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🍼 «Papá en apuros. Vol. 2» 🍼
Suspiró.
Había pasado los últimos días metido hasta las narices en el navegador de su computadora, visitando tantos sitios web como aparecían en el buscador y realizando llamadas a todos los números disponibles en las mismas. No había terminado de recibir el catálogo de servicios de excelencia que cada guardería tenía para ofrecer, cuando ya estaba cuestionando sobre las instalaciones, el personal, las medidas de seguridad y cuando podría presentarse para visitar los lugares.
Cualquiera que lo viera, diría que Luhan había perdido la cabeza, pero si su histeria conseguía asegurarse de que Seulgi fuera inscrita a la mejor guardería de todo el país, el chino estaba dispuesto a aceptar su locura como un estrago más de haberse convertido en el canguro de una niña tan hermosa que había conseguido, a base de llantos, canciones y tiernas risitas, robarse su corazón.
— ¿Qué haces? — preguntó Sehun, apareciendo en la pieza después de haber dormido a su pequeño retoño — ¿Sigues buscando guarderías?
— No, ya tengo el listado de todas las existentes en Gangnam. Ahora estoy descartando cuales no me agradaron — repuso el chino, todavía tumbado cuan largo era sobre la cama del coreano.
Sehun tomó asiento a su lado y echó un vistazo al listado que el otro había recabado tras su investigación.
— ¿Cuál es el criterio de descalificación?
— Primero las que no tenían teléfonos, ni galerías en sus sitios web y después las que no me atendieran amablemente cuando llamé — explicó Luhan.
El fin de semana, Sehun le había hablado de sus pobres intentos por encontrar una guardería para su hija y es que aunque las escuelas que investigó contaban todas con increíbles referencias e instalaciones adecuadas para su pequeña, la razón por la que Seulgi continuaba al cuidado de sus tíos se debía a la propia incapacidad de su padre. «Las dos veces que intenté dejarla, terminé arrebatándola de brazos de las maestras. Ella no quería ir, sus ojitos llorones me lo decían» dijo.
La historia estuvo a punto de conseguir que Luhan renunciara a la idea de buscar guardería y optara por rechazar la oportunidad de debutar en teatro, pero Sehun aseguró que esta vez las cosas serían diferentes. Tenía claro que desprenderse de osita sería algo sumamente duro, pero también había caído en la cuenta de lo necesario que era aprender a estar lejos de su hija. Según él, no podía pasar la vida entera aferrándose a la niña.
Luhan lo animó prometiendo que encontraría el sitio perfecto y que cuando llegara el momento de llevar a su bebé, estaría ahí para acompañarlos y darle la fuerza necesaria.
— Entonces, ¿a cuántas guarderías has reducido la lista? — Sehun se acomodó hasta encontrar apoyo contra el cabezal y extendió la mano para atraer al chico que permanecía tumbado en el espacio inferior.
— Hasta ahora tengo cinco. Pero pienso reducirla mañana después de haber visitado cada una — no demoró mucho haciendo sus cosas a un lado y movilizarse hasta encontrar un sitio tumbado a horcadas sobre las piernas de su novio. Había vuelto costumbre adoptar aquella posición y hasta que el menor no se quejara, Luhan pensaba seguir ocupándola.
— ¿Realmente habrá tiempo para visitar cinco guarderías? — cuestionó el rubio.
No estaba seguro de que el día fuera a alcanzar para conocer las instalaciones de cinco centros de cuidado, pero Luhan sabía que no iba a inscribir a Seulgi alguna hasta que no estuviera seguro de estarla entregando a un grupo de buenas personas que fueran capaces y contaran con el material y espacio de trabajo necesarios para hacerse cargo de una niña de casi un año por cuatro o cinco horas al día.
— Me agrada esto, ¿sabes? — comentó Sehun, como quien no quiere la cosa.
— Yo creía que detestabas buscar guarderías — se mofó el castaño, aprovechando el momento para pasar ambas manos entre los cabellos de su novio.
— En realidad lo odio. Me refería a que me agrada estar con alguien que se preocupe por Seulgi tanto como yo — espetó el menor, con aquella sonrisa tan linda que hacía a Luhan suspirar.
— Tu hermano, su tía y Chanyeol se preocupan tanto por ella como tú. Yo no soy el único — le recordó.
— Ya lo sé. Simplemente, se siente diferente cuando se trata de ti. Es como si ella fuera tú hija también y los tres fuéramos una familia.
Apenas sintió cuando el menor tiró de su cuerpo hasta hacerlo inclinar y le besó en los labios. Se sentía tan bien estando en aquel sitio que Luhan bien pudo jurar que su corazón temblaba dentro de su pecho. No tenía valor para decir algo después de aquel comentario y es que, podría soltarse a llorar de sólo pensar en ellos como una verdadera familia.
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No había dado una vuelta entera al patio de juegos con que contaba aquel lugar, cuando Luhan ya se había encargado de recorrer el pasillo y echar una mirada al interior del edificio. Era la tercera guardería que visitaban esa mañana y Sehun ya había comprobado que si él creía ser un padre demasiado protector, lo cierto era que no estaba ni un poco cerca de ser tan minucioso como lo era el chino.
No importando las respuestas que las profesoras tuvieran para darle al cuestionarlas sobre el más mínimo detalle, Luhan insistía en pasearse por las instalaciones y conocer los sitios donde su hija se desarrollaría. Baños, comedores, cuneros y el patio de juegos. Todo entraba en la inspección del chico que solo parecía dar por terminado el recorrido cuando reparaba en la reacción de Seulgi.
Para ser personas acostumbradas a tratar directamente con bebés, ninguna profesora parecía comprender que el chico pidiera opiniones a una pequeña que no era capaz de hacer más que reír o llorar. Sehun estaba tan asombrado como ellas, pero no pensaba decirlo hasta que su novio tuviera alguna opinión respecto a las escuelas.
— Así que, ¿el horario es de seis horas? — preguntó Luhan, apenas regresar de su pequeña inspección. Era sábado pero aquella guardería en especial, parecía brindar servicio los siete días de la semana.
— Sea por la mañana o por la tarde. En ocasiones, los padres negocian una hora menos dependiendo de sus horarios para venir a recoger a los pequeños — explico la directora. Era una mujer de estatura baja y apariencia amigable, llevaba el cabello demasiado corto y su sonrisa era tan bonita como ninguna otra.
Luhan asintió con la cabeza, un momento antes de volverse y mirar a Sehun. Parecía estar convencido con que aquella guardería era la mejor pero necesitaba su apoyo y no pasó mucho antes que el rubio asintiera y le sonriera, dando a entender que él también tenía un buen presentimiento sobre el lugar. Seulgi, no obstante, tuvo la última palabra.
— ¿Qué te parece, nena? ¿Te gusta este lugar? — cuestionó el chino, acercándose a la pequeña. Más allá, la directora sonrió cuando Seulgi recorrió el sitio con la mirada y dejó escapar una alegre risita.
— Yo diría que eso es un sí — convino Amber. Luhan le dio la razón y buscó la mirada de Sehun para preguntar si acaso aquella sería su decisión final o si era conveniente que visitaran los dos sitios restantes que aparecían en su lista.
— Entonces, ¿cuándo podemos inscribirla? — preguntó el coreano.
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Yi Fan los había invitado a cenar. Luhan le había llamado para darle la noticia sobre su reciente oportunidad para actuar como Romeo y su hermano había insistido en invitarle a celebrar como prueba de la confianza que siempre había tenido en él. No había mencionado su nombre directamente, pero el hecho de que dijera que el restaurante contaba con un menú infantil, lo hacía pensar que la invitación se extendía a las dos personas que hoy día, formaban parte de su vida.
Sehun había sufrido un pequeño colapso cuando le comentó sobre la cena, pero Luhan lo había consolado diciendo que también estaría Junmyeon y que donde su hermano se pusiera pesado, él pensaba amedrentarlo metiéndose con su reciente relación. No había conseguido mucho, sin embargo, pero sí lo suficiente para que su novio accediera a alistarse mientras él se encargaba de bañar a Seulgi.
— ¿A ti también te asusta conocer a mi hermano? — preguntó Luhan, a mitad del proceso de envestir a la niña en un hermoso vestido rosado que había encontrado guardado en su pequeño armario.
Seulgi se rio como si estuviera diciendo que «Yo no soy tan miedosa».
— Tu papi es un llorón. Uno muy guapo, pero llorón al fin y al cabo — se mofó el chico — Como sea, no pienso dejar que se lo coman o algo parecido. ¿Te gustaría ayudarme? Puede que mi hermano sea un cabeza dura pero le gustan los niños y yo sé que tú eres capaz de enamorar a cualquiera.
Terminó de arreglarla haciendo un perfecto moño con el lazo de su vestido y procedió a peinar la melena azabache que ya alcanzaba a rozar los hombros de la pequeña. Cepilló con cuidado y terminó decorando su trabajo con un bonito listón a modo de diadema. Sehun estaba terminando de vestirse cuando apareció junto a su hija en la pieza.
— ¡Dios mío! ¿Esa es mi pequeña osa? — preguntó asombrado — ¡Pero si parece una princesa y la mía era más como una versión miniatura del apache salvaje! — Luhan le golpeó el hombro en nombre de Seulgi.
— Sé amable con la damita, ¿quieres? — le gruñó.
Dejó que padre e hija se cuidaran el uno al otro mientras él andaba a arreglarse. No había caído en la cuenta de que parecía haberse mudado a aquella casa, hasta que rebuscó en el armario buscando una camisa. Cuando terminó consigo mismo, sus dos acompañantes le esperaban jugueteando en el corral de la sala. Sehun se desprendió un minuto de Seulgi para acercarse y besarlo, mientras decía que:
— Eres tan bonito que me dan ganas de hacerte faltar a la cena con tu hermano y tenerte aquí, donde solo nosotros dos te podamos ver.
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Había pasado un largo tiempo desde que Sehun tuviera que acudir a una reunión donde se involucrara la familia de alguien más. La última vez, había sido cuando los señores Park almorzaron donde sus padres como parte de la formalidad que existía en el noviazgo de Baekhyun. No había sido un evento que lo pusiera relativamente nervioso, pero había tenido que aguantar a su hermano partiéndose de la ansiedad mientras se aseguraba de comprar el silencio de sus padres con respecto a situaciones particularmente vergonzosas.
Esa noche, sin embargo, sentía los nervios a flor de piel. Conocía a Yi Fan, claro, pero el hecho de que el hombre fuera su jefe no ayudaba a que se sintiera menos alucinado sobre conocer al hermano mayor de su novio. Pese a todo, no podía negar la emoción que invadía su organismo porque era la primera reunión formal que experimentaba junto a Luhan como una pareja. Y una de esas que se encargaban de reafirmar su idea sobre ellos dos siendo una familia verdadera.
— ¡Es hermosa, Sehun! — exclamó Junmyeon apenas conocer a su hija.
Yi Fan estaba a su lado y observaba con curiosidad a la pequeña niña en brazos de su hermano que parecía haber recibido de buena gana el cumplido del tercero.
— Apuesto que se parece a su madre — murmuró entonces el más alto de los presentes. Junmyeon le atinó un codazo contra el pecho antes de lanzarle una mala mirada.
— Tiene mucho de ella, para ser honestos — dijo Sehun. Hablaba tranquilo, aunque la presencia de su jefe consiguiera hacerlo temblar. Luhan apoyó la cabeza contra su hombro.
— Le dejaron los mejores genes, eso es seguro. Pero el temperamento es de su padre, así que yo te recomiendo que no la hagas enojar, Fan.
Tomaron asiento en sus respectivos sitios. Yi Fan había pedido por una sillita alta para tener a la niña, pero mientras aparecía Sehun fue demasiado amable dejando que la pequeña se acomodara entre los brazos de Junmyeon. Lucía contenta después de que el chico la adulara hasta por el listón en su cabello y reía a carcajadas siempre que sus ojos se encontraban con los del otro.
— Entonces, ¿no llevan mucho saliendo, cierto? — preguntó Yi Fan para empezar la conversación. Luhan se mantenía tranquilo mientras tomaba la mano de su novio por debajo de la mesa.
— Un par de meses, la verdad es que el tiempo transcurre como un suspiro cuando hay una niña de por medio — admitió el rubio.
Para ser la clase de chico que en cada reunión se peleaba con su mayor, Sehun podía decir que Luhan estaba actuando demasiado bien como el hermanito menor. La presencia del novio de su hyung, parecía darle otra clase de seguridad porque Junmyeon lucía exactamente como el hombre capaz de dominar al implacable Wu Yi Fan.
Comieron tranquilos. Seulgi había tomado la comida antes de ir a la cita, pero Sehun ordenó una gelatina que fácilmente podría ser digerida. Pasó mucho rato alimentando a la niña hasta que Luhan cayó en la cuenta de que no estaba tocando su propia comida. Cambiaron papeles y el rubio casi pudo jurar que vio una sonrisa traviesa danzando por los labios de Yi Fan.
A la hora del postre, Seulgi empezaba a dar muestras de somnolencia. Todos se sorprendieron cuando Yi Fan se ofreció a mecerla para que Sehun y Luhan pudieran disfrutar del tiramisú y el café caliente. Abrazó a la niña entre sus largos brazos y tarareó bajito una canción que Sehun conocía muy bien porque Luhan la cantaba en voz alta para su hija.
— ¿Es una canción popular en china? — se escuchó preguntar. Luhan asintió, al mismo tiempo que su hermano negaba.
— Bueno, realmente es popular — admitió Yi Fan — Pero nosotros la conocemos porque era la canción que mamá nos cantaba. Cuando ella murió, a veces la tarareaba para Luhan. Tuvo muchas pesadillas después de aquello y no podía dormir a menos que me quedara con él.
Sehun se sorprendió por estar escuchando anécdotas familiares. Hasta ese momento, nunca había visto a su cuñado como un hombre de familia, pero no podía olvidar que había sido Yi Fan quien, básicamente, criara a su novio. Apostaba que Junmyeon no tenía idea del hombre que tenía a su lado para cuando quisiera comenzar una familia.
Sonrió, porque estaba seguro que estaría ahí para verlos cuando decidieran tomar aquella decisión. Después de todo, trabajaba para él y salía con su hermano.
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Amber suspiró. Luhan creía poder leer los pensamientos que en esos momentos atravesaban su cabeza, como una nube densa de risitas ocultas y ternura entremezclada que resultaba difícil de superar. La entendía mejor que nadie en aquella acera porque él mismo estaba cayendo presa de los muchos sentimientos que transmitía Sehun.
Era lunes y Luhan debía presentarse a su primer ensayo para la obra. Sehun los había hecho despertar temprano para desayunar en familia y tener tiempo para ir a la guardería a dejar a Seulgi. El castaño había pasado un largo rato alistando a su pequeña osa para ese momento y cargado su mochila con todas las cosas que pudiera necesitar mientras permaneciera en aquel lugar.
No se lo había dicho, pero incluso había tomado su pequeño oso de felpa y perfumado al peluche con la colonia de Sehun para que el aroma le recordara que, incluso si no podía verlo, su padre la acompañaría durante las seis horas que estuviera donde Amber Liu. Cuando Sehun la abrazó, llenando sus mejillas de besos, Luhan creyó estar de suerte porque apenas despedirse el padre entregó a la niña a su profesora.
Y Seulgi lo miró. Su mirada de osa consiguió derrumbar cada muralla que su papá hubiera erigido en torno a su corazón y su voz sonó como una súplica cuando pidió que le dejaran abrazarla una vez más. Llevaba diez minutos adherido a su hija y la misma Amber había aparecido para lidiar con él.
Luhan quería ayudarla, realmente quería, pero su corazón temblaba de verlo aferrarse con fuerza a la niña. Dejó que Sehun besara sus mejillas una vez más, antes de tomarlo del hombro y obligarle a mirarle.
— ¿Qué tal si la cuido yo? Me esconderé de Yi Fan y te recogeremos en el teatro después del ensayo. La traeremos mañana, pero hoy... — comenzó Sehun. Luhan negó antes de que dijera otra palabra.
— Mañana me pedirás que la traigamos al día siguiente y la semana va a terminar sin que ella pise este lugar — dijo — Sé que es duro separarte de ella, pero solo será por unas cuantas horas. Yo no soy su padre, ¿bien? Pero me duele dejarla aquí, tanto como a ti.
— Claro que eres su padre. Te has convertido en eso, Luhan — sonrió Sehun. Seulgi lo miraba paseando las manos sobre su rostro como si supiera que sus músculos estaban tensos debido al dolor que suponía desprenderse de ella.
— Entonces seamos unos buenos padres. Aunque nos duela mucho dejarla, vamos a ser fuertes. Dejemos que Amber cuide unas horas de ella y vengamos corriendo a reunirnos con ella, ¿está bien, bebé?
No le parecía y Luhan podía verlo en sus ojos. Tuvo que dar todo de sí para no dejarse seducir por aquellos oscuros ojos y mantener su posición. Le acarició la mejilla y casi sonrió cuando Sehun asintió. Se abrazó fuerte a Seulgi y dejó a Luhan despedirse también. Le dio un gran beso en la frente antes de decirle que:
— Vendré al rato por ti, mi amor. Cuando sea hora, papi y yo estaremos aquí — Seulgi le sonrió como si pudiera entenderlo.
No lloró ni un poco cuando fue entregada a Amber, pero la directora les pidió ser rápidos al marcharse. Luhan señaló el oso de peluche que asomaba en la mochila de la niña cuando Amber apuntó que si Seulgi los veía irse no iba a ser capaz de mantenerse callada y quedarse en el lugar.
— Nos iremos de inmediato — prometió Luhan.
La dama asintió y tiró del oso. Habló alto para distraer a Seulgi y se dio la media vuelta cuando la niña capturó el peluche. Luhan tiró de Sehun y juntos se alejaron del sitio. Se detuvieron apenas girar en la esquina para que el rubio pudiera abrazarse al cuerpo de su novio y enterrara el rostro contra su pecho.
— Lo hiciste muy bien, cariño. Ella estará bien. Cuando la recojamos, iremos los tres a casa — Sehun tardó un poco, pero respondió.
— Ya la extraño. La extraño siempre cuando me voy a trabajar, pero hoy la extraño mucho más.
— Lo sé. Pero tengo algo para que no le extrañes demasiado. Toma — sacó un zapatito tejido de su bolsillo. Era verde y tenía un moñito al frente. Olía a bebé y Sehun agradeció llevar aquello con él cuando lo abrazó y lo besó.
— Tienes que irte al teatro. No empezarán hasta que llegue Romeo — le recordó. Luhan asintió y juntos anduvieron a la estación de autobús. Sehun tomaría el subterráneo para ir a la oficina.
Camino al teatro, todavía con la sensación de los labios de Sehun sobre los suyos, Luhan cerró los ojos y suspiró. Había sido difícil desprenderse de Seulgi y el corazón se sentía como un fuerte nudo dentro de su pecho. Tener que actuar fuerte para Sehun tampoco había sido sencillo, pero de alguna forma lo había conseguido. Sabía que pronto las cosas serían más sencillas, que juntos se acostumbrarían a la nueva rutina y que al final, cuando el trabajo acabara, los ensayos terminaran y Seulgi apareciera en la entrada de la guardería, estarían los tres reunidos.
¿Quién habría dicho que Luhan encontraría una familia en el mismo momento en que decidió volverse canguro para lidiar con el desempleo? Su historia con Sehun no era la más convencional, pero era suya. Y una historia propia era mejor que mil libretos escritos.
🍼 Continuará... 🍼
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