CAPITULO 28

CLARK

Firme.

Otro paso.

Sin detenerme.

Más pasos.

Con ayuda de mi muleta.

Otro pasito.

Temblando un poco de frío por la humedad de mi vestido como pelo, que no terminan de secarse.

Sigo caminando al ritmo lento de mi pierna herida.

Bufando, porque tampoco se me ocurrió llevar un abrigo siquiera.

Sigo, sin importarme eso.

Y aunque me cruce en la vereda con personas caminando también y me gane miradas de extrañeza por mi facha.

Ya falta menos.

Y me haya llevado, mirando la hora de mi celular y ante un último intento de llamar como mensajear a Sidharta, casi dos horas de demora y con ello, todo al buzón por estar fuera de servicio.

Yo prosigo caminando y cruzo la calle siempre decidida, ante el semáforo en verde para los peatones.

Procuré detener otro taxi, pero todos con pasajeros, quedándome otra que terminar de hacerlo a pie.

Y sonrío victoriosa asomando en la esquina de la cafetería, dándome más fuerza y hasta olvidando, no solo lo impresentable y lamentable que puedo estar por todo lo que me pasó.

Además, dándome nueva energía para seguir y no rendirme.

Cosa que lo demuestro ya feliz y apurando mis pasos, duela o no, mi pierna herida.

Cruzo su entrada y me introduzco dentro del bar con cierta desesperación.

Y con la misma quedando en ese lugar, busco con la mirada a Sidharta, sintiendo acelerado mi corazón por eso, como mi respiración contenida, observando todo lo que me rodea.

Y créanme, ellos a mí, también.

Ya que las mesas que están ocupadas de clientes, un señor detrás de la barra, una chica que está atendiendo a otros clientes y hasta muchacho con el uniforme de mesero como ella y que a metro mío, acomoda unas cosas.

Todos.

Repito, todos ellos.

Me miran sin poder disimular su escaneo por mi situación precaria, gracias a mis contratiempos  y lluvia, leyendo en sus mentes si llaman a la policía o una ambulancia para socorrerme, notando y siguiendo la dirección de sus miradas bajo mío, que el vendaje todo mojado como deteriorado de mi pierna, trasluce algo de rojo por un poco de sangre al haber exigido mi pie con semejante caminata.

Y más, cuando se suma a mi temblequeo por frío, el de mis labios por no ver en un jodido lado a Sidharta.

No quiero llorar y menos frente a todos ellos, pero mi pecho está a punto de hacerlo y quiero ahogarlo en mi garganta.

Porque, Sidharta se fue.

Lágrimas, comienzan a humedecer mis ojos y quiero irme.

Huir del lugar, pero de la tristeza o porque ya no tengo fuerza, mi cuerpo sigue inmóvil.

Y el chico hace un paso como queriendo decir algo.

Creo.

Pero en ese instante, alguien también lo hace y cubriéndome de golpe.

No lo veo, porque es detrás mío, sorprendiéndome.

Pero sí, lo siento por su abrazo abrupto, causando que mi espalda choque con mucha fuerza contra su duro pecho.

Sus brazos cruzados me envuelven más, mientras su barbilla reposa sobre mi cabeza, impidiendo que pueda voltear hacia él y solo quedemos así, varios segundos.

Tal vez, minutos, no lo sabría decir.

Pero, suficiente para calmar mi llanto y dejar que el abrazo protector de Sidharta que no me abandona, me colme.

- Jesucristo... - Logra decir, captando por su tono de voz sobre mi pelo por descansar sus labios, pánico. - ...pensé que habías tenido un accidente. - Y se lo comprendo, ya que mi vestido como semblante y pierna, lo parece. 

- La lluvia, el tráfico y luego el taxi... - Quiero justificar mi demora por no llegar tiempo, pero niega y siento que sin embargo, se sonríe por sobre mi pelo.

- ...y te iba a esperar si era necesario cuatro horas más... - Me dice separándome de él, pero solo para voltearme, que lo mire y me abrace nuevamente. - ...yo sé, que nada iba a detener a mi Caos. - Me suelta para acomodar divertido un poco mi pelo desprolijo, continuo a acunar mis mejillas con sus manos. Mira la venda con un poco de sangre de mi pierna. - Hasta con un pie menos... - Se sonríe, nivelando sus ojos más azules que nunca con los míos por inclinarse y seguido a acariciar con sus pulgares mis labios, besarme con profundidad.

SIDHARTA

No pensaba irme.

Ni dudaba en seguir esperando.

Solo que hacerlo fuera del bar y caminar por su vasto jardín exterior me hacía tranquilizar más, duela o no por la puta humedad, mi brazo y espalda.

Ya que sabía y yo estaba seguro, que Clark iba a venir, sea cual sea el inconveniente.

Y me lo confirmé, cuando la vi ingresar a la cafetería sin notar mi presencia en el extremo de la rosaleda, por esa adrenalina que toda ella siempre fue y es por mí.

Siempre, por amor a mí.

Y por ello y exhalando aire por el primer momento de verla en semejantes circunstancias y que le había sucedido algo, pero yendo hacia ella y solo verificar.

Aunque, el miedo nunca se me pasó.

Que solo fue percances del trayecto.

Mis palpitaciones aumentaron acercándome y se tranquilizaron al abrazarla.

Porque yo también, la amaba mucho.

Y más, cuando la tomé entre mis brazos con su apariencia.

Sí.

Su pelo enmarañado, vestido mojado como arruinado y rostro a punto de estallar por un océano de lágrimas por no encontrarme, hizo amarla más todavía.

No sé bien, cuando empecé a quererla y muchas veces me lo pregunté sentado en mi escritorio intentando estudiar y con mi vista perdida entre mis carpetas y mi lápiz golpeando mi frente.

No lo tengo en claro.

Tal vez lo hice desde que Sacha me la presentó siendo niña, como ella a mí.

Ya que su amor poco disimulado y que todo el mundo sabía, siendo en un principio y no lo niego, llegando a un punto a una cierta molestia para mí.

Un fastidio por interpretarlo como un caos completo y sacarme de mi eje de control a lo que quería en mi plena adolescencia.

Terminar el secundario y convertirme en bombero.

Solo y únicamente, eso.

Nada podía interferir y Clark por supuesto, no entraba en ello.

Pero, ilógicamente sorprendiéndome eso y por más negación rotunda a su amor, me descubrí con la adolescencia transcurriendo y sus años, que a mis desplantes, mi mirada fría a Caos o rechazo a su presencia causándole dolor, yo.

Idiota de los idiotas.

Me acostumbré a ella.

Ya que, yo me habitué, acomodé o adapté a su amor, siendo luego mi necesidad básica por más que jamás le demostré otra cosa que no sea ignorarla a mi manera.

Yo realmente necesitaba de Clark, convirtiéndose y sin que ella lo sepa, mi razón.

Mi mayor razón.

Porque, paradógicamente siendo un caos de descontrol en mi vida ordenada, a su vez, ella era el sistema de navegación de mi vida.

Por quererla.

Por su forma de ser.

Por como ver la vida optimista, pese a todo y ese lado de las cosas.

Las lindas.

Y rectificándolo el día que me entregó la carta tomando valor y confesando su amor ese 14 de febrero y cual se lo negué por darme cuenta más tarde de eso y muy arrepentido por el miedo latente a mi vocación con sus peligros, viendo ese lado negativo y preocupante de la cosas.

Ya que, bastantes pérdidas o tristezas importantes vivió en su vida y no iba a permitir que sufra por mi culpa.

Un lado que ahora miro, vivo y por eso al llegar hasta Clark, la abrazo sin dudar por atrás al entrar al bar, porque ya no es, pensando si ella me perdía a mí.

Me doy cuenta y la realidad a ese siempre pánico de pérdida y lo avalo, al verla en semejantes circunstancias que llega por poco arrastrándose.

Que y casi se me va el alma, por la idea que yo realmente. 

Y la beso como si fuera la última vez.

La podía perder a ella...

CLARK

La toalla va y viene encima de mi cabeza secando mi pelo por las manos de Sidharta.

Yo en silencio, solo me dejo hacerlo sentada en su cama como él.

Luego de nuestro nefasto como romántico encuentro en la cafetería con ese profundo e inolvidable beso, volvimos a su departamento y antes de que pudiera gesticular alguna palabra para decir algo, Sidharta ya me había preparado una sopa para calmar el frío que calaba mis huesos y a su vez.

Muy rápido debo decir.

No solo alistaba el baño con una ducha caliente para mí.

También, me daba la orden y sin decir una sola frase.

Solo con gestos y sin pérdida de tiempo.

Asombroso.

Que me duchara.

Para minuto después.

Y les reitero, sin abrir sus hermosos labios.

Solos con movimientos diestros, precisos y tipo, Dios manda y como si fuera las cosas más natural del mundo o de todo el maldito universo.

Y con ello, lo juro, sin erizar una sola célula masculina de su sexy cuerpo, siendo yo mujer y después de semejante beso.

La toalla que me envuelve y cual salgo, vuela por su mano, quedando frente a él y gracias a Cristo, llevando ya el sujetador como estrenando mi braga con estampa de de rodajas de sandías.

No se inmutó por más que una exclamación ahogada, salió de mi interior.

Sidharta no me lo permite, ya que por mi cabeza ya me está poniendo una camiseta suya limpia, me levanta sentándome arriba de la mesa y cambia tras limpiar mi herida, sin más.

Guau.

Volviendo a su brazos, me carga para ir escaleras arriba, seguido al punto de partida del comienzo.

Yo dócil, dejando que me seque el pelo arriba de su cama.

Nunca había subido y por eso mientras lo hace, solo me limito a mirar lo que me rodea.

No es muy grande, pero su cama, sí.

Acostumbrada a la mía de una plaza de casa, para luego su sofá, asusta el tamaño de esta, ya que es extremadamente amplía.

Aprieto con mi puño la blanca sábana un poco nerviosa.

En realidad mucho, por deducir que supera las tradicionales de matrimonio.

Y por eso, bajo más el borde de su camiseta y que cubre algo mis piernas.

Se ríe y elevo algo mi vista por sobre sus manos en mi cabeza secando.

- No lo hagas. - Me dice. - Te he visto cientos de veces así...

- No es cierto. - Digo con calor en las mejillas. - No es lo mismo la ropa interior que el traje de baño...

- El diseño, sí... - Formula y mierda, porque tiene razón.

- Listo. - Sin darle importancia y con esa siempre naturalidad me dice, sin seguir esa conversación, extrañándome. 

La toalla sigue en mi cabeza y me palmea sobre ella como si fuera una cría de 10 años.

O peor aún por la forma feliz que me mira.

¿Sienten el ruido?

Es mi corazón rompiéndose.

Porque lo hace como si fuera su hijita, maldita sea.

- ¿Tienes sueño?

- Un poco cansada. - Respondo, viendo como abre las sábanas para que me recueste. - ¿Dormiré acá? - Estoy muy pérdida sin asimilar todo, mientras afirma tapándome.

- Sí, yo lo haré en el sofá...

Y me opongo.

- Sidharta, no entras... - Abro la sábanas. - ...yo estoy bien y puedo...

- ...no. - Me vuelve a cubrir, interrumpiendo. 

- No quiero.

- Yo tampoco, Clark. - Refuta. - Soy tu tutor hasta que vuelvas con Angie.

- Solo eso... - Resoplo muy bajito.

- ¿Qué?

Miro para otro lado.

- Nada...

Y su turno de resoplar, aún sentado en su cama.

- Caos... - Me llama así.

Pero no volteo, estoy super concentrada en su armario a medio abrir.

Pero, hablo.

- ¿Eso soy para ti, no?

- ¿Qué? - Repite.

- Eso... - Sigo. - ..solo caos en tu vida. Nada más. - Me escucha sin decir nada, haciendo que lo reafirme.

Yo siento con lo que pasó del beso 1 al número 2, que a Sidharta algo le gusto.

Pero confundida o no, solo eso, dejándomelo claro, ahora en su departamento tras preocuparse, ayudarme, vestirme y finalmente, arroparme.

Que no soy lo suficientemente bonita o atractiva, para cumplir sus expectativas o deseos sexuales.

Prácticamente estuve minutos antes desnuda frente a él y con eso, vistiéndome como un hermano mayor, para luego a su cama.

Sigue sin hablar, pero el peso de su cuerpo por recostarse a mi lado, llama mi atención y hace que gire mi rostro a él como mi cuerpo, quedando los dos de frente.

Yo no me muevo y Sidharta, tampoco.

Solo nos miramos.

- ¿Sabes lo que significa caos? - Me pregunta, tras pensar un poco.

- ¿Siempre desorden o algo así? - Digo contra las sábanas y me da la razón.

- Un estado constante de desorganización y confusión en su estado puro, por más que uno quiere organizar... - Me sonríe. - ...nunca te puse así con enojo, más bien Clark y por ser para mí, tu naturaleza contra la mía.

- ¿Cómo? - No entiendo mucho.

- Ese estado puro que toda tú, eres para mí, siendo impredecible como lidiar...

- ...por lo que siempre sentí por ti? - Acoto y me dice sí.

- ...pero, imposible por más que nunca te demostré, como vivir sin él. - Agrega con un suspiro. 

- ¿Me quieres? - Balbuceo tímida y mirando como sus impresionantes ojos azules son en detalle por tenerlo a centímetro mío y recordándome al mar, dibujando pequeñitas arruguitas en sus comisuras por sonreír al escucharme.

- Yo te amo, Clark. - No duda y se permite acariciar mi mejilla con el dorso de su mano.

Lo único que se mueve de nosotros en su por demás como enorme cama, recostados.

- Y no dudes de lo que provocas en mí... - ¿Leyó mis pensamientos? ¿La conclusiones de recién? - ...porque estoy usando de toda mi voluntad y hasta la que no tengo cuando te vestí antes y adoré tu braga nueva con frutas... - Me señala hacia abajo y lo hago.

Bajo mi vista.

Mierda.

A Sidharta no lo tapa la sábana como a mí, él solo se recostó por arriba a mi lado, dejando ver por más que cruza sus piernas, la abultada erección que retiene su pantalón y se hinchó más al mencionarlo y por mirarlo.

Estúpidamente me sonrojo y cubro mis ojos con la almohada y su risa no se hace esperar y me atrae contra él.

Infantiles los dos, lo sé.

- ¿Entiendes? - Me dice y solo afirmo con mi cabeza y contra su pecho. - Hoy no, Caos... - Prosigue por todo los sucedido, acomodándonos para dormir y a su vez, extendiendo el brazo para apagar la luz de su velador. - ...pero te prometo que cuando ocurra, ni Dios con su justicia divina me van a detener, sea el lugar que sea... - Besa mi frente a modo buenas noches, sin soltarme y como si lo que me dijo con esa tranquilidad que empiezo a descubrir que no tiene.

Esa caliente promesa, que me hace retorcer y no sé, si reír o preocuparme.

Fuera un pasaje de la biblia.

Y no le consulto y menos me vuelvo a mover, busco el sueño entre sus brazos y con la presión de su pecho contra mi mejilla, sintiendo su suave respiración, latidos y bajo el aroma a enjuague de su ropa con perfume masculino y entregada a su amor. 

Uno creyendo unilateral, pero resultó siempre de los dos.

Siempre...

SIDHARTA

Adolescencia...

El hambre pica mi estómago y poniendo en pausa la película que estoy viendo en la sala de casa, voy por algo de comer y una bebida.

Es la hora de la merienda y en la cocina encuentro a mamá tomando un té y ojeando la revista mensual de baile que le llega por correo.

- ¿Hambre? - Me dice, viendo como abro el refri por mermelada y un par de rodajas de pan lacteado.

- Solo un poco. - Respondo, concentrado untando cada una, seguido a buscar a la jarra con jugo para servirme en un vaso.

Y un suspiro de su parte, causa que eleve mi vista curioso y mamá sonriente me voltea la sección de la revista para que vea del otro lado de la mesada.

Sus ojos brillan.

- ¿No son hermosos? - Me dice, indicando con su prolija uña de rojo la página con su imagen.

Una, que tiene a Sacha y Clark arriba de un escenario.

La última competencia que participaron en la primavera pasada y todos fuimos a alentarlos, saliendo en segundo lugar.

Lo recuerdo muy bien por más que habían pasado poco más de dos meses con Clark llevando cuando la vi participar, de los trajes más lindos diseñados por su padre.

Un vestido rosa con brillos.

- ¿Por qué sonríes? - Mamá me dice sorprendiéndome, ya que no sabía que lo estaba haciendo, como tampoco, que quedé como idiota estático sin terminar de servir mi jugo por sumergirme en ese recuerdo.

Y mis mejillas arden.

- Nada...nada... - Digo, dejando la jarra, avergonzado y un poco molesto.

Que lo disimulo poniendo todo en un plato y con mis ojos en ello.

Cualquier cosa, menos ver a mamá que me sigue con la mirada interrogante por mi reacción brusca.

No sé que pasa por su cabeza, pero otra exhalación suelta volviendo su vista a mi hermano y Clark en la revista, pensativa y dando un sorbito a su taza.

- Sé que no te atrae nada del ambiente de baile y sin embargo, eres buen hijo como hermano y nos acompañas en cada evento... - ¿Qué? 

- ¿Hermano? - Murmuro y me da la razón.

- Por Sacha y Clark. - Que diga eso, algo punza mi pecho y pongo más molesto, cosa que ahora sí, me doy cuenta que fruncí mi ceño por fastidio y mamá niega con su cabeza al verlo, aún pensativa.

- Sidharta, no es la primera vez que muestras contradicción contra Clark...que supongo se debe a ese amor incondicional que la niña siente por ti y todos vemos... 

- Y..? - Lo único que se me ocurre decir o más bien balbucear, porque no sé a dónde quiere llegar con sus palabras.

Hace a un lado su taza de té, para concentrarse en mí.

- ...hijito. - Su voz es baja. Supongo por mi hermano y Clark estando en la planta alta y en la habitación de Sacha, luego de jugar en la piscina. - Es una niña dulce y carismática como su padre y por más pasado que tuvo, al conocerla nos demostró el cariño que nos tiene, convirtiéndose para todos en familia...

- ¿Qué? - Exclamo. - ¿Familia? - Repito, enfureciéndome.

Y me encuentro sacudiendo mi cabeza negado a eso, provocando que mamá abandone su lugar y camine hacia mí.

- Sidharta, hijo... - Quiere decir algo, pero la interrumpo dejando de forma fuerte el plato con mi merienda en la mesada.

- ¡Jamás voy aceptar a Clark como amiga! - Le digo. - ¡Ni familia! - Ella no entiende.

¿Clark, familia?

No, no y no.

NO.

Y retrocedo, rechazando la mano de mamá que quiere calmarme.

Más pasos camino hacia atrás y sobre mis pies con un enojo que me cuesta contener, pero un solo pensamiento.

¿Qué si la acepto como parte de nuestra familia...ella sería algo así, como una hermana menor?

Y niego, más disgustado.

Ya no quiero escucharla por más que me pide que me calme y baje la voz por mi berrinche.

Pero mamá no comprende que eso me duele mucho y no sé, como explicárselo.

Y hago lo mejor que se ocurre.

Huir.

Sí.

Escapo de la cocina, volteando y correr escaleras arriba para encerrarme y refugiarme en mi habitación.

Ya no quiero seguir viendo la tele como merendar.

Mi estómago ahora siento que lejos de hambre, aprieta dentro mío y mis ojos apenas ven por estar nublados, que creo son lágrimas.

Pero, algo me detiene sorprendiéndome o más bien asustándome.

La presencia de Clark del otro lado de la pared, descalza y haciéndola más chiquita de lo que es por la postura triste que tiene congelada en ese rincón y encontrar que la descubrí, me hace detener.

Ella no me mira en un principio por su vista fija en el piso frente de mí.

Y mi sangre se coagula, causando que arrugue más mi ceño por hacerme mal eso y ver tanto el piso en madera por unas gotas húmedas que al elevar su rostro, son por su llanto silencioso.

Ella, escuchó todo.

Y me quiebro, pero las palabras no me salen para explicar.

Y más me enojo.

Logrando con toda esta mierda segundo después, ver como Clark corre al segundo piso.

Yo comencé con la huida, pero ella en realidad lo terminó.

Re mil mierda.

Y me derrumbo momento después en mi habitación y contra el piso al cerrar la puerta sin siquiera encender la luz.

Cobardemente me detuve antes y brevemente, frente a la puerta de la habitación de Sacha.

Pero mi puño en alto, solo quedó suspendido en el aire sin animarme a golpear, porque no sabía que decir.

Decirle.

Y explicar el verdadero significado de todo lo que sucedió y que no era, como ella pensaba.

Y me hice un ovillo contra la puerta y suelo, abrazando mis rodillas contra mi pecho.

Porque todo era mi culpa y un gran error.

Ya que la razón si la evitaba, no demostraba y todo este berrinche en la cocina y que escuchó diciendo que no la quería como amiga ni tampoco como una hermana, fue.

Oculto mi rostro muy confundido contra mis rodillas.

Era, porque me gustaba.

Yo contradictoriamente y por más desplantes, negación y solo querer convertirme cuando sea grande en bombero.

Miro el par de poster y una bandera que tapizan una pared de mi habitación con imágenes de la profesión.

Comencé a sentir cosas por Clark y no la veo como amiga y mucho menos.

Maldición por ser un puto bipolar...

Como una hermana.


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