Cuarta parte: Diez años después

I

Han pasado diez años desde la conquista de F. Moore en toda la comarca mágica. Todos los reinos y todas las extensiones. Nada logró interponerse al reinado de la malvada bruja Moore, quien gobierna todo Plutón, con mano de hierro y corazón de piedra; puño no, solo necesita mover un dedo para cambiar todo.

El pueblo de otoño cayó, y con él, su población murió. Todos ellos perdieron ante la inminente caída de la diosa Ayeza, quien los condenó a no vivir más de esos días; un niño, con una máscara extraña, imploraba por un nombre, una palabra de esperanza, un "algo" que jamás volvería.

El bosque Krugther es sitio de diversión para F. Moore con todos los esclavos, sirviendo como corredores en un circuito de muerte, donde pozos, criaturas y lugares de los cuales jamás se podría escapar, atormentan a los pobres seres que solamente compiten por un trozo de pan, un poco de agua y el jugoso sabor de la fruta. Mueren por comida y viven para sufrir. Esto ha sido así por días, semanas, meses... años. Todos tienen la misma tarea de encontrar la tumba de Eleanor; la carnicera del bosque Krugther.

La academia era un sitio que no había sido alterado, no obstante, ya no era una academia dedicada a las artes puras o jugaban jedricés. La alabaza a la bruja Moore estaba presente en todos los pasillos y todos los parajes del enorme complejo. Todas las partes habían sido alteradas y remodeladas para adaptarse a la visión de F. Moore. La única parte que dejó de existir y ya no se supo más de ella fue del mirador invertido.

Este fue destruido por completo, para que nadie supiera de él, jamás en toda su estancia en la academia. El nombre de Pamyt Gaaver fue borrado de toda la institución, más todas las hazañas de los antiguos rebeldes.

Los deportes fueron cambiados, para darle más relevancia a las carreras de medusas de aire, siendo el más famoso de los deportes del mundo mágico, dejando atrás al jedricés y postulando la idea de que era un deporte rebelde; cosa que no debía ser ni existir.

Chio, Yec y los demás magos de la institución intentaron defenderla, siendo en vano todo su esfuerzo; Chio falleció a manos de F. Moore y Yec murió poco tiempo después en las mazmorras en las profundidades de la academia, siendo un sitio especializado en ocultar a los traidores, los herejes y los usurpadores.

Los miembros más importantes de las carreras sobre medusas de aire son los exestudiantes Turtk y Eftast, pareja de capataces, que actualmente se encargan de instruir a los nuevos corredores. Eftast es un poco sereno, aunque bastante arrogante; Turtk, por el contrario, es más alegre, aunque un elfo perverso con las mujeres de todas las especies, siendo un mujeriego.

Las cosas han cambiado demasiado durante estos años, y nadie parece recordar lo que había antes de todo ello. Salvo los esclavos, quienes han vivido años encarcelados por el régimen de F. Moore. Todos ellos hacían las labores necesarias para poner pan sobre sus mesas, augurar un buen futuro para sus familias y sobrevivir a la muerte; que, con el paso del tiempo, era la respuesta a todos sus problemas.

Había naves flotantes en toda la comarca del mundo mágico y sus alrededores, vigilando cada instante del día, siendo comandadas por soldados que estuvieron en el golpe de estado contra Emathem. El congreso mágico no opuso resistencia, debido al soborno de F. Moore, que fue más poderoso entre los avariciosos que los nobles y silenciosos, cuales quieran que hayan sido esas pobres almas muertas.

De los pocos magos que restaron de la academia, los sitios aledaños, junto a los viejos habitantes, libres y con esperanza, se ocultaron en las sombras, con la esperanza de que todo pudiera mejorar, aunque fuera un poco.

Varios esclavos, que han logrado trascender su posición como esclavos, han sido luchadores legendarios en el coliseo de F. Moore. Con similitudes con el coliseo romano, a excepción de varios postes enormes que llegan a tocar las nubes, con esferas de llamas en sus extremos, para guiar las carreras de las medusas de aire, es una extensión enorme, de casi 187 metros.

Las personas que han logrado sobrevivir a las batallas con bestias de todo tipo en el coliseo, actualmente llevan el cargo de soldados, de mercaderes, o de simples trabajadores, con una calidad mínima de vida decente. Aunque, hay una pequeña excepción. Una chica de cabello castaño que ha negado o no ha querido salir de su posición como esclava después de haber luchado varias ocasiones en el gran coliseo.

No tenía nombre alguno, siendo casi una leyenda para muchos, tanto esclavos como gente de la parte rica de Emathem, que es un gran inversor de todas las decisiones de F. Moore en todo el reino. Solamente se le conocía como "Esclavo número 27". Ella era una chica, tal vez mujer, de diecinueve años. No parecía hablar mucho, pero no era algo para subestimar; era fuerte, ruda y no temía en enfrentarse con cualquier bestia que le hiciera frente.

Esto fue algo que llamó la atención de muchos latigueros, que le ofrecieron lugar como un soldado en las fuerzas de F. Moore, escupiendo en sus caras por tal oportunidad. Siempre siendo llevada a las galeras de las naves flotantes, remaba sin descanso y luchaba sin detenerse; tenía algo que pocas veces se había visto en una mujer en toda la comarca; odio puro.

II

Camilar era uno de los gobernantes cercanos a la región de Drityux. La nueva distopia mágica que había causado sensación entre sus habitantes. Era un lugar gobernado enteramente por F. Moore y sus lacayos. Si bien, él era parte del partido de los oscuros, no tenía nada de su codicia, avaricia o cualquier tipo de maldad en su corazón. No era un hombre malo, sino todo lo contrario. No trataba a los esclavos como basura; sino como pobres diablos.

Esto era algo que veía mal F. Moore, pero Camilar lo justificaba diciendo que, si quería todas las labores bien hechas, necesitaba hombres y mujeres fuertes, alimentados; "Los hambrientos hacen poco y los muertos nada", decía Camilar.

Tenía cabello largo, destellos dorados en las puntas, tez tostada, ojos pacíficos y portaba aretes pequeños; todos ellos con un significado. Era hijo de un comandante de tropas, cuyo nombre era Alphonse.

Alphonse era un viejo exsoldado, que había luchado para acabar con el régimen de F. Moore, durante los cinco años que se encargó de gobernar todos los reinos posibles; defendiendo a capa y espada los pueblos restantes de las estaciones, Emathem, el bosque Krugther, Polpysts (Región de nieve, flotante, sostenida por una nube), prima de Githus (El reino de las nubes), Marrtuvz (Como era conocida originalmente Drityux, siendo un pueblo de tierra, que ahora era más una metropolita humana, con desesperanza, similar a la antigua Grecia pero sin placeres ni pensamiento) y muchas otras más.

Todo fue en vano y, si quería que su familia y el pudiera sobrevivir, tuvo que ser una de las marionetas de F. Moore. Cosa que salió bien, puesto que su hijo logró llegar al poder con actos de valentía, honestidad y total fidelidad a F. Moore. No lo hizo por codicia, sino por amor a la vida, a la libertad y respeto a los esclavos, quienes siempre trataba con el amor que podía ser permitido.

En una ocasión, los esclavos estaban en el desierto, lejano de todas las regiones, para subir a las naves en camino a Githus (El reino de las nubes). Pero los días habían sido contados por lo desagradable del calor. Dia tras día sin tomar una sola gota de agua, había causado la insolación y posterior muerte de tres esclavos. En el momento que fueron a descansar, nadie podía ofrecerles agua de los ogros en la frontera del rio bajo la ciudad de Githus.

El agua de ellos era para los capataces, los latigueros y para Camilar, quien viajaba como espectador. No obstante, cuando una de las esclavas de todos intentó tomar agua por las fuerzas, un soldado bajó de su caballo, a reprenderla por lo que intentaba hacer. Un ogro intentó meterse para poder salvarla, siendo inútil y casi siendo asesinado en el acto.

- ¡Alto! – Dijo Camilar en su reposo, bajando de su carruaje y caminando hacia los ogros. Pidió un tarro con agua, lleno. Fue hacia la esclava y le preguntó - ¿Quieres agua?

Ella no respondió y al no hacerlo, fue forzada a tomarla por parte de uno de los soldados.

-Espera – Dijo Camilar – ¿Quieres que se la demos a los otros esclavos?

Ella asintió con la cabeza, por fin.

-De acuerdo – Camilar se acercó a los esclavos y les repartió el agua; había de todo un poco en esa caravana de esclavos; elfos, ogros, humanos, centauros, animales antropomórficos y los Thuy; siendo estos últimos, seres inofensivos que el régimen de F. Moore no temía usar a su favor.

Cuando el tarro con agua se terminó, Camilar quería tomar otro, no obstante, sabía que no podía hacerlo, por el bien de su cargo.

-Vuelvan a sus labores – Dijo Camilar, subiendo a su carruaje e ignorando la sed de los demás esclavos. La mujer lo miró desde lejos, siendo devuelta a la caravana; su mirada era pacifica, más no completamente buena, mostrándose algo molesta con Camilar. Esto no le gustaba a él, sin embargo, lo podía entender completamente.

Las naves o galeras eran en realidad barcos, idénticos a los usados por los romanos, repletos de pequeños huecos donde los remos con alas eran usados; sus acabados eran de madera, sus velas tenían esa característica cruz de la inquisición; los mástiles y toda su forma era idéntica; había armas como cañones y algunas catapultas, de las cuales eran lanzados proyectiles o balas de fuego con pólvora.

Llegando a la nave, que había sido puesta en las aguas aledañas al reino de las nubes, todos los esclavos entraron por la parte inferior; las galeras. Los remos de esas galeras eran alas de Getz, las cuales podían volar sin ningún problema, siempre y cuando las naves pudieran navegar en el aire; en otras palabras, que los esclavos supieran remar.

-Vamos – Dijo uno de los latigueros, que metió a los esclavos en las galeras – Será mejor que se quiten sus harapos si no quieren acalorarse aquí adentro.

Todos se quitaron sus ropas, viejas y rotas, incluyendo a la esclava que había intentado pelear con uno de ellos. Camilar mostró un interés en ella, ya que se le hacía algo familiar su aspecto.

Camilar se acercó a todos los esclavos, mirándolos detenidamente, y viendo a la esclava:

-Oye, latiguero – Dijo Camilar - ¿Ella quién es?

-Es la esclava número 27, de esta nave y de todos los lugares.

-Ya entiendo... – Camilar, ordenó que se le diera un latigazo a la esclava número 27, haciendo caso de su petición. El sonido de la piel estrellándose con cuero retumbó en la galera. Ella quería responder, deteniéndose antes de soltar un golpe hacia Camilar y los otros latigueros, saliendo de ella un gemido de dolor, que tenía una voz gruesa.

Camilar miró con atención a la esclava.

-Eres alguien fuerte, con el deseo de regresar el golpe hacia los demás, atacar por ser atacada; no obstante, eres paciente, sabes controlarte y eres inteligente. Me agrada eso de las personas. Muchas de ellas no son prudentes y desean atacar antes que pensar.

La esclava numero 27 no dijo nada, mostrando una mueca de dolor con los dientes y la boca oculta, apretándolos y remarcando su mandíbula. Los músculos tensos de su cuello y boca se hacían cada vez más livianos.

-Dime, numero 27 – Dijo Camilar - ¿Cuánto tiempo tienes sirviendo en las galeras?

-Dos meses y cuatro días – Dijo con una voz gruesa, firme pero femenina la esclava número 27.

-Los llevas contados... ¿Y cómo esclava?

-Diez años – Dijo fríamente numero 27

III

-Diez años – Dijo asombrado Camilar a la chica de cabello castaño - ¿Tienes algún nombre, numero 27?

-No de alguno que tenga de memoria – La chica respondió seriamente.

Camilar miró el cuerpo de la chica, algo tonificado, brazos algo musculosos, abdomen firme, piernas sólidas, repleto de cicatrices de látigos, mordidas de leones, rasguños de bestias, vendajes repletos de sangre y con los pies destrozados, con marcas de grilletes y sangre seca en el hueso del tobillo.

El cabello de la chica era algo desgastado, pero de cerca, era sucio, seco y grasoso. La piel de ella estaba desgastada, sucia y completamente seca. La mirada de la chica reflejaba odio, puro rencor a lo que fuera, deteniéndose a atacar.

-No pareces una simple dama – Dijo Camilar con curiosidad y una pequeña sonrisa – Tienes un cuerpo fuerte. Una duda latiguero ¿Ella ha servido solo a las naves?

-No, mi señor – Dijo el latiguero que la había dejado entrar a las galeras – Ella ha sido del grupo que ha luchado en el gran coliseo de F. Moore. Aquél que está en donde existió el pueblo de otoño.

La chica volteó precipitadamente al escuchar lo que había dicho el latiguero, sin decir nada, aunque con miedo en sus ojos, unido a impotencia. Esto fue algo que logró notar Camilar.

- ¿Sabes algo sobre el pueblo de otoño, numero 27? – Preguntó Camilar.

-No – Dijo número 27.

Numero 27 puso su vista en el frente, sin hacer caso a Camilar o a los otros latigueros. El latiguero que había dejado entrar a Camilar estuvo a nada de azotar de nueva cuenta la espalda, ya de por si llena de marcas de látigos, de numero 27; Camilar lo detuvo.

-De acuerdo – Dijo Camilar – Pueden empezar a navegar.

-Espere un momento señor – Dijo uno de los latigueros – No ha llegado Gluy, el Reptil plutoniano.

-Hay muchos reptiles plutonianos, mi latiguero – Dijo Camilar.

-Lo sé, pero él sabe manejar el ritmo de sus parpados cuando está a punto de navegar en las galeras.

-Está bien – Dijo Camilar – Solo espero que no se atrase. Nuestro ataque a la ciudad de Githus es indispensable. Ninguno de ellos sabe sobre nuestro ataque y entre más temprano comencemos, mejor.

-Desee que ese reptil plutoniano venga lo más pronto posible.

-Lo deseo – Dijo Camilar, sentándose en una silla del reptil, quien guiaba el ritmo de los remadores.

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