CAPITULO 27
SIDHARTA
La tarde con algo de nubes me atrapa mirando el papel con la última dirección, caminando por una calle colorida y concurrida, que ubico por no estar muy lejos la academia de los viejos y donde mi hermano como Clark son parte.
Zona de las antañas de la ciudad con su urbanización y aún guardando de esa época, no solo la arquitectura tradicional de las casas y ahora muchas, transformadas en agradables comercios.
Además y trazando el largo de la colina como en su principio de siglo manteniendo todavía su calle de adoquines, un tranvía funcionando y atravesando este, cual lo hace en este momento y me detengo a admirarlo, por seguir manteniendo su diseño antiguo como en color rojo y circulando sobre sus rieles, bastante concurrido de pasajeros.
Y hasta devuelvo el saludo de un niño arriba de él, que lo hace por unas de las ventanillas.
Pocos pasos continúo para encontrar un lugar y con ello, irregulares gotas del cielo comienzan a caer y teñir de húmedo la acera con su tranquilo impacto.
Clark no me dio un lugar específico, solo el nombre de la calle sin una posible numeración.
Pero de pie y frente a su entrada, creo estar en el lugar indicado.
Las nubes que cubren, comienzan a descargar una lluvia suave y me obligo a entrar por resguardo a su alero en la entrada.
Es como sala de exposición, cual sus dimensiones con su construcción como patio externo, me dice que este lugar también, es de las favoritas de Caos.
Mucho jardín.
Mucho verde con sus flores bien cuidadas afuera y lo que diviso hacia dentro con la media docena de mesas con sus sillas para degustar un buen café, también, disfrutando de pequeñas obras de arte que decoran el mismo.
Esculturas, cuadros y adornos con su data de años, dándole un lindo color a todo.
Y entre ellos, diviso a través del vidrio, cosas que me hacen sonreír y terminar de darme cuenta lo que siempre supe.
Clark, vive la vida y es feliz.
Clark sin muchos bienes, es más rica que cualquier persona del mundo por el valor que le da a las cosas, porque todo lo que necesita, te demuestra que está al alcance de sus manos y en un día como hoy me lo enseñó.
Como también que me quiere.
Sonrío.
Ambas, con otra forma de decirlo y sin necesidad de una carta.
Chequeo la hora bajo la lluvia para luego mirar a la calle.
Clark, ya no debe demorar.
CLARK
Por la ventanilla de mi lado, miro sonriente todo lo que me regala como vista el taxi que me lleva hasta donde ya, Sidharta me debe estar esperando.
No le di la numeración exacta, porque no lo recordaba, pero estoy segura que sabría de él al verlo.
Único en su cuadra el café con temática, estilo galería de arte y como connotación final para vernos.
Me desinflo un poco al ver que comienza a llover, sin embargo no me dura mucho, ya que pensando en nuestro encuentro y con esta cayendo.
Tomo mis manos.
Más romántico.
Pero me vuelvo a desinflar mirando hacia adelante y entre los dos asientos.
Mierda.
Por la hora pico y agregando el tiempo.
Que mala pata.
Comienza haber congestión de coches en la avenida que nos encontramos y me inclino hacia el conductor.
- ¿Podría tomar alguna calle o atajo alterno? - Le pregunto, pero el buen hombre me niega.
- Lo siento... - Me dice, obligado a ir a paso de hombre ahora por la poca circulación. - ...imposible hacer un giro en este momento. - Y se lo comprendo.
Siendo varios carriles un un solo sentido y estando en el medio, mi deseo es tonto.
Y derrotada vuelvo a mi lugar esperando un milagro, como mirando la hora y a su vez, mandando un mensaje a Sidharta.
SIDHARTA
- Mierda... - Gruño por el último pitido de mi móvil, indicándome el último suspiro de su batería.
Esta lluvia, en nada sin celular y esperar, me juegan en contra en este momento, pienso mientras me decido a entrar al bar y hacerlo, bebiendo algo caliente.
- ¿Una persona? - El chico que me atiende, me dice por alguna mesa solitaria o si deseo tomar asiento en la barra y niego.
- Dos, por favor. - Le señalo una cerca del ventanal y con vista a la calle. - Estoy esperando a alguien... - Y me encamino con él hacia ella, pero prestando atención dentro del lugar y a su decoración, me doy con que muchos cuadros son fotografías de baile.
Desde objetos como zapatillas de danza, otras con notas musicales y lo que me hace detener curioso frente a una pared.
Imágenes de parejas de baile, tanto en blanco y negro datando su época, como también descubriendo.
Miro mejor.
A mis propios padres entre otros.
Para ser preciso, dos de ellos y siempre bailando, haciendo que sonría.
Ambas son de su juventud.
Una, de lo que parece alguna estatal por la gran pista como salón con su elegante decoración y acusando, no solo el gentío a su alrededor.
También, sus propios trajes en negro y rojo en exquisito diseño y siendo fotografiados en plena coreografía.
Y la segunda sin saber si es antes o después, pero también bailando.
No es en una pista o concurso de baile.
Pero lo hacen en el exterior, como un parque o algo así.
Vestidos con ropa cotidiana y lo que parece, con niños a modo espectadores junto a sus madres, mirando el espectáculo.
Diferentes cada una, pero una misma acción.
O misma pasión.
Ese amor por el baile y por ellos mismos como hasta ahora.
- ¿Los conoce? - El chico me dice, notando que lo observo por demás.
Afirmo.
- De toda una vida... -Solo respondo, ganándome una sonrisa y el muchacho se acerca más para señalarme con su índice, un diminuto nombre en su marco de madera que no presté atención.
- Fueron tomadas por mi tío abuelo... - Se corrige alegre. - ...en realidad, tío de mi madre. Un tío que quiso como padre, cuando mamá supo de él...
Y lo miro sin comprender.
- ...mi madre se crio en casas de familias de nacimiento...
- Comprendo...
- Y no supo hasta la adultez de la existencia de un hermano de su padre, porque él mismo y a su vez, descubriendo la existencia de una sobrina, la encontró... - Se sonríe. - ...fue de anciano, ya que mi tío abuelo, también tuvo una vida dura en las calles, pero fue ayudado por alguien que le dio, no solo un trabajo estable, además volver a recuperar una vida y con eso y tras mucha búsqueda nos localizó. - Mira ambas fotografías. - Ella era su amiga... - Dice por mi vieja.
Y yo, focalizo nuevamente en las fotos.
- ...hay que probar las anchoas, siempre decía... - Murmura con cariño y pese a que sugiere una frase sin sentido, lo entiendo.
Sí, realmente ese señor conoció a mi madre, porque es su lema y muchas veces lo mencionó, cuando nos vio atascado en decisiones y nunca lo terminé de entender.
Y mi mirada baja otra vez al nombre que dice abajo de las imágenes.
Pascual.
Sonrío.
Pero ahora, ya sí.
- Tu tío abuelo, tenía toda la razón... - Se la doy y el chico feliz me sonríe, mirando por última vez las fotos antes de que vayamos a mi mesa y con esa frase, pensando en Clark.
CLARK
- Muchas gracias, igual... - Le digo al taxista, entregando el costo de la tarifa desde la ventanilla.
Era imposible seguir con el viaje por la congestión de tráfico.
Solo en los minutos restantes, habíamos avanzado pocos metros y a ese paso que ya estaba retrasada para encontrarme con Sidharta.
Miro al cielo, ya comenzando a oscurecer en la lejanía y más con esta lluvia cayendo.
Terminaría llegando pasada la noche.
Resoplo y como varios transeúntes escapando del aguacero y para acomodar mis pensamientos como calcular a cuanto estoy de la cafetería y el tiempo que me llevaría caminando con la muleta, me reparo bajo el toldo de una tienda.
- Diablos... - Maldigo por ni siquiera chequear el tiempo antes de salir y palpando mi pelo suelto, resoplo mientras me miro a través del vidrio del negocio con una mueca.
Con semejante humedad y agua, su lacio perfecto, es un desastre ahora.
- ¿Algo más? - Le pregunto al cielo por la mala pata.
Y por obvias razones no me contesta, pero digamos que técnicamente lo hace momento después, cuando tomando valor y notando que empezó a mermar la lluvia, convirtiéndose en solo molestia.
Comienzo la travesía de caminar, pero en una esquina.
Muy poco inteligente de mi parte lo sé, en días como estos.
Un coche pidiendo giro y con su velocidad, hace lo que no me da tiempo de reaccionar, más que una exclamación de sorpresa al sentir el contacto frío y de golpe de un charco acumulado de la calle, empapándome.
- ¡Dios! - Jadeo, viendo como el agua se escurre en gran parte de mi vestido, brazos y un lado de mi rostro como pelo.
Segundo desgarradores hasta que reacciono y viendo como se aleja, lo maldiga al conductor y todas sus generaciones pasadas.
- Soy un desastre... - Triste y bajo otro alero de un negocio, procuro secarme con mi pañuelo y verificando el daño de todo.
Ahora sí, mi pelo es un desastre y lejos ya del bonito alisado, decidiendo atarlo como puedo por no poder verme, con una coleta que busco de mi carterita.
Miro hacia abajo.
El precioso vestido de mi padre lejos de su plancha, ahora un sector es una sola arruga por obligarme para que no siga chorreando agua, de estrujarlo con fuerza.
Sin mencionar.
Cristo querido...
Que uno de mis zapatitos hace un lindo glup, cuando hago un paso con mi pie dentro por estar lleno de agua.
Con ayuda de una pared por equilibrio, me descalzo y desinflada delante mío, veo como cae el agua de adentro.
Ya no llueve casi, sin embargo veo nublado por culpa de unas lágrimas que amenazan mis ojos.
Yo, solo quería un día perfecto con Sidharta.
Solo, la perfección de las perfecciones de algo que soñé toda mi vida y se me había cumplido.
Estar en una salida y bonita para él.
Y sacudo me cabeza, porque me niego a desistir, tragándome mi llanto.
Me pongo el zapato mojado y retomo mi caminata con muleta y todo, determinante como pasando mi mano por mi rostro, para terminar de sacar rastro de agua de lluvia o lo que sea.
Soy una ruina.
Pero no me importa.
Yo, tengo que llegar a la cafetería.
Y a Sidharta...
SIDHARTA
- ¿Otro?
La voz de golpe del muchacho, causa que eleve mi vista fija del ventanal y hacia la calle, a él y de pie en mi mesa.
No lo sentí llegar, pero comprendo que habla, al focalizar en mi tercera taza de café vacía entre mis manos.
Le niego agradecido, aunque bastante preocupado.
- No, gracias. - Mirando la cuenta, dejo los billetes mientras deslizo mi silla para ponerme de pie y salir.
- El tiempo no ayudó... - El chico habla levantando mi servicio en su bandeja y con su mirada como la mía, hacia afuera.
Ya no llueve copiosamente, solo unas gotas indican el mal tiempo.
- ...supongo que a su compañía se le complicó. - Me dice y asiento con mi barbilla, ya en la puerta.
- ...seguro. - Respondo, negado y mirando la oscuridad de la pantalla de mi celular sin batería.
Clark si me quiso contactar, no pudo.
Para luego, la misma oscuridad de afuera por la noche que ya llegó como cubrió el cielo y comenzaron a encenderse en ese momento las luces de a poco de la ciudad y calles.
Miro todo.
Muy pensativo.
Iluminando todo y a mí...
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