CAPITULO 25

CLARK

No detiene su auto en el Hospital.

Lo hace en la misma casa de Sidharta y aunque me calmó en el viaje y dicho la gravedad de la herida de su brazo, dejándole a futuro una hermosa cicatriz por sus buenos puntos de sutura.

Estuvo en un siniestro de gran magnitud con inhalación de todo tipos de gases tóxicos dentro de un edificio cayéndose en miles de pedazos.

- Lo ideal 48h de observación, tienes razón. - Bajando me dice, como si hubiera escuchado mis pensamientos. - Pero lo comprendo... - Se detiene a metro de abrir la puerta. - ...en no querer preocupar a los viejos. - Finaliza y me quedo dudando.

Y no, por el cabezón de hermano que tiene.

Más bien y no tengo idea el motivo, sentí que esa respuesta, también lo involucraba y lo hacía por él.

- ¿No vas a entrar? - Notando que no hace gesto ni movimiento a continuar.

- Ya hice mi parte y debo regresar al Hospital, te toca. - Me indica la puerta. - Por ahora carga con los efectos de medicamento y no siente nada... - Mira su reloj. - ...pero el mismo, no durará mucho y comenzará con la incomodidad propia de la lesión, sobre la mesa dejé los analgésicos con las indicaciones hasta que en unos días revise los puntos.

Y lo hago.

Entro, tras despedir a Saimon y por más día transcurriendo, me recibe solo oscuridad en la 38.

Ni una luz encendida costándome adaptarme, como focalizar hasta que mis ojos se acostumbren.

- ¿Dónde estabas? - Y su voz sin gotita de bienvenida por parte de Sidharta, me recibe.

Se podría decir, hasta tenebrosa.

Procuro ubicarlo en la oscuridad con mi ojos, pero es en vano y por eso con mi mano libre de la muleta, comienzo a palpar la pared por el interruptor.

Y al encontrarlo, casi salto sobre mi lugar por estar no muy lejos y en una silla que prolijamente dio vuelta y usando su respaldo, apoya su brazo vendado con una mirada muy seria y sin cuota de humor o parecido.

Tétrico como hermoso el idiota.

Dejo mi mochila con ropa y bolso en mi cama.

O sea, el sofá.

- ¿No deberías estar haciendo alguna especie de reposo en tu cama y dormir que te hace falta. - No respondo a lo suyo, ya que su rostro de chico perfecto como lindo, aparte de derrochar belleza, también lo hace de cansancio en su semblante.

La palidez de su rostro por agotamiento y sus ojos rodeando sombras negras en cada uno, son lo más parecido a un un integrante de Kiss que vi en mi vida.

Oculto mi risa.

- Estás, todavía en recuperación... - Procura hacerme entrar en razón por mi paseíto.

- ...somos dos. - Señalo su brazo.

- No entiendes razón.

- Tú, tampoco... - Por no ir al Hospital por lo menos una noche.

- Estuviste todo el día afuera, sobreexigiendo tu pie... - Bufa.

- Y tú, el brazo con esa postura. - Empiezo a sacar la ropa de la mochila y poner doblado junto a la mesita, seguido a la bolsita con mis calzones nuevos al lado.

- Podría haberte ayudado, si me hubie...

Volteo.

- ¿En pleno incendio? - Lo interrumpo.

- ¿Eso, que es? - Cambia drásticamente la conversación con su dedo indicando la bolsa de mis bragas, cual por su transparencia se ve, solo diferentes colores.

Ok.

No son de lencería y con mi escaso presupuesto lo hice como siempre en esas tienditas tipo ganga 3x1 eligiendo con cada color diferente, además, sus motivos con frutas de diferentes estampas.

Siendo mi favorita y la próxima a estrenar, la que tiene docenas de rodajas de sandías en miniaturas.

SIDHARTA

Esta conversación no iba por buen camino, mención aparte, mi condenado brazo comenzaba a picar como la mierda por empezar a irse el efecto de la medicación que Saimon seguido a curarme, me había suministrado con una inyección, quedando ahora solo los orales con sus horas de registros.

No quería ir a un puto Hospital.

No lo necesitaba.

Lo que comenzaría por observación, sé y con los viejos enterados, acabaría por una internación de días, anexando a Clark en esa euforia de sumarse a los cuidados en mi estadía en el nosocomio, cuando ella necesita también, ya los últimos cuidados de su pierna para hacer lo que ama.

Seguir bailando sin complicaciones por mi culpa.

Y no me iba a permitir ser derrotado cuando y por mi deseo de estar en la 38, mi hermano al traerme, resultó ser que la muy jodida no estaba y antes de un ataque de ansiedad que me iba agarrar, dejando con aguja y todo, como a medio cocer mi brazo y saliera con eso a buscarla por temor a que sucediera algo, me calmé con Saimon haciéndome la promesa de encontrarla.

Que sé, que lo haría.

Si me dejaba terminar de curar.

Pero, algo llamó mi atención y pese a que le pregunté a Clark el contenido de la bolsa, sabía perfectamente lo que eran.

Eran nuevas, pero no dejaban de ser de su estilo como la con agujeritos con estampas de estrellitas.

Y disimulé mi risa mientras Caos en cambio.

Apoyé mi barbilla divertido en el respaldo de la silla.

Me regala su peor cara de mierda.

Muerdo otra risa.

Chiquita.

Y me sorprendo a mí, mismo por todo este escenario y ante lo sucedido hoy, porque si un miedo  siempre existió por eso, me encuentro disfrutando de toda esta situación sin vestigio de ello ahora.

Nada.

Descubriendo que por eso, una sonrisa dibuja mi rostro sin mi permiso.

CLARK

Sospechosamente.

¿Qué se hace en momentos así?

Sidharta se sonríe y no comprendo el motivo, cuando estábamos por agarrarnos como quién dice a patadas.

¿Lo hace por mis calzones nuevos?

No tengo idea y por eso, regresan a mi mochila.

Nada en nosotros es claro y lo que yo pensé por años, siendo solo de mi parte y unilateral.

Desde el beso de hoy a la madrugada y toda esa cosa dulce de su parte que no quiera a nadie más, me tiene en este momento con más dudas.

No soy valiente.

¿En eso estamos de acuerdo, no?

Que y mientras cenemos, preguntarle sin filtro y a la que te criaste, hablemos de lo sucedido anoche, cual por lo menos a mí, revolucionó más mi corazoncito y con todos los sentidos incluidos.

No.

No lo haría ni en mil años.

Tengo confianza, pero no la suficiente aún para ello, más cuando Sidharta me demostró con gestos como acciones de chicos con su nariz ceñuda para nombrar algo, seguido a ignorarme, que toda este amor que jamás oculté por él y a su vez, yo con mis propios actos, hechos y trabajo de hormiguita, siempre le demostré como profeticé al mundo entero, a la luna y hasta el planeta que le sigue.

- No hace falta que las escondas. - Me dice, mientras tomo asiento en el sofá.

La mesita baja, parte del televisor, otro mueble y una planta alta nos separa y es nuestra distancia.

Sin embargo, todo me parece poquito y que estamos a medio metro por esa sonrisa que no lo abandona y por más seriedad a sus palabras.

- Es personal. - Lo que se me ocurre decir, encendiendo el TV para contrarrestar lo que sea que se trae en mano y buscando, lo dejo en un programa de variedad con mucho ruido por el público presente más los concursantes.

- Pero, si ya te regalé uno...

- ¿El largo y de mi abuelita? - Mentira, lo adoro. 

Ríe desde su distancia y yo oculto la mía con el control del televisor y mi vista en su pantalla.

SIDHARTA

Nuestra circunstancia es extraña entre nosotros y acepto que yo tampoco sé, como manejarla.

Puedo culpar al medicamento que tomo con un vaso de agua, seguido al cansancio extremo que mi cuerpo comienza a pasarme factura siendo la hora que es o que, tontamente y como toda Caos emana, que menos aún y después del beso con mi pedido, sabe como manejarlo y yo, aclarar el tema.

Pero lo estoy y con mucha seguridad de lo que ella, todavía duda.

Mis sentimientos.

Una tregua obligada hacemos para cenar, ya que nuestros vientres rugen de hambre y ambos de acuerdo y haciendo buen equipo por faltarme a mí, un brazo y a Clark una pierna, decidimos en conjunto preparar algo sustancioso. 

Hoy no llenaremos nuestros corazones.

Por ahora...

Pero sí, nuestros estómagos.

CLARK

No sé si es hambre, pero la ensalada está sabrosa como la carne que cocinamos, estando de acuerdo conmigo Sidharta, ya que los dos no dejamos prácticamente nada en nuestros platos.

Solo un par de manzanas que me ofrezco por obvias razones a cortar en pequeños pedazos, es nuestro postre y que vamos saboreando, dejando el plato en el medio de la mesa.

- ¿Tu pie está mejor? - Comiendo otro pedazo de fruta, suelta de la nada.

- ¿Por qué? - Lo siento, estoy muy desconfiada y se sonríe.

Condenada sonrisa, nuevamente enigmática.

Come otro trozo.

- Tengo descanso obligado por unos días...

- ¿Y? - Sigo cautelosa.

Deja el tenedor.

- Te debo una disculpas...

Y mis deditos no se hacen esperar, lo aliento con un gesto.

- ¿Por lo de hoy? - Murmuro. - Lo espero.

- Y por lo otros... - Su sonrisa se expande, notando mi sarcasmo.

Lo miro.

- ¿Cuales? 

- Lo del pasado.

Y mucha intriga, porque a ciencia cierta, no sé a que se refiere en concreto.

Pero se pone de pie y registro que Sidharta está muy agotado, sin embargo su voz a continuación, no.

- ¿Te parece, que me reivindique... - Duda por unos segundos que palabras utilizar. Creo.. - ...con ofrecerte salir del encierro, mañana?

- ¿Paseo? - Ayudo con esa simple palabra.

- Llámalo así y dónde tú, quieras. - Agrega, causando que eleve mi vista por su generosidad.

- ¿En serio?

Afirma, encaminándose a las escaleras para ir a su habitación.

Y me quedo como boba, mirando su espalda subir los escalones.

Pero sacudo mi cabeza, volviendo mi vista al frente.

Pestañeo.

No dijo la palabra.

No la mencionó, siquiera.

Y por mi pierna no puedo saltar sobre mi lugar a modo festejo con un tipo de bailecito de la alegría.

Pero...y muerdo mi pulgar.

¿Esto es una cita?

¿Sidharta, me invitó a salir?


Último capítulo, la semana que viene con su perlita final.

CRISTO.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top