Segunda parte: El esclavo y la carnicera

Los pinos verdes parecían ser monolitos inmóviles, observando cada paso de las criaturas que habitaban en el bosque.

Salty, que ya llevaba un tiempo bastante considerable fuera de la institución y alejada de la pradera, veía con cierto miedo todos los árboles. El piso era tierra con hojas secas, adornándola. La tierra no era uniforme, y algunos arboles eran más altos que otros, pero el tronco se había ido hacia abajo. Por eso, la ilusión de que el bosque estaba plagado de árboles de la misma estatura se mantenía.

La tierra se iba bajando más y más, hasta que Salty se encontró con un enorme socavón en medio de un círculo de árboles. Con cuidado y miedo, Salty caminó hacia el lado contrario, pero sintió algo extraño desde su espalda. Era como si algo o alguien la estuviera siguiendo.

No prestó más atención cuando las sensaciones fueron desvaneciéndose.

Salty siguió caminando por el bosque, en la misma dirección, hasta que, frente a ella, había otro socavón.

Ella se sorprendió e hizo lo mismo que con el otro; ir en otra dirección.

Volvió a caminar, sintiendo otra vez la misma corazonada de que algo la estaba siguiendo; igual que la primera vez, lo ignoró.

Y estando en sus pensamientos eso, casi cae frente a un tercer socavón. Con nervios y algo de miedo, se hizo hacia atrás, no obstante, lo que sucedió después la dejó atónita. El socavón, frente a sus ojos, se cerró como si de un parpado se tratase.

Los nervios carcomieron a Salty, quien se hizo hacia atrás, sin mirar en su espalda. Para su mala suerte, tras de ella había otro socavón; en esta ocasión, ella no pudo controlar su equilibrio y cayó de espaldas dentro del socavón. Con un grito de ayuda, vio como el hueco del piso se cerraba, dejándola caer en profunda y completa oscuridad.

***

No sabe cuánto tiempo ha transcurrido, o si siquiera ha sido algo de tiempo y no una mera siesta en medio de la oscura nada. Salty, lo único que sabe es que despertó y que conscientemente estaba en un lugar que nadie sabría cual es.

Caminando en las tinieblas, Salty llegó a golpearse varias veces con piedras y picos rocosos, los cuales le llegaron a sacar un poco de sangre de la frente.

Ya estando adolorida, decidió tocar el suelo, en busca de algo útil como piedras para poder hacer un fuego e iluminarse un poco; sin mucho éxito, pero igual logró encontrar una vara larga de madera.

Aun y con ello, tal vez podría defenderse, pero no podía hacer nada sin visión. Entonces recordó las bolsitas de pólvora que tenía en su maleta. Todas ellas seguían intactas curiosamente. Feliz, tomó una de ellas y la lanzó contra el suelo, produciendo una enorme estela de fuego en donde rápidamente puso la vara de madera, la cual lentamente empezó a incendiarse.

Cuando logró estar lo suficientemente iluminada y quemada, Salty pudo dejar allí una de sus bolsas de pólvora y seguir algún camino congruente a quien sabe dónde.

Al mirar con la antorcha improvisada que había hecho, se dio cuenta que estaba encerrada; en donde debía haber un orificio no había si no una extraña forma de parpado humano; todo el interior era rocoso y lleno de partes filosas; estaba demasiado seco el lugar y era prácticamente imposible sentir en ambiente de afuera; era como estar en una habitación encerrada.

Salty, concentrándose en encontrar un camino hacia cualquier lugar, vio que frente a ella había una piedra que no era parte de la rocosa pared.

Con curiosidad Salty la quitó de allí y descubrió un pequeño túnel, que emanaba una tenue pero existente luz.

Dejando su antorcha cerca de la pólvora y dejando que se extinguiera la misma, entró por el pequeño hueco que había descubierto.

Gateando, Salty llegó hacia la parte iluminada del cuerpo rocoso, la cual era un enorme corredor con antorchas que iluminaban el mismo. Había dos extremos; uno de ellos tenía una puerta de madera con barrotes y la otra una cortina.

Salty, sin pensarlo, tomando firmemente su maleta con sus cosas, se encaminó hacia la parte con cortina.

***

-Te digo que es buena idea, pero el problema viene conque no vas a convencer a Kerénith – Dijo una voz masculina, aunque débil y tartamuda.

-Sabes que lo puedo hacer – Dijo una voz femenina, fuerte y abusiva.

En una mesa había dos personas; uno era un hombre delgado, con cabeza rapada, ropas viejas, cadenas con grilletes en todo su cuerpo, como si fuera una especie de armadura, el cual usaba gafas y su sonrisa era extendida por ganchos que tenía clavados en sus mejillas y le habían causado gangrena; la otra persona era una mujer vestida con un vestido blanco, un delantal de mezclilla azul, botas negras y de masa muscular prominente, con brazos marcados y algunas cortadas en el mismo, la cual portaba una mascara de metal, siendo adornada por un corte de cabello irregular; era pelirroja y tenía un cuchillo de carnicero a su lado.

Ambos estaban cenando lo que parecía ser el estómago de una cucaracha enorme; la parte con larvas era para el hombre, mientras que la parte limpia y jugosa era para la mujer. La silla buena era para la mujer, mientras que la silla rota, astillada y con la madera podrida era para el hombre en grilletes.

-Te juro, yo se de tus capacidades más que nadie, y se que no lo podrás lograr.

-No te atrevas a cuestionar y mucho menos retar a mis capacidades.

La habitación donde comían era una cocina común y corriente, excepto que las ventanas estaban cubiertas por tablas, clavadas por lo que parecían ser clavos oxidados. La estufa tenía zarro y grasa de días pasados, la comida estaba regada por la casa, los trastes sucios tenían ya moho y larvas, y para terminar, el suelo se sentía pegajoso.

Todo se iluminaba con una tenue luz rojiza, que venía de una lámpara de aceite con suciedad por dentro; el cuarto se sentía húmedo y el aire, además de desagradable hedor, era pesado y se sentía asfixiante; la pintura descarapelada de las paredes, junto con la madera podrida no hacía si no producir repulsión a quien lo viese.

-No creo que sea algo correcto... ad-ad-ad-ada...

-¡Además! – Gritó la mujer con cuchillo – Creí que ya habíamos pasado tu tartamudeo.

-Ad-ad-ad-ad-ade-ade-ademas – Dijo el hombre con grilletes.

-Muy bien – Dijo la mujer mientras quitaba los trastes sucios y los lanzaba al suelo, rompiéndolos con sus enormes botas cafés.

-No-no-no creo que de-de-debas hacer eso – Dijo el hombre con grilletes, viendo a enorme mujer destrozando la vajilla limpia.

-El día que tu tengas tu propia vajilla limpia y de porcelana tendrás el derecho de reprocharme esto; sabes que no podemos dejar restos o más cucarachas vendrán.

-Lo se... pero no creo que...

-Vamos... cállate.

***

A pesar de la iluminación, el lugar se sentía pacifico, aunque agobiante y húmedo. No era para nada un sitio alegre o siquiera óptimo para estar allí. Salty se dio cuenta de ello tan rápido que empezó a sentir calor y necesitaba de aire fresco.

Después de tomar la dirección con la cortina, entrando tranquilamente a quien sabe dónde, sintió un extremo sentimiento de calma, que a su vez se mezclaba con el calor abrumador. No era para nada algo cómodo estar allí. No solo el cuarto era calor absoluto, si no que parecía haber dos extremos, como una frontera, de lo estético; de un lado, en la entrada por la puerta con la cortina, se mantenía limpio el cuarto; la otra mitad, parecía estar sucia, con una puerta oxidada, todo el suelo se sentía pegajoso, a su vez que una caterva enfurecida de hormigas robaba lo que parecían ser trozos de manzana picada.

"Debe de haber comida allí adentro" Pensó Salty. Dejándose llevar por la suposición de que, en donde había comida, había personas, entró, no sin antes portar su resortera y algunas bolsas de pólvora y proyectiles; en caso de ser necesarios.

Entró, abriendo la puerta, la cual era de metal, con una varilla oxidada que servía de seguro; esta se empezó a desprender del marco, como si fuera un caramelo por lo pegajoso de la misma puerta, produciendo un sonoro chirrido, indescriptible.

Estando adentro de aquel lugar, que era una especie de casa o cabaña abandonada, escuchó algunas voces; eran dos, para ser exactos; una de ellas era de una mujer, con un tono ambicioso y violento; la otra voz era de un hombre débil y tranquilo, con calma más relacionado con el miedo que con la paz.

Siguió caminando hasta dar con dos habitaciones muy interesantes; la primera, al entrar por la puerta metálica, allí mismo hacia la izquierda, había una enorme cama, desacomodada, con sabanas sucias, con manchas raras, en el suelo; la segunda habitación estaba del otro lado, y era prácticamente un guarda ropa, con varios mandiles de cocina, algunas cadenas con grilletes (cosa que le extrañó a Salty), algunas armas de filo, como una pequeña espada con forma curveada de un lado, pero no del otro, bastante gruesa, varios cuchillos y cierras de carpintero oxidadas; a pesar de su interés por las cadenas, cuando vio el cuchillo o espada pequeña, decidió guardarla en su pequeña maleta, no sin antes notar algo que brillaba desde lo más recóndito del guarda ropa.

Este algo, tras hacer un sumo esfuerzo y sacarlo, era un saco alargado café, con una piedra brillosa en la cuerda que la cubría. Salty, por curiosidad, la abrió, viendo que adentro se encontraban cosas muy curiosas; una funda de espadas, como la que había conseguido (que terminó por llevarse), la cual podía colgarse en la espalda, sin embargo se la puso en la cintura para mejor agarre y más rápido uso; un sobre con una carta, dirigida a "Fruhgts"; un paquete de piedras oscuras, que Salty reconoció inmediatamente y decidió guardarlas, juntándolas con las otras piedras oscuras (Eran dinero, en pocas palabras); algo que parecía ser un mapa, el cual mostraba a más detalle que había a las afueras del bosque, sin mostrar que había dentro de él.

Salty estaba tan concentrada mirando el mapa que no se percató de los pasos que se le acercaban por detrás, sintiéndose lentos y fuertes.

No fue sino hasta que notó la sombra detrás de ella que decidió darse la vuelta. Notó a una enorme persona, con un cuchillo de carnicero, con un mantel de cocina de mezclilla, camisa blanca y una mascara metálica con una boca y ojos tallados, todas las partes con extremos oxidados.

Salty se sobresaltó, y aun así se quedó mirando fijamente a la mascara metálica; unos ojos agotados miraron a Salty a través de la máscara.

Repentinamente, la mano con el cuchillo de carnicero se levantó, lista para cortar en trozos a Salty. Rápidamente salió de allí, esquivando el cuchillo y corriendo hacia la dirección contraria de la puerta oxidada. Frente a ella había unas escaleras, así que tomó camino hacia ellas, escuchando un sonoro crujido cuando pisaba cada peldaño. No subía lentamente, por lo que el crujido era aun más fuerte que de costumbre. Subía cada peldaño, escuchando detrás de ella como un trozo de metal chocaba con las paredes.

Ya estando en el piso de arriba, empezó a abrir todas las habitaciones en busca de cualquier escondite.

Había en total tres habitaciones; un dormitorio arreglado, lo que parecía ser una sala para forjar armas y una habitación de carpintería. Pensando en un lugar, el tiempo se agotaba, a su vez que el ser de la mascara metálica subía por las escaleras.

Entró, sin pensar ya, a la sala de carpintería, donde se encontró con diversos clavos, cierras, martillos, tablas gruesas de madera y troncos de árboles en bruto.

Salty, debido a su tamaño, se ocultó en uno de los troncos de madera para evitar ser descubierta por la carnicera.

En el momento que escuchó como pasos pesados y furiosos entraban sin permiso a la sala, tirando madera y herramientas de todo tipo en todas partes, empezó a ingeniar un plan para poder escapar de ella.

Viendo por todas partes, vio un maso que estaba colgado en la pared frente a ella, pero no podía tomarlo todavía; si se precipitaba, sería blanco fácil.

Esperó y esperó hasta que sintió pasos pesados atrás de ella, junto a ello, un sonido de un hacha golpeando un árbol se escuchó vivamente en sus oídos, de forma cercana. Al darse la vuelta, vio que la carnicera había quedado atrapada por el tronco de madera; era su oportunidad para tomar el maso de la pared.

La carnicera, dejando a un lado su cuchillo y tomando una cierra, embistió contra Salty; era demasiado fuerte y muy grande. Ambas se estrellaron contra una pared, quedando Salty aturdida, aunque con la suficiente fuerza para atacar a la carnicera con el maso; la carnicera iba a rebanarle su cuello, cuando Salty, con algo de fuerza, golpeó su mascara con el maso.

Este golpe aturdió a la enorme mujer, cosa que Salty aprovechó para seguir atacándola. Se subió en el tronco de madera y saltó hacia ella, martillando la mascara.

La carnicera ya no podía más y perdió el equilibrio, cayendo al suelo y poniendo la mano frente a ella para que no le hiciera más daño.

-Está bien – Dijo la carnicera – Está bien, está bien; tu ganas.

- ¿Ganar? – Preguntó Salty, metiendo el maso en su maleta.

-Si – Dijo la carnicera, recuperando el equilibrio y parándose – No voy a hacerte nada; puedes decirles a tus amigas cucarachas que pueden regresar; que yo y mi novio nos vamos.

-Tu... ¿Qué?

-Eleanor – Dijo una voz afuera de la sala de carpintería.

-Sube – Dijo la mujer, quitándose la mascara metálica, mostrando un rostro lleno de cicatrices y algunas suturas.

En la sala de carpintería entró un hombre delgado, con grilletes y cadenas, cubriéndolo como si fuera una armadura.

-Oh ¿Qué está pasando aquí? – Dijo el hombre, con un tono débil de voz.

-Esta niña vino a tomar lo que es de las cucarachas.

-No es cierto – Dijo Salty.

- ¿Ahora dices que soy una mentirosa? – Dijo Eleanor sacando su cuchillo de carnicero de la madera y poniéndolo como un arma debajo del cuello de Salty.

-Eleanor – Dijo el hombre – Cálmate

-Pero...

-Cálmate... y tu pequeña ¿Qué haces aquí? – Preguntó el hombre, con un tono amable.

-Si... caí en un cráter desde arriba; del bosque Krugther.

Ambos, mujer y hombre, se sorprendieron.

- ¿Tu...? ¿Qué hacías en el bosque Krugther? – Preguntó Eleanor.

-Tengo que buscar un artefacto importante... o los Getz seguirán muriendo.

-¿Getz? – Preguntaron ambos al unisono.

-Son criaturas mágicas que están en el lugar de donde yo vengo.

-Si, sabemos que son – Dijo el hombre con grilletes – Pero ¿Los Getz?

-Si – Dijo Salty – Y si no regreso pronto, puede que sigan pereciendo o usando su sangre y cuerpos para cosas que no quiero mencionar.

-Buscas el báculo ¿Verdad? – Preguntó Eleanor.

Salty se sorprendió.

-Si... ¿Cómo sabes de...?

-Por favor ¿Quién crees que lo forjó? Esa sala para crear armas no está de adorno.

-Yo creía que...

- ¿Piensas que una deidad indescriptible lo creó? – Preguntó burlándose Eleanor – En parte si... El báculo es una serpiente petrificada con una esfera en su cola, de la cual emerge todo el poder; es similar a la serpiente del símbolo del Dios de la medicina, o algo así; se llama Esculapio. Corrígeme si estoy mal, Adriel.

-No se nada de mitología ni esas cosas de humanos.

-El punto es que ese báculo lo forjé yo, con ayuda de mi novio aquí. Sin embargo, ese báculo ya no existe.

Esto causó que Salty palideciera.

- ¡¿Qué?! – Sobresaltó Salty.

-Si – Dijo Eleanor – Mucho tiempo antes de que tu lugar, que si no me falla la memoria es el instituto del bosque Krugther ¿Me equivoco?

Salty solo asintió con la cabeza, diciendo "no, no te equivocas".

-Bueno, mucho tiempo antes de que tu lugar fuera siquiera creado, el báculo cayó en manos de un grupo de magos irresponsables; yo apenas empezaba a forjar cosas de forma comercial. Fue hacia muchos años. Esa bola de soquetes usó el báculo para sus egoístas fines y terminaron por gastarlo.

-¿No me dijiste que las almas de los culpables ahora vagan por el bosque Krugther? – Preguntó Adriel.

-Si – Dijo Eleanor – De hecho, por eso el bosque se llama así. Eran cuatro hermanos, los cuatro de una familia sumamente importante, los cuales jamás hicieron nada importante en su vida, a pesar de ser considerados como seres mágicos; en realidad eran humanos. Sus nombres era Luther, Hermann, Heinrich y Otto. Había una quinta hermana, pero ella si tenía cosas más importantes que hacer; además de que su padre jamás la dejaba salir con sus hermanos.

-Te refieres a G.... – Dijo Adrien.

-Exacto. Entonces jugaron con esa cosa durante tantas horas, hasta que simplemente se desvanecieron. Ahora sus almas abarcan los cuatro puntos cardinales de este bosque.

- ¿En que punto nos encontramos? – Preguntó Salty.

-Si no me equivoco estamos en la parte de Luther; el oeste – Dijo Adriel.

- ¿Saben como salir de aquí? – Preguntó Salty.

Adriel y Eleanor empezaron a reír descontroladamente, como si un buen chiste o una enérgica locura los hubiera invadido.

- ¿Crees que si supiéramos no nos habríamos largado de aquí desde hacía tiempo? – Preguntó riéndose Eleanor.

-Es gracioso que lo preguntes. Aun así es triste saber la respuesta – Dijo Adriel.

-¿No saben que cosa pueda afectar este lugar? – Preguntó Salty.

-No – Dijeron ambos al mismo tiempo.

Salty se sentía sin esperanza, pero un atisbo de lucidez emergió de su mente.

-Esperen – Dijo Salty, emocionada, cosa que llamó la atención de Adriel y Eleanor - ¿No ha habido terremotos o anomalías aquí adentro?

Adriel y Eleanor empezaron a pensar, sin mucho resultado por parte de Eleanor. Sin embargo, Adriel tenía una excelente respuesta.

-Ahora que lo mencionas, cuando amanece, el socavón se abre.

- ¿Solamente cuando amanece?

-En realidad solo cuando hay luz solar. En días lluviosos jamás se abre el socavón.

-Tiene que haber luz solar ¿Solamente luz solar?

- ¡Que sí, niña! – Dijo alterada Eleanor.

-Bien... Son los únicos atrapados aquí, ¿verdad?

Ambos asintieron.

-Entonces... Adriel, necesitamos dos de tus cadenas, y que tengan ganchos para aferrarse a superficies de tierra.

- ¿Para qué? – Preguntó Adriel

-Solo confía en mi – Salty se volteó hacia Eleanor - ¿Puedes hacer un gancho para las cadenas de Adriel?

-Pff ¿Con quien crees que hablas? – Dijo Eleanor riendo.

-Perfecto. Ahora necesito saber si tienen encendedores.

-No – Dijo Eleanor.

-Bueno ¿Pueden hacer fuego?

-Si – Dijo Eleanor, tomando algunas tablas de madera – Podemos usar estas tablas de madera ¿Cuál es el plan, pequeña?

-Si me dicen que solo se abre el socavón cuando hay luz solar, eso quiere decir que funciona con el calor. No hablo de una llama pequeña, si no de un enorme incendio dentro de aquí. Si necesito el gancho es para poder colgarnos de uno de los extremos del socavón que da hacia la tierra de arriba. Así podremos estar aferrados. Pero en caso de caernos, la otra cadena de Adriel podría sujetarse de otro extremo y así, lentamente, subiríamos hacia la superficie.

Ambos se asombraron al ver la inteligencia de Salty.

- ¿Crees que pueda funcionar? Suena inteligente...

-O tal vez, eres muy creativa – Dijo Eleanor interrumpiendo a Adriel.

-Puede funcionar... solo necesito contar con ustedes ¿Puedo?

Novia y novio se miraron detenidamente.

-Espero y el plan funcione, de lo contrario, te las verás conmigo por hacerme gastar material de trabajo y tiempo valioso ¿Quedó claro? – Dijo Eleanor.

-Si... ustedes confíen en mí.

***

Al día siguiente, vieron como el socavón se abría, por el brillo del sol. Salty tenía preparada la madera, junto a otros objetos inútiles que iban a usar como combustible.

Salty, sacando de su maleta otra bolsa con pólvora, puso un poco en la madera, dejando el resto guardado en la bolsa y metiéndola de nuevo en su maleta. Adriel tenía ya en dos de sus cadenas unos ganchos para adherirse a la tierra de arriba.

Eleanor, teniendo un maso en la mano, le dijo a Salty.

-Recuerda mi promesa.

-Si... estás lista ¿Verdad?

-Cuando me digas.

- ¡Ya!

Eleanor martilló la parte con pólvora en la madera, haciendo que esta se incendiara rápidamente. La llama se hizo más y más grande, como si no tuviera fin. Y cuando menos se lo esperaron, el socavón de abrió arriba de ellos. Salty le dijo a Eleanor que lanzara el gancho hacia arriba con todas sus fuerzas. Pero ella no sabía si iba a alcanzar. Entonces Salty le dijo.

-Voy a agarrarme del gancho, lánzame con todas tus fuerzas hacia afuera, lo voy a sostener.

-No.

- ¿Por qué? El fuego puede apagarse en cualquier momento.

-No confió en que te quedes.

-Por favor. No pienso quedarme aquí, y menos dejarlos aquí.

-Confía en ella, amor.

-¡No me digas amor! – Dijo Eleanor, regañando a Adriel – Lo haré, y espero cumplas con tu palabra.

Salty se agarró del gancho, mientras Eleanor la tenía por su mano, y tomando impulso, Salty fue lanzada hacia el exterior por Eleanor. Salty puso el gancho en el árbol más cercano que encontró; para ser una cadena fuerte, era demasiado larga. La cadena con el gancho fue sostenida en un árbol.

-Ya pueden empezar a subir – Gritó Salty desde el suelo de tierra, en el límite del socavón.

-Está bien – Dijo Eleanor.

Eleanor subió la cadena, el mismo tiempo que, atrás de ella Adriel subía lentamente.

Ya habían logrado elevarse demasiado, pero para su desgracia el cielo empezó a ponerse grisáceo.

- ¡Dense prisa! El cielo está empezando a ponerse feo.

-Voy lo más rápido que puedo – Dijo Eleanor.

-Déjame aquí, Eleanor – Dijo Adriel

- ¿Qué? Pero si esta es nuestra oportunidad de escapar.

-No quiero escapar – Dijo Adriel, descendiendo lentamente para no ejercer fuerza sobre la cadena – Vuelve cuando puedas y no quites la cadena.

-Pero...

-Sal de aquí y trae lo que puedas. Consigue lo que desees y vuelve cuando quieras verme.

-Adriel...

-Luego hablan ¡rápido, sube Eleanor!

Eleanor dejó a Adriel abajo, subiendo lentamente hacia el piso de tierra. Las gotas de lluvia empezaron a caer en el rostro de Eleanor y en la cabeza de Salty.

Y cuando Eleanor salió, empezó a llover más fuertemente, haciendo que el fuego disminuyera su potencia, a su vez que el socavón se cerró; no totalmente, puesto a que la cadena de Adriel dejaba abierta un pequeño hueco.

- ¿Y esto? – Dijo Eleanor.

-Es la cadena de Adriel; dejó un paso para quien quiera salir del socavón.

-Vaya... después de todo no eres tan inútil – Dijo riendo Eleanor.

Salty, tomando su maleta, estaba lista para irse pero fue detenida por Eleanor.

-Oye pequeña... gracias por darnos el pase para salir de allí. La verdad no sabemos como agradecerte.

-No es necesario Eleanor. Solo debo de ir en busca del báculo.

-Pero...

-Cierto... fue destruido. Ya no existe.

-Como tal no existe... pero sus restos siguen en pie.

- ¿Cómo? – Preguntó interesada Salty.

-Si – Dijo – En realidad el báculo no fue creado por mí; yo solo creé el soporte del pequeño sol que es en donde estaba guardada toda la magia.

- ¿Por qué la magia tendría que tener un soporte?

-La magia por si sola no puede hacer nada; necesita una fuerza que pueda controlarla.

-Y...

-La serpiente que tenía soldada era el mejor conductor para esa magia... ahora que ha sido destruido o su magia se ha diseminado, no hay manera de conseguir algo similar.

Salty agachó la cabeza.

-Pero... si quieres forjar la magia que el báculo necesitaba, yo se cómo, aunque no será fácil.

- ¿Sabes como se forja esa magia?

-La magia y las espadas son prácticamente iguales; salvo que una necesita de alguien que pueda juntarlas con un hechizo; yo solo junto metales y madera, a veces magia con metales. Y si, se como se puede forjar la magia que tenía el báculo.

-Bien... ¿Puedo saber cómo?

-Te mentiría si te dijera que sé todos los pasos. Solo necesitas conseguir la llave para el palacio de naipes.

- ¿Palacio de naipes?

-Si... es un lugar estrafalario que se encuentra a las afueras del bosque Krugther.

- ¿Sabes cómo llegar a él?

-No... pero conozco a una persona que te puede ayudar... es una criatura de cristal... recuerdo que se llamaba... como... ¡Fruhgts!, si, Fruhgts. Es el nombre de la criatura de cristal que te dije. Sabía que lo recordaba. Sin embargo, está muy ocupado y es difícil encontrarlo.

- ¿Cómo es? – Preguntó Salty.

-Woah, no va a ser tan sencillo, pequeña – Dijo Eleanor.

-¿Cómo? – Preguntó Salty con mirada triste.

-No, no lo será – Dijo Eleanor caminado. Andando.

-¿Qué? – Dijo Salty nerviosa - ¿A dónde vamos?

-Vamos al mercado – Dijo Eleanor.

-El... ¿Qué?

-Nunca habías salido ¿Verdad?

Salty giró su cabeza.

-Mira – Dijo Eleanor acercándose a Salty – Un mercado es el lugar donde alguien compra cosas, consigue comida, objetos de valor, artesanías y cosas por el estilo. No te preocupes por pagar o así, yo te enseñaré a ganarte el dinero por tu sudor y tu esfuerzo.

- ¿Qué?

-Vas a acompañarme al mercado, y si nos falta dinero, me vas a ayudar con algunas cosas.

- ¿Algunas cosas?

-Haces muchas preguntas y eso no me gusta. Solo sígueme ¿De acuerdo?

Salty pensó un poco, entonces le contestó.

-Está bien

Allí, la carnicera y Salty, tomaron rumbo hacia la salida del bosque Krugther.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top