Memorándum VI

Entendí a lo que Leif se refería cuando decía que próximamente me iba a necesitar cuando al siguiente anochecer alguien atentó contra Iliana Fedorova en la casa de sus padres. Dos asesinos cydenios intentaron asesinar a la joven promesa volkoviana a apenas unos metros de donde Lucian Auren descansaba...

Curioso que el voivoda ya lo supiera, ¿verdad?

La noticia corrió como la pólvora por toda la prensa internacional. La guardia privada de Iliana logró detener el ataque antes de que la joven pudiese ser herida de gravedad, pero tal fue el ataque de rabia que Lucian Auren al descubrir lo ocurrido que la visita a Volkovia llegó a su fin. De haber podido habría ejecutado a los asesinos con sus propias manos. Por suerte, su madre intervino a tiempo. Nyxia De Valefort ordenó a su hijo que regresara de inmediato a Arkengrad y en menos de cuarenta y ocho horas la comitiva de Solaris ya estaba de regreso al Nuevo Imperio, dejando tras de sí las cenizas de lo que había sido un gran acercamiento.

Dejando tras de sí una nueva afrenta de Cydene hacia Volkovia.

Hacia el Nuevo Imperio.

Así que sí, Leif me necesitaba, y con razón. Una semana después del intento de asesinato de Iliana Fedorova, Volkovia declaró la guerra a Cydene. Después de años de guerra fría, Volkovia dejó atrás todos sus complejos y envió a todas sus fuerzas contra su vecino sureño, conmigo al frente. Y luché en aquella guerra. Luché hasta quedarme sin fuerzas.

Hasta ver nacer una nueva era.

Como miembro de la Alianza de Hésperos, Cydene exigió al resto de países aliados que acudiesen a su rescate. Su gobierno defendía su inocencia asegurando que se trataba de un montaje del voivoda. Que Cydene no tenía nada que ver con el ataque. Curioso teniendo en cuenta que los asesinos formaban parte de los servicios secretos de la Federación... Fuera como fuese, Cydene exigió el apoyo del resto de miembros de la Alianza, pidió que cumpliese con lo acordado durante la firma del tratado, pero ninguna de las naciones respondió. Ni Albia, ni Galaad, ni tampoco Talos o Lameliard. Ningún país quería romper la paz reinante enfrentándose a Volkovia, y aunque aquellos perros lloraron a sus dueños, la Alianza de Hésperos los dejó morir.

Dejó que los aniquiláramos.

Y así hicimos.

La guerra duró tan solo unas semanas, pero fue tiempo más que suficiente para que Gea temblara ante el potencial hasta entonces dormido de Volkovia. Leif Kerensky quería demostrar al mundo que Volkovia ya no tenía miedo ni se escondía, y lo consiguió. Volkovia había renacido de sus cenizas y conmigo al frente de los Cuervos de Hierro absolutamente nadie nos iba a detener. Nadie.


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