"Necesito una voz que haga eco".

Hay algo en sus ojos que resulta cautivante, pero es su sonrisa la que consigue que sus piernas tiemblen cuando su mano grande y firme sostiene la suya para luego depositar un beso en ella como la sutil caricia de una mariposa. Jungkook siente el calor trepar por su rostro hasta la punta de sus orejas y teme, por un momento, que alguien esté vigilándolos.

– Mi nombre es Taehyung, mi príncipe, y estoy encantado de cantar para usted.

La profundidad de su voz le electrifica, obligándose a responderle con serenidad: – Me han dicho que es usted uno de los mejores cantautores del reino, ¿es eso así?

– Las personas disfrutan de mi canto porque hablo de lo que veo y ellos no quieren aceptar en voz alta – el hombre se encoge levemente de hombros.

El príncipe se endereza, confuso: – ¿A qué se refiere?

– Sus ojos esconden soledad – es la respuesta del hombre, que se retira unos pasos para observarlo mejor y una sonrisa triste se cuela en sus labios – Lo veo en cómo se para, en cómo habla y en cómo mira. Puedo hacer mil canciones sobre su soledad... mi príncipe.

Lo deja sin palabras un momento, su corazón disparándose en una carrera: – No me conoce.

Taehyung, como recuerda que se llama, sacude la cabeza llena de desaliñados cabellos negros antes de reír suavemente: – Tal vez no lo conozco personalmente, mi príncipe, pero conozco la soledad, canto desde ella.