CAPITULO 12
CLARK
El maíz de las palomitas haciéndose ya en la 38, es la cortina musical que se escucha por Sacha cocinándolos.
Todo lo que sucedió, habló mientras veníamos en el auto por Grands, le dio hambre.
Angustia alegre oral, dijo.
Me encojo de hombros.
Puede ser.
¿Por qué, no?
Pero vuelvo a Angie que y como yo, ambas sentadas en el comedor y mientras vemos como mi mejor amigo no deja de sacudir la cacerola para una perfecta cocción del pochoclo, mi vista vuelve a ella por respuestas.
En realidad un mar de estas, focalizadas en una sola cosa.
La relación con Sacha.
Papá está nerviosa, pero uno que y aunque me da cierta ansiedad, reconozco también, que me conmueve.
Ya que, jamás lo vi así.
Por más sentada frente a mí, alborotada.
Por más nervios que le carcomen, sus bonitas como delicadas manos estrujándolas entre sí, me lo confirman.
De igual manera yo, cual con mi pie sano y apoyado en el piso, va y viene con mi tic de espera en su constante y ligero movimiento de golpeteo.
La observo.
Sin embargo, todo eso con aire feliz y enamorada.
- ¿Cuándo, sucedió todo esto? - Soy la primera en hablar y mirar, tanto a una como el otro en el preciso momento que los peldaños de la escalera se escuchan por bajar alguien.
Sidharta ya vestido con algo cómodo y sin la gloria de como Dios no solo lo trajo al mundo, también, de esa buena, dura y tonificada salud de piel dorada, herencia de los genes Monteros del país austral.
Toma asiento con nosotros sobre Sacha sirviendo las palomitas ya hechas y condimentándolas, entre degustación y otra, saboreando con ganas.
El sabroso aroma, inunda en el departamento.
Y Angie con sus grandes ojos pardos que no tuve la gracia de heredar y únicos en su color ámbar, protegidos por suculentas y naturales pestañas oscuras, sin necesidad de usar un rímel por eso.
Acotación aparte, que tampoco heredé, ya que por palabras fieles de mis tías y propias de mi padre querido, como fotografías que tengo, soy como un bonito retrato de esa madrecita que no tuve el placer de conocer.
Me mira con calidez, pero llena de vergüenza.
Hasta juegan ahora, sus delgados dedos con el borde de la mesa.
- No fue hace mucho, Clark... - Nos habla, ya que Sidharta está tan expectante como yo.
Continúa con su ceño fruncido y sigo apostando que no se da cuenta de eso, pero más conciliador, ya que a su mellizo cuando deja en el centro las palomitas y dedica a cada vaso nuestro, servir el jugo, este se lo agradece con un gruñido y sin la amenaza de que una de sus manos rodee su cuello.
¿Es un avance, no?
- ...tres semanas, tal vez... - Al ver la confirmación de Sacha tomando asiento a su lado por las fecha, prosigue. - ...fue una sucesión de cosas que llevó a otra... - Se interrumpe a su vez, por sus manos negándome. - ...pero, no fue algo planificado!
- Se dio. - Sacha agrega, asintiendo natural.
- ¿Cómo? - Ayudo a que siga y Angie exhala, buscando su cartera que cuelga de su silla para sacar algo de su interior y lo desliza por la superficie de la mesa y vasos, para que con Sidharta miremos.
Para luego otro, pero este lo abre con cuidado por más pliegues como arrugas marcadas, denotando que papá muchas veces lo abrió como guardó en su bolsito por bastante tiempo a este segundo papel, manteniéndolo entre sus manos mientras observamos el primero.
Y este es un panfleto, como un aviso publicitario de urgencia de costureras, que y con grandes colores en un lado y para llamar la atención, da una garantía con mucha esperanza de convertir a las postulantes o futuras trabajadoras en diseñadoras a futuro, pero en letras más pequeñas el alerta de dar lo mejor.
Lo leo seria y mejor.
O todo de ella.
- Un dinero extra es bienvenido para nosotras. - Papá habla. - Y con mi experiencia en modista de tantos años, fui al lugar con mi carpeta de labores...
- ¿Y entonces? - Murmuro, al ver que se detiene y le cuenta proseguir.
Y Sacha no pierde tiempo, tomando el papel de mis manos, lo arruga y guarda en uno de sus bolsillos con aire enojado, cosa, que me alerta, ya que rara vez es parte de su carácter.
- Nada... - Me responde y siguiendo por papá, volviendo a tomar asiento y llevando un puñado de palomitas a la boca, masticándolos con por demás ganas.
O fuerza.
- ...luego de la negativa que le dieron a Angie... - Continúa y como toda explicación, cambiando deliberadamente su semblante de enojo a calidez al mirarla a su lado. - ...la encontré... - Piensa como seguir. - ...algo triste. - Dice y noto como papá sin hablar, pero con la mirada le agradece eso.
¿Por qué?
- Y la consolé... - Finaliza.
- ¿ Por la negativa de esa empresa o taller de costura? - Sidharta pregunta a Sacha, cual como yo, presiento que tampoco le termina de cerrar toda esta explicación de los dos.
- Sí. - Conciso mi amigo, pero locamente su rostro de haber pasado al enojo, luego a calidez por mi papá, ahora se sonríe feliz y mirándonos decididos. - La cosa es que desde ese día y volver a cruzarnos. - Toma el segundo papel que papá retenía, para mostrarnos. - Y por cosas que no vienen al caso. - Muy terminante tomando esa misma mano de Angie entre sus dedos. - Yo me di cuenta que, lo que negaba meses atrás y las cosas uniéndonos, que la amo. - Decidido.
- Y yo, también... - Papá con su siempre aire tímido, pero hasta más feliz que el propio Sacha, agrega. Pero me mira vacilante, mientras presto atención a esta hoja de papel. - Debes saber Clark, que yo también luché y me negué a esto...
- ¿Pero te empezaste a enamorar de Sacha, no? - Murmuro sobre su asentimiento, mirando el papel.
Este no es nada publicitario.
Todo lo contrario.
Solo es una simple hoja arrancada de un cuaderno que reconozco, ya que pertenece al que papá utiliza cuando trabaja en la costura, tanto para las medidas de sus clientas y entre más cosas que vi, de diseños que ella misma crea en lápiz.
Sin embargo, el papel que con Sidharta vemos no tiene eso.
Más bien y con su puño como letra, intentando buscar bosquejo con estas, lo que parece una especie de logo con el nombre: Angie Love, diseños.
- Es mi sueño. - Papá susurra. - Mi propia línea de ropa de mujer y con ese trabajo con demanda, prometiendo a futuro la ayuda de tu propio lanzamiento... - Titubea. - ...mi aliciente para empezar.
Y es imposible que no mire además de mucho cariño a mi padre.
También, con emoción y sin dejar luego, de seguir mirando esta especie de boceto que él mismo hizo con ilusión.
Papá no terminó el secundario.
Cursó únicamente los primeros meses del primer año, por la situación económica de su familia y perteneciendo a una humilde.
Y siendo el mayor como único hombre entre mujeres, decidió abandonar y ayudar en la economía de su hogar, siempre pensando en sus hermanas como madre por la ausencia de un padre que los abandonó a temprana y pequeña edad.
Inteligencia jamás le faltó, su desempeño en todos los trabajos que tuvo lo garantizan, al igual que cada confección que hizo en su máquina de cocer y cada cliente con alabanza compró.
Pero sí, estudio académico.
Sonrío, sin dejar de ver el papel.
Su caligrafía y pese a sin tener errores de ortografía, acusa esa optimización de preparación.
Pero, por más obstáculo esto.
Angie no deja de soñar y cumplir su meta.
Una, que siempre apoyé y elevando mi vista a Sacha, me doy cuenta que no soy la única en eso.
Y por más que sé, que algo pasó en esa entrevista y papá como Sacha quieren que no lo sepa.
No soy una niña.
Focalizo en lo importante.
Que papá no solo me tiene a mí, por amor.
Dejo el papel, aceptando todo.
También, tiene a Sacha.
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