Él estaba en el escenario a punto de cantar y estaba... ¡¿Tocando un piano?!

Me miró a los ojos durante toda la canción.

Y yo me quedé mirándolo y escuchándolo cantar.

Terminó la canción y todo el mundo le aplaudió.

Dejó el escenario como estaba antes, bajó y se acercó a mi.

Alastor: Querida, ¿estás bien?

Tn: Sí. ¿Por qué lo dices?

Sacó un pañuelo de su traje y me limpió el rostro.

Ahí noté el por qué me hizo esa pregunta.

Alastor: Porque estás llorando. No lo hagas más, por favor.

Tn: ¿Y eso p-por qué?

Alastor: Porque se te va a arruinar el maquillaje.

Dí una pequeña risa.

Tn: Lo siento. Es que... las canciones de amor que conozco y sé su significado, me ponen sentimental.

Dejé de llorar.

Alastor: Entonces, ¿Vamos de cacería o lo dejamos para otra ocasión?

Tn: ¿Bromeas? ¡Claro que iremos de cacería!

Salimos del club no sin antes despedirnos de Rosie y Mimzy.

Nos ocultamos en las sombras y comenzamos a matar demonios que tenían malas intenciones.

Sangre, vísceras y tripas volaron en todas las direcciones posibles sobre la acera y la calle.

De música, teníamos los gritos de quienes habíamos asesinado recientemente.

Y de cena, ojos, tripas y alguna que otra lengua y mano demoníaca.

Tn: Amo ser caníbal.

Alastor: Recuerda quien te lo inculcó, mi dulce loquilla.

Tn: Ya lo sé. Tú, mi ciervito loco de rojo.

Si se preguntan por qué los apodos, simplemente les diré algo que había olvidado decir:
Estamos saliendo en secreto desde hace seis infernales años.

Sólo Niffty, Rosie y Mimzy lo saben.

Alastor se levantó de la acera en la que estaba sentado a mi lado y me extendió la mano.

Yo la acepté.

En cuanto lo hice, nuestras vestimentas cambiaron a algo más formal.

Tn: ¿Vamos a algún otro lugar?

Alastor: Ya lo verás, cariño.