CAPITULO 16
SIDHARTA
Mentí.
Nunca me llamaron de la estación, aunque jodidamente me hubiera venido bien.
Pero, estúpidamente necesitaba salir.
Para variar y como siempre, escapar de Caos cuando las cosas.
O mejor dicho, las mías propias por ella.
Comenzaban a salirse de la situación y no solo con acciones, también, mis palabras o pensamientos aflorando del agarre de nombre Clark.
Deambulé sin rumbo fijo manejando por las calles y hasta pasé por el frente de la estación, deteniendo el motor unos breves segundos con mi vista fija en su fachada y con la esperanza que los tranquilos camiones como mis compañeros dentro, de pronto dieran señal de movimiento por un alerta y con ello, mi celular dormido dentro de mi chaqueta vibrara por necesitar mi presencia con urgencia.
Resoplo.
Pero nada y pese a ser un deseo egoísta, eso estaba bien.
En realidad muy bien.
Ya que significaba que ninguna persona de la ciudad, pasaba por ningún peligro.
- Mierda... - Completé esa tranquilidad, poniendo la primera para seguir camino.
CLARK
- ¡Dios...sí... - Jadeo de maravilloso placer que me da, rascarme con mucho cuidado entre las vendas y un lado de mi herida en mi pierna al llegar hasta la cocina y buscar entre sus cajones, con una parte de la cuchara de madera que es de los pocos utensilios que Sidharta tiene.
Me habían pronosticado que la comezón iba ser bastante importante siendo señal de estar curándose, pero mientras más me doy con su mango, jamás pensé, no solo su magnitud, además, la grandiosa satisfacción llegando a lo orgásmico el goce de alivio al hacerlo.
Tanto y porque me canso de pie, por más ayuda de un mueble apoyándome.
Seduciéndome completamente la idea de la dichosa cuchara de madera, en ser mi compañero nocturno en el sofá mientras veo la televisión por una buena película.
Ya que mi tutor en la estación, dudo que venga hasta vaya saber cuando.
Y relajada como acostada mientras termino mi lata de gaseosa, seguir rascándome como Dios manda con ella.
Por eso, me la adueño y dando saltitos ya más ágil llegando a destino y encendiendo la TV como buscando una buena programación, ya recostada y con mi pierna convaleciente sobre el alto respaldo cubriéndome algo con la cobija, prosigo con la rascada por abajo, robándome felices gemidos de regocijos mezclados con exclamaciones que se me escapan, por encontrar una comedia, no solo romántica, además de baile para mi felicidad.
SIDHARTA
Vuelvo a detener el coche, pero esta vez apagando su motor, ya que volví a mi punto de partida.
Sí, a mi casa en la calle 38.
Mirando el asiento del acompañante, donde descansa mi bolso con cosas y entre ellas, mi parte del sándwich con mi lata de gaseosa como cena, sin siquiera abrir y con docenas de pretextos tontos que se me ocurrieron en el camino para decirle a Clark el motivo de mi regreso.
Pero fracaso estrepitosamente, ya que maldita sea, no apruebo ninguna como coherente o algo inteligente.
Y bufo negando, tomando mi bolso de mala gana, saliendo del auto y mientras bajo el único escalón en dirección a la puerta, busco de un bolsillo de mis jeans las llaves de la casa, cual lo acompaña un segundo resoplido, recordando que y por obvias razones estando Caos, ella se las quedó, quedando solo golpear y rogar que no se haya quedado dormida.
Pero llegando a esta y ya con mi puño en alto y a mitad de la acción del golpear contra la madera, se queda suspendido en el aire.
Por sonidos.
Gemidos.
Sí y muy afirmativo, por más que también escucho levemente el del televisor encendido, porque tanto el sofá de casa y siendo de pocos metros cuadrados, ambas cosas.
Y calculo en una, recostada Caos.
Casi estas, están contra la ventana frontal como puerta de entrada.
Y me obligo con mi mano todavía puño en dirigirlo a mi rostro.
Más bien a mi labios para reprimir cualquiera mío.
Una exclamación, tal vez.
Lo que no sé, si de risa o asombro.
Y más.
Dios...
Hasta cerrando mis ojos y con el lujo en el entretanto de tomarme la molestia de acercar una de mis orejas a la ventana por más cerrada, para mayor afirmación.
Y carajo.
Porque no estoy errado.
Clark y haciendo deleite del apodo que le puse, es un lindo caos de gemidos.
¿Y jadeos?
Sacudo mi cabeza, sin poder creer.
¿En serio?
Y con esa última duda mental, me lo confirma en ese instante un hermoso suspiro de placer.
Pestañeo en la oscuridad y giro sobre la pared.
¿Acaso, Caos se está..?
Y ahora son mis dos manos las que ocultan mis labios como si eso, también reprimiera mi pensamiento con la conclusión.
Pero me obligo a volver a mis sentidos, mientras procuro en no imaginarla dándose placer y más a juego con el calzón largo y como ropa interior que le regalé.
Y exhalo aire, tomando eso a modo batalla con la excitación propia y mía ante esto.
- Rayos... - Susurro para mí mismo y sin éxito, bajando mi vista y notar mi entrepierna en crecimiento, porque condenadamente me gusta más ella con ese algodón, que cualquier liguero o encaje.
Decidiendo, mientras maldigo y regresando a mi coche totalmente negado, pero siendo la mejor elección, no pasar la noche en la 38.
No.
Para nada una buena opción, cuando mi nivel de control.
Mucho control, cual siempre fue de reconocimiento público.
En este momento, es casi inexistente.
CLARK
Un enorme y gratificante suspiro de satisfacción, imposible que no se me escape.
No solo por la película de romance y baile que finalizó y me gustó mucho.
También y Cristo querido, que placer.
Mi última rascada con el cucharón en mi pierna antes de dormir.
Dejándolo en el suelo me anido en el sofá y tapándome lo mejor que puedo con la cobija, pero a mitad de ello me detengo con mi vista en la ventana cerrada.
Porque me pareció sentir algún tipo de sonido y por eso, me quedo unos segundos sin moverme como expectantes ante otro.
Pero el ruido de un motor encendiéndose, seguido a ponerse en marcha con bastante apuro, me hace terminar de acostarme por la deducción de un vecino saliendo.
Me acomodo mejor y lucho contra un bostezo, recordando la protagonista que bailaba maravillosamente con esas canciones de muerte de lo lindas y pensando estúpidamente, si Sidharta alguna vez pensó, mientras bailaba en certámenes como academia que fue con su familia si pensó eso de mí, como el galán de la prota.
Y con otro bostezo y cerrando mis ojos imagino que no, ya que jamás lo vi interesado o muy concentrado.
Calculo que Hope y Caleb lo obligaban, porque aparte participaba Sacha y su consuelo era el móvil que nunca abandonaban sus ojos, mientras Saimon lo codeaba para que lo dejara y prestara atención, cuando lo divisaba entre el público.
Solo una vez, creí ver una gotita de amabilidad y gusto, pero duró poco, ya que finalizado el concurso y ya afuera, me ofreció una botella de agua.
Fui feliz creyendo que fue de su parte, pero luego supe que fue por papá, que aún seguía en los vestidores me parece y se preocupó por mí.
Y me lo confirmó en el encuentro, cuando y sin recordar lo que le dije de puro nervios por estar a solas con él, Sidharta respondió con algo sin sentido que ahora tampoco recuerdo mientras mirábamos el cielo.
Y quiero hacer memoria, pero con el tercer bostezo, me entrego al sueño.
SIDHARTA
Con la propia mía, abro con la llave y al llegar la entrada de la casa de los viejos, encontrando a papá en la sala viendo la televisión con Saimon y Sacha.
El sonido de la puerta cerrándola y que me saludan, hacen asomar el rostro de mamá de la cocina, curiosa.
- Pasaré la noche acá. - Respondo ante sus miradas interrogantes y mucho por una ceja a juego elevada, por parte de Sacha al escucharme.
Y como era de esperar, el idiota no se hace rogar en levantarse para seguirme escaleras arriba y a mi habitación por una ducha muy, pero muy fría, mientras acepto de mamá algo de cena que me va a recalentar.
Imagino que ya comprendieron el motivo.
- ¿Y eso? - Lo primero que suelta al entrar, acostándose a placer sobre mi cama, mientras me saco el abrigo y continúo con la camiseta.
- ¿Qué cosa? - Me hago el desentendido.
Me observa como sigo desvistiéndome, pero ahora en forma sospechosa y lo miro feo.
- Tuve que ir a la estación y luego hacer unas cosas como comprar... - Hago que pienso. - ...un, no te metas donde no te importa. - Suelto, lanzándole mis jeans en su cara, pero para mi decepción lo agarra a tiempo riendo.
Hace un lado su pelo colorido como su carácter para levantarse y seguirme el muy jodido hasta el baño, bajando la tapa del inodoro para tomar asiento como si nada, mientras termino de desnudarme y ver como me ducho.
No dice nada y entre jabón y esponja, veo como silencioso como yo, solo se mira las uñas de una mano muy cruzado de pierna y hasta balanceando ese pie, al ritmo de alguna canción mental que pasa por su cabeza.
Deslizando la cortina, me alcanza la toalla y se sonríe al escuchar mi gruñido por un gracias y como era de esperar.
Adivinaron.
Me sigue saliendo del mismo, secándome vigorosamente con otra mi pelo mojado y busco alguna muda de ropa.
Vuelve a tomar lugar en mi cama con su largo, pero ahora con sus brazos bajo su cabeza y vista al techo como si fuera la cosa más interesante del mundo.
- ¿Y Clark? - Al fin habla, cosa que esperaba esa pregunta.
Abriendo un cajón por una camiseta limpia, lo miro.
- ¿No tendrías que estar con Angie? - Respondo con otra pregunta y sin tiempo a que insista por la suya, prosigo. - ¿No se supone que por eso, Clark quedó en mi departamento?
Voltea su rostro con una mueca.
- No estoy acá por mí, si no por ella.
- No comprendo...
Y sonríe más, entre feliz y descontento.
- Me dijo que tengo que esperar hasta que nos casemos... - Me explica. - ...como ochocientas veces con hoy... - Su sincericidio.
- No pedí detalle... - Reniego, aunque me río.
Se incorpora divertido, pero golpea mi hombro al tomar asiento a su lado terminando de secarme.
- No creas que olvidé mi parte. - Insiste. - ¿Qué diablos haces en la casa de los viejos, cuando a mi hija la dejaste sola y convaleciente?
Y cierro mis ojos al escucharlo decir eso, pero no pierdo tiempo y en el momento, tomando la almohada de mi cama, tapo completamente su rostro y lo obligo a acostarse, mientras ejerzo fuerza para que no respire.
- Ve hacia la luz... - Le digo, ahogando su risa y yo, tragando la mía. - Por favor, ve hacia la luz... - Repito, mientras procura escapar dando manotazos y más reímos.
Y otra vez decepción, porque el muy cretino logra escapar y entre más sofocos, un poco de tos, pero muchas carcajadas, huye a las escaleras, dejándome tranquilo para terminar de vestirme, llegando a una conclusión.
Lo de asesinar y por más ganas a mi hermano mayor por minutos.
Sonrío.
No es lo mío.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top