Primera parte: El campo no es para pequeños
Después de aquella revelación, Salty no pudo dormir toda la noche, inclusive con los tantos intentos de Chio para que descansara; usando bebidas y contando historias. Nada de ello, que normalmente hacía que Salty durmiera plenamente, estaba haciendo efecto. Era, por así decirlo, algo que le quitó de forma permanente el sueño.
-Salty ¿Todavía estás asustada por la mujer de la grabación? – Preguntó Chio.
-Si – Dijo Salty – Me dio mucho miedo.
-No te asustes, no tengas miedo. En momentos como estos debes de ser fuerte y tener valentía.
-Lo se...
Salty se tapó el rostro y desde las cobijas, le preguntó a Chio.
-¿Cómo es que tú y Yec aprendieron a ser valientes?
-Bueno... Yec era antes un hombre muy malo, pero eso le enseñó a hacer cosas malas. Eso le enseñó a ser valiente y fuerte. Ahora es alguien bueno, bondadoso, pero no dejará de ser alguien con un alma fuerte...
-¿Y tú, Chio?
Chio empezó a sudar, a su vez que su cabeza empezaba a perderse en sí.
-Yo tuve una amiga – Dijo después de un pesado suspiro – Ella no solamente era mala. Era lo más malo que puedes conocer. Ella me mostró las cosas más aterradoras del mundo y yo aprendí a tener valor para enfrentarlas. Aunque en muchas ocasiones deseo jamás haber pasado por ello, la enseñanza de todo lo ocurrido me hace sentir más fuerte y con la voluntad de seguir con la frente en alto y recibir los problemas. Cuando creces, Salty, habrá ocasiones donde no querrás hacer algo por miedo... lo entiendo perfectamente... sin embargo, si no te arriesgas jamás conocerás la tristeza más pura y así no podrás conseguir la felicidad verdadera.
- ¿Y cómo se llamaba tu amiga? – Preguntó inocentemente Salty.
-Es algo que ya no recuerdo con tanta lucidez como antes – Dijo Chio, besando la frente de Salty – Buenas noches, Salty. Descansa y recuerda que aquí siempre vamos a cuidarte, a ser tu espalda y tus ojos en caso de que no los tengas. Siempre cuidaremos de ti y te amamos.
Chio salió de la pequeña habitación donde Salty descansaba, la cual tenía un librero pequeño, una caja de peluches, una ventana con cortinas moradas y una pequeña mesita de noche.
Cerrando tranquilamente la puerta, mientras la lluvia caía en el exterior, Chio se fue caminando, entre los pasillos y corredores hasta la biblioteca del mirador invertido. No obstante, no se dio cuenta que atrás de ella iba Salty, quien con tranquilidad y cautela evitaba que fuera detectada por Chio.
Los pasos se hacían cada vez más lentos a medida que Salty se acercaba a Chio y al mirador invertido.
Ya estando adentro, Chio subió las escaleras en forma de caracol, mientras que Salty evitaba hacer ruido mientras caminaba detrás de ella.
Habiendo llegado a la cima, con total nerviosismo en su mirada y con Yec junto a ella, empezaron a platicar, con un tono nervioso igualmente, a su vez que la lluvia caía y se golpeaba contra la ventana del mirador.
-No fue fácil hacerla dormir, Yec – Dijo Chio asustada.
-Tranquila. Es normal – Dijo Yec.
- ¿Cómo algo así va a ser normal? – Preguntó Chio levantándose y extendiendo las manos - ¿Es que no le viste sus pequeños e inocentes ojos? Estaba pálida y llena de horror puro. Dime si eso es algo normal. No puede ser, era una completa locura.
-Lo se Chio, pero no hay nada que podamos hacer. Es obvio que ella estaba asustada.
-Si... y todo es mi culpa... No debimos involucrarla en esto. Ella es tan solo una niña, y ni siquiera ha ido a aventuras como Deltha. Hemos sido irresponsables.
-Yo no – Dijo Yec – He ido a cazar y a viajar con Deltha muchas veces. El ya es un chico aventurado, aunque torpe, pero noble. Sin embargo, no fue fácil ¿Sabes cuantas veces el miedo lo abrumó de forma espantosa? Igual que Salty, es solo un niño, y ya es valiente.
-Si... – Dijo desanimada Chio.
-Aun y con ello, Salty tiene un espíritu valiente... solo necesita sacarlo a flote, y debe de ser con tu ayuda. No debes dejarla sola, al menos, hasta que ella misma pueda estar sola.
-Si...
-No me respondas solo "si", recuerda que esto le hará bien tanto a Salty como a ti... han pasado décadas desde lo de Lizeth...
- ¡No vuelvas a mencionar su nombre, maldito malnacido! – Gritó Chio, levantándose de donde estaba sentada, enfurecida y asustada a la vez.
-Solo dije que...
- ¡No! Ella ni siquiera existe ya. Santiago y el hombre de la armadura... Su nombre es un sacrilegio a la existencia. No se te ocurra... nunca más....
-Está bien... pero hacer eso no evitará que dejes de sentir miedo...
-No es miedo Yec. Es preocupación por pensar que Salty puede sufrir lo mismo que yo sufrí con... – Chio tragó saliva – Mira... no se si estoy preparada para dejarla salir al mundo real y que conozca los lugares más recónditos.
-Llegará el momento, Chio... ni tu ni nadie podrá evitarlo.
-Como sea...
Chio caminó hacia una mesita donde había un mapa.
-Entonces... debemos hacer esto... – Dijo Chio.
-Si... Si queremos descubrir al culpable de lo ocurrido.
-No... ya sabemos quién es... o al menos, ya reconocemos quien es o que es... una mujer de cabello pálido y piel muerta con ojos demenciales.
-Si... la cuestión ahora es buscar esto; el báculo de Reiberkak.
El báculo de Reiberkak es una antigua reliquia nacida del mundo mágico hacia más de cuatrocientos años. Una de las primeras cosas en existir cuando todo ya se había generado. Este báculo no solamente combate las fuerzas oscuras de la mayor fuerza, si no también puede evitar catástrofes. Sin embargo, quien lo posea debe ser noble de corazón, puro en alma y así, tras una elección que le dé el mismo báculo le hará, usarlo solamente una vez y con un solo objetivo. El báculo, a pesar de su dificultad de ser encontrado, no puede ser usado más de una vez. Su poder es tan elevado que causaría el fin de todo si no se controla.
-Pero el báculo de Reiberkak se encuentra a las afueras de la pradera, pasando el extenso bosque Krugther...
-Si...
-Entonces...
-Voy a entrenar a Deltha – Dijo Yec mientras se alejaba de Chio – Necesito que él me ayude, sobre todo me ayude, a crear armas para enfrentarnos a los misterios del bosque Krugther. Incluyendo a sus criaturas.
-Bien – Dijo Chio – Será mejor que nos vayamos a dormir.
-Opino lo mismo – Dijo Yec – Toda esta situación me tiene agotado.
-Si... oye. Sobre lo que me dijiste de Salty...
-¿No estarás pensando ir con ella a través del bosque Krugther?
-¡¿Qué?! – Dijo Chio alterada.
-JAJAJA – Carcajeó Yec – Tranquila. Es una broma, el campo no es para pequeños.
-El bosque – Corrigió Chio.
-Lo sé... aunque me gusta más como se oye con campo.
Cuando los dos dejaron el mirador, Salty subió hasta la punta, dejando de esconderse en las tinieblas para no ser vista, se acercó a la mesa y vio todas las locaciones importantes. Había varias en el bosque Krugther, no obstante, más allá de ello no se sabe nada. Era un mapa incompleto.
Eso no le importó a Salty. Tomó el mapa, se lo guardó dentro de su ropa de dormir.
Caminó tranquilamente hacia la entrada de la biblioteca y consecutivamente hacia adentro del castillo de la enorme institución, para después, ir rápidamente, aunque con lentitud, hacia su habitación.
Ahora, dentro de allí, sin problemas para llegar, empezó a preparar sus cosas para salir de la institución el día siguiente. Sabía de sobra que el momento de volar había llegado antes para ella.
Primero, se preparó poniéndose su ropa de siempre, una falda verdosa oscura, medias blancas, botas café grandes y abultadas, que tenían espacio para poder meter cosas de emergencia y eran termicas, un suéter morado, terminado con su gabardina verde grisácea, con su bufanda morada.
Para defenderse, agarró una resortera que tenía guardada en el cajón de su mesita de noche, algunas piedras y unas pequeñas bolsas de pólvora que es sensible a los golpes fuertes y a la presión del aire.
Todo eso lo guardó en una pequeña maleta de color beige, donde también guardó algunas cosas más, como una pequeña lampara con una mosca brillante, una pequeña daga que le dio Chio, el mapa que tomó del mirador invertido, algunas frutas para comer por si el camino era largo y agotador, una botella de agua y para terminar, un pequeña bolsa con pequeñas obsidianas, las cuales se usaban para pagar cosas en el mundo mágico. El dinero ya no existía, como en la tierra.
Con todo eso en su maleta, ya estaba por partir, no sin antes escribir una carta.
Esta decía algo así...
"Hoy empieza una aventura para mí. Solo espero volver para hacerlos felices... encontraré el báculo que ustedes dijeron; tengan fe en mi..."
Salty...
***
Cuando Salty había dejado la nota y se había salido del enorme castillo que era la institución, sin embargo, detrás de ella, estaba Deltha.
-Espera – Dijo Deltha – Espera.
Salty se dio la vuelta para ver a Deltha.
Deltha se detuvo frente a Salty.
-¿A dónde vas?
-Voy al bosque, Deltha.
-¡¿Qué?! Pe-pe-pero es muy peligroso.
-Lo sé, y solo te pido que no le digas a nadie, mucho menos a Chio.
-Pe-pe-pero – Dijo Deltha temblando, mientras sus manos eran tomadas por Salty, y ella le daba un pequeño beso en la mejilla.
-Se que te preocupas... yo estoy asustada... pero debo hacerlo... por el bien de todos...
-Si... ¿Y acaso no puedes esperar a que vayamos nosotros?
-Eso es lo que me preocupa... debo hacer esto sola... y no me perdonaría si no lo consiguiera...
- ¿Ya no somos un equipo acaso?
-Siempre lo seremos, Deltha... pero ahora yo debo dar el primer paso.
-Y... ¿Cuánto tiempo te tardarás? – Preguntó con lagrimas en sus ojos Deltha.
-Lo que deba de tardar... y prometo que regresaré lo más rápido que pueda... adiós, Deltha...
Salty soltó las manos de Deltha, y se volteó para regresar a su camino hacia el bosque.
- ¡Una cosa más, Salty!- Dijo Deltha gritando.
Corrió hacia Salty, para después quitarse algo del cuello; era un listón negro.
-Este es mi listón de la suerte... siempre lo llevo a todas partes y gracias a eso todo ha salido bien... creo.
Salty sonrió y le dio un abrazo a Deltha.
-Gracias...
Salty siguió su camino hasta que Deltha le preguntó.
- ¿Por qué te aterró la mujer de la cámara?
Salty se detuvo y le respondió a Deltha.
-Era como yo... quizá la conozco o ella me conoce a mi... no lo se y eso me aterra. Debo de irme para poder terminar con esto.
Salty siguió su camino hacia el bosque, mientras la luz del amanecer impregnaba su rostro.
El miedo se desvanecía conforme se acercaba más a los árboles.
Deltha volvía a la institución, deseándole suerte a Salty.
Salty dio el primer paso hacia un paraje desconocido que muy probablemente sea peligroso, y aun así, decide hacerlo por quienes le han ayudado.
No sabe cuando volverá, no obstante, regresará algún día
La brisa de la mañana empieza a surgir y Salty se sumergió en el bosque.
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