Capítulo 5

Al otro día...

Dos autos se estacionaron frente a la librería y en cuanto los dos se encontraron cara a cara en la puerta, fruncieron el ceño.

— ¿Qué haces tú aquí? — preguntó Joey molesto.

—Lo mismo que tú. Vengo a ver a Anaïs.

—Yo igual y no me iré sin verla.

—Yo tampoco. Quedó muy afectada ayer. Por eso vine a verla.

—A pesar de lo que sucedió, no he dejado de pensar en ella — Layne lo miró con ojos serenos.

—Tampoco yo. Escucha, sé que los dos nunca nos llevamos bien con lo de nuestras bandas y todo eso, pero podríamos intentar el tolerarnos frente a ella. Solo por Anaïs — Joey lo vio en seco y pensó en mí.

—Tienes razón. Solo lo haré por ella, porque la amo.

—Yo también la amo, y estoy dispuesto a lo que sea, con tal de que esté bien, y eso me incluye el hablar contigo.

—Estoy de acuerdo.

—Vamos, entremos...

Los dos altos y guapos sujetos entraron a la librería y con la ilusión de que me verían sentada en la recepción, la preocupación y desilusión los abordó al ver a otra muchacha sentada en el que era mi puesto.

Layne nervioso, al igual que Joey, se le acercó a la joven mujer...

—Hola, disculpa ¿Se encuentra Anaïs? Somos dos amigos suyos que vienen a visitarla.

—Lo siento, pero Anaïs ya no trabaja aquí. Presentó su renuncia hoy por la mañana — los dos absortos, no lo pudieron creer y la aflicción los consumió.

—No puede ser — dijo Joey, y Layne nervioso, volvió a mirar a la mujer.

— ¿Cómo que renunció? ¿No sabes que fue lo que le ocurrió?

—Solo sé que decidió volver a la costa. Anaïs venía de allá.

— ¿La costa? — Preguntó Joey.

—Sí, la playa que queda al otro lado de la ciudad — los ojos de ambos brillaron y tuvieron una pequeña esperanza en sus corazones.

Salieron de la librería y ambos se miraron en seco.

—Esto, nosotros la destrozamos — mencionó Layne y Joey soltó un suspiro con pesadez.

—Me siento culpable. La traté muy duramente — Layne solo lo miró.

—...

—Como sea. Iré a buscarla.

—Yo también iré por ella — Joey lo miró sorprendido.

— ¿Qué? ¿Tú también piensas ir por Anaïs?

—Quizás ella no quiera vernos, pero no me importa. Quiero correr ese riesgo — Joey lo miró fijo.

— ¿Tanto la amas? — Layne lo vio de igual manera.

—Así es, al igual que tú, y como te lo dije en la librería, estoy dispuesto a todo con tal de hacerla feliz.

—Entonces si es así, vamos a buscarla antes que sea demasiado tarde.

Ambos se estrecharon las manos y se subieron a sus autos y se fueron a la costa.

Con la vista perdida en el nublado cielo, y tranquilo mar, el sonido de las olas me hacía olvidar la tristeza que tenía.

Me senté en la arena y contemplé con melancolía toda la playa a mí alrededor. Era la única que estaba allí, y melancólica, sentí con cariño y a la vez amargura la abrigadora bufanda de mi amado Joey y se me llenaron los ojos de lágrimas. Me tomé el corazón del cuello, que Layne me había regalado, y lo apreté con amor en mi mano. Los recordé a ambos y me puse a llorar, ya que no volvería a verlos nunca más.

<< Jamás los olvidaré. >>

<< Pero es lo mejor. No podía seguir engañándolos, ni engañándome a mí. >>

<< Layne y Joey se merecen algo mejor. Cada uno, con una mujer que los ame y los cuide. Lo que yo nunca podré hacer... >>

Con los ojos hinchados, el fresco viento jugó con mi querido vestido, rosa satín, y volví a observar el mar y a sus olas, luego agaché la cabeza y abrasé mis piernas.

Era lo mejor que pude hacer, el de renunciar a mi trabajo en la librería y regresarme a la costa, ya que así no volvería a verlos. Era lo más conveniente, en especial para ellos dos. Fue lo que pensé, y con el pecho apretado, solo deseaba seguir llorando, llorando delante del solitario y pasivo mar.

Ambos conduciendo a toda velocidad, frente a la playa, Layne, iba detrás de Joey, el que no dejaba de mirar insistente a la orilla del mar, por si lograba hallarme.

<< Vamos, cariño. Tienes que estar aquí. >>

<< Tengo que encontrarte. >>

<< Solo quiero volver a verte para besarte y decirte cuanto te amo. >>

Layne desesperado por encontrarme, me buscó frente a la playa, pero tampoco logró hallarme y con pesar, recordó que me había hecho suya y el corazón se le aceleró de amor.

—Amor mío. Mi angelito. Aparece por lo que más quieras...

De pronto a Joey le brillaron los ojos al verme sentada en la arena y el corazón le brincó de dicha y de amor. Sonrió perdidamente y llamó de inmediato a Layne.

—Halo.

—Acabo de encontrarla. Esta sentada en la arena — los ojos de, Layne, relumbraron con amor y sonrió al instante.

Ambos se detuvieron y se bajaron de sus autos. Se miraron y luego voltearon a verme, sentada, allá en la arena.

—Esto lo estamos haciendo solo por ella.

—Así es — rectificó Layne y los dos bajaron rápidamente a la playa.

Solo pensando en ambos, no dejaba de recordar que me les había entregado a los dos. Primero fue con Joey, luego con Layne y sentí las dulces caricias y apasionados besos de ambos y el cuerpo y alma me vibraron al unisonó. El corazón se me agitó por los dos y sentí que ya los extrañaba enormemente y con pesar.

—No podré olvidarlos nunca. Nunca, mis amores fugaces.

Ida en las olas, ellos dos se me acercaron y los ojos de Layne me vieron con locura. Joey me miró perdidamente enamorado y sonrió enternecido.

De pronto, yo me giré, el viento jugó con mi cabello y vestido y la impresión y sorpresa me abordaron al ver a Layne y a Joey, juntos, frente a mí. El aliento se me retuvo y no pudiendo creerlo, ellos se me acercaron, yo los vi con emoción y no pude más y me desmayé delante de ambos.

— ¡Anaïs!

Gritaron los dos y corrieron a socorrerme.

Layne alarmado, acarició mi pálida mejilla y Joey se colocó del otro lado, junto a mí.

—No la muevas. Coloquémosle mi suéter en la cabeza.

—De acuerdo...

Layne levantó un poco mi cabeza y Joey puso su suéter, como almohada, para que mi cabeza reposara en ella.

Ambos me miraron preocupados y Layne volvió a acariciar mi mejilla.

—No despierta, Joey.

—Pronto lo hará. No te desesperes. No es primera vez que le ocurre esto. Ya le había pasado conmigo.

—Me contó que se había desmayado, que tiene problemas de presión alta, pero que la tiene controlada.

—Al parecer esto le sucede cuando se altera mucho, o con altas emociones, como ahora cuando nos vio — Layne me vio locamente enamorado.

—Hay que evitar el darle malos ratos y disgustos. Tenemos que cuidarla, Joey.

—Lo haremos. No permitiremos que nada malo le ocurra.

Ambos volvieron a mirarme, cuando yo de pronto, jadeé sus nombres y los dos me vieron atentos. Abrí lentamente los ojos y la felicidad y emoción regresaron en mí. Vi a Layne y a Joey junto a mí y se me llenaron los ojos de lágrimas, pero de dicha y les sonreí.

—Son ustedes. Están aquí — Joey y Layne me sonrieron tan contentos, como yo lo estaba, y quise enderezarme, pero Layne no me lo permitió.

—Tranquila, no te muevas todavía, angelito — sin resistirme, le acaricié su barba de chivato y luego me giré a ver a mi Joey y él me sonrió perdidamente enmaromado. Yo no pude más y lo abrasé fuerte, con todo mi amor. Joey con amor, me recibió en sus brazos y acarició mi largo cabello.

—Mi Joey. Mi Joey.

—Aquí estoy, niña mía. Perdóname por favor, fui un tonto contigo.

—Yo te amo, mi vida.

Le dije entre lagrimas y Layne nos sonrió.

—Mi amor — volví a decirle a Joey y de pronto me volteé y vi a Layne y me le lancé a sus brazos.

Layne embelesado, y tierno, me abrazó fuerte y me amó con fervor.

—Mi Layne. Mi amado Layne.

—Jamás te dejaría sola, amor mío. Yo te amo y aquí estoy, a tu lado — lo miré perdidamente enamorada y él acarició mi humedecida mejilla.

Joey nos miró y decidió aceptar todo lo que se vendría.

De pronto, los vi a los dos, que estaban juntos y no discutiendo.

— ¿Vinieron juntos?

—Sí. Layne y yo nos quedamos muy preocupados por ti por lo que sucedió ayer y fuimos a verte a la librería.

—Pero había otra mujer y ella nos dijo que habías renunciado y que te habías regresado aquí, a la costa.

—Es verdad. Si renuncié a la librería fue porque no quería, no tenía el valor para volver a verlos. Ya no quería seguir haciéndoles daño, por eso quise alejarme y regresar aquí. Escúchenme, no escogeré a ninguno, así que si vinieron aquí para eso, no obtendrán nada de mí.

—No vinimos a eso, cariño. Sabemos lo que sientes por ambos y estamos dispuestos a estar a tu lado, los dos — los vi sorprendida y mi corazón y alma vibraron.

Layne me contempló fijo y me amó profundamente. Solo deseó tenerme en sus brazos y besarme hasta que sus labios ya no pudieran más de hacerlo.

—Es la verdad, angelito. A pesar de las diferencias que tenemos Joey y yo, compartimos el mismo sentimiento de amor hacia a ti y solo queremos quedarnos contigo.

El viento volvió a jugar con nuestros cabellos, y yo aún sorprendida de que estuvieran los dos, junto a mí, y que estaban dispuestos a quedarse a mi lado, la alegría y emoción me llenaron por dentro y les sonreí perdidamente enamorada, a ambos.

— ¿Los dos están seguros de querer hacer esto? ¿No se van a arrepentir?

—No mi vida, por el contrario, los dos nos arrepentiremos, si no damos este paso contigo. Layne y yo te amamos, te amamos demasiado, Anaïs — le acaricié su mejilla y Joey me vio embelesado.

—Yo también los amo. Los amo a ambos, con todo mi corazón y solo quiero hacerlos feliz — Layne tomó mi mano.

—Ya lo estás haciendo, amor mío. Con que nos ames es más que suficiente para que los dos seamos felices — mis ojos brillaron en su tierna sonrisa.

—Layne, mí amado Layne.

Le dije cautivada y no lo resistí más y me enderecé y lo besé, como tanto había deseado.

Layne feliz de que yo lo besara, sostuvo mi cabeza con cariño, y después, me tomó de la cintura. Los dos nos besamos largamente, y Joey serio, aguardó su turno y volteó a ver el mar.

Al cabo de besarme con Layne, él me contempló con ternura, muy feliz y yo miré a Joey con coquetería; me le abalancé a sus brazos y comencé a besarlo como tanto, también, lo anhelaba.

Joey extasiado por mis labios, me abrazó con todo su amor y me besó todo apasionado. Introdujo su lengua en mi boca, lo que me volvió loca y los dos nos besamos con complicidad y cariño. Layne también volteó la mirada al mar y solo esperó.

Al cabo de que los besara, les sonreí y los abrasé con felicidad y amor. Joey y Layne correspondieron a mi abrazo, dejándome al medio de ambos; los tres nos sonreímos contentos, plenos y caminamos los tres abrazados por la solitaria y mágica playa.

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