Cuarta parte: Antigua mercenaria


El tiempo había pasado velozmente. No había ni siquiera algún tipo de indicio de que fuera otro día, sin embargo, Salty pudo saber que era otro día, por aquella brisa fantasma; esa brisa que ocasiona más frio de lo usual y puede estar en la mañana o en la noche, pero nunca en la tarde. La brisa de la mañana ocasiona que los huesos del cuerpo se te entumezcan, mientras que la de la noche solo congela tu piel y entorpece tus movimientos. En la tarde todo pareciese estar regulado. Salty sintió eso a través de su cuerpo, lo que le hizo despertar, aunque lento, pero de forma rápida.

Al mirar con detenimiento a su alrededor, vio que arriba de ella había un hueco enorme, que desprendía una luz tenue. Eso reafirmaba la posibilidad de que fuera de mañana u otro día. Vio frente a ella el cadáver de la criatura de aquel martillo, pudriéndose y atrayendo moscas, las cuales zumbaban de forma imparable, mientras devoraban y parasitaban aquel cuerpo sin vida.

Sus ojos estaban repletos de lagañas, no simplemente sucios, sino casi sellados por estos residuos. Su cuerpo estaba adormecido en sus piernas y parcialmente sentía un dolor rasposo y seco en la garganta. Ella intentó levantarse cómo pudo, sintiendo pesadez y dolor por todo lo que había vivido el día anterior. Era algo extraño; nunca había visto algo así en su vida, ni mucho menos le había ocasionado tanta molestia.

Al momento en que pudo dar pasos sin retorcerse y poder darlos adecuadamente, algo llamó su atención, además del destello del cielo tras tener un hueco. La puerta por la cual había entrado a la capilla oculta estaba medio abierta, con una de sus puertas separada de la otra. No pudo ver bien la salida pues la puerta abierta igualmente tapaba el túnel de escalera para la superficie.

La puerta, de forma inesperada se abrió más, mostrando a aquella mujer de tes morena, cabellos plateados, porte apoteósico y semblante relajado. Solo que esta vez tenía algo distinto. Sus ojos, su frente y parcialmente su porte no eran tan calmos cómo antes. Parecía ser que estaba furiosa. Sus ojos mostraban que no estaba ciertamente alegre ni en tranquilidad.

Al intentar acercarse, Salty vio que, de sus espaldas, Vilhana sacó una lanza de oro puro, con partes en platino, que servían cómo un agarre y cómo un filo. Ambos extremos tenían una punta afilada, y en la parte superior, antes del filo final, habían dos extremos igualmente de platino que punzantes, producían un brillo reflector que afectaba a los ojos de Salty.

Vilhana veía con cierto desprecio a Salty, cosa que ella no pudo comprender del todo, hasta que Vilhana se acercó al cadáver del martillo solar, acariciando su espalda, con trozos destrozados de su piel y carne pútrida.

-Perdona por no cumplir mi promesa... Bethzal – Dijo en voz baja Vilhana.

-Señora...

- ¡No eres más que una mercenaria! – Vilhana exclamó al momento que Salty intentó hablar, apuntándole a su cuello con la lanza dorada. Salty se quedó petrificada al momento que el filo de platino de la misma había rasgado algo de su piel y ocasionó que sangre lentamente se fuera derramando en la hoja.

-Pero esa cosa intentó atacarme.

- ¡Si fueras de Asehrzul sabrías cómo apaciguarla! – Comentó Vilhana con indiscutible aberración - ¡Ella era una pobre muchacha al cuidado de un bastardo! ¡Y tu la mataste! ¡¿Qué querías probar?! ¡¿Qué eras más que ella?! ¡No eres nada!

El semblante severo de Vilhana perturbó a Salty, quien no sabía de que forma actuar con aquella reacción. Aunque tan pronto que tarde, Vilhana pudo darle una única opción; pelear.

Vilhana acarició un último instante el cadáver la criatura del martillo solar, con cierta tristeza y melancolía. Sostenía la lanza con su otra mano, y tan rápido que ni siquiera Salty pudo verlo, perforó el cadáver de la criatura con la lanza. Un impacto nebuloso, seguido de una nube ennegrecida, como si fuera una tormenta, emergió tras aquella perforación, junto a destellos y rayos, los cuales imbuían la nube que se había vuelto un torbellino, cubriendo el cadáver del martillo solar y de Vilhana en una tormenta instantánea. Salty cubrió su rostro con sus brazos, pero estos no salieron ilesos, sintiendo el impacto de pequeñas chispas eléctricas en la piel.

La carne de Salty había sido quemada parcialmente por la energía eléctrica que provenía de los rayos de poder solar. Sin embargo, lo que emergió de las nubes, no era algo genuinamente que hubiera esperado.

Vilhana ya no se encontraba ahí, o al menos, no parecía estar aquella dama de apariencia casi divina. Una criatura de cabellos plateados, con armadura dorada, con detalles de reptil, hacía acto de presencia. Su yelmo no era más que la representación de un hibrido entre humano y reptil. Su pechera tenía una enorme huella de lagarto o dragón, sus hombreras parecían ser colas de lagartos dispersadas, y toda su armadura tenía detalles de escamas, lo que le daba más aspecto de reptil.

Esta criatura lentamente miró a Salty, y postró su lanza por detrás de ella. Mirando con detenimiento a la chica de pelo rojizo, se precipitó, corriendo cómo si no hubiera un mañana hacia Salty.

Salty, notando que aquella cosa corría con bastante fuerza, intentó esquivarla, saltando de forma lateral, pero la lanza logró tomarla con sorpresa, usando una de sus hojas del tallo dorado, y mientras cortaba parcialmente la piel del abdomen de Salty, la sostenía cómo si se tratase de una guadaña. Salty sintió el impacto en su cuerpo y perdió el aire al sentir la fuerza de aquella lanza. Al intentar librarse, sintió el filo de la hoja de platino en sus manos desnudas, las cuales comenzaron a sangrar.

La criatura de armadura dorada, con esfuerzo, lanzó a Salty hacia una de las esquinas de la capilla sumergida en magma petrificado. Salty sintió el impacto en su cuerpo, tras ser estrellada en la pared. Se cayó tras el golpe hacia el suelo, repleto de escombros y restos de sangre de la criatura del martillo solar. Al intentar levantarse, su abdomen dolía y sus manos eran incómodamente resbaladizas, por la sangre. Al mirar con detenimiento, notó que aquella criatura no era una criatura. Su cabello era igualmente plateado, su altura era exactamente la misma, y la lanza no podía ser de alguien más; Vilhana había tomado esa apariencia tras atacar a la criatura del martillo solar.

-No... ¡Urgg! – Salty se retorcía de dolor en el suelo, pero no podía quedarse en el suelo. Con sumo trabajo, intentó levantarse, sintiendo cómo la sangre brotaba de su cuerpo.

- ¡¿Acaso a ti te importó el dolor y el miedo de aquella pobre niña?! – Vilhana comenzó a hablar con Salty - ¡A ti no te importan los demás! ¡No sientes misericordia por los otros! ¡Sea quien seas, nunca en tu vida te han amado y posiblemente seas odiada lejos de aquí!

Vilhana se aproximó hacia Salty con furia, corriendo a tal velocidad que parecía que flotaba hacia Salty. Salty, sintiendo el dolor en su cuerpo, intentaría usarlo cómo combustible. Vilhana al ver a Salty, no pudo sino atacar con su lanza. El filo de la misma, de uno de los extremos, pudo cortar el cuello de Salty, pero ella logró mover su cabeza hacia uno de los lados, evitando el corte completo y solo rasgando su piel. Asustada, Salty rodó hacia la derecha, notando que podía acercarse al cadáver de la criatura del martillo solar.

Vilhana no sabía que clase de cosa iba a intentar Salty, por lo que se preparó, imbuyendo su lanza en el poder del rayo, pareciendo que esta era solo un tubo opaco con electricidad en el mismo. Salty llegó corriendo al cadáver de la criatura del martillo solar y con cierto esfuerzo, intentó levantar uno de sus brazos, el cual ya había arrancado.

La pierna era de oro puro y su peso era inmenso, inclusive para Salty, que había cargado pesos de todo tipo durante su tiempo cómo esclava. No obstante, tomando el extremo que conectaba el brazo con la piel carcomida de la criatura, sostuvo el brazo con sus manos, cómo si fuera una espada, aunque en espiral era incomoda, pudo colocarla en su hombro, no sintiendo mucha incomodidad y pudiendo usarla. El dolor, al parecer, le daba la energía suficiente para lograr levantar aquella cosa.

Vilhana, viendo aquello, soltó un sermón para Salty.

- ¡¿Acaso no tienes respeto por las vidas pasadas y el cadáver de una muerte?! – Vilhana preparó su lanza.

- ¡¿Qué acaso este cadáver no era de una bestia?! ¡No es cadáver de una muerte! ¡Aprende a hablar mejor! – Salty, burlona, insultó a Vilhana, quien no estaba nada alegre con aquel semblante engreído. Vilhana se aproximó con Salty, con su lanza en manos, mientras que Salty cargaba con el brazo de la criatura, fungiendo como si fuera una espada.

Vilhana era veloz en sus ataques con la lanza, intentando perforar a Salty con cada parte de la misma; las hojas laterales tenían una función adecuada. Salty, por otra parte, usando la pierna tanto cómo espada cómo una protección, desviaba los ataques de la lanza y lograba debilitar un poco a Vilhana, quien parecía sentir el peso de la pierna en su cuerpo. Los ataques de Salty eran pesados, usando el brazo de lado a lado, desviando los ataques de la lanza, pero no pudiendo cubrirse tras ello. Vilhana por lo consiguiente intentaba atacar a Salty con los laterales de la lanza para lograrle hacer un daño adicional, sin suerte.

Salty no parecía perder energía mientras lo hacía, pues el dolor que sentía era tan abrumador que parecía que su cuerpo no podría detenerse nunca. El dolor se había vuelto algo que dentro de Salty le daba el carácter para seguir.

En un momento, en donde la lanza, siendo usada con toda la fuerza de Vilhana, y el brazo de oro puro, impuesto por Salty, lograron impactar de forma estrepitosa, algo inesperado sucedió con la lanza; tras un choque de electricidad, la pierna se imbuyó de electricidad y energía solar, junto que la lanza se había partido en dos. 

Vilhana perdió el control de su cuerpo y cayó hacia atrás, a la par que Salty, acercándose a ella, arremetió usando el brazo de oro. Fue directamente al pecho de Vilhana, recubierto por oro, la parte de una huella de dragón, y un aguante enorme. Salty aplastó con fuerza, cómo si la pierna fuera un martillo, al cuerpo de Vilhana. Esta misma, comenzaría a gemir de dolor tras cada impacto y la fuerza que Salty aplicaba, usando la pierna.

Salty no sabía en qué momento detenerse, aplastando con fuerza, sin ningún control, a Vilhana. En un momento, al darse cuenta que ella jadeaba, Salty se acercó a su rostro y con fuerza intentó retirar la máscara de reptil. Sin importarle la energía eléctrica que le estaba afectando a su piel, que ahora parecían ser pequeños pellizcos para ella, pudo retirar el yelmo de Vilhana.

La sangre era notoria, saliendo de su boca y mostrando que estaba herida. Salty, más aliviada, sabía que posiblemente ella no podría más.

-Se que debería tener misericordia y dejarte vivir... Pero he aprendido... – Salty se acercó a la otra mitad de la lanza, la cual estaba todavía imbuida por energía eléctrica, y la tomó, solo para regresar con Vilhana – Que no importa que tanto te suplique alguien... Volverá y decidirá terminar lo que empezó.

Postrando la navaja en la mejilla de Vilhana, Salty cortó la misma de causó que Vilhana comenzara a sangrar, debajo de los ojos. Ella estaba pasmada, sin poder moverse. Salty tomó con fuerza lo que quedó de la lanza y la levantó, apuntando hacia la cabeza con la hoja afilada de platino.

- ¡No existen segundas oportunidades! – Salty iba a impactar con la hoja la cabeza de Vilhana, pero un destello morado logró detenerla, impactando en ella y causando que saliera volando. Al pasar esto, rodó por el suelo al caer con el mismo y la lanza salió disparada hacia una de las esquinas de la capilla.

Al intentar levantarse, Vilhana sintió qué su pecho ardía cómo si tuviera metal hirviendo. Tras de ella, alguien le preguntó.

- ¿Estás bien? – Amaida había disparado contra Salty y había evitado que matara a Vilhana. Le ofreció ayuda a la mujer deteriorada por el ataque de Salty. Agachándose, Amaida fue el soporte del cual Vilhana logró ganar impulso para levantarse.

-Esto no es posible... Cualquiera de mis ataques la hubiera fulminado – Vilhana miró curiosa a Salty, quien estaba inconsciente.

- ¿Qué se supone que creías que iba a pasar? – Dijo Amaida – Ella era una esclava. Posiblemente lo que tu le hiciste no significaba nada para ella.

-No parece una esclava en cuanto a su porte. Ni tampoco a su estética... Pero su mirada... Sus cicatrices y sus músculos tonificados, aunque no tan remarcados... – Vilhana miró a Salty en la herida de su abdomen - ¿Qué deberíamos hacer con ella?

- ¿Qué quieres hacer tu? – Preguntó Amaida.

-Intentó matarme. Es peligrosa... Pero si algo se es que, si logramos hacer algo por ella quizá nos perdone, aunque sea algo tardado.

- ¿Estás seguro de ello?

-Tal vez no sea la mejor ni más inteligente posibilidad... Pero no puedo quedarme con la duda de que hubiera pasado...

- ¿Qué haríamos entonces?

-Un lugar seguro para ella quizá sea suficiente... Yo siempre quise un lugar seguro... Y lo tuvimos Amaida. Tal vez ella sea igual.

-No podemos asegurarlo... Sin embargo, por las circunstancias, es lo único que podemos hacer.

Vilhana, logrando hacer que su armadura se desvaneciera, mostrando que su pecho estaba remarcado por los golpes de Salty, con una enorme marca morada, decidió llevarse a Salty, tomándola en sus brazos y llevándosela junto a Amaida, quien, tras cruzar la puerta junto a Vilhana, cerraron la misma, para que nadie entrara a la antigua capilla de Byrthoum.

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