Quinta parte: Corredora de medusas
-Antes de que comiences con tu acercamiento con las medusas – Dijo Vilhana a Salty, quien estaba cerca de una medusa del viento, brillante y ondulante, en una extensa pradera. – Debes de comprender que es lo que son las medusas del viento.
-Se lo que son, al menos en apariencia – Salty miró de nueva cuenta a la medusa del viento, con su umbrela porosa, para que cualquiera que quisiera montarlas pudiera hacerlo sin problema, su manubrio o extensiones gruesas por debajo de estas, hilera de ojos en el borde de la umbrela y sus tentáculos que flotaban por debajo de la umbrela.
-Si lo sabes... Pero no cómo tener un acercamiento a ellas – Vilhana acarició a la medusa, ocasionando que esta comenzara a ronronear cómo un gato, pero con un tono ahogado, acuático e inclusive alienígena – Son bellos estos animales y será tu deber intentar mantener un contacto adecuado con ellas si quieres vencer a Turtk o a Eftast.
-No vuelvas a mencionar sus nombres... Por favor... – Dijo Salty con cierta incomodidad, volviéndose una rabieta ahogada.
-De acuerdo – Vilhana cambió los nombres – Si quieres vencer a "Melena negra" y a "El silencioso".
-Se a quien debo de vencer... Y espero lograrlo...
-Lo harás, Salty. Pero primero tienes que lograr que la medusa sea parte de ti, si no, ¿de qué te sirve todo ese odio y deseo si no sabes cómo conseguir lo que buscas?
Salty sabía que tenía que cambiar para lograr tener un contacto más cercano con la medusa del viento, que no se mostraba abierta al cambio con ella. Al intentar acariciar a la medusa, no siendo cautelosa, esta se alejó rápidamente, usando sus tentáculos para alejarse de Salty.
-Maldita medusa – Dijo Salty para si misma entre dientes, sin notar que Vilhana había escuchado lo que ella dijo.
-Espera Salty – Vilhana utilizó sus manos, aplaudiendo levemente, juntando las muñecas cara a cara y chocando las yemas de los dedos. Seguido de ello, juntó su lengua al paladar, tocando sus dientes principales con la lengua y comenzó a aspirar aire, con diferencia de dos segundos entre suspiro y descanso. La medusa, al ver lo que hacía Vilhana y escucharla, se acercó lo más rápido posible. Esto hizo que la medusa golpeara rápidamente a Vilhana en las piernas, haciendo que se fuera a caer, pero posándose por debajo de ella y logrando evitar una caída. La medusa había vuelto a ronronear con Vilhana encima de ella.
Salty miró asombrada a Vilhana, quien reía con su medusa – Qué linda niña eres, claro que si – Vilhana comenzó a hacerle mimos a la medusa, riéndose, mientras ella la acariciaba con uno de sus tentáculos. Salty pareció recuperar el brillo de sus ojos, sonriendo con la boca abierta. Vilhana la vio y la señaló.
-Hasta que por fin te dignas a sonreír pelirroja – Salty abrió los ojos por sorpresa y quitó su sonrisa.
-No estaba sonriendo... Es impresionante lo que haces con la medusa – Salty se sonrojó mientras Vilhana la veía, quien seguía riendo y viendo con cierta ternura a Salty, quien a pesar de todo lo horrible que había vivido, seguía siendo una jovencita.
-Mira Salty – Vilhana terminó de jugar con la medusa para acercarse a Salty, despidiendo con un beso en la umbrela a la medusa – Los animales de este mundo no son cómo los de la tierra... O tal vez si, pero más parecidos a un cachorro o un gato bebé. Quieren cariño, quieren afecto pero sobre todo, que no los vean cómo un juguete al cual manosear cuando quieran, sino, algo más... Cómo decirlo... Humano... ¿Me entiendes?
-Creo... qué... sí – Salty frunció el seño sin comprender muy bien lo que Vilhana trataba de explicarle.
-No, no lo has hecho – Vilhana mostró cierta desesperación y constricción al mirar la confusión de Salty. Suspiró y se acercó a Salty – Deja te hablo un poco de las medusas de viento. Ellas usualmente han sido solo tomadas para las carreras del viento, en los grandes coliseos y sitios clandestinos. Sin embargo, hasta ahora, se les ha visto cómo herramientas y no cómo algo más.
- ¿Las medusas del viento sienten? – Preguntó ingenuamente Salty.
- ¿Dolor? Cómo cualquiera, ¿tristeza y felicidad? Eso es lo que las hace únicas. Sienten lo que nosotras sentimos, Salty.
-Vaya...
- ¿Quieres lograr conectar con esta medusa, Salty?
-Lo necesito... Si quiero vencer a esos dos...
-No hablo de necesidad... Hablo de querer.
-Quiero conectar con la medusa.
-Porque quieres ganarle a Turtk y a Eftast.
- ¡No menciones los nombres!
-Está bien. Pero el necesitarla la vuelve un objeto. No te interesa nada más que eso... ¿Entiendes a lo que quiero llegar Salty?
-Creo que sí...
-Hmmm – Vilhana se acercó a la medusa del viento, y con el mismo gesto la trajo de regreso a donde esa medusa descansaba. Pasaron todo el pastizal, hasta llegar a una cabaña, la cual no era en donde estaba Vilhana, pues no era en Oagyz. Vilhana metió al corral a la medusa, no sin antes entrar a la cabaña y sacar dos enormes platones de metal. Uno de ellos con una enorme cantidad de agua, y el otro, con esferas de color verde, pequeñas pero fluorescentes.
-Aquí está mi niña preciosa – Vilhana acarició a la medusa, mientras le colocaba sus platones – Cena rico y duerme bien.
- ¿Qué es eso? – Salty tenía duda sobre las esferas verdosas fluorescentes.
-Oh... ¿Nunca has alimentado a una medusa del viento? Ellas se alimentan de minerales de las lunas. Este, por ejemplo, es yuernamita.
- ¿Yuernamita?
-Si. La yuernamita tiene una forma particular, al estar en esta forma esférica, y suele aparecer tras el paso de la luna. Cuando el mar colisiona con las rocas, el brillo de la luna hace que se formen estos cristales en las rocas, cómo si fuera moho o una planta emergente. Solo las recolecto cuando es el cambio de luna. Hay veces que salen con poca energía de brillo, las cuales descarto pues están en mal estado. Y las más brillantes suelen ser muy fuertes para que se las pueda comer María.
- ¿María?
-Asi se llama mi medusa.
-Oh... ¿Por qué María?
-María era el nombre de una mascota que tuve cuando era más joven. Era una linda gata de color marrón.
-Owww – Salty dijo con sinceridad, pues para ella era tierno - ¿Y qué pasó?
-Cómo es natural, falleció por la edad... Pero los momentos que solía vivir con María nunca los olvidé. Y creo que quien haya tenido una mascota o animal querido jamás lo hará.
Vilhana dejó a María en el corral para que pudiera comer sus yuernamitas y tomar agua.
-Salty – Vilhana miró a Salty y ella volteó rápidamente, no con temor pero si alerta – Los animales son algo bello y hermoso que debemos cuidar. Pues, tanto aquí cómo en la tierra, son los antiguos habitantes. Es respeto y admiración... A veces, cómo yo con María, cariño.
-Lo entiendo – Salty miró al suelo, cercano a la entrada de la cabaña, que era de troncos de madera naranja. El suelo que conectaba el pasto con la entrada de madera, una escalera pequeña que daba a puerta de entrada.
-Entremos, Salty.
Al entrar a la cabaña, Salty vio que todo era oscuro, sin embargo, tan pronto cómo notó esto, Vilhana prendió una vela, usando un pequeño rayo de electricidad para prender la mecha de la vela. Con ello pudieron iluminar la cabaña, ya que la vela desprendía demasiada luz.
Salty se sentó con Vilhana en una mesita de madera, con solo cuatro sillas. Salty le pareció curioso que hubiera una biblioteca a lado de la mesita de madera circular. Ahí, Vilhana colocó la vela. Esta misma se dirigió hacia un caldero, donde, con un solo disparo de su rayo, diminuto, logró prender piedras de carbón que comenzaron a calentar lo que había dentro del caldero. Al parecer era una sopa, de color verde intenso y varias esferas brillantes de color blanco pálido, junto algunas verduras. Salty se levantó de la mesa pues el hedor de una sopa le llamó la atención. Al verla no pudo evitar sentir algo de repulsión.
- ¡Urgg!
-No sientas asco por esto, Salty. Te va a gustar mucho. Es un platillo de mi tierra natal. Bueno... más bien era de mi madre.
- ¿Qué se supone que es?
-Es una sopa de miltomate o tomate de cascara. Es muy sencillo de hacer. Primero debes moler los miltomates, mezclarlo con ajo, con sal y un poco de pimienta, para que tenga sabor. La sopa solo requiere eso, buena cocción, usar semillas medusas y algo de verduras.
- ¿Semillas de medusas? Espera... ¿Tienes a María por las semillas?
-No exactamente. Son parecidas a las perlas de las conchas marinas, pues no le sirven de mucho a ella, y podría decirse que son algo parecido a su excremento, pero no te asustes... No es nada sucio todo esto. Son parecidas a las semillas de la calabaza o pepitas cómo suelen ser llamadas en la tierra. Solo que con una cascara más blanda y su interior o carne es jugosa. Créeme que lo disfrutaras cuando esté. Sin embargo, por ahora, lo mejor es esperar hasta que comience a burbujear.
-Está bien... - Salty se sentó en la mesita, siendo seguida por Vilhana.
Vilhana se acercó a su biblioteca y sacó, de ella, un libro. Este mismo tenía una apariencia peculiar para Salty, pues no era un libro con una cobertura dura, ni tampoco grande, con las paginas amarillentas. Tenía una cubierta algo dura, con la mitad negra y la otra azul. Esta tenía un titulo y un nombre; Erich Fromm.
-Salty... ¿Has leído lo que los humanos de la tierra han estado escribiendo?
- ¡¿Qué?! – Salty se sobresaltó.
- ¿Has leído lo que los humanos de la tierra han escrito? Es increíble cómo en un mundo sin magia suele haber mucho interés por estas cosas. Cosas que nosotros vemos simples ellos las vuelven más y más difíciles de explicar.
-Ya veo...
- ¿Para ti que es el amor, Salty?
- ¿Para mí?
-Si...
-No lo sé... Quizá el querer estar con alguien porque te sientes bien con esa persona... No lo sé Vilhana.
-Está bien. Nadie puede saber con certeza sobre que es y que no es. Este libro, por ejemplo – Vilhana le mostró un libro que era de la tierra, sobre el arte de amar o algo así – Nos habla de que el amor es algo que nos une cómo seres. Él prefiere usar el termino de hombres, pero es más completo si agrego a todas las especies.
- ¿Realmente importa eso? – Salty dijo agobiada a Vilhana, quien dejó el libro en la mesita.
-El amor es algo que nos hace actuar, que nos hace movernos, Salty... ¿O acaso a ti te mueve algo más?
-Quiero vivir, deseo hacerlo...
-Entonces amas la vida.
-Pero a veces... desearía que la muerte tocara a mi puerta.
-Oh... Maldición.
-No lo sé, Vilhana... Es extraño este deseo que tengo – Salty miró al caldero, precisamente hacia la llama que la calentaba – Es algo que por dentro me quema... No son las ganas de vivir... Quizá ese algo es lo que evita que yo quiera morir...
-Salty, amas tu vida... Solo no quieres admitirlo – Vilhana regresó su libro a su pequeña biblioteca.
-Puede que tengas razón – Salty continuó viendo el flameante baile del fuego, quemando e hirviendo el caldero, que seguía y seguía burbujeando su interior, sin detenerse, sin detenerse...
***
- ¿Por qué miras al fuego, Komuy? – Una voz de un hombre llamó la atención de alguien que veía un fuego, lentamente consumiendo leña. Este alguien era un joven de estatura baja, con vestimenta de hechicero, similar a los estudiantes de Oagyz, solo que este tenía un enorme sombrero colgando de su cuello hacia su espalda, con la punta filosa medio doblada, con una cuerda a forma de cinta en la unión de la visera y la copa. Tenía en sus muñecas vendas algo desgastadas y no dejaba de ver el fuego.
-Es maravilloso su calor, su color y su movimiento. Incluso en esta ventisca el mismo se mantiene imperturbable – Respondió el aparente Komuy, al hombre que anteriormente le había preguntado por su reacción al fuego. Komuy era un joven de tes oscura, cabello negro alborotado, facciones delicadas y sobre todo, su rasgo más característico eran sus ojos; neblinosos, carentes de iris y pupila, cómo dos esferas con humo en su cabeza.
-Siempre eres tan detallado en tus visiones. Solo es fuego. No tiene nada de especial – El hombre que hablaba con él tenía una armadura, parecía ser pesada, con un yelmo que parecía ser la cabeza de un gato, con escamas en forma de aureola. Sus hombreras eran disparejas, siendo la izquierda una elevación afilada y la derecha caída. Su pechera tenía una sobresaliente en el centro que parecían ser raíces gruesas de un árbol. Su escarcela era larga, compuesta de varias partes con bordes dorados que le hacían parecer escamas. Toda su armadura azul con bordes dorados en los contornos le daba un aspecto imponente, junto a su lanza, un bastón extenso con una hoja afilada en la punta, dos estrellas de platino en el otro extremo, cercanas a dos hojas más pequeñas en la punta. Esta lanza tenía también una esfera verdosa brillante cerca de las estrellas de platino.
-Las cosas son maravillosas entre más las ves, Deltha – Dijo Komuy.
-Oh... Créeme que sé sobre ese tono romántico que tienes, Komuy – Respondió el caballero de armadura azulada, retirándose el yelmo y mostrando su rostro, el de un elfo de cabello amarillo, con piel y ojos pálidos. Su rostro tenía varias heridas por quemaduras, en sus dos mejillas y parte de su cuello. Su cabello estaba amarrado por detrás con un lazo de paja.
-No sabes mucho realmente. Solo eres un soldado más – Respondió Komuy de forma burlona.
-Y aun así no dejas de buscarme para venir aquí. En medio de la noche, con una fogata que improvisaste, en la arena. Oh, claro, un simple soldado – Deltha se acercó a Komuy, sentándose a su lado viendo la fogata.
Ambos parecían no sentir miedo del desierto, pues estaban armados y cada quien podía pelear con lo que viniera.
-Oye, Deltha – Deltha volteó a ver a Komuy cuando este le habló – No has terminado de contarme nunca sobre tu relación con Turtk y Eftast.
-Oh... Cierto... Ellos estudiaban conmigo en la antigua academia del bosque Krugther. Lo usual. No éramos tampoco muy unidos. Eftast solía estar más con Turtk... Y solo recuerdo que había una niña que era muy apegada a Turtk, aunque nunca le hiciera mucho caso.
- ¿Y que fue de ellos? – Komuy preguntó inocentemente.
-Pues... Ellos tuvieron que volverse corredores de medusas del viento. Ahora trabajan para F. Moore. Me causa un poco de miedo volver a verlos. Incluso pronunciar sus nombres me eriza la piel.
-Y no has vuelto a hablar con nadie de aquella academia, supongo.
-Todos murieron... O eso quiero pensar – Deltha suspiró mientras veía el fuego.
- ¿Por qué? ¿No debería ser algo bueno que ellos estuvieran vivos?
-Si estuvieran vivos, o servirían a F. Moore, o servirían a F. Moore.
- ¿Incluso aquella niña que mencionas?
-Si... Era muy torpe y descuidada para pensar por su propia cuenta.
- ¿Ella hubiera muerto?
-Posiblemente F. Moore no hubiera considerado siquiera su vida para servirle – Deltha comenzó a reír a carcajadas mientras Komuy, dudoso de lo que decía su colega, miraba el fuego, preguntándose si realmente alguien podría no merecer vivir por no saber servir.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top