《Tercera parte》

—¡No!—masculló la pelirroja apenas llegaron hasta la puerta doble del teatro de la escuela. Se giró lentamente para encontrarse con la mirada consternada de Erick.

—¿Qué?—cuestionó el muchacho llevando su mano hasta el puente de su nariz como si estuviese realmente cansado de todo aquello.—No te puedes echar para atrás, Emmillye—masculló sin dejar de mirarla fijamente.

—Si puedo y no pienso hacerlo...—anunció simplemente.

—¿Qué pasa con toda nuestra platica motivacional, eh?—susurró el chico en voz baja.—Vamos, Emmy...se supone que tienes que ser valiente e ir hasta la señora Foster y decirle que quieres ser parte de la obra de teatro escolar...—musitó el muchacho de ojos verdes sin apartar sus ojos de los de la pelirroja.

—Erick...

—No voy a seguir presionándote para que lo hagas sólo...vámonos de aquí...

(...)

—Espera, ¿Qué?—cuestionó Alanis si dejar de observar a Richard que permanecía observándola con el ceño fruncido.—Estás diciendo que tú...

—¡Que está buscando a la chica del piano que no tiene rostro!—anunció Joel—Bien, no es que realmente no tenga rosto porque es más que obvio que lo tiene sólo que él es un ciego que no la pudo reconocer...en realidad no es que sea ciego pero ella estaba con la cabeza cubierta y lo único que sabe que es tenía las uñas barnizadas de color verde, que tenía un suéter negro, que sabe tocar el piano, que canta como los verdaderos ángeles y que además de todo es tan escurridiza como el agua entre los dedos...—explicó el pelinegro con una mueca de fastidio.

—Barnizadas de verde, que mal gusto el de E...ella. Que mal gusto, en serio.—declaró Alanis y Ana negó un poco mientras Ariana seguía con la mirada clavada en la pantalla del ordenador portátil.

—¿Por qué la estás buscando?—preguntó Ana nerviosamente sin despegar sus ojos del par de chicos que ahora permanecían en silencio.

—Porque quiero hablar con ella, quiero conocerla...—decretó Richard.—No es que este enamorado o algo parecido porque eso es hipotéticamente imposible pero creo que podríamos ser buenos amigos... ¿no lo crees? A mí me gusta cantar y a ella también, ya tenemos algo en común...además...realmente quiero conocerla...había algo en su voz que...no he dejado de pensar un solo momento en esa voz...es algo más fuerte que yo y por más que trato y trato no logro sacarla de mi mente.—musitó Richard.

—¿Y qué pasa si en verdad resulta ser que la conoces mejor de lo que crees?—interrogó Ariana mirando al rubio llena de intriga.

—¿Por qué preguntas eso?—preguntó Richard lanzándole una mirada curiosa provocando que un inminente sonrojo se apoderara de las mejillas de la chica.

—¡Es una simple pregunta, por Dios!—se quejó la chica de cabello rizado.—Que intenso estás...

—No le hagas caso, Ari...desde entonces no ha dejado de decir tontería tras tontería...pero creo que ya va siendo algo normal en él—se burló Joel despreocupadamente.

—Tu mejor amigo es el peor de todos, ¿ya lo sabías?—cuestionó Ana en dirección a Richard. El rubio se echó a reír encogiéndose de hombros un poco mientras que Joel les dedicaba una mirada de ofensa.

—Y eso que aún no te he dicho que Joel tuvo la increíble idea de apuntarnos a ambos al club de teatro para que la señora Foster nos humille haciéndonos participar en la obra escolar de este año...—anunció Richard en medio de un largo suspiro. Tres pares de ojos idénticos se posaron en él.

—¿Qué? —Soltó Ana poniéndose de pie.—¿Qué fue lo que dijiste, Richard Camacho?

—Que ahora formamos parte del club de teatro... vaya mierda, por cierto—agregó en medio de un largo suspiro.

—No puede ser cierto—masculló antes de echarse a correr fuera del aula dejando a sus dos hermanas, a Joel y a Richard completamente estupefactos.

—¿Qué le pasa?—cuestionó Joel sin comprender el comportamiento de una de las mellizas.

—Déjala, seguro está en sus días...

(...)

—Hasta que por fin te encuentro—declaró Ana acercándose a paso lento hasta Emmillye que permanecía sentada en completo silencio admirando con renovado interés el suelo. Erick llevó su mirada hasta la recién llegada, frunció el ceño y negó un poco.—¿Qué es lo que pasa?—cuestionó en voz baja.

—Pasa que un momento de valentía más y Emmy terminaba siendo parte del club de teatro—anunció Erick en medio de un largo suspiro. Ana llevó su mirada del uno al otro y pestañeó un par de veces como si no terminarse de entender lo que acababa de salir de los labios del muchacho de ojos verdes que tenía frente a ella.

—¿En serio?—preguntó en un hilo de voz.—¿Y por qué ya no?—agregó cruzándose de brazos.

—¡Porque soy demasiado cobarde!—respondió la chica llena de confusión.—Porque no tengo las suficientes agallas para ir hasta allá y decirle a la señora Foster que quiero ser parte del club de teatro...

—Creo que el pánico escénico le gana—musitó Erick. Los ojos de la chica se posaron en Erick un momento.—Necesitamos encontrar una buena manera para que finalmente lo venza ¿no lo crees?—cuestionó el chico sin dejar de mirarla fijamente.

—Tienes que inscribirte, Emmy—decidió Ana y los dos chicos la miraron fijamente.

—¿Qué?—soltó llena de sorpresa.

—Tienes que hacerlo, Emmy.—masculló sentándose a su lado.—Escucha, el club de teatro es una oportunidad única para vencer ese miedo, los ensayos son a puerta cerrada así que nadie va a saber que eres parte hasta el día del estreno de la obra escolar—explicó la chica.

—¿Te volviste loca, Ana?—cuestionó Emmillye sin atreverse a mirarla—Estamos hablando de toda la escuela, por Dios ¿si recuerdas eso, cierto?—añadió en voz baja.

—Vamos a hacer un trato...sí entras en el club de teatro te prometo que hago que mi padre te consiga el autógrafo de esa banda de Inglaterra que te gusta—prometió la chica haciendo que automáticamente los ojos de Emmillye se iluminaran.

—¿Qué? ¿Por qué me estás chantajeando de esta manera?—preguntó ofendida. Erick se echó a reír un momento y negó con diversión.

—Estamos hablando de The Vamps, Emmillye—la secundó Erick moviendo sus cejas de manera divertida.

—Vamos, Emmillye...no pierdes nada con intentarlo y ganas vencer ese miedo que te corroe y encima u autógrafo de esos bombones comestibles que cualquier chica en su sano juicio se querría comer con un bote de chocolate—anunció la chica con una enorme sonrisa tirando de sus labios.

—Eres una mala amiga por hacerme hacer esto—decidió la pelirroja poniéndose de pie lentamente aun sin estar completamente segura de lo que iba a hacer—Pero está bien, acepto...

(...)

—Hola, Emmy—saludó Richard sentándose a su lado lentamente.

Automáticamente la piel de la muchacha se erizó por completo pero parecía que él no se daba cuenta de ese detalle. Se abrazó a sí misma y se acomodó las gafas de lectura que a veces utilizaba e inspiró profundamente.

—Hola—murmuró. Richard la observó un momento y el corazón de la pelirroja se aceleró de inmediato.

No podía terminar de recordar con exactitud cuándo se había enamorado de Richard. Sin embargo, lo había hecho. El simple hecho de que él le hablara bastaba para que el corazón de Emmillye se fuese de viaje a la luna, para que sus piernas temblaran y si abría la boca, era suficiente para hacerla tartamudear y eso para ella era bastante patético.

Por eso, cada vez que él aparecía frente a ella prefería hacer las cosas con calma para no parecer más patética aun.

—¿Te pasa algo, Emmy?—cuestionó el muchacho sin apartar sus ojos de ella.

—No—respondió automáticamente—Sólo estaba pensando un poco...

—¿Y en que pensabas?—preguntó él cruzándose de brazos lanzándole una sonrisilla divertida que ella amó en una fracción de segundo.

Y es que quién dijera que la sonrisa de Richard no era linda o bien era ciego o estaba completamente mal de la cabeza. Levantó sus ojos un momento hasta posarlos encima de los ojos color chocolate del muchacho e inspiró profundamente.

—En cosas...

—¿Y en qué cosas?—se rio el rubio.—Si es que puedo saber, quiero decir...

—En realidad no puedes saberlo—respondió mirándole un momento. El ceo de Richard se frunció un poco y pestañeó un par de veces—Tendría que matarte después...—bromeó. Richard se echó a reír y negó un poco.

—Muy graciosa—replicó el muchacho y luego se acercó un poco más a ella. De inmediato cada fibra del cuerpo de Emmillye comenzó a vibrar y ella inspiró profundamente tratando de que él no lo notara.—Pero lo digo en serio...

—Estaba pensando en...en Erick—musitó y al momento se arrepintió cuando notó la sonrisa de Richard.—No en ese sentido...

—¿Te gusta Erick, Emmy?—cuestionó el muchacho en tono burlón.

—¿Qué? ¡No!—masculló con las mejillas en llamas.—No me gusta Erick, estaba pensando en otra cosa...que lo incluye—susurró.

—¿En su boda y luego en los cinco niños que van a tener?—preguntó en voz baja.

—¡No!—chilló Emmillye. —Era otra cosa...

—Oye Emmy...¿puedo ver tus manos?—cuestionó el muchacho. De inmediato el corazón de la pelirroja volvió a acelerarse y negó un poco.

—¿Mis...mis manos?—susurró mirándole un poco.—¿Por qué quieres ver las manos?

—¿Has escuchado la canción de rio Roma?—preguntó Richard con media sonrisa—Dice que cuando quieres a alguien tienes que fijarte en sus manos...

—¡Es una canción de amor, por Dios!—reprochó ella y Richard se encogió de hombros de manera despreocupada.

—Pero eres mi amiga y te quiero...—la chica negó un poco—Vamos, muéstrame tus manos, no te voy a hacer nada, lo prometo—anunció.

Emmillye inspiró profundamente tratando de calmar el ardor que estaba comenzando a sentir en sus pulmones y agradeciendo a Dios haber encontrado una botella de quita esmalte en uno de los cajones de su tocador. Le tendió ambas manos a Richard y él las tomó lentamente provocando que de inmediato una intensa corriente eléctrica se hiciera presente en ambos.

Richard la miró a los ojos un largo momento sintiendo aun como las puntas de sus dedos hormigueaban. Abrió la boca para decir algo pero realmente se dio cuenta que no tenía nada para decir. Los ojos de Emmillye seguían fijos en él, hasta que la soltó.

—¿Qué tengo?—preguntó la chica casi tartamudeando.

—Nada...es...realmente nunca me había dado cuenta de los suaves que son...—comentó. Emmillye apartó la mirada y se echó a reír un poco sin poder creer que aquello acababa de salir de los labios de Richard Camacho.

—Eres un tonto—se rio ella y él soltó un prolongado suspiro.

—Y déjame decirte algo que te va a hacer pensar que de verdad lo soy—anunció y ella lo miró de nueva cuenta.—Joel tuvo una increíble idea para ayudarme a encontrar a una persona...

—¿Encontrar a una persona?—cuestionó con curiosidad.—¿A quién?

—A una chica misteriosa que estaba tocando el piano y cantando una canción...desde entonces no he podido sacarme la canción ni su voz de la cabeza...creo que ya hasta la sueño—demandó y ella frunció el ceño.

—¿Qué? ¿La estás buscando?—soltó de repente.

—Y eso no es todo...—agregó y negó un poco con una sonrisa tirando de sus labios débilmente mientras Emmillye sentía que estaba a punto de desmayarse—Joel cree que ella es parte del club de teatro por eso nos inscribió a ambos para participar en la obra escolar de la señora Foster...

_ _ _ _ _ _

Uy, Emmillye... esa suerte no te la robo, ah.

Holi. ¿Cómo andan, eh?

Mucho besos y nos estamos leyendo lueguitooo.

Love, Gloria, xx. 

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