraría yo, cada obra que decore la tienda como mobiliario. - Mira a papá suplicante. - Angélica dime que serás mi socia, porque sucumbiré en depresión por no plasmar mi inspiración en cantidades abismales de hidratos como chocolates y eso, no es bueno para mi piel y el peso ideal que tengo... - Ruega dramático y ahogo mi risa.
¿Minutos después?
Choque de tazas con té a modo brindis por los tres, con lágrimas y mucha emoción.
Y yo suspiro feliz mirando todo esto, sobre todo a papá, porque si faltaba algo para que su felicidad sea completa, era cumplirse su sueño de modista reconocida.
Bebo un poco, limpiando una lágrima.
Ya que mi padre por fin y después de tanta lucha solo y conmigo nacida, su identidad, discriminación sufrida y esfuerzo.
Mereces que la vida te recompense, por ser el papá y mamá Angie más genial del mundo.
SIDHARTA
Depresión.
Desaliento.
Mucho de esto.
Aunque debo reconocer que estoy feliz con los que sucedió en los días siguientes por la buenas nuevas de local, al convertirse Angie con el tío Fresita en socios comerciales, ante la pronta inauguración que será en poco tiempo de una tienda de ropa como a su vez de arte.
Dos talentos en un mismo lugar.
Siendo recibido por el público con expectativa, mediante la publicidad que puso manos a la obra Demian con mucho éxito, tanto para la apertura como ya y definitivamente luego, sus puertas abiertas al cliente.
Y digo desanimado y culpando un poco a eso por más contento.
Bufo.
A que no pude o en realidad pudimos con Clark, jodidamente tener momentos solos.
Y comprensible su euforia.
Aunque para mí, no.
De no compartir momentos a solas, ya que ayudó como acompañó en todo eso a su padre y tío Fresita.
Al igual que mi brazo, su pierna se recuperó a grandes pasos y ya sin ayuda de la muleta y solo con una bota ortopédica para sostener de movimientos exigidos y comenzando, lo que le llevará sus buenos meses un tratamiento terapéutico antes de que pueda pisar un escenario de baile, Caos participó como aportó en lo que pudo en cuanto a ayuda en la futura tienda.
Durmiendo varias noches en su casa y por estar ella, el jodido de Sacha se le fue permitido también.
En cambio por falta de justificación que si había, pero oculta.
Por ahora...
No a mí, cuando la visitaba después del trabajo.
- Sacha puede quedarse y dormir en la sala de casa. - Me dijo Clark, pasada la medianoche una vez.
Pero qué, desvergonzada.
- Es como nosotras... - Me alegó en la puerta abierta y con un bostezo.
Cosa que procuré disimular mi enojo con un Sacha muy pensativo, si ofenderse o sentirse halagado al escucharla.
- ¡Oye, que soy hombre! - Decide por lo primero, haciendo a un lado su pelo rosa. - ¡Y un hombre muy peligroso! - Agrega el idiota ya en pijama, mientras prepara su colchón en el piso, haciendo reír a Caos. - ¡Muy, muy peligroso! - Sigue exclamando y eligiendo entre las sábanas a poner, la opción de mi pequeño Pony en vez de unas lisas, adivinando que son de Caos.
- Muy bien señor peligroso, es hora de dormir... - Le dijo Clark volviendo a mí, de pie en la puerta y con una pequeña despedida, me fui con mis ganas y sin otra elección que volver solo a la 38.
¿No era, acaso su novio?
¿Y la no menos importante, tutor aún?
Pero, con o sin respuestas, me encaminé a mi coche rascando mi pelo descontento y a su vez diciéndome, solo unos días más.
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