Capítulo 21 - Nessa

Hola compañeros :) Quería aprovechar este capítulo para desearos a todos felices fiestas y esas cosas que se dicen normalmente. La verdad es que soy de las que disfruta enormemente las fiestas navideñas, así que solo puedo decirq ue estoy disfrutándolas mucho :)

Y por cierto, cierto señor gordito y barbudo vestido de rojo pasó por aquí hace un par de noches, trayendo un pequeño regalo para todos. Espero que os guste tanto como a mí... porque ya sabéis, Navidad es para disfrutar y recordar los viejos tiempos... e incluso las arpías tienen un pasado :)







Capítulo 21 – Nessa, 1.831, ciudad de Solaris, Nuevo Imperio



—Los han detenido. Ayer Octavia me llamó para decírmelo. Me ha hecho llegar una felicitación oficial del mismísimo Regente.

—¿De Loder Hexet? ¡Uhhh! ¡Que emoción, ¿eh!? ¡Eres la chica del momento!

—Ni he podido pegar ojo de la ilusión.

Los dos agentes se miraron con la diversión grabada en sus semblantes, alzaron sus copas de vino y, a la luz del cálido sol de Solaris, brindaron por el éxito de la arpía. Con Arduok y Helena Dolora entre rejas acusados de terrorismo la misión de Nessa en el Palacio del Despertar llegaba a su fin. O al menos eso había creído. Octavia, sin embargo, no le había dicho nada al respecto cuando ella se lo había consultado. Por el momento podía disfrutar de un día libre, el primero en mucho tiempo, pero nada más. Su futuro dentro del Nuevo Imperio estaba en el aire.

Y aunque probablemente habría encontrado la forma de divertirse en soledad, Nessa había querido compartir aquel triunfo con el mismo hombre al que le habían encomendado la detención de sus compatriotas. Un compañero y aliado que no solo la casualidad había querido unirlo a ella en el lejano Nuevo Imperio, sino también el voivoda. ¿Y quién era ella para llevarle la contraria a Leif Kerensky? Podría intentarlo, pero conocía mejores formas de jugarse la vida.

—¿Y qué va a ser ahora de ti? —preguntó Gladio con curiosidad—. ¿Vuelves a la Oficina?

—Ni idea.

—Por tu cara yo diría que no te apetece demasiado. El proyecto de la biblioteca te apasiona, ¿verdad? Es lo que realmente te gusta.

Nessa no negó lo evidente. Si le ordenaban volver a la OII regresaría, por supuesto, y lo haría de buena gana. No obstante, la idea de seguir con el proyecto de la biblioteca del emperador la seducía. Los poco más de diez días que había estado colaborando en su construcción habían sido apasionantes. Perderse entre las columnas de aquel bello lugar, flotar sobre su subsuelo mientras leía un libro tras otro, seleccionando cuidadosamente las colecciones... aquello era vida. Una vida muy aburrida para la mayoría: no se imaginaba a ninguna de sus tres hermanas disfrutando de aquel trabajo, pero a ella la apasionaba. Y aunque jamás lo admitiría ante Orlasky, la figura del emperador sí importaba. Poder conversar con él, incluso en las circunstancias en las que se había dado, había sido un auténtico placer...

—Me gusta mucho, no voy a mentir, pero lo que yo quiera o desee es lo de menos. Sé perfectamente cuál es mi cometido aquí.

—¿Y cumplir con tu prometido implica que está prohibido divertirse?

Nessa desvió la mirada hacia el paseo marítimo antes de responder. Resultaba irónico tener que contestar a aquella pregunta teniendo en cuenta dónde se encontraban. Juntos, disfrutando de una copa de vino en la terraza de uno de los mejores restaurantes de Solaris, frente a la playa. ¿Acaso era necesario decirlo?

Una sonrisa afloró en los labios de la arpía.

—¿Te parece acaso que sufro?

Un paseo por la arena de la playa reactivó por completo a Nessa. La agente no estaba acostumbrada a disfrutar de la luz del sol ni muchísimo menos de las altas temperaturas; ni Volkovia ni Hécate le habían dado jamás la oportunidad. Sin embargo, Solaris era diferente. Tan diferente que era complicado no enamorarse un poco de aquel país. Poder caminar tranquilamente por la orilla sintiendo la frescura de las olas al lamer sus tobillos era una auténtica delicia. El cielo limpio de nubes, los barcos navegando en el océano, los bañistas tomando el sol...

Y Orlasky silbando a su lado, tratando de cogerle de la mano cada vez que se despistaba.

Sí, Solaris era un buen lugar en el que estar. Un buen lugar en el que construir su nueva vida... un lugar donde empaparse de aquella identidad y borrar todo su pasado.




Pasaron un buen día juntos, yendo y viniendo de un rincón de la ciudad a otro, hasta que el teléfono de Nessa volvió a sonar y Octavia dio por finalizada la velada. Requerían a Natasha Fedora en la OII de inmediato.

—Te acerco —se ofreció Gladio al ver su expresión de fastidio al colgar la llamada—. Tienes que ir, ¿no?

Nessa asintió con la cabeza. A aquellas horas de la tarde se encontraban en una de las avenidas principales de la ciudad, disfrutando de un agradable paseo entre las tiendas y las cafeterías, a punto de decidir qué hacer aquella noche. Lo había pasado tan bien con él que Nessa llevaba rato planteándose la posibilidad de invitarle a cenar en su apartamento. De disfrutar de un poco más de intimidad. Desafortunadamente para ellos, la interrupción dio al traste con el plan. Quizás en otra ocasión.

—Sí.

—¿Te ha dicho para qué?

—No, solo que tenía que ir de inmediato.

—Debe ser importante entonces. Vamos, el coche no está lejos. Eso sí, te aviso de antemano: la próxima vez te llevaré a cenar a un restaurante que te va a encantar. Te va a gustar tanto que, créeme, en cuanto te lleve te vas a enamorar de mí. Más de lo que ya estás, quiero decir.

—Más quisieras, Solaris. Más quisieras...




Octavia Vindicta la estaba esperando en el despacho del director cuando Nessa llegó a la OII. La arpía se despidió de Orlasky con una sonrisa y se encaminó hacia la sala con una ligera sensación de nerviosismo azotándole el estómago. Tenía la sensación de que sus compañeros la miraban al pasar por los pasillos, y no se equivocaba. La noticia sobre la detención de los hecatianos y su participación en la operación había llegado a oído de muchos. Muchos eran los interesados en que la figura de Nessa se reforzase después de aquel gran éxito, y para ello no solo Orlasky se había encargado de propagar la noticia. Había otra persona participando en ello muy activamente. Alguien que, de pie junto a Eryn Cabal, recibió a Nessa con una gran sonrisa cuando al fin abrió la puerta y entró.

—Bienvenida, Natasha —saludó Septa Clarel, la asistente personal del director—. Te esperábamos.

La presencia de las dos mujeres junto al director agravó su estado de nerviosismo. Nessa miró a cada uno de los tres presentes con una desagradable sensación de hormigueo en las manos, pero no dejó que su rostro transmitiese temor alguno. Al contrario: más que nunca su semblante era pétreo como el de una estatua.

Nessa saludó con un ligero ademán de cabeza y se detuvo frente al escritorio, donde se encontraba el director. Cruzó los brazos tras la espalda, adoptando una postura marcial que a ninguno de los tres pasó por alto, y aguardó en silencio órdenes.

El director la invitó a que tomase asiento.

—Agente Fedora, agradezca al agente Orlasky la premura con la que la ha traído a la Oficina —dijo con una fría sonrisa cruzando su rostro—. Como sobreentiendo por su rápida reacción, ambos han captado la importancia de este llamamiento.

—Por el tono de la agenta Vindicta supuse que se trataba de algo importante —respondió ella, logrando mantener su rostro inexpresivo. Por dentro, sin embargo, estaba profundamente ofendida. La estaban vigilando, era evidente, y eso no le gustaba. No había dado motivo para ello... al menos en teoría.

—Y así es —sentenció la propia Octavia—. Esta mañana el consejo de la OII se ha reunido para deliberar sobre ciertos temas entre los cuales se encuentra tu posición dentro de la organización.

—¿Mi posición?

La gélida mirada de Eryn Cabal logró estremecerla. Nessa miró a su alrededor por un instante, sintiéndose repentinamente vulnerable, temerosa de haber sido descubierta, pero se obligó a sí misma a no dar un paso atrás. Aquel hombre era un experto en leer a las personas y si ahora se mostraba débil percibiría la duda en ella y podría poner en peligro su cuartada.

Por suerte, aunque el nerviosismo estuvo a punto de traicionarla, Nessa logró mantenerse lo suficientemente serena como para no despertar sospechas.

—Dado tu potencial, hemos valorado la posibilidad de cambiarte de unidad —dijo al fin el director, poniéndose en pie—. Como ya sabes, dentro de la Oficina de Inteligencia Imperial tenemos dos grandes departamentos, la unidad administrativa y la operativa. Dentro de la administrativa hay distintas subunidades, entre ellas las de escuchas, donde estabas ahora. Sin embargo, consideramos que tu perfil encaja mejor en otra. Septa, si eres tan amable...

La mujer asintió con decisión, clavó la mirada en Nessa y ensanchó la sonrisa.

—Además de ser la asistente personal del director Cabal, soy la responsable de la OAI, la Oficina Archivística Imperial, una subsección dentro de la OII bastante desconocida por el momento pero clave para la subsistencia de nuestro Imperio —explicó con orgullo—. A los agentes que la conformamos se nos conoce como los guardianes del conocimiento, y pronto comprenderás el motivo.

—¿Esto significa que dejo su unidad, agente Vindicta?

Su ya antigua superior asintió con la cabeza.

—En contra de mi voluntad, pero sí.

—Yo misma te he reclamado —se apresuró a aclarar Septa—, y no he sido la única. Pero tranquila, te lo mostraré todo. Si me lo permites, Eryn, me gustaría llevarla hoy mismo al Palacio para que lo vea todo con sus propios ojos.

—¿Al Palacio...?

Septa Clarel se acercó a ella y apoyó su delicada mano sobre su hombro.

—Acompáñame: esto no es más que el principio, Natasha.




Nessa tenía la sensación de estar soñando. Mientras viajaba en compañía de su nueva responsable hacia el Palacio del Despertar, la agente se preguntaba si no estaría siendo víctima de una trampa. Aunque había jugado un papel clave en la detención de los hecatianos, le sorprendía que hubiesen decidido cambiarla de departamento tan pronto. Probablemente su nuevo destino encajase mejor con su personalidad y sus capacidades, pero incluso así estaba desconcertada. Tal y como había aprendido a lo largo de su estancia en el Nuevo Imperio, las personas eran piezas de ajedrez cuya utilidad marcaba su posición dentro del tablero de juego. Y Nessa, independientemente de otras capacidades que aún mantenía ocultas, era puramente cerebral.

Nadie las estaba esperando cuando llegaron al Palacio del Despertar. Superaron los controles de una de las puertas secundarias sin problemas, mostrando para ello sus acreditaciones, y una vez dentro del perímetro el conductor las dejó a los pies de una escalinata. En lo alto aguardaba una discreta puerta negra que daba acceso directo a la segunda planta. La subieron con paso ligero y una vez arriba Septa Clarel cerró tras de sí introduciendo un código de seguridad en la consola de control. Seguidamente hizo un ademán de cabeza a Nessa para que la acompañase.

Septa Clarel era pura elegancia. Mientras la seguía a cierta distancia, Nessa no podía evitar sentir que la agente dejaba a su paso un aura de luminosidad. Aquella mujer era pura distinción con su larga cabellera dorada cayendo en cascada por sus hombros y el vestido blanco fluyendo alrededor de sus muslos como agua. Pura majestuosidad. Sin duda, Septa era la mujer más parecida a una bruja de Hécate que había visto en el Nuevo Imperio.

Y ahora era su superior. Interesante.

La siguió a través de uno de los pasadizos exteriores hasta un pequeño vestíbulo donde había un único ascensor. Septa presionó el botón de llamada y juntas aguardaron frente a la puerta roja a que se abriese.

—¿Sabes dónde estamos?

—No exactamente. No conozco demasiado el Palacio.

—Nadie conoce el Palacio en profundidad, el Regente se ha encargado de ello. Para seguridad del Emperador, tan solo un grupo de elegidos conocen toda su estructura. El resto tenemos delimitadas las zonas por las que podemos movernos, y eso te incluye a ti.

Nessa asintió. No le sorprendía. Si algo había podido descubrir durante su breve estancia en el Palacio del Despertar era la obsesión del Regente con la seguridad. Loder Hexet trabajaba a diario para incrementar aún más si cabe la seguridad de su hogar mientras que el joven emperador Lucian Auren, probablemente demasiado confiado, intentaba liberarse de su yugo. El Emperador se sentía vigilado en todo momento.

Pero aunque la mayor parte del palacio estuviese totalmente controlada, la zona donde se encontraban ahora, la del servicio, era diferente. Había sistemas de registro tanto de audio como de imágenes, pero apenas había vigilancia humana. De vez en cuando algún que otro encargado de mantenimiento o algún operario pasaba por la zona, pero la mayor parte del tiempo estaba vacío, lo que era de agradecer. Sentir los ojos de Loder Hexet clavados en la nuca en todo momento no resultaba del todo agradable.

La puerta roja se abrió y las dos mujeres subieron a un amplio elevador de paredes metálicas que rápidamente empezó a descender.

—Es importante que sepas que en un inicio Eryn Cabal no estaba de acuerdo con tu cambio de unidad. Aunque admite que has hecho un gran trabajo, considera que es demasiado prematuro: te quería con el equipo de Vindicta un poco más.

Aunque no tenía motivo, pues ella opinaba lo mismo, el comentario logró ofenderla.

—¿Ah, sí?

—Sí. —Septa le dedicó un asomo de sonrisa—. Es lo malo de ser efectivo, te quieren en un mismo puesto hasta que dejes de serlo. Entonces es cuando te cambian, aunque normalmente no para mejorar. Por suerte para ti, hay quien vela por tus intereses.

El ascensor siguió descendiendo durante casi un minuto, lo que llamó la atención a Nessa. La joven permaneció en silencio, observando los distintos números del panel iluminarse, hasta finalmente alcanzar la planta menos tres. La puerta se abrió entonces y salieron a un cavernoso vestíbulo tenuemente iluminado por un foco de luz amarilla.

Nessa sintió el cambio de temperatura golpearle con fuerza al bajar de la cabina. Se encontraban en las profundidades del Palacio, en las mismas galerías subterráneas que el Emperador vería a través del suelo de cristal de su biblioteca.

—Te recomiendo que te abrigues, aunque ahí fuera estemos a casi cuarenta grados, aquí suele hacer frío —exclamó Septa.

Siguieron con su paseo adentrándose por uno de los pasadizos subterráneos. A pesar de que el primer nivel era totalmente natural, sin apenas ningún tipo de construcción, la segunda y tercera planta estaban totalmente reformadas, ahora convertidas en un complejo de oficinas donde los agentes de la OIA trabajaban arduamente.

—La OIA depende de la Oficina de Inteligencia Imperial —explicó Septa mientras avanzaban por los pasadizos, pasando por delante de distintas puertas abiertas y cerradas en cuyo interior había todo tipo de salas y despachos—, pero también de la Oficina de Seguridad dirigida por el Regente. Es decir, dependemos tanto de Eryn Cabal como de Loder Hexet. Y es precisamente por el segundo por el que te encuentras aquí. Esta mañana, durante la reunión de la OII, ha hecho acto de presencia. Y no suele hacerlo, créeme. Siempre está invitado, pero las pocas ocasiones que ha venido es porque había algún interés de por medio. Y en esta ocasión no ha sido diferente: ayer me transmitió su interés en que fueras trasladada a la OIA y hoy se ha encargado de asegurar el éxito del traspasado exigiéndolo personalmente.

—¿En serio? —preguntó Nessa con sorpresa—. ¿Loder Hexet quiere que forme parte de la OIA? ¿Por qué?

Septa se encogió de hombros.

—Sinceramente, no lo sé. Parece bastante interesado en ti, aunque desconozco el motivo. Imagino que le has impresionado, aunque con Hexet nunca se sabe. Su mente siempre va un paso por delante, así que te recomiendo precaución. Aunque trabajes para mí, es posible que te reclame para alguna operación, y créeme, si el Regente exige tu colaboración, no te queda otra que cumplir con tu deber.

Llegaron a su objetivo, un almacén en cuyo interior había cientos de archivadores metálicos diseminados por sus más de quinientos metros cuadrados. Se trataba de una monstruosa estancia de paredes de piedra y altísimo techo lleno de estalagmitas. A simple vista parecía un depósito, pero en realidad era una biblioteca subterránea en la que en vez de colecciones de libros en estanterías había miles de dispositivos de memoria ordenados en sus clasificadores de metal. Una auténtica colección que, sumada a su sección de libros prohibidos de más de cien metros cuadrados, aislada dentro de un cubículo de cristal, y a los más de tres mil contenedores repletos de cuadernos y volúmenes que aguardaban en las cinco plantas inferiores, convertía a aquel lugar en el mayor centro de conocimiento de todo el país, y probablemente de todo Aeron.

Visiblemente orgullosa, la agente Clarel se adentró en la sala con paso decidido, arrancándole taconazos al suelo ajedrezado, hasta el primer bloque de mesas de estudio, allí donde sentados alrededor de una columna de luz dorada había una decena de agentes de aspecto cansado trabajando. Septa los saludó con un ligero ademán de cabeza y se volvió hacia Nessa para hacerle una señal para que la siguiera.

Avanzaron un poco más, hasta otro de los centros de estudio ahora vacíos. En total debía haber más de un centenar de mesas repartidas por toda la sala. Septa se sentó en la esquina de uno de los escritorios y extendió los brazos.

—¡Bienvenida a nuestro centro de operaciones, agente Fedora! Tenemos a más de ochenta agentes trabajando a diario en estas instalaciones, veinte traductores y cinco especialistas en distintas disciplinas: lenguaje oculto, magia oscura, el Velo, credos olvidados y demonología. Con tu llegada, mi idea es crear una sexta especialidad: magia de sangre. Sé que tu conocimiento no es todo lo amplio que me gustaría, pero al menos tienes la base para poder traducir y comprender los grimorios que poseemos.

Sorprendida ante la petición, Nessa quiso rechazar la propuesta. Aunque tenía capacidades suficientes como para poder dominar la magia de sangre como cualquier otra bruja, llevaba años huyendo de ella. Aquel tipo de hechicería era peligrosa, se descontrolaba fácilmente y podía llegar a devorar a su propia practicante, por lo que llevaba muchos años sin utilizarla. De hecho, llevaba toda la vida tratando de esquivarla. Por desgracia, parecía que la magia la perseguía y en aquella ocasión no iba a poder escapar de ella tan fácilmente.

—Haré lo que pueda —aseguró.

—Estoy convencida de ello. De hecho, tal es mi confianza que te he asignado un despacho. Ven, apuesto a que te gustará.

Septa llevó a Nessa a un pequeño cubículo de paredes móviles en cuyo interior había una amplia mesa de color negro y un ordenador de última generación. Además había dos grandes depósitos llenos de libros, los que probablemente tendría que trabajar durante las siguientes jornadas, y tres muebles vacíos para que pudiese ir ordenándolos. En general era un lugar bonito, perfecto para poder disfrutar de un poco de intimidad.

Más que suficiente para ella.

—Aquí nadie te molestará. El centro de operaciones es un lugar tranquilo, pero cuando los grupos de trabajo se juntan, dependiendo de en qué sección se pongan, pueden llegar a resultar molestos. Te cierras la puerta y arreglado.

Nessa asintió, agradecida por el consejo, y se internó en la sala para poder empezar a familiarizarse con el mobiliario y el ordenador. No eran gran cosa, pero mucho más de lo que había esperado encontrar. Aquella gente confiaba en ella, al menos en apariencia, y eso le gustaba. Pero no se engañaba: Hexet tenía algún tipo de interés oculto en ella, era evidente, así que iba a tener que jugar sus cartas con cuidado.

—Nadie conoce la existencia de este centro de operaciones salvo sus miembros, el Regente y algún que otro colaborador más, por lo que te pediría discreción —prosiguió Septa, desde la puerta—. Familiarízate con tu despacho y la oficina en sí, es un cambio importante. Una vez te sientas cómoda, empezaremos a trabajar. Tengo grandes planes para ti.

Una agradable sensación de poder envolvió a Nessa cuando Septa Clarel abandonó su oficina y se quedó sola. La arpía cerró la puerta de cristal y contempló su pequeña madriguera con orgullo. No era gran cosa, pero se sentía protegida en su interior. De hecho, tenía algo. No sabía el qué, pero percibía en ella una energía muy especial que ascendía en columna hasta perderse más allá del techo de piedra.

Era como si, en cierto modo, aquel lugar la hubiese estado esperando. Como si no hubiese estado completo sin ella.

La arpía tomó asiento en la butaca y apoyó las manos sobre la mesa. Sí, podría vivir con ello. Podría enfrentarse a aquel reto...

Podría vivir así.




La noche ya había caído. Nessa llevaba cerca de tres horas revisando la gran cantidad de libros en los que próximamente empezaría a trabajar, repartiéndolos en distintas pilas sobre el escritorio, cuando alguien entró en el centro de mando. Alguien cuyos pasos no escuchó. Estaba tan concentrada en sus propios pensamientos que prácticamente estaba aislada del mundo. Además, la puerta cerrada ayudaba.

Pero que ella no le viese a él, no implicaba que él no la viese a ella.

El recién llegado atravesó toda la sala, saludando a su paso con un ligero ademán de cabeza a los agentes que aún trabajaban en las mesas de estudio, y siguió hasta alcanzar la puerta cerrada de la oficina de Nessa. Una vez frente a ella, la observó a través del vidrio durante unos segundos, estudiando el modo en el que la mirada de la arpía paseaba por las portadas de los libros, hasta que finalmente abrió y la agente se percató de su presencia.

Un escalofrío recorrió la espalda de Nessa al ver a Loder Hexet bajo el umbral de la puerta. Lo observó por un instante, sintiendo sus fríos ojos azules atravesarle el alma, y dejó los libros sobre la mesa para acudir a su encuentro.

—Alteza —dijo, plantándose frente a él para saludarlo con un ligero ademán de cabeza.

—Agente Fedora, veo que ya te han enseñado su despacho —respondió él, sin pasar de la entrada—. Espero que sea de tu agrado, yo mismo le sugerí a Clarel que aprovechase esta estancia. Probablemente no lo sepas, pero se encuentra justo debajo de la biblioteca de mi hijo.

—¿Ah, sí?

Los ojos rasgados de Nessa ascendieron hasta el techo. No podía ver más allá de la oscuridad de la piedra, pero en su mente se dibujó la biblioteca, con sus pasadizos blancos y su suelo acristalado. La imaginó iluminada por la luz del atardecer, con Lucian paseando por ella con uno de los libros que ella misma había seleccionado entre manos. Vestía su elegante uniforme militar y a las espaldas llevaba una larga capa roja. Parecía relajado, tranquilo, sonriente...

Brillaba por sí mismo. Brillaba tanto que no pudo evitar que un suspiro escapase de sus labios. En el fondo, ni Helena ni Gladio se equivocaban al decir que le fascinaba aquel joven.

Pero tal y como la imagen apareció en su mente, desapareció devolviéndole el rostro severo de Loder Hexet. El Regente no apartaba la mirada de ella, y no le faltaba motivo. De haber sabido lo que en aquel entonces pasaba por su mente, probablemente se habría enfadado.

Nessa no pudo evitar sonrojarse.

—Así es —prosiguió Hexet—. Este centro de operaciones tiene un tamaño mayor que la biblioteca, pero me gustó la idea. Ya que colaboras en su construcción, me pareció adecuado que ocupases este lugar. Además, es el más resguardado de todos. Aquí podrás aislarte del resto de la sala y concentrarte. Tu trabajo es especialmente delicado: no puedes permitirte ningún error.

—Soy consciente de ello —admitió Nessa—. He revisado alguno de los volúmenes por encima, y aunque no he profundizado he podido ver que hay información muy delicada en ellos. ¿Y qué decir de los grimorios? De la mayoría de ellos ni tan siquiera había oído hablar.

—Proceden de la colección privada de mi sobrino político, el rey Emrys Daeryn —sentenció Hexet—. Teniendo en cuenta que en cierto modo sigue con vida gracias a ti, consideré adecuado que quedase en tus manos su revisión.

Nessa no pudo evitar que la sorpresa iluminase su mirada. Dedicó una mirada significativa a los grimorios y asintió con la cabeza.

—Es la colección de un rey —reflexionó—. Es un auténtico honor, Alteza. Me siento muy afortunada.

—Tú lo has dicho, es la colección de un rey, el primer rey de Hécate para ser más exactos, por lo que sí, eres muy afortunada. No obstante, no te voy a mentir: recuperarlos no ha sido fácil. Han estado demasiado tiempo en manos del nuevo gobierno, por lo que estoy convencido de que el material más delicado ha desaparecido. A pesar de ello, creo que podemos estar satisfechos de haber podido recuperar al menos parte de la colección. Es importante para Emrys, y también lo es para mí.

—La trataré con todo el respeto que merece, tiene mi palabra.

Hexet asintió.

—Estoy convencido de ello. Por cierto, mañana se hará oficial, pero mi sobrina Valentina y Emrys van a instalarse definitivamente en el Nuevo Imperio. Como ya sabes, llevan años yendo y viniendo de Galaad, pero ahora que al fin la célula terrorista ha sido neutralizada han tomado la decisión de quedarse. —Hexet se cruzó de brazos, adoptando una postura algo más tensa de lo que probablemente querría mostrar. No parecía demasiado cómodo con el tema—. Emrys está interesado en conocerte, tengo la sensación de que se siente en deuda contigo. Supongo que no será un problema para ti.

Nessa logró disimular la sorpresa.

—Para nada, sería un placer.

—Eso suponía. Lo conozco lo suficiente como para saber que querrá conocer a todos sus compatriotas en la ciudad y formar un círculo cercano. Emrys es como yo: le gusta tener a los amigos y los enemigos cerca.

Aquellas palabras despertaron una sensación extraña en Nessa. La arpía le mantuvo la mirada, tratando de entender el mensaje oculto en sus palabras, pero no logró más que conjeturar. Cabía la posibilidad de que la hubiese descubierto y la quisiera tener controlada, pero en caso de ser así le extrañaba que la dejase al cargo de un proyecto tan importante como aquel. O quizás sí, con Hexet era complicado. Sea como fuera, el regente estaba tratando de transmitirle algo que, aunque a simple vista no logró comprender, no tardaría en descubrir.

—Emrys sufrió mucho durante el golpe de estado en tu país. El ejército lo sacó del trono a la fuerza y lo mantuvo encerrado durante muchos meses hasta que al fin logré su liberación. No ha vuelto a ser el mismo hombre desde entonces, pero confío en que su estancia en el Nuevo Imperio le servirá para recuperarse. Dicen que la familia es clave para estos casos, pero yo soy más partidario de curar las heridas con trabajo. Sea como sea, desconozco qué camino tomará Emrys, pero confío en que será el adecuado. Y tú, Natasha Fedora, me vas a mantener informado.

Nessa no separó los labios. Ni quería ni podía contestar. Ahora que al fin había salido a la luz su auténtico interés en ella, no sabía qué opinar al respecto. Aunque le seducía mantenerse tan cerca de la Corona, la sombra del peligro teñía de inquietud la misión. No iba a ser fácil mantener su identidad secreta durante mucho tiempo si Hexet empezaba a interesarse en ella.

—Prepararé vuestro encuentro —sentenció el Regente—. Te mantendré informada, agente. Hasta entonces, confío en que encontrarás un nuevo hogar en este centro de mando. Quizás no sea tan llamativo como la biblioteca de mi hijo, pero no está exenta de conocimiento precisamente.

—Estoy convencida de que encontraré mi sitio aquí, Regente.

—Eso espero... por cierto, antes de irme, Lucian me ha transmitido abiertamente su interés en que sigas colaborando con él hasta la inauguración de la biblioteca. Confío en que podrás compatibilizar ambas labores sin olvidar dónde está tu auténtico lugar.

Nessa no permitió que la advertencia amargase la noticia. Asintió con la cabeza, entusiasmada con la idea, y no dejó de sonreír incluso cuando el regente abandonó la sala. Tampoco cuando se dejó caer en su butaca y comprobó que tenía dos llamadas perdidas de Lira en el teléfono. Empezaba a gustarle demasiado el Nuevo Imperio.


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